En diciembre de 1975 la revista “Cuestionario”, que dirigía Rodolfo Terragno salió a los quioscos con un título de tapa que intentaba retratar “la guerra en el país”, entre el Estado Nacional y el terrorismo marxista en sus diferentes versiones, mientras se atravesaba una crisis en el interior de la Fuerza Aérea que generó la renuncia de su comandante. La crisis aeronáutica recién terminó el martes 23 de diciembre cuando Héctor Fautario pasó a retiro y asumió como comandante el brigadier Orlando Ramón Agosti. Como avizorando lo inevitable, el líder radical Ricardo Balbín comentó en un cónclave partidario: “Hay que airear la escena.” También, frente al irrespirable clima político, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) anunció su separación del Frente Justicialista de Liberación, del que había formado parte en los últimos tres años. Para acentuar aún más la dramática situación, en los días previos, Oscar Alende el titular del Partido Intransigente, una agrupación con claros contactos con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) declaró: “Pienso que el desgobierno ha colmado la paciencia de los argentinos y ese desgobierno se ha venido aceptando fundamentalmente por el culto a la personalidad de la señora presidente, y que su partido llama verticalismo”.
Título del diario “La Tarde” dirigido por Héctor Timerman y la inteligencia naval
El conflicto armado contra el Estado Nacional y la sociedad se acentuaba día a día, entre los cotidianos asesinatos de simples ciudadanos, dirigentes políticos, sindicales, empresarios, atentados con bombas, secuestros y ataques a unidades de las FF.AA. La violencia era de tal magnitud que el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Nicasio Juan Sánchez Toranzo, exclamó en noviembre de 1975: “Doloroso es el precio que pagan los hombres de armas en el cumplimiento de los deberes que la hora les impuso. Que este sacrificio no sea en vano por la renuencia de la sociedad”.
El senador radical Eduardo César Angeloz fue un poco más allá: “Alguien tiene que dar la orden, alguien tiene que decir basta de sangre en la República Argentina”. El ruego de Angeloz (candidato presidencial en 1989) no encontró ninguna solución en el diputado radical Molinari: “Qué podemos hacer? Yo no tengo ninguna clase de respuesta”. Nada era aislado, todo estaba relacionado con lo mismo, la violencia terrorista. El miércoles 3 de diciembre, cerca de las 19, cuando estaban por atravesar en balsa el arroyo Las Conchas para dirigirse a Paraná, Entre Ríos, la camioneta que manejaba el general ( R ), Jorge Cáceres Monié fue embestida violentamente por un vehículo en el que se desplazaban cinco personas. Aprovechando la sorpresa, el comando de Montoneros atacó con armas de fuego al conductor y su esposa, Beatriz Isabel Sasiaiñ (hermana del general Juan Sasiaiñ). Ambos quedaron seriamente heridos. El militar fue sacado de la camioneta y rematado en el piso por el jefe del grupo. Luego el grupo huyó en otro auto de apoyo y la camioneta del militar asesinado, en cuyo interior aún se encontraba la esposa moribunda. Tras recorrer aproximadamente 15 kilómetros es tirada en una zanja donde al día siguiente fue encontrada muerta. La idea de organización armada Montoneros era provocar una conmoción a nivel nacional. Lo lograron. Antes, los terroristas, habían desestimado la “Operación Otitis” que consistía en el asesinato del abogado Raúl Ottalagano, ex asesor del presidente Perón y ex rector de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
Finalizada la crisis aeronáutica comenzaba otro capítulo del drama. El mismo martes 23, a pocas horas de la Nochebuena, el PRT-ERP atacó el Batallón Depósito de Arsenales 601 “Domingo Viejobueno”, importante unidad logística ubicada en las cercanías de Monte Chingolo y a 20 kilómetros de la Casa Rosada. La finalidad era robar (“recuperar”) una importante cantidad de armamento militar. De acuerdo a lo estimado por la comandancia (y la inteligencia del ERP), el depósito guardaba: 900 FAL con 60.000 tiros, 100 M-15 con 100.000 tiros, 6 cañones antiaéreos automáticos de 20 mm con 2.400 tiros, 15 cañones sin retroceso con 150 tiros, subametralladoras, etc. Totalizando cerca de 20 toneladas, las suficientes como para conformar una fuerza armada altamente profesional.
