Los aficionados al manga y animé hoy tendrán motivos para enfundarse en sus trajes, ya que se celebra el Día Mundial del Otaku. Si bien la fecha no es oficial, son muchos los que organizan en todas partes del mundo juntadas en eventos, en las calles y plazas. Es un día en que se rinde homenaje a ellos, los apasionados de la cultura japonesa que con el cosplay viven intensamente como algo propio ese mundo tan lejano.
El cosplay llegó para quedarse. Se trata de una manera de vestir o de disfrazarse que tuvo su origen en la década de los setenta en Japón. La moda surgió en la feria del salón del manga Comic Market en Odaiba (Tokio), donde pequeños grupos de participantes se pusieron en la piel de sus personajes favoritos de series manga, anime o cómics. Esto que fue un acto casi espontáneo, terminó convirtiéndose en un fenómeno internacional imparable.
Andrea Natalia Montagano (35), cuyo nombre artístico es Nat_Todoroki (así se llama también su cuenta de IG), vive en Las Toninas y es una cosplayer, no podrá salir a celebrar este día porque estará trabajando. Sin embargo, estará ligada al animé y al manga, porque si bien es profesora de educación física, Nat también trabaja en una tienda de artículos animé. Y si no está haciendo esas actividades, también continuará ligada al cosplay con su máquina de coser ya que es una cosmaker (confecciona trajes).
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Todo comenzó como un juego, cosiendo los cosplay para ella y terminó convirtiéndose un trabajo cuando recibió los primeros encargos. Para entender toda la terminología: Cosplay tiene su origen en dos palabras del inglés, costume, traje y play, juego. Entonces Cosplay significa jugar con un traje, jugar a interpretar un personaje. Y un cosplayer es la persona que utiliza estos trajes y trae a la vida a los personajes que interpreta.
La pareja de Andrea también es un cosplayer. Trabaja en la seguridad de una empresa y como ella, también tiene nombre artístico. Es Kenau Cosplay. Ambos comparten este hobby y cada uno va por su lado en cuanto a los personajes que los inspiran, sin necesariamente hacer duplas. Sí se ayudan mucho en el armado de sus trajes.
Cuenta Andrea que de chica miraba animé en el canal Magic Kids y de adulta ahora lo consume por medio de plataformas de streaming, comenzando por una especializada, que es el canal crunchy roll.
Nadie se disfraza y sale a la calle con su personaje de un día para el otro. Los cosplayers como ella se nutren de historias, de grandes personajes, que los emocionan, inspiran, invitan a soñar.
Mientras miraba animé, Nat Todoroki empezó a leer manga porque quería conocer las historias originales que eran adaptadas para la pantalla. No daba más de curiosidad. No podía esperar a una nueva temporada. Fue a la fuente y descubrió muchas historias más. “No son las mismas que un Comic. Lo que más llama la atención es la calidad del dibujo, y siempre hay historias que tratan sobre la mitología japonesa. Ahora, en la tienda en que trabaja, tiene al alcance de la mano los mangas. “Cuando veo un título que me llama la atención lo consumo, más que nada también para saber qué recomendar a los clientes, además de leer algo nuevo. Este negocio tiene tres sucursales, una Las Toninas, donde estoy yo, en Santa Teresita y en la Avenida Corrientes, cerca del Obelisco”, explica.
Primero fue una lectora, pero hubo un momento en que dio un paso más y eso fue empezar a vivir el cosplay en primera persona. “Primero fui a un evento en Capital de animé y no tenía ni idea de lo que era el cosplay. Y al ver personas disfrazadas de los personajes que a mí me gustaban quedé fascinada. Era una convención de animé”.
De no saber que existía todo ese mundo, asistió a un siguiente encuentro con el personaje con el que ella se identificaba. “Fui y compré la tela, así nomás”, revela Nat que en ese momento no sabía cómo funcionaba una máquina de coser.
Una de las tareas más destacadas para un cosplayer es realizar su propio diseño con sus manos, con su arte, prestando atención a cada detalle del traje para reproducirlo con la mayor fidelidad posible. Eso es una fuente de elogios cuando se encuentran en grupos y además, participan de competencias que son muy exigentes.
El primero que hizo Nat fue un avatar que en sus inicios es masculino y después se reencarna en una mujer, Avatar Korra. “Lo elegí porque era una mujer fuerte, con poderes de todos los elementos. Se presentaba como poderosa, como quien mantiene el equilibrio en el mundo, entre quienes tienen poderes y no. Quise hacerlo y fue un camino de ida. Después no pude parar con el Cosplay. Pasan los años y sigo haciéndolo”, expresa.
Aprendió a coser sobre la marcha, yendo a clases de corte y confección, porque le interesaba hacerlo correctamente, e incluso saber cómo armar patrones. Nat está atenta también a los tutoriales de YouTube, hace pelucas y también las “armas de fuego” que empuña, que están hechas con tergopol y forradas con goma eva.
Para confeccionar sus trajes o los que le encargan, puede insumirle un mes, un mes y medio, dependiendo de la dificultad del personaje y del tiempo que disponga. A ella le gusta hacer cosplay a nivel competitivo, y para eso tiene que conseguir las telas adecuadas y respetar cada detalle para ser lo más fiel posible al personaje.
Hace unos días participó del evento Comic Con que se realizó en el Predio de La Rural y usó tres outfits, uno para cada día. Le gustaría que en el Partido de la Costa, donde la comunidad de Cosplay se está afianzando, existan más eventos multidinarios. Este año dice que hubo un evento chico y una gran cantidad de gente que se acercó y fue parte.
Su sueño es ser reconocida en el Cosplay. Es lo que más le interesa. Continuar creciendo.
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