Lo infaltable o lo imperdible. Da igual la definición. El hecho es haber estado, bajo los cánones genéricos, en Mar del Plata. Haber recorrido su superficie, sus sitios históricos, sus paisajes más emblemáticos, sus lugares más reconocidos. Los clásicos: los primeros paseos antes de adentrarse en las ramificaciones de una ciudad abrumadora. Lo que hizo la familia Juárez de Berazategui. Federico y Agustina, treinteañeros, alquilaron seis días en un hotel del centro marplatense. Querían llevar por primera vez a Dante, de tres años, a la playa. Querían conocer el principal destino turístico del período estival del país. Llegaron el domingo 8 al mediodía, se instalaron y tardaron minutos en volver a salir para conocer la que es, tal vez, la postal más fotografiada del país: la rambla, el imperdible por excelencia de Mar del Plata. Lo primordial: después de eso, el resto.
La rambla
La “foto” de Mar del Plata proyectada por el arquitecto Alejandro Bustillo siguiendo lineamientos de estilo ecléctico monumental. El corazón turístico de la ciudad desde que comenzara la demolición de la rambla existente en 1938 para la edificación de un nuevo megaproyecto arquitectónico: dos edificios en espejo sobre una plataforma que establezca un diálogo entre la costa y la ciudad. El edificio del Casino Central fue primero. Cuatro años después comenzó a nacer su hermano, el Hotel Provincial. Desde 1948, los dos forman el núcleo de un conglomerado urbano declarado Monumento Histórico Nacional por el decreto presidencial 349 de 1999.
Alrededor de las construcciones, grandes explanadas, plazoletas y paseos completan la escena. El toque de distinción son dos lobos marinos de cuarzo arenita emplazados en la Plazoleta de la Armada Argentina, creación del escultor José Fioravanti. La coronación de la rambla rinde homenaje a los primeros habitantes de la villa balnearia que hasta mediados del siglo XIX era conocida como “la lobería grande”.La primera obra urbana que conectaba la ciudad con la playa es una referencia de Mar del Plata en el mundo.
El puerto
Lanchas costeras amarillas de media altura, barcos más grandes, trabajos en vivo de descarga de los frutos de mar, movimientos de pescadores y redes, aleteos de gaviotas y desplazamientos de lobos marinos. El puerto de Mar del Plata ofrece también otra postal icónica de la ciudad. Una estampa de la inmigración italiana que dejaría su impronta y los sabores de su gastronomía. La zona tiene una fuerte identificación con la colectividad italiana: se pueden apreciar principalmente los nombres de las lanchas que rinden homenaje a los Santos de diversas regiones de Italia.
La colonia de lobos marinos, el amarre de las embarcaciones en la banquina, una playa, un centro comercial y gastronómico donde comer en restaurantes emblemáticos de la ciudad y donde comprar recuerdos regionales, el Museo del Hombre del Puerto Cleto Ciocchini, la colorida Banquina de Pescadores, el Monumento al Pescador; la Reserva Natural Puerto de Mar del Plata, último reducto de un sistema de lagunas y bañados costeros cuyo objetivo es el de proteger al lobo marino de un pelo; el Barrio Puerto, la Gruta Nuestra Señora de Lourdes, inspirada en la gruta francesa; son otros tantos de los rincones deslumbrantes del puerto que no puede dejar de conocer.
La Torre Tanque
Ubicada en la esquina de Falucho y Mendoza, en el punto más elevado de la Loma de Stella Maris, la Torre Tanque es lo que es: una torre donde funciona un tanque de agua con 13.500 metros cúbicos de reserva, emblema de la prestación del servicio de agua en Mar del Plata. A nivel vereda la altura es de 40,75 metros sobre el nivel del mar, desde el mirador la altura asciende a 74,75 metros y desde la punta del edificio hay 88,40 metros de distancia al suelo. Una escalera por la que se accede al mirador tiene 194 escalones. La vista es sublime.
Fue inaugurada el 30 de enero de 1943 y el concurso de diseño se lo adjudicó el arquitecto Cornelio Lange. Al acto de inauguración asistieron el doctor Ramón Castillo, presidente de la Nación por entonces, el doctor Rodolfo Moreno, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y el doctor Salvador Oría, Ministro de Obras Públicas. La inversión fue de 7.600.000 pesos y asume el estilo arquitectónico Tudor, de inspiración nórdica. “El edificio fue ejecutado con piedra concertada en el subsuelo y planta baja, y el resto en piedra trabajada a punta gruesa y punta fina. La cubierta de la Torre, materializada en pizarras, se resuelve a cuatro aguas, con los pares de faldones opuestos de dimensiones iguales. En las esquinas de remate curvo, la cubierta se articula mediante diez pendientes de las cuales ocho son iguales”, informan en su sitio web.
