Con el correr de los meses las consecuencias de la bajante en el río Paraná empiezan a medirse y su impacto sobre el ecosistema local es notable. El fenómeno que comenzó en marzo de 2020 dejó como saldo la mortandad de miles de cabezas de ganado y pérdida de cosechas a causa de la extrema sequía. Además, con arroyos y lagunas secas en Santa Fe, la pronunciada bajante también provoca estragos en la reproducción de especies ictícolas.
Según detalla el ministro de Producción de Santa Fe, Daniel Costamagna, se perdieron unas 3.000 cabezas de ganado por la extrema sequía en el norte de la provincia. La prolongada ausencia de lluvias en toda el área es una situación de “extrema gravedad” que incluso se asemeja a lo ocurrido en el año 2008-2009. “En ese momento murieron unos 10.000 bovinos”, recordó Costamagna en diálogo con la emisora LT10 de Santa Fe.
A fines de noviembre de 2022, productores de soja de primera, del centro y norte de la provincia se vieron forzados a paralizar los trabajos de siembra debido a las elevadas temperaturas que provocaban falta de humedad en los suelos.
Te puede interesar: Por qué la sequía hace derrumbar el precio de la carne y qué efecto va a tener en el mediano plazo
Otra de las consecuencias por la sequía que castiga desde hace meses a esta región, es que los arroyos, riachos y lagunas comenzaron a secarse. “El arroyo del Medio, límite natural entre Santa Fe y Buenos Aires, luce con su cauce seco y lo mismo se observa en las lagunas de El palmar y Cristal, en el departamento Vera, en el norte santafesino”, dijeron voceros de El Paraná No se Toca.
Los efectos por el fenómeno no terminan ahí e incluso alcanzan a la fauna ictícola del río: “La reproducción de sábalos que se advirtió cuando repuntó el río Paraná, en diciembre 2022, “ahora se perdió al secarse también lagunas y arroyos”, reveló otra fuente de la organización ecologista.
Según los expertos, a diferencia de 2019, cuando se advertía una mortandad de peces grandes, ahora se ven peces chicos de reproducción (alevines), que se están muriendo. “Así como entró el agua y repuntó el Paraná, hace apenas dos meses, también ingresó gente con redes y armas de fuego, matando y diezmando la fauna del lugar. Así lo confirman testimonios de lugareños”, subrayó Pablo Cantador, ecologista rosarino.
Te puede interesar: Estiman que las pérdidas en el campo por la sequía equivaldrán a casi 2 puntos del PBI
En cuanto a la especie de los sabalitos, Cantador destaca una reducción de la cantidad de especímenes: “Hemos observado una importante mortandad de sabalitos de entre 5 y 7 centímetros, hay otras especies también, pero siempre monitoreamos el sábalo, porque es la pirámide de la cadena alimenticia del resto de las especies. La mayoría de las especies ictícolas comen en diferentes etapas al sábalo, de cuando son alevines hasta ejemplares adultos. Por eso es una especie a proteger, porque si desaparece el sábalo, desaparecen los restantes peces”
La situación preocupa cada vez más a los expertos que temen por un cambio en la vida ambiental, económica, productiva y social entrerriana. La bajante histórica, calificada como el estiaje más largo de la historia desde 1884, podría cambiarlo todo.
Para recordar una situación peor a esta bajante, hay que viajar a 1944 cuando el río marcó 1,40 metros por debajo del nivel del mar frente a la ciudad de Paraná, al igual que en Diamante donde se registró -1,38, en Victoria -41 y en La Paz -1,11.
Entre los primeros efectos medioambientales, la situación acrecentó los problemas de incendios en las islas y los de contaminación del agua, ya que se redujo la capacidad del río de dilución de los afluentes crudos o industriales.
Seguir leyendo: