“Muchachos”, esa inspiración divina que recuerda el valor de una canción

Un tema de la infancia que se repite en el cerebro, una y otra vez, invita a reflexionar sobre un concepto, aquello que hace que una canción pase a la eternidad. Composiciones musicales que se acomodan a su época haciéndose infinitas

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30 de diciembre en Zárate, ultimo show del año de La Mosca
30 de diciembre en Zárate, ultimo show del año de La Mosca

Hoy se me complicó. No pensé que existía esa probabilidad, aunque siempre la supe posible. Vamos al alegato. Hace unos días, no sabría interpretar a modo de qué, se repetía como un loop en mi cerebro la melodía de una canción que escuchaba mucho en mi infancia. Ni siquiera recordaba el nombre o quien era el intérprete.

Sé que puede sonar extraño todo, pero a una persona vinculada a la música estas banalidades le ocupan gran parte de su corteza cerebral. No es que paso el día pensando en canciones, imagino que alguien dedicado al fútbol ocupará ese espacio en tratar de recordar quien le puso el pelotazo entre líneas a Leopoldo Jacinto Luque en el tercero de River contra los cordobeses, o algún ferretero trotará por el parque a la tarde en modo jogging tratando de encontrar el reemplazo acorde a ese tarugo que quedó largo cuando su amigo construyó el galponcito del fondo hace 3 años.

Digamos, asuntos que no le interesan a nadie más que a uno. Vamos, me dije a mí mismo, es una canción simplemente. Hay millones, cada vez más. Encima una canción pedorra claramente superada por el tiempo. No me atrevería a decir que es un espanto ridículo, pero tengo dos amigos que sí se atreven.

Videoclipa de la canción original de La Mosca creada en 2003

Mas allá de eso, le di el mérito de ser una canción recordable. En eso reside el valor de una canción a veces. Por una cuestión profesional si querés, escucho un par de horas diarias, músicas de todos los colores. A veces mi hijo mirándome me pregunta qué hago a lo que respondo “busco una canción”.

Obviamente cada vez se me hace más difícil encontrar buenísimas, pero siempre aparecen.

“El valor de la canción” como concepto. Eso es lo que me quedó bien claro. Cómo hay composiciones musicales que se acomodan a su época haciéndose infinitas.

Tomemos como ejemplo la canción Muchachos del mundial. No es que la compuso un Sting que cada par de años justifica su fortuna, sino que ni siquiera tiene una carrera en la música el autor. Solo es fruto de una divina inspiración bien interpretada por La Mosca. Con eso alcanza para su eternidad en una gesta brillante que nos llenó la boca de argentina. Ignoro y dudo realmente que haya sido parte de un plan previo.

La Mosca interpretando la canción "Muchachos" que cantó la hinchada durante todo el Mundial Qatar 2022

O la canción publicitaria Bobby, mi buen amigo, que en realidad se llama Boby no me extrañes, cantada por todas las hinchadas de fútbol para recibir a sus equipos. Nacida vaya a saber por quién, si interesa preguntar en Sadaic que el autor debe tener ventanilla vip para cobrar derechos de autor. Fue la banda de sonido que se escuchó en el verano de 1980 detrás del aviso oficial para el Operativo Sol en las rutas. Pasaba que se había puesto de macabra moda el abandono de mascotas en tiempo de veraneo. Era una crianza cantando tristemente Bobby mi buen amigo... confesándole al perro que se iría 3 meses de vacaciones al mar sin él. Fue tan eficaz el aviso que no se si dejaron de abandonarse perros en Hudson, pero la canción se cantaba hasta en las escuelas.

Son como esos apodos que no hay necesidad de aclarar.

Canciones que la gente lleva al altar divino. Diferentes de otras que nacen de la febril inspiración de un músico buscando alguna perfección.

Desde los 17 vivo entre discos.

La canción que nació con el Operativo Sol para evitar el abandono de mascotas en las rutas que fue adoptada por el fútbol

Para un niño crecido entre hippies podríamos agregar unos cuantos años más. Nada recomendable pero hay cosas peores, la mayoría digamos. El niño hippie ante todo jamás estaba instalado en el silencio, ignoro como hacían pero todo el día sonaba el Ranser Estereofónico. Los discos me eran tan amigables como las pelotas de fútbol o la Scalextric. Demás está aclarar que nadie me hizo GPS así que me topaba con todo tipo de músicas. Desde Jimmy Hendrix y Almendra a Los Del Suquía o Tom Jones. A nada le hacían asco estos adorables insanos. Todo era escuchable.

Hablar desde hoy de esto puede sonar hasta gracioso, pero cierto es que bastante ha tenido que soportar esa cultura joven para encontrar como acomodarse al resto del mundo de adultos en el que habitaban. Es que todavía el mercado no estaba dispuesto a abrir la ventana que decía “Pendejos alocados”, así que el resto solo podía acelerarles la adultez para no vivir en el margen.

Faltaba más de una década para Chiquititas o Menudo, así que se pasaba en un par de meses de las figuritas al horario de entrada y salida bien vestidos.

Excepto los niños que tenían una vocación bien marcada. Podrías querer ser músico o futbolista o carnicero, si estabas bien sentado arriba de tu culo nadie se animaría a interponerse. Excepto algún padre déspota claro está.

No obstante todo lo anterior el valor de la canción lo aprendí años después.

Trabajando de musicalizador o simplemente en la discoteca de una radio era inexorable vincularte a agencias de publicidad o productoras. Te buscaban para averiguar tendencias o simplemente nuevas ediciones de discos, sobre todo para informarse.

