Albina Torres acaba de regresar a San Luis, su tierra natal y donde hace 13 años sufrió el fatal accidente que cambió su vida para siempre. Tenía 18 años, acababa de terminar la secundaria y estaba a punto de mudarse a la ciudad de San Juan para estudiar arquitectura, por lo que quiso despedirse de su familia disfrutando del último fin de semana del caluroso enero puntano.
Junto a sus 10 hermanos y sus padres, pasó la tarde en el Río San Luis y, como amaba hacerlo, se tiró algunas veces haciendo clavados desde una pared de piedras, pero cuando quiso enseñarle la técnica a su hermana, ya en posición para saltar, le bajó la presión, perdió el control de su cuerpo y cayó al agua inconsciente.
El fuerte impacto contra un banco de arena le quebró la sexta vértebra de la columna cervical y le afectó la médula. Quedó cuadripléjica.
Pasaron ocho años para que encontrara la motivación que necesitaba en el deporte y también un amor, a cual conoció en plena rehabilitación. Gracias a David, comenzó a practicar básquet en silla de ruedas aunque hace tres meses encontró en el tiro con arco su verdadera pasión y hoy integra la Selección Argentina de esa disciplina, con la que acaba de competir en Santiago de Chile y ganar una medalla de plata.
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La historia
Cuando despertó del fatal golpe, Albina estaba rodeada por su familia que la estaba auxiliando. Recordaba los segundos previos en los que el agua comenzaba a entrar por su boca y nariz, y creyó que se ahogaba.
“Había perdido el conocimiento y cuando lo recuperé les dije: ‘No siento nada’. Y fui trasladada al hospital más cercano. Me revisaron los médicos y dijeron que había quedado cuadripléjica. También me dijeron que era mejor salir de la provincia porque en ese momento no estaba capacitada para atender un caso como el mío y me llevaron a una clínica de Mendoza”, revive la mujer.
Allí pasó seis meses e inició la primera rehabilitación que le devolvió la movilidad de los brazos aunque aún no los sentía. “Cuando me vieron un poco mejor, me dieron el alta, volví a San Luis y empecé la rehabilitación. “Antes me habían operado de la cadera, de donde me sacaron un huesito, porque mi cervical estalló y debieron sacar el hueso que quedó trizado y reemplazarlo con el de la cadera y tornillos”.
En ese momentos las sensaciones fueron muchas y para evitar la depresión optó por regresar a la escuela. “Era una escuela técnica que tenía la opción de terminarla en sexto año y recibirse de técnica o hacer siete año y recibirme de Maestra Mayor de Obra, y fui por ese titulo y me quedé dos años más, pero no aguanté más y caí en depresión. No quise volver a salir, me encerré. Mi mundo era estar en mi casa y me sentía mal porque pasé de ser una persona totalmente independiente a no poder moverme, veía que mis hermanos seguían con su vida, que mi familia debió adaptar la casa para mí, y yo me sentía muy mal. Sufrí mucho”, admite y cuenta que entonces encontró en el Facebook un mundo virtual en que pudo entablar contacto con personas que estaban viviendo lo mismo.
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Aunque sus ánimos no mejoraban, decidió poner el foco en la rehabilitación y en 2019 se encontró con David, su novio. “Lo conocí en el hospital y desde hacía un tiempo me lo querían presentar. Solo sabía que también había tenido un accidente que lo había dejado en silla de ruedas, primero no quise saber nada por mi estado de ánimo, pero después nos pusimos a hablar por Facebook y me comentó que estaba haciendo y me alentó a animarme, me decía que me tenía que animar a salir, que él iba a venir a mi casa para practicar y con el tiempo pude ir a su casa a visitarlo, me contó su experiencia, comenzamos a compartir mucho y nos pusimos de novios. Ese fue otro cambio en mi vida”, asegura.
Comenzaron a salir en sus sillas, Albina tenía poca fuerzas en sus brazos y le costaba mucho llevar hacer girar las ruedas y pronto se cansaba. Pero se animó. También volvió a estudiar, esta vez profesorado de matemáticas aunque lo dejó. “El tema económico y el traslado hizo que dejara, pero quise vivir la experiencia de ir a la facultad, que me encantó. Probé con inglés, y pasó lo mismo. Evidentemente necesitaba hacer el famoso ‘clic’ para encontrar un sentido a mi vida. Todo lo que empezaba lo dejaba, pero al estar con David, él me terminan de convencer para seguir intentando y me invitó a probar con el básquet adaptado. Primero me frustraba mucho porque no me salía, pero luego lo tomé como algo recreativo y pasaron casi cuatro. Hace un año empecé con arquería”, resume.
Cuenta que el cambio se dio porque le quedaba más cómodo practicar este deporte, pero que se fue “enganchando”, al punto de darse cuenta de que realmente era algo a lo que se podría dedicar por sus ganas y porque era buena en eso.
“‘¡En esto soy buena!’, me decía a mi misma. Lo empecé de manera recreativa, pero hace tres meses empecé con un plan de trabajo para competir. Los entrenadores conocían a la entrenadora nacional y supe que el equipo estaba buscando, justamente, deportistas femeninas en la categoría W1, que corresponde a quienes tenemos impedimentos en las piernas y miembros superiores. Me probaron, entré en lo que ellos estaban buscando y, casi de golpe, pasé de practicar el deporte como entretenimiento a pertenecer a la Selección Nacional”.
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La otra Selección
Albina cuenta que entre el 20 y 26 de noviembre estuvo en Santiago de Chile en su primer torneo internacional y que trajo una medalla de plata en su categoría. No imaginaba llegar a esa alegría después de tantas lágrimas de impotencia.
“Si hay algo que no esperaba era ser parte de una selección. Yo pensaba que estudiar me iba a ayudar, pero llegaba un momento en que terminaba agotada mentalmente y el bajón era peor, pero el deporte es increíble. Fue lo que me sacó de la depresión que tenía, sobre todo la competencia, tener la cabeza ahí fue increíble. Ahora David también practica arquería conmigo. Tiene miedo que lo dejé”, dice y ríe.
Este año se mudó a la casa de David y vivir juntos la hace afrontar cada día nuevos desafíos. “Me falta un compañero para resistir e insistir”, reconoce y recuerda el tiempo en que debió empezar de cero porque aunque sus brazos recuperaron la fuerza no recuperó del todo la prensión fina y aún tiene cierta dificultad en sus manos y piernas.
“Tengo la sensibilidad alterada, o sea que siento las piernas y el esfínter, pero no mucho. Por ahí si me tocan lo siento y a veces no. Pero mi lesión es en la médula”, cuenta y dice que por eso sus tiros con el arco los hace con la boca.
Albina ya piensa en lo que le espera en 2023 y anhela poder conocer a más personas que hayan vivido lo mismo que ella y entienda cómo ve hoy la vida y todo lo que la rodea. “Tenia mas ganas de conocer gente como yo, que tenga las mismas lesiones porque somos personas saliendo de la cuadriplejia y todo nos cuesta más. Ahí estaban mis expectativas que en el campeonato en sí”, admite. Las conoció y se llevó varios contactos en su celular.
“La medalla que gané me da una plaza para competir el año que viene en el Torneo Panamericano. Yo tiro con arco compuesto, que es el que tiene poleas, y en el equipo no tengo a nadie más de mi categoría, pero practico y cuando compito voy contra alguien con el mismo arco. estoy ilusionada. El deporte me devolvió la vida”, finaliza.
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