Cómo festeja fin de año un astronauta y a qué hora es Año Nuevo en el espacio

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Caminata espacial en la Estación
Caminata espacial en la Estación Espacial Internacional. Foto: Associated Press

Ahora, mientras leés, siete personas están viviendo a 402 kilómetros por encima de la Tierra. Son dos mujeres —una ingeniera rusa y una teniente coronel de los marines de Estados Unidos— y cinco hombres —dos pilotos norteamericanos, un ingeniero japonés, un ingeniero de vuelo ruso y otro estadounidense—. Conforman la tripulación de la Estación Espacial Internacional, un laboratorio del tamaño de una cancha de fútbol que orbita sobre nuestras cabezas.

Vista desde la Tierra, la Estación es una estrella muy brillante que atraviesa el cielo. Vista en las fotos, es un tetris de cajas plateadas de las que sobresalen brazos robóticos e inmensos paneles solares. Desde 1998, cuando se empezó a ensamblar pieza por pieza, es un centro de investigación compartido entre cinco agencias espaciales: NASA (Estados Unidos), Roscosmos (Rusia), JAXA (Japón), CSA (Canadá) y ESA (Europa).

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Existieron otras estaciones pero ninguna tuvo la vida útil que tiene la actual: 24 años en órbita. Nunca antes y por tanto tiempo una misma nave funcionó como laboratorio y casa. En los inicios del programa espacial los astronautas rara vez pasaban días festivos, como Navidad o Año Nuevo, en expediciones, allá arriba. En las últimas dos décadas, con la Estación Internacional, las misiones se hicieron más largas y frecuentes.

Así, en un espacio que tiene el volumen de una casa de cinco habitaciones, hombres y mujeres hacen caminatas espaciales —permanecen horas y horas ahí afuera, en la absoluta nada, haciendo arreglos—, cultivan plantas para que, en el futuro, se pueda plantar en la Luna o en Marte, estudian el efecto que el espacio provoca en el cuerpo, ejercitan dos horas al día —practican yoga sujetos a correas que les permiten estar de pie; corren, atados con un arnés, en una cinta que flota a ras del piso— y además pegan guirnaldas, decoran los módulos con gorros de Papá Noel y arman arbolitos en gravedad cero. Diciembre es un mes ocupado.

Esta Año Nuevo, hay siete
Esta Año Nuevo, hay siete personas viviendo a 400 kilómetros sobre la superficie del planeta.

Todos los días, comparten la vida. Y en esa rutina que mezcla trabajo e intimidad, el Año Nuevo es una de las fechas más esperadas. No existe otro lugar donde el calendario vuelva a foja cero de ese modo, ni siquiera de una manera parecida.

La Estación Internacional avanza a más de 28.000 kilómetros por hora. Tarda 92 minutos en dar una vuelta completa a la Tierra. Los siete astronautas que hoy viven ahí, y todos los que habitaron la nave en misiones anteriores, experimentan cada día 16 amaneceres y atardeceres.

“Podemos ver el amanecer muchas veces en un mismo día. Pensar que en cada amanecer que vemos la gente está despertando en un año nuevo es genial”, dijo el astronauta de la NASA Raja J. Chari, quien experimentó la llegada del 2022 en órbita, dando la vuelta al mundo cada hora y media.

Sin dudas debe ser genial —un documento de la NASA destinado a los astronautas dice: “El 99,9% de las personas nunca experimentará lo que tú experimentarás” y vivir un Año Nuevo en el espacio lo confirma— pero, al mismo tiempo, puede ser confuso.

¿Cómo deciden cuándo decirse “¡Feliz año nuevo!”, brindar y abrazarse? ¿Cómo deciden a qué hora ocurre el cambio? ¿Quién advierte: “¡Faltan cinco minutos para las doce!”?

Cuando en Argentina sean las nueve de la noche del 31 de diciembre y todavía estés sentado o sentada a la mesa comiendo vitel toné, ensalada o asado, en la Estación Internacional habrá comenzado el 2023. Allá arriba el reloj está tres horas por delante.

