La extensión total de la zona equivale a 25 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires y contiene al 84,4 % del total de turberas de toda Argentina. Estas formaciones son un tipo de humedal que pueden absorber y retener carbono, y su rol es clave en la mitigación de la crisis climática mundial.
En todo el mundo, las turberas ocupan sólo el 3 % de la superficie terrestre y capturan el 30% del carbono del suelo, el doble de lo almacenado en la biomasa vegetal. También albergan el 10% del agua dulce del planeta. En Argentina, el 95% de las turberas se encuentra en la provincia de Tierra del Fuego, concentradas en Península Mitre, lo que evidencia la necesidad de poder conservar el territorio.
Sobre esa importancia que puede tener para la sociedad civil, se refirió la ministra de Producción y Ambiente de Tierra del Fuego, Sonia Castiglione, cuando la propuesta obtuvo los tres dictámenes: “La vigencia tiene que ver con el compromiso y convicción de la sociedad civil de que esto tiene que ser así. Claramente esto tenía que salir y nosotros ya habíamos decretado la reserva, como una muestra de voluntad, pero esta Ley tenía que salir”.
Por su parte, Mónica Acosta, legisladora fueguina y presidenta de la Comisión de Recursos Naturales, dijo luego de que el proyecto fuera aprobado en esa comisión: “Este proyecto de Ley mejora las expectativas de todos porque viene a saldar una deuda arqueológica, ambiental, patrimonial y productiva para todos los fueguinos y fueguinas. Esto surge en un contexto en el cual el Ejecutivo creó un decreto para la protección de la Península, pero protegerla mediante una Ley es lo más importante porque estableceremos todo lo necesario en resguardo, límites, producción y protección. Por eso debemos valorar el inmenso trabajo de todos aquellos que no claudicaron durante estos últimos 30 años porque sin ellos y su proceso este día no sería posible”.
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La propuesta: “Parque Natural Provincial Península Mitre”
Son 300 mil hectáreas de tierra y 200 mil hectáreas de mar las que se dividirán en el Parque Natural Provincial Península Mitre, un ambiente de conservación paisajística y natural; la Reserva Forestal Natural Península Mitre; el Monumento Natural Provincial Formación Sloggett; la Reserva Costera Natural y la Reserva Provincial de Usos Múltiples.
En la búsqueda de esos objetivos, hace tres décadas grupos ambientalistas locales comenzaron los reclamos que hoy buscan la sanción de una ley que le otorgue un marco legal de conservación y que su valioso ecosistema quede protegido, lo que evitaría que el carbono almacenado en el suelo y la biomasa vegetal regresen a la atmósfera aumentando el efecto invernadero.
Pero que esto suceda, o no, depende del resultado de la votación que tendrá lugar durante la tarde de este martes 6 de diciembre cuando se realice la sesión especial de la Legislatura de Tierra del Fuego en la que, finalmente, pueda aprobarse la Ley de Protección de Península Mitre y crearse esa área protegida en la provincia.
En Península Mitre se encuentra la principal concentración de turberas del país: 2400 km2 de turba
Hasta esta instancia, el proyecto —en los últimos años impulsado por asociaciones ambientalistas locales y nacionales, y entidades científicas— llega con dictamen favorable por parte de las comisiones de Legislación General, de Ambiente y de la Comisión de Recursos Naturales, lo que significa que cuenta con los dictámenes necesarios para ser tratado.
De convertirse en norma, se declarará como área natural protegida (ANP) a “la porción terrestre del extremo oriental del sector argentino de la isla Grande de Tierra del Fuego, el área marítima adyacente, las áreas marinas que rodean la lsla de los Estados, isla de Año Nuevo e islotes adyacentes y la totalidad de los espejos, cursos de agua, lagunas, islas e islotes interiores”, según especifica el texto.
