En Argentina uno de cada dos menores de 14 años vive en hogares pobres y pasa hambre. En el marco del Mundial de Qatar, la asociación Haciendo Camino se une junto a Jean Jacket Agency y Dale Más Deportes para alzar la voz contra uno de los mayores problemas que sufre la infancia en el país: la desnutrición.
Bajo el lema “Cuando hay hambre, hasta jugar es difícil”, la campaña mundialista tiene como protagonista a una pelota cuadrada, la cual no gira, no sirve para hacer pases ni para jugar al fútbol. A partir de esta, se busca concientizar a la sociedad sobre la limitación que produce la falta de una alimentación adecuada en el desarrollo de los más chicos, incluso en algo tan simple como el juego del día a día.
Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de niños y familias vulnerables de Santiago del Estero y Chaco, Haciendo Camino fue fundada en 2006 por Catalina Hornos tras un viaje como voluntaria a Añatuya. Impactada por las carencias del lugar tales como la falta de salud, educación, agua potable y comida, se prometió volver para trabajar activamente e intentar cambiar ese contexto.
Lo que empezó siendo una pequeña obra, se transformó en una ONG con más de 200 profesionales que hoy cuenta con 12 centros de atención en las localidades de Añatuya, Colonia Dora, Herrera, Los Juríes, Monte Quemado, Pampa de los Guanacos, Taco Pozo, Barrio Autonomía, Santiago del Estero (Capital), Sumampa, Suncho Corral y La Banda. Mediante el Programa Desarrollo Infantil en Familia, la asociación aborda el diagnóstico, prevención y recuperación nutricional de infantes de 0 a 5 años, con un abordaje integral de la problemática social que da origen a la desnutrición.
“Trabajar con la desnutrición infantil implica por un lado controlar el crecimiento de los chicos e ir haciendo un seguimiento personalizado. Por otra parte, hay que asesorar a sus madres y dar indicaciones sobre los alimentos que deben tener sus hijos, cómo prepararlos y cómo conservarlos”, explica Catalina, quien es Directora General de la organización. La labor junto a las mamás resulta esencial, ya que “es necesario que entiendan que la alimentación en los primeros años de vida es muy importante, porque condiciona a los niños para siempre”.
Desde su lugar como Coordinadora de Nutrición y Salud de la asociación, Natalia Fernández sostiene que “a través de la educación alimentaria, la estimulación y el acompañamiento familiar brindamos herramientas a las madres para empoderarlas y hacerlas protagonistas en la recuperación de sus hijos, y que a su vez sean agentes de cambio”.
Casi el 60% de las mujeres que acompañan, tuvieron su primer hijo en plena adolescencia y el 73,26% de ellas son las principales encargadas de su hogar.
Bajo peso, huesos que sobresalen a lo lejos, piel y cabello seco, uñas débiles que se quiebran al instante y dientes donde asoman caries, son algunos de los tantos signos físicos que se observan en infantes con desnutrición aguda. Mientras que los que sufren desnutrición crónica presentan un retraso en su crecimiento y un peso normal o excesivo, contrario a lo que se suele pensar.
Esteban es uno de los niños que en el mes de octubre logró conseguir su alta en el programa de Desarrollo Infantil. Su mamá llegó al centro de Haciendo Camino cuando estaba embarazada de él. Nació con un peso muy bajo, pero gracias al esfuerzo y al cumplimiento de su madre pudo salir adelante. La pequeña Alexa también entra dentro de los casos de éxito que hubo durante este tiempo. Al principio, fue diagnosticada con desnutrición grave, y más tarde logró una evolución destacable. “Ahora veo las fotos y está irreconocible”, cuenta una de las nutricionistas que la atendió.
A diferencia de ellos dos, Bautista no pudo completar su tratamiento. A pesar de haber un avance, su mamá no regresó a las consultas. “No hay forma de que vuelva. Se había llevado todos sus suplementos, su leche, pero no apareció más. Incluso, se la fue a buscar a su casa, pero no hubo forma de seguir”.
Por su parte, Hornos recuerda otra historia de fracaso que significó un golpe duro para ella: “una mamá había entendido mal la indicación de la enfermera en el hospital y en lugar de leche en polvo diluida en agua, le daba a su bebé leche líquida diluida en agua. En ese caso llegamos tarde y la bebita falleció. Me hizo dar cuenta que muchas veces la pobreza y la ignorancia pueden realmente costar la vida de un niño. Entender que si no nos involucramos, hay niños que pueden morir”.
Además de la alimentación, el componente afectivo es fundamental en cuanto al desarrollo y la recuperación. El abandono, la nula estimulación, la inseguridad y la carencia de afecto repercuten de manera negativa. “El niño que se cría en un ambiente chato y gris, con ausencia de colores, de música, de alegría, con figuras maternas o paternas desdibujadas, ausentes; sufre privación afectiva que junto a la ingesta deficiente lleva a la desnutrición. Dentro de nuestras líneas de acción está, justamente, el de trabajar en ese vínculo madre-hijo”, aclara Natalia.
Más allá de la educación, fortalecer los ingresos familiares es otro aspecto crucial para asegurar una nutrición adecuada, en cantidad y calidad. Con la ayuda de Haciendo Camino, las madres aprenden a desarrollar oficios y comercializar los productos que realizan para mejorar la capacidad de autosustento de sus hogares.
Al hablar sobre desnutrición, la pobreza estructural crónica en la que se encuentran las familias del Norte aparece como principal responsable. “Un niño que no tiene acceso al agua potable ni a servicios de salud, que padece inseguridad alimentaria (no come todas las comidas diarias ni come todos los días) y con una mamá con un bajo nivel de instrucción que no sabe qué preparaciones hacer para darle alimentos de la mayor calidad posible, difícilmente estará bien nutrido”, comparte Catalina Hornos.
Al mismo tiempo, Natalia Fernández añade que la desnutrición impacta más adelante a aquel que la padece: “afecta la capacidad de las personas para desarrollarse física y mentalmente, retrasa el crecimiento infantil, reduce la capacidad cognitiva y limita considerablemente la asistencia a la escuela y el rendimiento escolar, factores que a largo plazo condicionan y limitan la inserción laboral, conduciendo al desempleo y subempleo, repitiendo el ciclo de miseria, pobreza, desocupación y subdesarrollo del cual fueron víctimas”.
Tras 16 años de trabajo, la asociación Haciendo Camino acompañó a 13600 familias mediante sus programas. Por otro lado, 22793 chicos recibieron control de crecimiento y 7313 madres fueron capacitadas en hábitos saludables de crianza. Alentada a seguir por más, Catalina insiste que “por ahí no cambiamos las estadísticas o los números de la pobreza, pero sí transformamos historias, sí transformamos la realidad de las familias que acompañamos y esta es la diferencia que cada uno puede hacer”.
Gracias a la campaña Pelota Cuadrada, que cuenta con la participación de varias personalidades del ámbito del fútbol y apunta a sumar nuevas donaciones, se podrá sostener el tratamiento nutricional de niños y niñas, y apostar a un futuro con más oportunidades para este sector tan vulnerado de la Argentina.
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