El 11 de enero de 1996 moría Tato Bores, uno de los comediantes más famosos y queridos de Argentina. Son recordados sus perspicaces monólogos, su estilo para hablar y su rapidez para el humor ácido y sus picantes análisis políticos. Quién fue el hombre que comenzó como acomodador del público en los teatros y terminó con una carrera de más de 50 años como el más grande capocómico argentino.
Los comienzos de Tato Bores en radio, teatro y cine
Tato Bores, cuyo nombre verdadero era Mauricio Borensztein, nació el 7 de abril de 1925 en el seno de una familia judía, en un barrio de la Capital Federal. A los 9 años ya trabajaba como acomodador del público en el Teatro Cervantes, y no pudo terminar los estudios, que realizó hasta los 15 años.
Tenía 14 años cuando realizó su primer paso en el mundo del espectáculo: en 1943 comenzó a trabajar como plomo (persona que carga partituras e instrumentos) de la orquesta de Luis Rolero que tocaba en el programa de Pepe Arias en Radio Splendid. Apenas un tiempo después, en una despedida de soltero, conoció a Julio Porter y a Pepe Iglesias. Ambos quedaron sorprendidos por sus chistes y, mientras Porter lo bautizó con el apodo que usaría de forma artística, Tato Bores, Iglesias lo invitó a participar de su ciclo en la radio 990.
Fue en ese programa de Radio Splendid donde nació el personaje Igor, un joven judío que compartía sus travesías con los oyentes. El éxito de aquella columna fue tan grande que pronto fue llevada al Teatro Maipo, donde continuó sumando aplausos. Pero Tato Bores pronto llegó a la pantalla grande: en 1949 protagonizó “Campeón a la fuerza” y “Un pecado por mes”.
Tato Bores en la televisión
El comienzo del verdadero éxito que caracterizó la trayectoria de Tato Bores como comediante quizás pueda ubicarse en 1957, año en que comenzó, junto a Dringue Farías en Canal 7 a realizar “La familia GESA se divierte”. Ese año también realizó Caras y Morisquetas, con guion de Landrú. Allí comenzó con los monólogos, el frac y su estilo particular, si bien no estaba consagrado como un humorista político, empezaba a nacer su impronta. “Las cosas que decíamos de Rojas y Aramburu... Por ellos fue la frase ‘el que sabe sabe, y el que no sabe es jefe’. Éramos inconscientes”, dijo sobre aquella época.
Después vinieron los programas “Tato, siempre en domingo” en canal 9, donde tenía libretos de César Bruto, y que le significó ganar un premio Martín Fierro como Mejor Actor Cómico de 1960. Luego “Dígale sí a Tato”, “Déle crédito a Tato”, “Tato por ciento”, “Tato diet”, “Tato, qué bien se tv”, entre otros, hasta su despedida en 1993 con “Good Show” en Telefé.
Su estilo siempre marcado por su peluquín, un largo flequillo sobre los ojos, la voz acelerada, los cigarros que fumaba en vivo y el frac, que según explicó alguna vez “como los gobiernos cambian tanto de ministros, embajadores y secretarios, hay que estar listo en caso de que nos toque un cargo”. Su popularidad alcanzó niveles tan altos que comenzó a ser reconocido como “el actor cómico de la nación”, a lo que una vez se refirió, en 1981: “Yo podría ser llamado un actor cómico, pero prefiero artista cómico. Por una flor de razón: Porque así se gana más dinero”.
Los monólogos de Tato Bores
Acerca de sus tan característicos monólogos, explicó en 1963: “El monólogo tiene una clave: es una especie de reportaje político; yo leo los titulares de los diarios y cuento las noticias en el escenario agregándole un comentario jocoso. Pero siempre hay que actualizar la información: un chiste político del jueves no hace reír el viernes”.
