El campeonato mundial de fútbol de 1978, el cuarto que se jugó en Sudamérica, marcó el final de un largo camino que debió recorrer la Argentina desde la década del cincuenta. El primer campeonato se realizó en Uruguay en 1930; el segundo fue en Brasil en 1950, donde los uruguayos se llevaron la copa tras el “maracanazo” y el tercero se realizó en Chile. Tras algunos intentos realizados por el gobierno de Juan Domingo Perón , durante la cumbre realizada en Lisboa por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), el 10 de junio de 1956 se eligió a Chile como sede del campeonato de 1962. Fue una dura batalla la que debió enfrentar el argentino Raúl H. Colombo, titular de la AFA, frente al trasandino Carlos Dittborn, presidente de la Federación de Fútbol de Chile. Aún se recuerdan las palabras del argentino: “Podemos hacer el Mundial mañana mismo. Lo tenemos todo”. No sonó a convincente. Dittborn, le respondió: “Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”. Con este lema de siete palabras, Chile le ganó a la Argentina por 32 votos a 10.
Tras la derrota, la Argentina debió esperar una definición favorable hasta octubre de 1964. En la cumbre de la FIFA realizada en Tokio, México le ganó por 56 a 32 en la primera vuelta pero la Argentina logró una media palabra del británico Stanley Rous de ser sede del Mundial en 1978. La confirmación recién se realizó el 6 de julio de 1966, diez días más tarde del derrocamiento del presidente constitucional Arturo Illia y el encumbramiento de Juan Carlos Onganía. Los primeros pasos ciertos en la organización del Mundial los dio Juan Martín Oneto Gaona, interventor en la AFA entre 1969 y 1971, y al año siguiente tras los derrocamientos de Onganía y Roberto Marcelo Levingston, el presidente de facto Alejandro Lanusse lo declaró de “interés nacional”.
Tras la dictadura de la Revolución Argentina llegaron Héctor Cámpora, Raúl Lastiri, Juan Perón y Estela Martínez “Isabelita” de Perón. Entre 1973 y 1976 la Argentina era mirada con incredulidad. No se sabía si estaría en condiciones de realizarla porque dos cuestiones la obstaculizaban: la inestabilidad política y la severa situación económica. En mayo de 1974, poco antes de la muerte de Perón, se creó la Comisión Nacional de Apoyo al XI Campeonato Mundial de Fútbol de 1978, presidida por Pedro Eladio Vázquez, bajo la atenta mirada del Ministro de Bienestar Social, José López Rega.
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En aquellos años, la violencia terrorista, la situación política y los obstáculos económicos parecían entorpecer el objetivo de 1978. Sin embargo, el 12 de octubre de 1974, tras el fracaso argentino en el Mundial de Alemania Occidental, César Luis Menotti se inició como director técnico de la selección nacional de fútbol frente al combinado de España. El edecán naval de Isabel, capitán de navío Carlos “Zazá” Martínez, me recordó los días en la residencia presidencial de verano en 1975: “Concurrió a Chapadmalal, el ministro de Economía, Alfredo Gómez Morales, para ver a la presidenta. Espera en nuestro chalet conversando... tocábamos el tema del campeonato mundial de fútbol (1978). Recuerdo un comentario de Gómez Morales, que decía que no era conveniente organizarlo en la Argentina. En su carácter de ministro de Economía, habló de todo el gasto de infraestructura que iba a demandar (ponía como ejemplo el cemento y hierro de construcción), restando material y presupuesto a todo el resto de las obras públicas necesarias o bien al problema de las viviendas”.
Los diarios del viernes 1º de agosto de 1975, anunciaron que la “Argentina hará el Mundial ‘78″. La confirmación salía a desmentir los rumores en contrario, pero no alejaron la confusión. El más optimista fue Pedro Eladio Vázquez, secretario de Deportes y Turismo: “El ministro de Economía me aseguró que tendría los fondos necesarios. No creo que haya cambiado de idea. Especialmente por el expreso deseo de la señora presidente de que el torneo se realice en la Argentina.” Casi a la misma hora, Benedicto Caplán, secretario de Programación y Coordinación Económica, decía: “El Mundial ‘78 merecerá atención pero antes debemos solucionar problemas más perentorios y graves en otras áreas.”
Hacia fines de marzo de 1976 el diario “La Opinión” titulaba: “Una Argentina inerme ante la matanza”: Desde el comienzo de marzo hasta ayer, las bandas extremistas asesinaron a 56 personas; desde el 1º de enero, a 152″ y “La Prensa”, citando estadísticas provenientes de las fuerzas de seguridad, señaló que el terrorismo ha causado 1.350 muertes desde el 25 de Mayo de 1973.” En la sección Economía, el diario pronosticó un lamentable récord mundial para la Argentina, en base a los resultados de estadísticas oficiales: 1.100 % de inflación para el año 1976. Así llegó el golpe militar del 24 de marzo de 1976.