Ante todo voy a aclarar que de todo esto que voy a contar no hay archivo. Ni Google ni Wilkipedia. Así que más alla de la inexactitud evidente del relato, me adelanto con un brazo en alto para aclarar que lo importante es el espíritu de la narración más alla de los hechos consumados.

Una tarde de 1980 un productor muy reconocido en el ambiente, del que no recuerdo el nombre pero llamé Jorge Falcón para el relato, porque me suena que se llamaba Jorge Falcón o algo así, me llama por teléfono para una entrevista de trabajo en su productora. Allí me encuentro con un par de musicalizadores a los que conocía de El Agujerito con la misma cara de desconcierto que portaba un servidor. Falcón termina contratándonos para ejercer de cazatalentos, sabiendo que nosotros éramos amigos de todos, músicos, bolicheros, managers, lo que nos dijo fue que quería ver si podía meter un pie en el rock que venía creciendo y él estaba en otra. Asi que nos pidió que le lleváramos “producto” para encarar algo grande. Salimos de ahí encantados y ansiosos por empezar a llamar a todos los conocidos para que nos manden casettes con su obra. Respondían todos con entusiasmo y en un par de meses le llenamos el cajón del escritorio con casettes de bandas y cantantes de rock, pop, blues, reggae, hasta baladistas imitadores de Billy Joel o Elvis Costello que eran la moda de ese año. En lo personal y ante la avidez de Falcón agregué un grupo alternativo que hacía tango-rock que no necesariamente eran de mi gusto personal pero ante tanta voracidad mostrada por el hombre me tapé la nariz y cerré los ojos para llevarlos al cajón de la fortuna.

Todo iba sobre ruedas, creía firmemente y en eso estaba, entusiasmado con la idea de ampliar el negocio con tareas de producciones discográficas Bobby Flores cuando el tipo nos llama a la oficina donde vivía el escritorio.

En un par de meses llenaron un cajón del escritorio con cassettes de bandas y cantantes de rock, pop, blues, reggae, hasta baladistas (la imagen es ilustrativa)
En un par de meses llenaron un cajón del escritorio con cassettes de bandas y cantantes de rock, pop, blues, reggae, hasta baladistas (la imagen es ilustrativa)

Nos atendió con amabilidad y hasta cariño. Habló de lo difícil que es el mercado, de cuanto había que trabajar después de encontrar el producto, y demás claves del asunto. No fue que nos echó, simplemente nos hizo ir al otro lado del escritorio para mostrarnos los dos cajones grandes como un cajón de bananas de su escritorio de metal. Abrió el de la izquierda que estaba rebosante de cassettes, había demasiados, mientras nos dice

-” Miren, este es el cajón de los conjuntos y los cantantes, lleno, debe haber muchos con gran futuro, pibes que tocan bien y cantan afinados. Un montón, la verdad que no escuché todo entero pero no dudo que hay mucho trabajo ahí. Les deseo una gran carrera, es lo mejor para todos... “-

No sabía bien que pensar escuchando tanto respetuoso halago al artista.

Mientras cerraba el cajón sin dejar de mirarnos nos dice:

-” Voy a cerrar el cajón de los artistas, lleno, como ven ustedes esta repleto, eso es bueno. Lo que no es bueno es...”-

Seguía el Sr Falcón o algo por el estilo su soliloquio mientras abría el otro cajón.

-” Es decir, es buenísimo que el cajón de las bandas con las que se pueda trabajar, esté tan lleno. Ahora... la cagada es que este cajón, que es el cajón de las canciones está vacío. Y yo no tengo tiempo para desarrollar artistas, yo trabajo con las canciones. Hay colegas que se ponen atrás de un músico y lo empujan hasta la cima. Lleva su tiempo y da buenos frutos. Pero yo prefiero ponerme atrás de una gran canción y ahí las cosas se aceitan más fácil. Paco de Lucía siempre tocó bien, desde que era chiquito, ahora, llenó el teatro cuando la gente escuchó Entre dos aguas. Ahí se hizo Papa. “-

El videoclip de Entre dos aguas, la canción de Paco de Lucía, que lo llevó a la cúspide

Con el mensaje entendido, y el retiro en los bolsillos, nos saludamos finalmente.

Volví a cruzarlo a Falcón un par de veces más, andaba con una banda de pibitos peinados de peluquería y calzas que habían pegado un hit de verano hiperdifundido en la televisión, no me acuerdo ni el nombre del grupo ni el tema del verano, pero estaban en la punta de la moda tocando esa canción.

Pensando en un tema que escuchaba de chiquito sin entender mucho, recordé lo aprendido sobre cómo una canción permanece en la vida de las personas sin más esfuerzo que hacerse escuchar. Esto no es nada bueno, ni siquiera es saludable, simplemente es un signo de los tiempos que vive. En otro momento quizás pase inadvertida, pero indudablemente existe un momento en que algo en ella la hace necesaria.

Tratando de explicar como ese hit que escuchaba todo el tiempo de pibito, sin gustarme demasiado siquiera, todavía sigue en mi cabeza, recordé esa frase que una noche me dijo Sr. Falcón.

- “El problema que tiene el rock que escuchan ustedes para crecer sano es que son muy sectarios, Roberto Carlos y Erasmo Carlos tienen más rock que los Beatles, cantan diferente nomás. No sé para qué quieren diferenciarse más allá de lo musical de los que venden más discos que ellos, si tampoco tienen un Mozart a la vista...”-

Siempre, solapadamente, le di un poco la razón.

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