El Torreón del Monje
Es otro punto imperdible de la ciudad. La construcción ubicada sobre el Paseo Jesús de Galindez, Punta Piedras, a pasos de la playa Las Toscas y de la Avenida Patricio Peralta Ramos es imponente. Tan representativo es de Mar del Plata que no tiene dirección porque no hace falta: carece de un domicilio numérico. Es una de las obras arquitectónicas que sirven para identificar a Mar del Plata. Lo ideó Ernesto Tornquist, un empresario y estanciero, que quería construir un castillo de estilo medieval sobre la playa para que se destacara de los chalets de veraneo de las familias pudientes y porteñas. El imponente edificio se construyó a principios del siglo XX y aún en la actualidad concentra el interés de los turistas.
La casa de familias aristocráticas que iban a pasar sus vacaciones: tuvo un esplendor entre los setenta y los noventa cuando fue foco de la farándula, turistas y amantes de la noche que se encontraban para compartir charlas, algún plato o trago hasta amanecer cerca de la arena y el agua. “Pensado como un mirador frente al mar -relata la descripción oficial del lugar-, fue inaugurado en 1904, con los diseños de los prestigiosos arquitectos Eduardo Lanús y Federico Woodgate. En los primeros años, se alojó el Pigeon Club local, donde se practicaba el ‘tiro a la paloma’, uno de los deportes aristocráticos de aquella época. Con el paso de las décadas, el lugar fue cambiando de dueños y en la actualidad alberga un emprendimiento gastronómico y un salón de eventos”.
La Casa sobre el Arroyo
O la Casa del Puente. En definitiva, una de las obras arquitectónicas más reconocidas del siglo XX a nivel mundial. Es una creación de los arquitectos Amancio Williams y Delfina Gálvez Bunge por encargo del músico y compositor Alberto Williams, quien entre múltiples logros, intervino en la sinfonización del Himno Nacional Argentino. Representa una de las creaciones más representativas del movimiento moderno: es una vivienda construida con un propósito de ser un estudio musical que también cuenta con garage y pabellón de servicio.
“Estructuralmente esta obra, de valores también escultóricos, sintetiza formas geométricas casi abstractas. Materializada principalmente en hormigón armado, se comporta como un conjunto espacial tridimensional. Su interior, de tipología lineal, presenta ambientes desarrollados en torno a las escaleras que dividen los espacios públicos de los privados y de servicio, haciendo referencia a la típica ‘casa chorizo’, vivienda tradicional de nuestro país”, reza su definición oficial.
Está emplazada en medio de un pulmón verde y encima del arroyo Las Chacras, un curso de agua fundacional de la ciudad. El terreno está dividido en dos y la casa conecta ambos márgenes. “Pero no es una casa -dijo Graciela Di Iorio, arquitecta apasionada y presidenta de la Asociación Amigos Casa sobre el Arroyo-, es un conjunto integral compuesto por un parque de dos hectáreas que es una reserva ambiental en el marco de una reserva forestal, un pabellón de servicio que es otra construcción fantástica creada por los diseñadores más la casa en sí que está implantada por el cauce de un arroyo fundacional de Mar del Plata”. La experta dice que es una de las diez casas más importantes del siglo XX a nivel global.
Fue declarada de Interés Patrimonial por el municipio de General Pueyrredon, monumento histórico y patrimonio cultural bonaerense y monumento histórico nacional. Luego de décadas de abandono, el municipio, la provincia y el gobierno la devolvieron a su estado original con una inversión millonaria. En los próximos días, volverá a abrir sus puertas en forma de museo.
Las calles
Mar del Plata dispone de un mapa comercial competitivo. Hay calles para recorrer, pasear y conocer. El clásico de la peatonal San Martín en el microcentro, el cruce con la calle Rivadavia donde se concentra una marea de gente que inundan comercios, ferias, restaurantes, locales de juegos para niños, salas de cine. Supone un foco neurálgico con ofertas a precios populares. No como el Centro Comercial Güemes, una zona delimitada por las calles Gascón, Rodríguez Peña, Olavarría y Alvear, que despliega una carta de oportunidades con marcas premium de ropa, bazares y gastronomía, y platos individuales por encima de los tres mil pesos.
La ciudad tiene también a la avenida Juan B. Justo, que le da el nombre de “la ciudad del pullover” y dispone de un inmenso caudal de casas de venta de suéteres y ropa confeccionada con todo tipo de lanas. La propuesta también incluye tiendas de outlets y venta de ropa de cuero, de ski, camperas y artículos deportivos. O la calle Leandro N. Alem, que dejó de ser un polo nocturno para convertirse en un coqueto paseo gastronómico . Prescindieron de locales bailables que mudaron sus fiestas y sus ruidos a Playa Grande, y los bares que pasaron a instalarse en el Centro Comercial de Güemes con predilección por la calle Olavarría.