La tripulación vive en GMT (hora del meridiano de Greenwich), lo que significa que su nuevo año comienza al mismo tiempo que para quienes viven en Reino Unido, Islandia, Portugal, Irlanda o Senegal.

Esta designación horaria no se define cada año sino que se implementó al poco tiempo de que los astronautas comenzaran a vivir en la Estación. La NASA y sus socios internacionales decidieron sincronizar los relojes. Lo decidieron así por un detalle que quizás te sorprenda.

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Originalmente, la hora se había fijado en GMT -5 para que coincidiera con Houston, Texas. Ahí estaba el centro de mando principal de la Estación Internacional. Pero los controladores en Moscú, que también debían estar de guardia mientras en el espacio los astronautas y cosmonautas trabajaban, no estaban contentos con la hora fijada. El problema era que el subte de Moscú les cerraba y no tenían cómo trasladarse desde sus casas al trabajo y viceversa.

El motivo parece irreal, pero en 2017 lo confirmó el astronauta Scott Kelly, el estadounidense que más días consecutivos permaneció en el espacio: “Seguimos el meridiano de Greenwich, ajustándonos al horario del metro en Rusia”.

La tripulación de la expedición
La tripulación de la expedición 68, la actual misión en la Estación Espacial Internacional.

Así como al inicio hubo otro reloj, en el comienzo también hubo una mesa. “La Estación Espacial quitó la mesa original porque de todos modos nada podía permanecer en ella”, dice la periodista científica Mary Roach, autora del libro Packing for Mars (Empacando para ir a Marte). “Pero en un momento dado, los astronautas dijeron: ‘Traigan de vuelta la mesa. Pónganle cinta. Queremos reunirnos alrededor de una mesa al final del día y comer como humanos’”.

¿Pero qué comen en el espacio? Nueve meses antes de salir en una misión, los astronautas van a una “sesión de evaluación de alimentos” en la que prueban distintas comidas y las puntúan en una escala del 1 al 10: brócoli, 5; huevos revueltos, 8; helado, 10 por ejemplo. De esa manera van definiendo qué formará parte de su desayuno, almuerzo, merienda y cena a 402 kilómetros por encima de la Tierra.

La comida puede ser asquerosa o puede ser rica. Pero sí o sí es diferente en el espacio. Algunos alimentos están deshidratados para ahorrar espacio y peso. Otros —carne, pastas, frutas— reciben radiación para matar microorganismos. Todas las comidas tienen que ser nutritivas y fáciles de preparar. Vienen en bolsas de plástico selladas. Cada envase tiene cintas de velcro para pegarlos en paredes, muebles, en el uniforme espacial o donde el astronauta quiera. La idea es simplificar la tarea de comer bajo gravedad cero.

Otro aspecto muy importante es la densidad. La sal y la pimienta son líquidas para evitar que se dispersen. La comida, en lo posible, no debe escaparse de la cuchara. Las migas son un problema grave. En la Estación Espacial no caen al suelo. Flotan. Pueden terminar dentro de un panel de control o dentro del ojo de un astronauta.

Los miembros de la tripulación tienen un horno, un microondas, un congelador y otras herramientas para almacenar y manipular alimentos frescos. Su menú se repite cada ocho días. En eventos como la Navidad o el Año Nuevo pueden pedir alimentos especiales que les recuerden a su casa.

La comida en el espacio.
La comida en el espacio. Foto: NASA

En un video que la NASA difundió en los últimos días, la astronauta estadounidense Nicole Mann adelantó que en las fiestas junto a sus compañeros comerá confit de pato, brócoli y cranberry sauce (salsa de arándanos rojos). En esa misma filmación el astronauta japonés contó que lo primero que hará en el nuevo año será sacar una foto del primer atardecer de 2023.

Es probable que a lo largo del 31 de diciembre y 1 de enero mantengan videollamadas con sus familias —hombres y mujeres, chicos y chicas— que permanecen abajo, mientras estos astronautas son los encargados de personificar las aventuras de la humanidad en el espacio exterior.

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