Cuando tomar mate era considerado un “vicio sucio” que hacía “holgazanes a los hombres”

Hoy es el día nacional de la infusión en homenaje a Andrés Artigas, un indígena guaraní que llegó a ser gobernador de las Misiones y que impulsó el cultivo de yerba. Los gobernadores de Buenos Aires que intentaron prohibirlo y la campaña de la Iglesia en contra

La planta de la yerba mate crecía silvestre en Brasil y Paraguay. Era muy consumida por los guaraníes

Parecía que la aldea que era Buenos Aires había enloquecido. Cuando Hernando Arias de Saavedra, más conocido como Hernandarias terminó su mandato en 1609, lo sucedió Diego Marín Negrón, un malagueño de 40 años quien fue recibido con una corrida de toros, la segunda organizada en la actual Plaza de Mayo.

Negrón estuvo involucrado en maniobras para fomentar el contrabando a tal punto que asumió el cargo con una mano atrás y otra adelante y con el correr del tiempo llegó a acumular un patrimonio de ochenta mil pesos. Se había asociado Juan de Vergara y con el portugués Diego de Vega, reconocidos vecinos, duchos en el arte del contrabando. El gobernador entraría en serios conflictos con ellos, y un día aparecería muerto.

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Durante su gestión, las calles hervían de plata, cueros y harinas que se iban para el Brasil, mientras que el infame comercio de esclavos era un real viva la pepa.

Hernandarias fue el primer gobernador del Río de la Plata, descendiente de españoles, y nacido en estas tierras. En su momento multó a quien sorprendiera tomando mate

Pero Negrón también se ocupó de una cuestión no tanto de salud pública sino de productividad, porque se obsesionó con el consumo del mate. A esta infusión la describió como “un vicio abominable y sucio que es tomar algunas veces al día la yerba con gran cantidad de agua caliente (…) tomar mate hace a los hombres holgazanes, que es total ruina de la tierra, y como es tan grande temo que no se podrá quitar si Dios no lo hace”, escribió al rey Felipe III, llamado “El Piadoso”.

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Hernandarias, el gobernador que lo sucedió, fue un poco más allá. Dispuso que si alguien fuera sorprendido tomando mate o en posesión de hojas de yerba, el producto no sólo se quemaría en la plaza pública, sino que el acusado debería abonar diez pesos de multa y quince días de cárcel.

Andrés Guacararí y Artigas fue el hijo adoptivo de José Gervasio. Como comandante general de las Misiones, impulsó la producción de la yerba mate

Como a los trabajadores también se les pagaba en especias, se quitó de la lista el vino, la chicha y la yerba.

Hasta los curas se quejaban porque los feligreses no aguantaban hasta el final de la misa por las ganas de orinar por el consumo de esta infusión. Era un producto del mismísimo demonio. El mate se había transformado en una cuestión que atravesaba los dos grandes poderes coloniales: el Estado y la Iglesia.

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A ambos derrotaría.

Si para la iglesia era un producto del diablo, para la cultura guaraní la yerba era un envío de Tupá, el dios supremo creador del universo. La mandaba para darles fuerzas y ánimo y para que los acompañase en sus largos momentos de soledad. Tenía su diosa protectora, llamada “Caa Yarí”.

Los guaraníes se las ingeniaron para procesar las hojas de la yerba, y tomarla con agua caliente. Usaban, como bombillas, unas finas cañitas

Resultaría una tarea casi imposible determinar quién fue el primer indígena al que se le ocurrió tostar hojas de yerba, molerlas, colocarlas dentro de una calabacita y con una suerte de primitivo sorbete hecho con una diminuta caña, donde los dientes eran el filtro natural para atajar a la yerba.

Los guaraníes lo llamaban “caa-mate”; caá significa “planta o hierba”, caay, agua de hierbas” y mate viene de “mati”, que es la denominación de esa calabacita.

Esa bebida comenzó creciendo silvestre en Paraguay y Brasil. Los jesuitas, más prácticos, establecieron su cultivo en sus reducciones y perfeccionaron la producción para abastecer de semillas a todos sus dominios. De esta manera se transformó en un producto de intercambio comercial.

Fueron los jesuitas que sistematizaron la producción de la yerba mate en las misiones que administraban

La costumbre de tomar mate ya no sería patrimonio de las clases bajas sino que fue calando hondo en todas las capas sociales.

Que la yerba mate tenga su día tiene su responsable. Todo se debe al coronel Andrés Guacurarí y Artigas, hijo adoptivo de José Gervasio Artigas.

Había nacido el 30 de noviembre de 1778 o 1780, posiblemente en Santo Tomé o en Sao Borja. Artigas lo había bautizado en 1811 y lo tomó bajo su protección.

Fue un guaraní que llegó a ser comandante general de las Misiones entre 1815 y 1819, ya que su padre adoptivo siempre había tenido en mente la creación de una república guaraní misionera, gobernada por los propios pueblos originarios a través de una organización comunitaria. Artigas puso en un mismo nivel de igualdad, con los mismos derechos, tanto a indígenas como al hombre blanco.

Andresito tuvo una complicadísima tarea. Como comandante debió luchar contras las apetencias lusitanas sobre el territorio de las misiones.

Desde su cargo -que sorprendió con sus dotes de liderazgo- fomentó la instalación de fábricas de pólvora y de hornos. De la misma manera, dio un fuerte impulso a la producción y comercialización de la yerba mate, lo que sirvió como fundamento para sancionar la ley 27.117 de fines de 2014 que establece el Día Nacional del Mate, en conmemoración de su nacimiento.

Cuatro años antes, en el marco de los festejos del Bicentenario, el coronel Guacurarí Artigas fue ascendido a general post mortem.

Marín Negrón falleció el 26 de julio de 1613 en su cargo. Cuando se envió a un funcionario para investigar las causas de su muerte y comprobó que había sido envenenado, recibió una paliza y fue encerrado en una celda. Regresó Hernandarias a la gobernación y la vida continuó, como la del mate, bebida rioplatense por excelencia.

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