Pero tal vez la calle más concurrida por los veraneantes es la avenida Boulevard Marítimo Patricio Peralta Ramos, la popular costa que camina sobre la frontera del mar y la ciudad. Es la vía más cercana a la playa a la que escolta desde un costado durante gran parte de los 47 kilómetros de costa que tiene Mar del Plata. Ideal para pasear en un día nublado, saturada de runners, concede una vista ideal para contemplar el mar desde la avenida que lleva el nombre del fundador de la ciudad.
El faro
Ubicado en un extremo de Punta Mogotes, suele ser referencia para dar comienzo a las playas del sur. Es un símbolo de la ciudad: una torre metálica troncocónica con franjas horizontales blancas y rojas capaz de divisarse desde aproximadamente 37 kilómetros, aunque sus destellos -uno cada diez segundos- puede distinguirse desde aún más lejos -42 millas náuticas, unos 77 kilómetros.. Se inauguró un 5 de agosto de 1891 y fue una obra de Pedro Besozzi quien había comenzado, un año antes, los preparativos para construir este coloso.
Mide 35 metros y en su interior dispone de una escalera caracol de 154 escalones. Pero no está abierto al público, aunque dada sus dimensiones suele ser uno de los grandes sitios marplatenses más fotografiados de la historia. Desde su fundación, el lugar no revistió mayores contratiempos. Aunque no se permita el exceso arriba de todo, los locales lo asumen como un sitio preponderante. Incluso allí funcionó un Centro Clandestino de Detención durante la última dictadura cívico militar (1976-1983). detenidos ilegales y torturas fueron presentando documentación.
Los espectáculos
En el verano la farándula argentina también se muda de ciudad. Hay más de 155 obras en cartel con un plantel de teatros acorde a la alta demanda de los turistas. El abanico es, como todo en Mar del Plata, grandilocuente: la oferta va desde “Sex” de José María Muscari hasta los unipersonales de Favio Posca, pasando también por artistas locales. Las propuestas son, esta vez, más competitivas: actualmente hay 39 grandes obras en cartel y hasta Claudio Chiqui Tapia fue a ofrecer al Teatro Mar del Plata -avenida Pedro Luro 2335- la copa del mundo obtenida en Qatar.
El circuito de cervezas y gin
La Capital Nacional de la Cerveza Artesanal: cientos de sabores con texturas, colores y aromas distintivos avalan este título que enorgullece a Mar del Plata. Desde hace ya varios años, las cervecerías marplatenses se han instalado en zonas como Güemes, Alem, Constitución, Yrigoyen o la calle Córdoba. Por ello, planificar una recorrida durante la tarde/noche, es algo ya clásico entre jóvenes: una experiencia con cierta mística en la que amigos, parejas o simplemente aquellos que se conocen en el lugar, comparten la dorada bebida en mesas comunitarias y saboreando platos que -en numerosos casos- son elaborados también con cervezas.
Pero no solo de cervezas vive la ciudad: la ruta del gin fue una prueba que se instaló en el devenir del trajo. De a poco, en Mar del Plata se empezó a consolidar una nueva práctica, la de elaborar, distribuir y comercializar Bebidas Espirituosas Artesanales. Una decena de destilerías componen hoy esta nueva ruta del gin, que no solo invita a probar esta deliciosa bebida en bares y fábricas, sino que también puede llevarse como uno de los recuerdos 100% hechos en Mar del Plata. En las zonas de Güemes y Alem, como también en calle Córdoba y en Hipólito Yrigoyen, se encuentran los locales más populares de esta nueva movida.
Ruta gastronómica
Degustar los diferentes sabores marplatenses es infaltable durante la estadía. Si hay algo que la ciudad presume es su extenso menú y las oportunidades que concede para cenar afuera. A la hora del almuerzo o la cena se destacan los exquisitos platos tradicionales hechos con pescados y mariscos o carnes acompañadas con verduras y hortalizas cultivadas en la zona. Para el desayuno o la tarde, los cafés de especialidad combinan a la perfección con los clásicos por excelencia: los churros, alfajores y medialunas. Y en cualquier momento del día no hay que dejar de probar las cervezas artesanales y los ya conocidos helados.
Lo mejor de todo es que todas esas opciones se pueden disfrutar al aire libre en los corredores gastronómicos de la ciudad, conformados por decks instalados en la calle frente a cada local. Están enmarcados dentro del programa “Comemos Afuera” y también incluyen cálidas y pintorescas terrazas con vistas inigualables. Los hay peatonalizados o en zonas donde convive el tránsito vehicular con estos nuevos espacios, con ambientes relajados o más sofisticados, con vista al mar o en centros comerciales y en diferentes partes de la ciudad: el centro, la zona de Güemes, la calle Córdoba y la tradicional Alem.
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