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Su valor e importancia de protegerla
En 2019, un informe de National Geographic Society y el Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación de Nacionales Unidas identificó que la Península Mitre almacena 315 millones de toneladas métricas de carbono, equivalentes a las emisiones de dióxido de carbono de toda la Argentina en más de tres años por la particularidad del ecosistema, compuesto mayormente por turberas.
Esto hace que frente a la crisis climática global, la captura de carbono sea considerada “una medida clave de mitigación frente al desborde de emisiones mundiales de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, los principales causantes del calentamiento global. La protección de la península tendrá repercusiones para todos los argentinos”, aseguran desde la Fundación Rewilding Argentina por medio del programa de Conservación Marina “Sin Azul No Hay Verde”, destinado a proteger el hábitat y las especies de las costas y del mar argentino.
Qué son las turberas, su rol y el riesgo de no cuidarlas
Las turberas son un tipo de humedal compuesto por musgos o por plantas vasculares. A pesar de ser un ecosistema muy poco frecuente en Argentina, son los más característicos en Tierra del Fuego, donde se concentra el 95 % del existente en el país. Su particularidad radica en que superficialmente forman ecosistemas ligados a la abundancia de agua, pero hacia su interior acumulan y preservan depósitos de materia orgánica humificada, llamada turba, según las describen la página del Conicet.
Este tipo de humedal cumple una importante función en la regulación del ciclo de carbono, el cual es parte fundamental de la materia orgánica que a su vez es sintetizada por las plantas y éstas toman el dióxido de carbono y lo fijan como materia orgánica.
En ese ciclo, el carbono que se fija en casi todas las plantas, se descompone cuando la planta muere y el carbono vuelve a la atmósfera. Este proceso es completamente distinto con las plantas de las turberas porque no se descomponen y el carbono queda en la turbera. Además, la turbera acopla materia orgánica e incrementa su espesor con el tiempo.
En otras palabras, las turberas pueden captar de forma indefinida el dióxido de carbono transformándolo en materia orgánica y crecen indefinidamente. Esa es la gran diferencia que tiene con el bosque natural, el cual posee una gran cantidad de materia orgánica, pero con una biomasa que se mantiene constante.
Su cuidado y manejo es tan importante porque en el caso de generar un desequilibrio, como drenarles todo el agua, la materia orgánica seca se descompone y todo el material acumulado a lo largo de unos cinco mil años regresa a la atmósfera generando un proceso inverso equivalente a quemar combustible.
Por este motivo, en el día mundial de los humedales el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Iniciativa Global de Turberas que buscan la conservación de estos ecosistemas, resaltaron a través de un comunicado la necesidad urgente de proteger Península Mitre.
Gran parte de las turberas del mundo se encuentran degradadas, pero el clima duro, las distancias y aislamiento han logrado que las turberas de Península Mitre se hayan mantenido sin fragmentar y lejos de los impactos humanos. Dianna Kopansky, coordinadora de la Iniciativa Mundial sobre las Turberas consideró que la protección de esta península tiene un significado global para la naturaleza y el clima: “Nos tenemos que esforzar para que todo ese valioso carbono quede encerrado en el suelo de turberas saludables, como las de la Península Mitre. Es tanto urgente como importante, no solo para la estabilidad climática global, sino también para la biodiversidad que habita este ecosistema”.
Fue con ese ánimo que hace más de 30 años, ambientalistas de Tierra del Fuego comenzaron con la iniciativa que pronto logró el compromiso de la sociedad hasta del Poder Ejecutivo provincial y de legisladores, pero no lograban que el proyecto fuera tratado.
En este tiempo, y debido a la acción del hombre, la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera creció exponencialmente. Los principales GEI son el dióxido de carbono (CO₂), el óxido nitroso (N2O) y el metano (CH4). El mayor impulsor del cambio climático es el C02, a más concentración más calor queda atrapado en la atmósfera.
En ese sentido, proteger la Península Mitre significa asegurar la continuidad del ciclo de carbono y evitar que todo el carbono almacenado en sus turberas durante esos miles de años años regrese al ambiente y nos afecte a todos.
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