Gabriel Jacinto Popolizio es profesor de Matemática y Física, y enseña en las aulas hace 32 años. Su experiencia le permite afirmar que las explicaciones resultan más didácticas y efectivas cuando entran por los ojos, por el impacto visual. Alineado con el dicho “una imagen vale más que mil palabras”, el docente oriundo de El Palomar descubrió una segunda pasión en 2009, y no hubo vuelta atrás. Desde que supo que existen las recreaciones históricas, se fue adentrando en un mundo que despertó su deseo de investigar cada vez más sobre los valores que fundaron nuestra Patria, y más adelante formó junto a varios amigos el Círculo de Recreación Histórica Siglo XIX.
Casado con Débora, y padre de dos hijas -Maite, de 19 años, y Tatiana, de 17-, lo que empezó como un hobby con el tiempo se convirtió en una actividad familiar los fines de semana. “Recrear históricamente significa reproducir un período cualquiera de la historia de la forma más fiel posible; nuestra idea es difundir la historia de forma visual”, define Gabriel. Con humor, confiesa que más de una vez creyeron que era profesor de historia por sus conocimientos en la materia, y aunque le gusta investigar y adquirió una formación alternativa, asegura que se pueden tener múltiples vocaciones.
“Se pueden armonizar las ciencias duras, y está bueno encontrar algo que también te complemente, te resulte interesante y te den ganas de saber cada vez más”, remarca. En su caso, reconoce que no estaba en una búsqueda personal de intereses cuando se contactó con un grupo de recreadores de nuestro país, o al menos no era la idea inicial. “También soy modelista, y reproducía en escala pequeña algunas escenas de combate, de las invasiones inglesas, de la guerra napoleónica, siempre en escalas muy pequeñas”, revela, y fue debido a falta de información para realizar una maqueta que recurrió a quienes tal vez sabían más del asunto.
“Me estanqué porque no encontraba datos y así encontré un grupo de recreaciones históricas para hacerles algunas consultas. Me re enganché y ahí empecé, se me abrió un mundo, porque ni sabía que existía acá”, admite sobre el desconocimiento con el que se sumó. Y agrega: “Sabía que en Estados Unidos se recrea la Guerra de Secesión y que en Europa también había eventos de ese estilo, pero en Argentina no hay mucha difusión al respecto, así que me fui interiorizando hasta que armamos un grupo propio”.
Sobre la cantidad de recreadores, confiesa que si bien se fueron sumando personas en los 12 años que lleva en la agrupación, todavía faltan más personas a la hora de recrear una batalla, que pude implicar un centenar dispuesto a revivir un fragmento de lo que ocurrió en determinado momento. “Lo que hacemos es tratar de que la gente aprenda, y con el pretexto del espectáculo muchas veces logramos que se interesen, que aprendan de nuestra historia, y también damos charlas; cada vez que podemos vamos a colegios, brindamos información y organizamos actividades con jefes de otros grupos también”, cuenta entusiasmado.
Sin embargo, también reconoce que existen diferentes puntos de vista en el mundo de las recreaciones, y por eso cada agrupación elige no solamente un tramo específico de la historia, sino también una percepción particular sobre la forma en que las llevan a cabo. “Para nosotros no es un show, pero hay algunos que quizás si lo ven como un show pirotécnico porque usamos pólvora en los cañones o en los fusibles; pero nos parece que la finalidad es otra”, sostiene. Y aclara que se trata de una actividad sin fines de lucro: “Nunca recibimos dinero, porque es una actividad gratuita; nadie trabaja de recreador, todos tenemos nuestros trabajos de todos los días y esto lo hacemos en el tiempo libre y los fines de semana principalmente”.
A veces la oportunidad llega por la invitación de otro grupo, de algún museo, municipalidad o incluso por motus propio para conmemorar alguna fecha solemne. “Nuestro nicho como recreadores es lo que ocurrió desde 1800 hasta 1820, a veces hemos llegado a 1825, pero son sucesos del primer cuarto del siglo XIX”, explica. Comenta que de otra forma resultaría inabarcable un período más largo, por el despliegue y la coordinación que requiere, además de conseguir todos los elementos para que todo lo que ponen en escena resulte creíble y verídico.