Tato Bores trabajó estas piezas con distintos letristas a lo largo de los años, entre ellos: Carlos Warnes (alias César Bruto), Aldo Cammarota y Juan Carlos Mesa, pero también con Oscar Blotta, Carlos Abrevaya, Jorge Guinzburg, Basurto, Geno Díaz, Santiago Varela y José María Jaunarena. Se destacaba por su capacidad para hablar rapidísimo y para memorizar, sin confundirse, largos minutos de monólogo.
Sin embargo, confesó en varias ocasiones que su hablar rápido se debía a su timidez e inseguridad. “Tengo el miedo de torero: quiero terminar la faena rápido. El torero que le tiene miedo al toro hace rápido todas las morisquetas que el público espera para matar al toro e irse”, dijo alguna vez Tato Bores. En otra ocasión, por ejemplo, explicó que hablabla rápido debido a su pasado en el teatro: “No me dejaban estar mucho en el escenario así que me apuraba. Además si yo me perpetuaba en escena, ¿qué hacían las figuras más importantes?”.
Por su parte, los monólogos de Tato Bores trataban temas políticos con un humor ácido, filoso y directo: “Ahora entramos en época electoral y todos salen con los dientes nuevos y bien peinados, y sacan afiches prometiendo, como gran mérito, la honestidad. Con lo cual, no robar pasa a ser una especie de opcional. Vea: ningún coche hace propaganda diciendo que tiene ruedas o parabrisas, eso es estándar; te ponen lo distinto, lo novedoso. Y hoy parece ser que si sos honesto, sos una especie de GTX súper de lujo full equipo de la política”, decía, por ejemplo en 1991.
Muchas veces fue recordado debido a la capacidad de predicción sobre el destino de la economía argentina que le es atribuida desde que se cumplió su sentencia sobre el precio del dólar, en 1962: “Cuando digo por otra parte que estamos viviendo un gran momento de gran expansión monetaria, sé lo que estamos diciendo. Fíjense que en lugar de pagar el dólar a 30, 40, 50, 60, 70, 80 o 90 mangos, lo estamos pagando ¡a 135! Y si nos mojan la oreja, lo vamos a pagar a 200, porque somos tipos ricos”.
Y quizás, uno de los monólogo que sea más recordado sea el número 2000, cuando hizo un repaso por los últimos 30 años de la historia política de la Argentina. Se emitió el 9 de septiembre de 1990, en su programa de Canal 9 “Tato, en busca de la vereda del sol”. Casi ningún personaje de la escena política pudo salvarse e hizo referencias al ex ministro Álvaro Alsogaray, a José Alfredo Martínez de Hoz, a Raúl Alfonsín, entre otros tantos.
La censura y la jueza Barú Badú Budía
Tato Bores no solo sufrió censura durante las épocas de dictadura en el país, sino también en plena democracia. El episodio más recordado fue el que protagonizó la jueza federal María Servini de Cubría, en 1992. La letra censuró una parte de la presentación de “Tato de América”, al tapar las imágenes donde se aludía a la jueza con un cartel que decía “Censura judicial”.
Sin embargo, Tato Bores había prometido responder a la acción con humor. Por eso, en el programa se pudo ver luego a artistas, músicos y periodistas cantando “la jueza Barú Budú Budía es lo más grande que hay”, como una manera de interpelarla sin mencionar su nombre.
Sebastián Borensztein es uno de los hijos que Tato tuvo con Berta Szpindler, y que estaba en la producción del programa en ese momento. Al ser entrevistado por el periodista Pablo Sirvén en 2019 acerca de aquel episodio, señaló: “Fue un momento angustiantemente apoteótico de la televisión. Hubo un acto de censura previa. No se podía mostrar la escena que duraba unos pocos segundos. Se hacía alusión a que lo poco que valdría el peso que a una jueza le habían cobrado una multa irrisoria. Hubo una operación rara. Y ante la censura previa armamos eso. Fue nuestra respuesta artística a la censura”.
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