Las tres estrellas que representan los títulos mundiales de 1978, 1986 y 2022 lucen en lo alto, sobre una de las ventanas, y hasta, se podría decir y sin exagerar, que se ven orgullosos. La pasión desatada por el desarrollo de la aventura qatarí y el flamante titulo de Argentina Campeón no cesa y las promesas comenzaron a ser cumplidas por quienes se propusieron hacer hasta lo impensado con tal de ver a Leo Messi levantar la tan soñada, y por 36 años esquiva, Copa del Mundo.
Uno de ellos es Gustavo Bysinski, el exradiólogo y fotógrafo del ascenso, que prometió que si Argentina lograba el título pintaría su casa con los colores de la bandera nacional. Después de cuatro días y con la ayuda de su familia, la promesa no solo quedó cumplida sino que se hizo viral y su casa se convirtió en la parada obligada de vecinos y quienes llegan para hacerse una foto frente a ella.
“Pensé en cortarme la barba o hacerme un tatuaje, pero no solo que era algo común sino que no me costaba nada hacerlo. Yo quería ver a Messi levantar la copa y antes del partido con Arabia me dije: ‘Si Argentina sale campeón, pinto el frente como una gran bandera’, y lo hice. Fue por amor a él también porque es un pibe al que en casa todos amamos”, le cuenta emocionado a Infobae y dice que pese al pequeño traspié del debut en el Mundial de Qatar nunca dudó del poder de la Scaloneta.
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La tercera estrella fue la más festejada
Gustavo tenía 11 años cuando Daniel Pasarrella, levantó por primera vez en la historia de la Selección Argentina la Copa del Mundo en el Estadio Monumental, el 25 de junio de 1978 . Esa primera estrella lo llenó de alegría y entusiasmo, y lo celebró en Córdoba. “No tenía tele y vi la final en la casa de un vecino, era el único que tenía tele. Y salimos a festejar tocando un bombo de folclore”, revive emocionado.
Fue tanta la pasión que le despertó el fútbol del goleador Mario Alberto Kempes que vivió de una manera más intensa las gambetas de “el Diego” (imposibles de olvidar) y verlo levantar el trofeo en aquel histórico 29 de junio de 1986 en el estadio Azteca de la Ciudad de México hizo que el fervor aumentara y se convirtiera en un fanático de la albiceleste.
“Ya con cábalas, todos los partidos los vi en la casa de un amigo. En mi casa había una tele en blanco y negro, pero él tenia a color. Yo tenía 19 años y cuando ganamos salimos a festejar colgados de los camiones, sin mucha conciencia de lo que hacíamos. Pero no sé si por la edad o qué, pero para mi este mundial fue distinto, fue más llorar que otra cosa. Aunque no salimos a festejar con toda la gente, estamos felices de haberlo ganado”, cuenta y admite que “¡lo único que quería era ver a Leo con la copa! Por él fue mi promesa”, reconoce.
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El hombre de 55 años, nacido en Salsipuedes, Córdoba, confía que las emociones se mezclaron al saber que este sería el ultimo mundial del capitán argentino y que, de alguna manera, él quería aportar su granito de arena para despedirlo como merece.
“Pensaba siempre en que si se retiraba, tenía que hacerlo siendo campeón del mundo y, qué sé yo, hice esta promesa que compartí con mi familia recién cuando pasamos a Octavos. Tuve siempre mis cábalas (sacar a pasear a los perros temprano, la docena de sanguchitos de miga sobre la mesa y ver cada partido con la familia). Todos queríamos que él ganara la copa, como millones de personas. Antes de decidirme a pintar el frente también pensé en ir a ver a la Virgen de Itatí, a la de Luján, cortarme la barba, pelarme, pero era más de lo mismo y cuando vi que en el frente, que estaba pintado color ladrillo, tenía en el medio una franja blanca, ahí se me ocurrió la idea”, cuenta y dice que aunque confiaba ciegamente en el equipo, no quiso comprar antes la pintura.
“Esperé a la final e iba a ir a comprarla apenas terminó el partido, pero me quedé viendo la entrega de medallas, la premiación y esperé al otro día”, revive. “Ese mismo día empecé a pintar. Fueron, más o menos tres, casi cuatro días, contando los detalles del sol, las estrellas y la marca de Messi que hicieron mis hijas”, agrega. Necesitó 15 litros de pintura celeste y 5 de blanco, y dos manos para dejarla como quedó.
A medida que la pintada avanzaba, los vecinos comenzaron a darse cuenta de qué se trataba y Gustavo estaba feliz por eso. “Al principio pintamos los ladrillos y me decían que el celeste aviva la cuadra. Cuando se dieron cuenta de que era la bandera se pusieron como locos: se quedaban con nosotros, otros sacaban fotos al frente, se sacaban fotos ellos... ¡Fue una locura!”.
Gustavo se jubiló de radiólogo antes de que iniciara el Mundial. No fue casualidad sino que adelantó la fecha del retito porque quería disfrutarlo tranquilo en casa y su familia. También es fotógrafo de Deportivo Español y Almagro, en José Ingenieros.
“Vivimos cerca de la cancha de Almagro, donde suelo ir a hacer fotos a los jugadores y luego se las doy para que las tengan. No trabajo para los clubes sino que veo a los pibes, sé los valores que tienen y como tengo las cámaras, voy a la cancha y les hago fotos y se las doy para que las tengan”.
Aunque nombra a Leo Messi como causante de su pasión sin frenos, dice que el amor y agradecimiento de la familia es para todos los jugadores. “Para los que salieron campeones y los que jugaron los mundiales anteriores que seguro tenían las mismas ganas de ganar, pero no lo lograron y hoy están felices, como Javier Mascherano, el Pipita Higuain, Gabriel Batistuta, Carlos Tévez... todos ellos”.
Emocionado, al final admite: “Lo lindo es que salgo y la miro, alguien pasa por el frente de casa y la mira... Sé que más adelante, aún cuando volvamos a pintar, no se olvidarán de la casa que tenía el frente pintado como la bandera”.
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