“Como no somos actores, a veces nos pasa que disfrutamos tanto de lo que estamos haciendo que sin darnos cuenta salimos en las fotos sonriendo, y no está bueno estar sonrientes cuando estás en plena batalla”, acota entre risas. “A veces pasa que los nenes por ahí se lo creen demasiado, y entonces también tratamos de dar un mensaje, porque si bien reflejamos lo más fiel posible, promovemos el respeto al vencido”, expresa, y a modo de ejemplo señala que aunque han ocurrido hechos atroces y trascendentales en el curso de nuestra historia, como el fusilamiento de Manuel Dorrego, prefieren no elegir momentos que inciten el odio o la división.
“Cuando damos charlas nos gusta hablar de los soldados también, porque la mayoría de los próceres fueron comandantes, pero los acompañaron jóvenes que se fueron de sus casas, que estuvieron lejos de su familias durante cinco o seis años, y está bueno entender también cómo eran sus vidas en la campaña, qué comían, qué tareas tenían, qué rol jugaba la música en ese entonces, y así tratamos de abarcar todos los los ítems y nos dedicamos a investigar un montón”, detalla. En este sentido, cuenta que son alrededor de 15 integrantes, de profesiones variadas: docentes, abogados, administrativos, y bancarios. “También hay uno que es militar, pero todo el resto somos todos civiles a los que no nos interesa el militarismo en sí, sino encontrar una parte en la historia que podamos mostrar cómo era”, aclara.
Antes de enumerar algunas de las dificultades con las que se han encontrado a lo largo de la última década, hace hincapié en el objetivo de las recreaciones. “Recrear es volver a a vivir, o revivir algo de la forma más fiel posible, y para eso nosotros llevamos kilos de uniformes, entre la chaqueta, las polainas, los pantalones, los sables, todos los elementos, porque tratamos de reproducir todo”, describe, e incluso revela que cada vez que visita alguna provincia consulta el archivo general del lugar para conocer más de los eventos históricos de la región.
“Me costó un montón conseguir que alguien me haga las botellas de calabaza que se usaban en el norte, hasta que encontré un artesano que me entendió; y así es con cada cosita, como conseguir botones de metal para los uniformes, y con el armamento pasa lo mismo, porque usamos el armamento exacto reproducción”, indica sobre las réplicas que utilizan. ”Yo tengo un fusil a chispa, que es el mecanismo que se usaba hasta 1830, y tengo una reproducción del fusil Brown Bess inglés para cuando hacemos las invasiones inglesas y del Charleville francés para el regimiento francés; perocon el tema de la importación conseguir las materias primas no es tan fácil”, comenta, y asegura que aplican protocolos para cada recreación.
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“Usamos cartuchos con pólvora negra como en la época que recreamos, pero sin la esfera de plomo, que es en realidad la bala. Tomamos muchos recaudos, como por ejemplo alejar al público con cintas de peligro y verificar que las armas estén descargadas antes de la recreación y después de la misma”, enfatiza. Y agrega: “En mi caso soy tirador de avancarga, qué es el principio de funcionamiento de estas armas que son de libre tenencia y se cargan por la boca, no como las modernas que son de retrocarga, es decir por atrás; y antes hice el curso de tirador en la Asociación Argentina de Tiradores de Avancarga”.
“Nunca tuvimos un accidente en una recreación que organicé. Los cartuchos se lo entregó a los muchachos justo antes de comenzar y luego de terminada la recreación y después de verificar que ningún arma quedó cargada, recolecto los cartuchos sobrantes y los guardo en contenedores dispuestos para tal fin”, expone sobre la estricta rutina que cumplen para que la actividad se realice con la responsabilidad que amerita.
En cuanto a los uniformes que recrean de forma prácticamente artesanal, comenta que se van desgastando con cada recreación. “No tenemos uno para ceremonial y otro para combate, es el mismo siempre, y con la pólvora también se van manchando, se van ensuciando, pero es lo que pasaba también”, expresa. “Son al menos cuatro uniformes, y cada uno tiene sus detalles, sus armamentos, sus tipos de mochilas, su calzado, su pantalón, y si uno quiere conservar la veracidad no puede abarcar mucho tampoco; tenés que elegir qué vas a recrear y qué no”, aconseja.
