El 10 de abril de 1982, la Casa de Gobierno fue sede y testigo de cuatro acontecimientos que definirían el rumbo del conflicto de las Islas Malvinas. Cerca del mediodía, tras lograr pasar los cordones de seguridad en la zona de Plaza de Mayo, Alexander Haig junto al general Vernon Walters mantuvieron un encuentro privado con el prsidente de facto Leopoldo Galtieri, el canciller Nicanor Costa Méndez y el almirante Benito Moya. Al mejor estilo del Salón Oval de la Casa Blanca, funcionaba dentro del despacho de Galtieri un “sistema” de grabación instalado por funcionarios de la SIDE, en el que colaboró Jaime Stiuso (ya llevaba 10 años en el organismo).
El Secretario de Estado agradeció en nombre del presidente Ronald Reagan la “cooperación argentino norteamericana”. Sin identificar esa cooperación, está claro que se refería al grupo militar que asesoraba desde Honduras a los “contras” que peleaban al régimen sandinista. Galtieri aprovecho para contarle que había llegado a la Argentina Emilio Aragonés Navarro, el embajador de Cuba, pero que todavía no había conversado con él. Haig respondió que el interés cubano por el caso Malvinas “aumentaba la tragedia del conflicto” de las Malvinas.
En este encuentro Galtieri adelantó una advertencia: “Le diré sólo una vez y luego no volveré a repetirlo. En cuanto a la Argentina concierne, no existe ninguna duda con respecto a nuestra soberanía en las islas. Estamos dispuestos a negociar sobre cualquier otro punto”. La grabación también contiene otra observación: “Señor General, hablando como militar le digo que es conveniente que no nos cerquen. Como profesional usted sabe que si es cercado deberá romper el cerco”. Y Haig respondió: “Pero yo sé que eso significaría hacer algo de lo que usted no participa ideológicamente”. Luego del encuentro, Haig y su delegación se reunieron con los negociadores argentinos.
Cuando Leopoldo Fortunato Galtieri salió al balcón, el 10 de abril, después de su primer encuentro con Haig, un mar de gente agitó sus banderas argentinas, y de otros países. Muchos habían llegado desde el interior, los más del Gran Buenos Aires, en colectivos gratis. Estaban en el acto los personajes del momento. Del pasado y el presente argentino. En un momento parte de la multitud comenzó a corear: “A gritar, a gritar, si quieren las Malvinas que las vengan a buscar” y frente a las exigencias de la multitud, Galtieri atizó el conflicto: “Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla. En esto tenemos la solidaridad de varios pueblos americanos que están decididos a dar batalla con los argentinos.”
Mientras el presidente de facto le hablaba a la multitud entró a la Casa Rosada el embajador Aragonés Navarro. “Tembo”, como le decían, era el representante de Fidel Castro desde mayo de 1973 y cargaba tras de sí innumerables gestiones para la diplomacia cubana. Entre las más importantes estuvo la de cerrar, junto con Ernesto “Che” Guevara, el acuerdo de instalación de los misiles soviéticos en la Isla. Desde 1973 hasta 1982 el régimen castrista siempre tuvo un doble juego con la Argentina: en la superficie “diplomacia y negocios”; en la clandestinidad Cuba seguía siendo un campo de entrenamiento para la guerrilla y sus diplomáticos en Buenos Aires mantenían contactos con las jefaturas de las organizaciones armadas. Diplomáticos cubanos (con el conocimiento de Aragonés) llegaron a participar en reuniones del Buró Político del PRT-ERP. Gran parte de los dólares que se pagaron de rescate por el secuestro de los hermanos Born (1974) salió en las valijas diplomáticas de la Embajada de Cuba rumbo a La Habana. Durante 1975, mientras la Argentina se hallaba sumergida en la violencia, la Embajada de Cuba mantenía frecuentes contactos en Buenos Aires con los terroristas que pugnaban por defenestrar al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.