Previamente, el domingo 7 de diciembre de 1975, en un sincronizado operativo, que algún día merecería conocerse con exactitud, un comando del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) capturó al “comandante Pedro” Juan Eliseo Ledesma, jefe del estado mayor del ERP y organizador del gran ataque que la organización terrorista planeaba realizar al Batallón Depósito de Arsenales 601 “Domingo Viejobueno”. Frente al golpe militar que muchos vaticinaban, el PRT-ERP opinaba que: “nadie puede ya dudarlo, la guerra civil revolucionaria se ha generalizado en la Argentina” y decían contar “con la simpatía y el apoyo cada vez más activo de las masas obreras y populares” y para eso necesitaban armas de todo tipo. Ledesma fue llevado a un centro de detención y ferozmente torturado pero no habló. Junto con “Pedro” también cayeron los miembros más importantes del aparato logístico.
Santucho, Urteaga, Gorriarán Merlo y Ledesma durante una conferencia clandestina
La trayectoria de Juan Eliseo Ledesma, “Pedro”, dentro del PRT-ERP se remontaba a los tiempos de la fundación del ERP (1970). Había sido captado por Mario Roberto Santucho durante uno de los conflictos gremiales que tuvo la empresa Fiat con sus obreros en Córdoba. Luis Mattini, el sucesor de Santucho, dirá que vino de Córdoba de la mano de Carlos Héctor German (a) “Mauro Gómez” (que mantenía encuentros con Oscar Alende). En 1971, intervino durante un ayuno por una “navidad sin presos políticos” que realizaron los obreros de FIAT, planteándoles a los dirigentes clasistas de SITRAC-SITRAM la necesidad de la guerra revolucionaria. En 1973, Ledesma interviene en la planificación del ataque al Batallón Depósito de Arsenales 121, como jefe del Estado Mayor, reforzando a la compañía “Combate de San Lorenzo”. que tuvo su bautismo de fuego con efectivos de las otras 3 compañías urbanas. En la noche del 10 al 11 de agosto de 1974, al frente de 60 guerrilleros, Ledesma comandó el asalto a la Fábrica de Pólvoras y Explosivos de Villa María, Córdoba, con el propósito de robar armamento para utilizar en futuras acciones de la guerrilla. Tras la acción es secuestrado el subdirector de la unidad, coronel Argentino del Valle Larrabure que será asesinado en agosto de 1975 después de permanecer en condiciones inhumanas en una “cárcel del pueblo”.
El 19 de noviembre de 1974, el Buró Político del PRT nombra “oficialmente” el comandante en jefe del ERP, y le otorga el grado correspondiente a Mario Roberto Santucho (sin nombre de guerra, aunque firmaba “Roby” o “Carlos”), y también designa “oficialmente”, con el grado de capitán, a “Pedro” Juan Eliseo Ledesma como jefe del estado mayor central, en reemplazo de Gorriarán Merlo, y secundado por “Mauro Gómez”. Cuando en julio de 1975 se comienza a planificar el ataque al Batallón Depósito de Arsenales 601 (Monte Chingolo), se resuelve crear el batallón urbano “José de San Martín” con elementos traídos de todo el país, Ledesma es designado jefe del mismo, sin perjuicio de continuar como jefe del estado mayor. El lunes 8 de diciembre, cuando estaba organizando el ataque en Monte Chingolo, cae en una emboscada pero Santucho expresa su confianza en que Ledesma no dará conocer el proyecto del ERP y sigue adelante con el plan de ataque. Pero lo obliga a Santucho a designar como reemplazante a Benito Urteaga, “capitán Mariano”, un hombre que lo acompañaba desde la fundación del ERP.
El 15 de diciembre de 1974, Carlos Héctor Germán, “Mauro Gómez”, miembro del Estado Mayor del ERP, preside una formación en plena selva tucumana; el escolta con fusil es el sargento “Dago”, chileno del MIR que murió en el combate de Manchalá, y el que porta el mástil es Tomás Francisco Toconás, capturado más tarde y tirado al vacío desde un helicóptero en Santiago del Estero.
El mismo lunes 8 de diciembre de 1975, cayeron detenidos los cuatro hijos de “Roby” Santucho junto con Ofelia Ruiz, esposa de Oscar Asdrúbal “Chicho” Santucho (muerto en Tucumán el 8 de octubre de 1975), y sus cuatro hijos, más un hijo del “Turco” Elías Abdón, alias “Teniente Martín”. Abdón cayó en las mismas horas que “Pedro” Ledesma. Era el responsable de la logística del Estado Mayor del ERP para el ataque en Monte Chingolo. Era el hombre de confianza de “Pedro” y había participado en el asalto a la unidad militar de Villa María. Junto con él fueron detenidos otros integrantes del comando (en total 19). Según varios de sus camaradas el “Turco” era poco afecto a las normas de seguridad y no falta quien sostiene, ahora, que tenía como chofer a Jesús Ranier Abrahamson (a) “El Oso”, un agente del Batallón 601 que lograría perforar todas las normas de seguridad del ERP. Más tarde, tras un “juicio revolucionario” fue asesinado con dos inyecciones de veneno que le aplicó el “capitán Manolo” médico de la “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez” y su cadáver tirado en un baldío del conurbano. Fue el martes 13 de enero de 1976. Tenía 30 años.
