Pedrito, su hijo de 10 años, la disfruta cada día. No hay mañana en que no la buque para abrazarla, llenarla de besos y materializarse frente a ella como la razón necesaria para que Valeria Derado luchara por su vida, sobre todo, cuando los pronósticos médicos no eran favorables. A mediados de junio de este año, luego de una carrera a contrarreloj, recibió un trasplante bipulmonar que le devolvió la vida.
Hasta que ese día llegó, su marido, Fernando Stevani, temía por lo que pudiera pasarle, pero se aferró con fuerza y esperanza a la llegada del “milagro” que, sin necesidad de credos ni religiones, le imploró en silencio a Dios. “Nadie vendrá al hospital con los pulmones en las manos y nos los va a entregar, pero queremos concientizar sobre la importancia de donar los órganos. De esto no se tiene conciencia hasta que toca vivirlo”, le dijo el hombre que con su familia inició la campaña “Un pulmón para Valeria”, que conmovió algunos famosos que por medio de sus redes sociales se sumaron al pedido de un donante para ella.
Unos días después de que Infobae contara su conmovedora historia, la mujer que entonces encabezaba la lista de emergencia nacional a la espera del trasplante que le salvara la vida, tuvo su milagro.
En plena recuperación, con más ganas de mirar hacia adelante que de recordar lo que le tocó vivir, Valeria cuenta: “Estoy bien y me siento con mucha esperanza por una pronta recuperación”.
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Volver a nacer
El 7 de abril de 2022, Valeria fue internada en el Hospital Italiano. Debido a la gravedad de su cuadro, el 8 de mayo dejó de recibir la visita de Pedrito. Fue cuando se temía lo peor y su familia comenzó a pedir ayuda. Hubo cadenas de oraciones, plegarias, deseos por doquier para que se salvara, campañas virtuales... Dicen que la unión hace la fuerza y de alguna manera el 15 de junio ese deseo tan esperado llegó.
Fernando estaba en la escuela de su hijo cuando le sonó el teléfono. “De ese día no me olvidó más. Estaba en la puerta del colegio esperando a que salga Pedro y me llamaron del Hospital avisando que ya estaba todo listo, dijeron que los pulmones ya estaban en camino. Esa vez esperaron a finalizar la ablación para llamarme porque el 24 de mayo lo hicieron antes de que ocurriera y el operativo se canceló, así que lo tomé con aparente calma por mi hijo”, recuerda.
El secreto no pudo quedar guardado. “Las mamás del cole se enteraron y se armó tal revuelo en la puerta de la escuela que Pedro se enteró, se emocionó y lloró muchísimo. Fue un momento muy lindo para nosotros porque recibimos muy buenas energías de las mamás y de la maestras, que siempre estuvieron al lado de él”, completa.
La cirugía para trasplantarle a Valeria los pulmones comenzó el 15 de junio a las 20:30 y finalizó a las 05:30 del jueves 16. Los nervios y la esperanza, una vez más, se apoderaron de las emociones de la familia.
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“Luego de la cirugía, tardé bastante tiempo en ser consciente de lo que había pasado, al día de hoy me cuesta. En esos días soñaba con estar en mi casa, con mi marido y mi hijo”, revive Valeria.
Hasta los primeros días de abril de 2021, no había estado enferma. Sí tenía una tos constante, molesta, que la interrumpía cuando quería conversar, ello hizo que el 2 de abril de ese año dejara el cigarrillo, pensando en que el tabaco era el culpable de ese malestar. Pero como las molestias continuaron, pidió turno con un neumólogo y debido a las consultas por covid-19, ese turno quedó postergado hasta fines de agosto cuando unas pruebas de laboratorio, una espirometría y una tomografía que le practicaron le dio el diagnóstico: fibrosis pulmonar.
Sus pulmones estaban acartonados y aquel 7 de abril quedó internada en la unidad de terapia intensiva, en coma inducido, en emergencia nacional, conectada a una máquina ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea, una modalidad de soporte temporario artificial del sistema respiratorio) para respirar.
El martes 7 de junio, esa máquina que la oxigenaba tuvo un cambio sin precedentes: había dejado de funcionar y en una maniobra exacta y rápida de los médicos siguió andando y ella con vida. Pese al esfuerzo, ahora sí dependía del trasplante del órgano más difícil para conseguir y operar: “de cada 20 pulmones, solo dos son utilizables”, le contó un médico a Fernando.
Fue el amor que los unió el que tomó cada día más fuerza. La pareja se conoció en 2002, cuando estaban en otras relaciones, pero la separación de Fernando hizo que los hasta entonces amigos y compañeros de trabajo comenzaran a compartir más tiempo juntos y que los sentimientos afloraran. En 2011, se convirtieron en padre y madre de Pedro y en 2016, con gran esfuerzo, compraron una casa en Villa Luzuriaga, partido de La Matanza.
La restauraron hasta dejarla como habían soñado. Allí, la licenciada en Administración de Empresas solía pasar sus días de descanso mirando sus series favoritas, entre ellas Dr. House, y ese era el lugar donde deseaba estar. “Volver a casa fue maravilloso y estar con mi familia me llena el alma”, dice hoy.
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Con el paso de los días, comenzó a recuperar su salud, sus hábitos y lo que más quería, la relación con Pedrito. “Lo que me volvió a dar felicidad es poder estar con mi hijo. Pude ir al acto de fin de año que se hizo en la escuela, con mucho esfuerzo, pero la sensación de estar para él es hermosa. Me sentí plena y feliz de que él levantara la cabeza y me viera ahí”, cuenta.
El niño que pasó a sexto grado estuvo mucho tiempo extrañando a su mamá. “Fueron muchos meses en los que no estuve para él y no la pasó bien”, revive.
Pensando en la Navidad y en el próximo año que podrá volver a compartir con sus seres queridos, Valeria confía: “Voy a brindar por la familia, por salud para todos y por una pronta recuperación para mi. Mi deseo para el Año Nuevo es toda la felicidad del mundo para mis seres queridos y que todos aquellos que estén en una situación similar a la que yo estuve tengan la misma suerte que tuve yo y reciban su trasplante”.
Valeria seguirá con su recuperación. Durante el primer año, una vez al mes deberá asistir a control médico y continuará con el tratamiento farmacológico. En enero, uno de los cirujanos que participó del trasplante cerrará el pequeño espacio que dejó la traqueotomía.
“Está todo excelente y ya está caminando. El 9 de septiembre regresó a casa y ese mismo día subió las escaleras y durmió en nuestra habitación. Desde ese día, poco a poco va recuperando la parte muscular, que no es complicado, pero que tarda un poco porque requiere de mucha actividad, pero ya comenzó con clases de pilates, muy liviano y tranquilo”.
Fernando está más que agradecido y feliz por la recuperación de su mujer. “¡Fue un verdadero milagro! Estoy feliz por todo. El trasplante lo hizo un equipo gigante que hoy dice que todo está bien. Antes de que la trasplantaran, venían descontando días porque su estado era muy delicado... Y tres días después de esa última charla llegó el órgano... ¡Fue un milagro! Hoy verla y tenerla en casa, que haya ido al acto de Pedro, hace que este sea un fin de año fabuloso”, dice el esposo que emocionado finaliza: “Hoy este llanto es de emoción absoluta, nada tiene que ver con las tristezas anteriores que, por suerte, están quedando en el olvido”.
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