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Tras del discurso a la ciudadanía, a las 13:45 “Tembo” entró al despacho personal del Presidente. Ese día, Galtieri había estrenado su sistema de grabación a cinta abierta. A pesar del ruido ambiental y de las bocinas de los automóviles (afuera se encontraba gran parte de la muchedumbre en la Plaza de Mayo) se puede escuchar:
Embajador: -He venido a decirle que Cuba va a hacer lo que ustedes determinen, hasta dónde ustedes quieran ustedes llegar va a llegar Cuba…
Galtieri: -Dígale a Castro que más allá de las diferencias que tenemos se puede conversar. Yo le agradezco éste sentimiento y SOLIDARIDAD americana, latinoamericana, somos latinos. En buena medida tenemos diferencias…
Embajador: -Todos tenemos diferencias.
Galtieri (elevando la voz): -COMO VENEZUELA, COLOMBIA, PERÚ, CHILE, ARGENTINA, PARAGUAY, somos comunidades latinas pero con distintas raíces.
Embajador: -Somos integrantes de una misma familia, pero un país diferente.
Galtieri: -Tenemos diferencias pero son todas discutibles y conversables, pero le agradezco el gesto. Este gesto la Argentina no lo va a olvidar.
Embajador: -Pero éste gesto se puede convertir en hechos. Es lo que yo quiero que usted lleve con toda claridad. Esto es una proposición muy cuidadosa pero detrás de esto está la voluntad de hacer lo que haya que hacer… enviarle un submarino y hundirle un barco… cualquier cosa…
Galtieri: -Argentina no lo olvida, ni lo va a olvidar por muchos años.
Embajador: -Me gusta porque eso obliga… aunque sea privado nomás…
Galtieri: -Yo le digo embajador no obstante que cualquier cosa que reclamar… porque esto está muy acelerado, muy acelerado, se nos van a ir de las manos ciertas cosas, se nos van a ir de las manos… eso es lo que yo le estoy diciendo al Señor Haig, acá ¿eh? estamos corriendo contra el tiempo ¿eh? Y esto es un problema que puede traer consecuencias internacionales, no de Gran Bretaña y Argentina, MUNDIALES. Se le va a ir de las manos a Estados Unidos, a Rusia… a todos. Usted es consciente, yo le agradezco acá, dígale a Castro que le agradezco que además Argentina no va a olvidar. Y a usted, personalmente, le agradezco también éste gesto, señor embajador. Personal, más allá de lo que usted me dice, como dicen los diplomáticos… yo no sé cómo dicen los diplomáticos, vuelvo a repetir, tenemos diferencias… Usted sabe que…
Embajador: -Son salvables, además las diferencias pueden ser mayores o menores. Se pueden agrandar o se pueden disminuir también, pero Señor Presidente.
Galtieri: -Pero que usted tome el cepillo de dientes y el calzoncillo para venir a Argentina usted, que es así señor embajador, discúlpeme los términos con que hablo. Desde La Habana a Buenos Aires es un gesto de Cuba que la Argentina no lo olvida. Yo sé que usted tomó apenas los elementos de aseo para venir para acá.
Embajador: -Mire Señor Presidente yo creo que independientemente de la urgencia con que usted vea esta cosa del apoyo concreto de Cuba, hay otra cosa que sí es un poco más urgente porque el apoyo de Cuba está seguro cuando usted es dueño… usted puede decir en media hora ”me hace falta que ustedes me den esto”, bueno ahí va a estar esto. Pero hay cosas que el tiempo no puede jugar a favor nuestro y es lo de los No Alineados, es una cosa tan compleja donde hay tantos países distintos, con tantas posiciones distintas, y ahí sí los minutos cuentan. Usted debería decirme qué quiere, rápidamente, para nosotros escribirle una carta a cada jefe de estado y explicando, pidiendo lo que pidan…
Galtieri: -Me quedan 24, 48 horas más…
Embajador: -Yo creo que cuando más pronto lo haga usted sería mejor porque esto es aberrante, además una fuerza tremenda no sé ahora…
Galtieri: -Por otra parte no se qué hicieron en el Consejo de Seguridad ¿eh?
Embajador: -¿Nosotros?