Gabriel suele representar a uno de los sargentos, pero cuando el evento termina, ya no existen las jerarquías. Tal como lo indica el nombre que eligieron, funciona de manera circular, donde todos comparten una pasión. En 2015 cumplió un sueño junto a otros cinco argentinos al participar de Waterloo 200, la recreación del bicentenario de la Batalla de Waterloo en Bélgica. “Fuimos como parte de la Asociación de Amigos del Museo Militar de Valencia, recreando al Regimiento 51 de línea francés, y hubo 7.000 recreadores más de todas partes del mundo, frente a 150.000 espectadores”, recuerda con emoción.
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“Fue una especie de epopeya porque estuvimos casi dos años preparando el viaje, fabricando los uniformes de cero, así que era como ir a la final del mundo para nosotros. Teníamos además muy poca información, había que averiguar cómo llevar armas a Europa, estar atentos a todo”, revela. “Allá nos recibieron, y cuando vieron nuestro equipo, nuestra bandera, y les decíamos que veníamos desde Argentina no lo podían creer; fuimos los únicos seis argentinos entre 7000″, agrega.
“Cuando pasamos esa prueba de fuego, fue como alcanzar el cielo con las manos porque no hay nada más importante para un recreador”, sentencia. Lo define como un punto de quiebre en todo sentido, porque potenció el deber patriótico que surge de su interior para tratar de ser cada vez mejores y más precisos. Por sobre todas las cosas, forjó además grandes amistades gracias a su hobby. “En ese viaje conocimos un chileno también, y grupos de recreadores de allá, que tratan de venir lo más seguido posible a Argentina porque en Chile no se puede usar pólvora por una cuestión legal”, cuenta.
Otro hito tuvo lugar en febrero de 2022, cuando se propuso otro desafío gracias a que sus hijas y su compañera de vida le insistieron para que cumpliera el anhelo justo después de su cumplir 50 años. “Quería vivir la experiencia de un tramo del Cruce de los Andes, y lo hice durante seis días a lomo de mula, con el uniforme, ya que una de las unidades militares que recreamos es el Ejército de los Andes, e implicó su inversión, porque si bien no es que sea extremadamente caro, sí te insume tiempo y algo de dinero”, manifiesta. Y agrega: “Siendo docente no me sobra, pero hago una pequeña inversión en esto que me gusta tanto”.
Recalca que sin el apoyo de su familia hubiera sido imposible cada meta que emprendió y el crecimiento del grupo. “Ahora que mis hijas están grandes ya no participan tanto, antes aparecían como vivanderas o enfermeritas”, rememora con ternura. “Mi esposa además de docente es actriz, y ella sigue formando parte; a veces se maquilla como para ser varón, y otras un rol femenino, porque siempre que haya sucedido, tratamos de mostrar también a las mujeres que forjaron la patria”, sostiene.
“Tratamos de mostrar la igualdad de género mientras se dé, porque lo que no hacemos es inventar. No vamos a recrear un regimiento de mujeres porque no existió, y no podemos perder la veracidad histórica”, aclara. De todas maneras, explica que sigue descubriendo información en su nueva faceta de investigador histórico, y todo lo que comprueban lo van incluyendo en las recreaciones. “Me dediqué a recopilar datos de una unidad en especial de la que acá se conoce poco y nada, que son Los Infernales de la provincia de Salta, buscando reconstruir en base a documentación histórica sobre el uniforme que tenían estos soldados y después lo fabricamos de cero”, ilustra.
Actualmente tienen su sede en el Museo Histórico del Ejército Argentino de Ciudadela, donde realizan sus prácticas y los sábados por la tarde brindan charlas al público asistente. “No solo hay que parecerlo sino también serlo, o sea que nosotros marchamos como en la época, hacemos todas las actividades que competen a las recreaciones, y le devolvemos la gentileza al museo manteniendo el espacio que nos brindaron; pintamos e hicimos la instalación eléctrica”, explica.
Gabriel enfatiza que todo lo que emprenden es “a pulmón”, y que no cuentan con el apoyo de nadie para realizar las recreaciones. “La idea es que se sume más gente, porque cuesta encontrar apoyo y difusión sobre este tema en nuestro país”, manifiesta. Sobre todo cuando se trata de batallas emblemáticas, requieren de más cantidad de personas para coordinar cada momento, y por eso invita a que todo el que esté interesado en sumarse a la pasión de “vivir la historia visual” los contacte a través de Facebook, donde los encuentran como Círculo de Recreación Histórica Siglo XIX.
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