“Dale campeón, dale campeón”, grita la multitud cuando Claudio “Chiqui” Tapia ingresa por la puerta del balneario 14 de Punta Mogotes. Hay cámaras apostadas al frente y curiosos rodeándolo todo. Un paso estilo rockstar brindado a su público, sin guardaespaldas, dispuesto a ser frenado por todo aquel que deseara besarlo o sacarse una selfie. Viste una remera gris, bermudas de jean y zapatillas negras. Pronto empiezan a aparecer las primeras huellas de transpiración. La temperatura merodea los treinta grados y crece más aún en esa marea de gente que lo instiga y lo persigue a falta de diez minutos para las dos de la tarde.
Intenta penetrar la muchedumbre para dirigirse a una suerte de atril. Hay un presentador con micrófono. Lo acompaña Luis Barrionuevo, titular de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos (UTHGRA), concesionario del parador. Hace una hora que había empezado la cuenta regresiva para recibir al presidente de la Asociación del Fútbol Argentino y a la Copa del Mundo. La promoción del parador es esa: el trofeo más preciado iba a ser exhibido al público en Punta Mogotes. “Muchachos” ya había sonado varias veces en la densa espera. Los pibes y las pibas se habían pintado la bandera en la frente y los cachetes, artilugios para amenizar una guardia dilatada.
“¿La trajo?”, pregunta uno de los curiosos. “No se ve”, responde otro. Hasta que de una mochila Gucci asoma un brillo dorado y mágicamente cuando Tapia se posa sobre el escenario aparece la Copa del Mundo. La alza como Lionel Messi en el estadio Lusail de Doha. La gente ovaciona como si fuese la primera vez. Vuelve a entonarse el “dale campeón” y desde los parlantes largan de nuevo el “Muchachos” reversionado de La Mosca, música que suena en loop desde diciembre de 2022.
No hay organización que sostenga el fervor de los visitantes. La promesa es entregársela a todo aquel que quiera sacarse una foto. El trofeo -se presupone- es la réplica enchapada en oro que la FIFA le entregó a AFA: la denominación formal es “trofeo del ganador de la Copa Mundial”. Desde el entorno de Tapia amenazan con guardarla si no despliegan un operativo ordenado. Son convencidos y la dejan sobre una mesa para que la gente se pueda sacar una foto, la foto. La misma copa que días atrás había iniciado su procesión en la Difunta Correa y en la Basílica de Luján ahora está bajo el sol de enero siendo besada por turistas afortunados del balneario 14 de Punta Mogotes.
Juan se infiltró en el parador porque había escuchado el rumor de que Chiqui Tapia iba a llegar con la copa. Esperó su turno para sacarse la foto y besarla. La emoción lo embargó. Tiene 42 años y en el ‘86 era un niño de solo seis años: sus recuerdos del campeonato mundial son nulos. Ahora tiene un piluso de Racing y en el hombro izquierdo un tatuaje temporal que dice “’¿Qué mirás bobo? Andá para allá”. Se lo hizo en la calle.
Porque los carritos de Tempo Tattoo que recorren las playas marplatense no tienen la frase que Messi le dedicó a Wout Weghorst el 9 de diciembre de 2022 en la zona mixta del estadio Lusail cuando los cuartos de final del Mundial de Qatar habían dado victorioso a Argentina sobre Países Bajos. Es la segunda temporada que trabaja Yadia, marplatense de 24 años, como vendedora de tatuajes temporales que se hacen con tinta hipoalergénica, duran una semana y se desvanecen con alcohol. En lo que va del día hizo diez trabajos: seis fueron el rostro de Messi. El día anterior había hecho 73 tatuajes: sesenta de Messi -56 la cara y cuatro el apellido-. Tanta fue la demanda que decidió no guardar el stencil del astro argentino en los folios porque sabía que el próximo cliente iba a pedírselo de nuevo. Tanta fue la demanda que el dueño del emprendimiento hizo de urgencia los moldes de la Copa del Mundo y del símbolo de Qatar 2022 y no pudo repartirlo entre todos los carritos ambulantes.
En Mar del Plata, el fervor mundialista no se detiene. Los paseos tipo trencito de la alegría que recorren las calles del centro con niños y personajes animados interrumpen su repertorio infantil para cantar que “ahora nos volvimos a ilusionar”. La ciudad fue sede del Fun Fest más masivo del país con más de 90 mil personas vibrando en cada partido de la selección. El jueves 22 de diciembre de 2022 recibió a su hijo pródigo: 150 mil hinchas le dieron la bienvenida a Dibu Martínez, héroe en Qatar. Es común ver tatuajes de sus atajadas en los ciudadanos locales y su gigantografía resiste como intervención temporal en la Plazoleta Astor Piazzolla de la diagonal Alberdi y Corrientes.
Jorge es guardavidas en las playas de La Feliz hace veinte años. Nunca antes había visto tantas camisetas de Argentina como ahora: la titular, la suplente, la original, la trucha, la nueva, la vieja, la de dos, la de tres estrellas, la de Messi, la de los otros. “Siempre es usual ver gente con la remera de sus clubes pero este año todo el mundo anda con la de la Selección, hasta los perros tienen la remera”, dice. Habla sin hacer referencia a los hermanos Dante y Lucas, de trece y siete años, que vinieron de vacaciones desde Grand Bourg, de José, mendocino de 28 años y papá de Miranda, y de tantos turistas más que eligen vestirse de argentinos para ir a la playa.
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