Galtieri: -No usted no, Cuba no… tres o cuatro países que estaban ahí…
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Embajador: -Bueno, le voy a explicar por qué Guayana vota como vota, no vota contra ustedes…
Galtieri: -Qué se yo…
Embajador: -Por miedo, Guayana vota mal porque vota precipitadamente, pero vota por miedo porque piensa “”los ayudamos y nos atacan acá y nos quitan la mayor parte del territorio”. Guayana pude mudar esa posición y ponerse del lado de ustedes. Porque haya en mi patria el problema de las Malvinas no tiene nada que ver con nosotros. Nosotros nos movemos y usted puede discutirlo, nosotros tenemos una población de 3 millones de habitantes y usted tiene 10 y porque ustedes sí y yo no, usted habla inglés y yo hablo español porque el imperialismo hace mil años… no, no, desde que yo soy independiente hay que respetarme, es decir es distinto… La gente de las Malvinas carga (entra en) un motel en Londres, ¿por qué no compramos un castillo a un duque y los mandamos? ¿No quieren ser ingleses? O son ingleses viviendo en la Argentina o son ingleses viviendo en Inglaterra.
Galtieri: -Son mil personas las que están ahí, mil personas. Le agradezco señor Embajador, disculpe que lo hice esperar, usted sabe que es un día muy especial para nosotros, para mí también, yo le voy a dar contestación inmediata a esto pero por principio ya le manda usted al señor Fidel Castro… Dígale que le agradezco la espontánea, decidida, no sé cómo decirle más, que me envía en estas circunstancias no fáciles para Argentina, el gesto que ha tenido, que me dé 24 horas …estoy durmiendo apenas…
Embajador: -Usted tiene la palabra, yo lo encaré con urgencia por usted, no por nosotros. Yo me pongo en sus manos para lo que ustedes quieran…
Galtieri: -Que me dé un tiempo, me dé 24 horas, 48 horas, pero en principio le contesta…
Embajador: -Yo hoy mismo le mando un cable relatando esta conversación.
Galtieri: -Cable cifrado, no cifrado, haga lo que usted quiera.
Embajador: -Cifrado. Si no es cifrado nuestros vecinos lo tienen en la mesa enseguida.
Galtieri: -(risa) Mi agradecimiento por esta espontánea…
Embajador: -Y yo le repito, Presidente, esta decisión no viene a la ligera, llega de Fidel Castro, a cambiar ideas, tenga claro eso.
Galtieri: -No lo conozco, sé quién es Castro. Gracias por su presencia en la Argentina.
Embajador: -Yo estaré con ustedes hasta que esto se termine…
Galtieri: -¿Cómo se va?
Embajador: -¿Usted cree que nuestra ausencia era una cosa política? Nosotros teníamos el radar inglés, constantemente lo hemos estado diciendo (no se escucha) el embajador inglés y su entorno político lo que hecho esto, pero esto es hasta que se termine.
Galtieri: -Le agradezco mucho (se escucha una palmada en la espalda) y agradézcaselo a Castro… venga, yo lo acompaño.
Embajador: -Está bien, Presidente, quedamos a sus órdenes…
Galtieri: -Sí, sí, señor.
Tras el encuentro con Haig, el discurso ante la multitud y su diálogo con el embajador castrista, Galtieri mantendría una conversación privada con el general Vernon Walters. Se realizó en su despacho personal cerca de la medianoche del mismo día. A pesar del vozarrón del mandatario argentino, lo que dice Walters es muy difícil de entender. Por alguna razón sospechaba que lo estaban grabando, su voz se escucha muy baja y el tiempo ha desmejorado la calidad de las cintas. Entre otros conceptos, apenas se logra rescatar:
Galtieri: -Yo no puedo retroceder.
Walters: -Pienso que ese es el problema.
Galtieri: -¿Vamos a tomar algo? Yo un Paso de los Toros o un pomelo (le dice a un mozo)… Soy consciente de la situación de Estados Unidos, la relación con Gran Bretaña, la señora Margaret Thatcher, el asunto de los misiles con cabezas atómicas. ¿Volver a poner la bandera inglesa?
Walters: -Pone la argentina al lado, durante el período interino… (llega un mozo, ruido de botellas).
Galtieri: -Yo me quedo libre de manos a partir del día lunes. La Argentina, quiero advertirle, quiero decirle, que a partir del lunes no me hagan responsable a mí de lo que pasa… a partir del lunes (golpea las manos) no me eches la culpa vos de lo que pasa en el mundo (se refería a la orden de minar la zona de Malvinas a partir del lunes 12).
Walter: -Parte esencial… encontrar una solución.
Galtieri: -… bajar la bandera argentina, discúlpeme, acá yo me tengo que ir… los muertos fueron nuestros, no fueron ingleses.
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