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“El Turco” Elías Abdón (a) teniente Martín
En las horas previas al ataque los jefes del comando táctico se instalaron lejos del campo de batalla, en Perú y Cochabamba, pleno corazón de San Telmo. El Batallón ‘José de San Martín’, fue integrado por efectivos de las compañías “Héroes de Trelew”, “Juan de Olivera”, “José Luis Castrogiovanni”, “Guillermo Pérez” y elementos movilizados desde Córdoba y Tucumán. Miembros de Montoneros colaboraron en tareas de distracción y contención. Intervinieron en el ataque cerca de 180 combatientes, aunque si se cuentan los efectivos que dieron apoyo se llega a más de 250.
La evaluación que hizo el Buró político del PRT, el viernes 26 de diciembre de 1975, tras la derrota, fue entre otros puntos: a) La mayor gravedad consistió en la violación del principio del secreto; b) El Ejército explotó con su trabajo de Inteligencia este flanco débil, lo que permitió esperar el ataque en estado de alerta y con su defensa reforzada; c) Subestimación del enemigo y déficit en la técnica militar. Políticamente, el ERP consideró que fue una demostración del poder operativo, a nivel nacional e internacional. Santucho intentó esconder su impericia sosteniendo que “había sido una derrota militar pero una victoria política”.
Los diarios de las horas siguientes trataron extensamente los detalles del enfrentamiento en Monte Chingolo y sus aledaños. La senadora Minichelli de Constanzo dijo: “Esta de hoy, no puede ser mi patria”. El radical Antonio Tróccoli, presidente del bloque de diputados nacionales, sería más severo: “…la República ha entrado en un plano inclinado…todo está peor que el 25 de mayo de 1973 ¡Grave emergencia nacional!”.
La misión de monseñor Servando Tortolo. La presidente se niega a renunciar.
El lunes 29 de diciembre de 1975, el vicario castrense, monseñor Servando Tortolo visitó a Isabel Perón. Conversaron a solas. En la ocasión “le transmitió a la señora de Perón la insistencia de los tres comandantes en jefe para que ella se alejara del poder. A su vez, ella indicó su voluntad de cambiar su gabinete, liberarse de su secretario privado Julio González y del dirigente del sindicalismo Lorenzo Miguel, pero insistió en que debía seguir al mando del ejecutivo sin ninguna condición restrictiva. Los tres comandantes generales replicaron a través de Tortolo que su propia remoción del poder era el único punto no negociable”. (Informe Nº 08456 de la embajada de los Estados Unidos). La derrota del terrorismo fue contundente aunque no definitiva y Santucho comenzaba a transitar sus últimos meses de vida (caería en julio de 1976). La respuesta del Ejército Argentino ante el ataque del PRT-ERP (y Montoneros) en Monte Chingolo generó en el embajador Roberto Hill el siguiente texto del telegrama cifrado enviado a Washington:
1. “El alcance de la derrota guerrillera es aún mayor de lo que parecía inicialmente. Los informes de prensa ahora indican que más de 100 guerrilleros fueron muertos en los diversos ataques y que un número que se desconoce fue capturado. Las pérdidas de las fuerzas de seguridad (…) fueron aproximadamente doce, pero además murieron unos diez civiles por el fuego cruzado.
2. Fuentes militares indican que los ataques a Monte Chingolo, La Plata y los puentes que cruzan el Riachuelo fueron realizados por el ERP con apoyo de Montoneros. Un hecho que ha sorprendido a todos los observadores fue la extrema juventud de la mayoría de los atacantes, además del alto porcentaje de mujeres involucradas. Algunos testigos han reportado que la mayoría de los atacantes parecían ser no mayores de 17 ó 18 y algunos tal vez menos. No está claro si esto indica que el ERP está rascando el fondo del barril o si envía reclutas jóvenes porque son reemplazables.
3. Las fuerzas de seguridad tuvieron éxito no sólo por su alcance sino también por la manera en que esto fue efectuado. Obviamente la Inteligencia de Ejército está funcionando mejor. El Ejército fue informado y estaba preparado. Más aún, la respuesta de los tres servicios fue rápida y bien coordinada.”
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