Dentro del gobierno de la Junta Militar “órgano máximo” del “Proceso de Recuperación Nacional” se observaron inicialmente dos posturas. Por un lado Videla y su ministro de Economía, José Martínez de Hoz. estimaban que el Mundial demandaba un “gasto desmedido”, mientras el almirante Emilio Massera consideraba que igual “había que hacerlo” por razones políticas.
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El 12 de julio de 1976, la Junta, por decreto 21.349, derogó la Comisión creada por Perón y estableció el Ente Autárquico Mundial (EAM 78), primero bajo el mando del general Omar Actis y tras su asesinato un mes más tarde por Antonio Merlo. Sin embargo, como vicepresidente, el que comandaría el Ente no sería otro que el almirante Carlos Alberto Lacoste. El jefe naval, más tarde vicepresidente de la FIFA, manejó el EAM 78 a su antojo y sin realizar ningún informe de los balances del organismo.
En medio de una severa política económica, el Secretario de Hacienda, Juan Alemann, nunca dejó de observar los gastos faraónicos que emanaban del organismo. El Ente por decreto 1261/77, disponía de fondos de libre disponibilidad, basado en “razones de urgencia”, y gozaba de “reserva en la difusión de sus actos”. Según Alemann todo era “un disparate” para la delicada situación económica que se enfrentaba y calculó los gastos totales en “700 millones de dólares”. Sus protestas fueron vanas en esa época. El 21 de junio de 1978, mientras el seleccionado argentino jugaba contra Perú, estalló una bomba frente a su casa de la calle Amenabar que hirió a su esposa. La violencia no solo era subversiva, él la tomo como una advertencia del almirante Massera.
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Frente al temor de atentados terroristas durante el desarrollo del campeonato (entre el 1° y 25 de junio de 1978), el gobierno militar y la organización armada Montoneros llegaron a una tregua. En nombre de la Junta Militar habló Massera durante una reunión con la jefatura montonera en París. Según Héctor Villalón, uno de los enlaces del jefe naval, la conversación con Massera fue más allá de una tregua por el campeonato mundial de fútbol, “apuntamos a poner fin a la dictadura militar y a lograr la vuelta de la vida normal en la Argentina”.
El diario parisino Le Matin informó que la cita se había realizado en el Hotel Sofitel, de Roissy, y luego Massera partió dejando a miembros de su delegación. En definitiva, la cuestión rondaba en el gran interés de la Junta Militar por una “tregua” durante el Mundial de Fútbol. Que no se cometieran actos terroristas, a la vista de los delegados, visitantes y periodistas extranjeros. Y en ese sentido Rodolfo Galimberti se encargó de dar la noticia en abril de 1978: “Los Montoneros no lanzarán ninguna operación que pueda poner en peligro a los jugadores, los numerosos periodistas y miles de visitantes que llegarán a la Argentina. [...] De nuestra parte no habrá ninguna escalada en la lucha armada. Estamos dispuestos a ir más lejos. Proponemos una tregua a la dictadura militar del general Videla”.
El comunicado también informa que “los Montoneros no sólo no nos oponemos al Mundial del 78 sino que estamos interesados en que se realice. Durante el desarrollo del torneo, miles de aficionados, deportistas y hombres de prensa estarán aquí o tendrán sus miradas puestas en la Argentina. La dictadura militar no va a cambiar, por ello, su política de entrega, explotación y represión salvaje.”
La tregua –tras un supuesto pago de una importante suma en dólares—no se cumplió. A partir del 9 de junio de 1978, Montoneros lanzó misiles RPG 7 soviéticos sobre la Casa de Gobierno y otros edificios militares.
Nada cambió: el 25 de junio de 1978, en el estadio de River Plate, tras un alargue de 30 minutos la selección argentina salió campeona mundial y el país se conmovió hasta sus cimentos al ver como Passarella levantaba la copa. Los jugadores de la selección de Holanda no se presentaron a recibir sus medallas de plata, en protesta por las denuncias sobre violación a los Derechos Humanos. Al día siguiente, Videla debió salir al balcón de la Casa Rosada para saludar a la multitud que lo reclamaba. Aprovechando la euforia popular, las FF.AA. realizaron un desfile militar. Todo era distracción.
Pocas semanas más tarde la fiesta comenzaba a desvanecerse y la realidad volvió a golpear. La inflación no bajaba y el plan económico no daba los resultados esperados. Se intentaba decidir la sucesión de Videla quien pasaría a ser “cuarto hombre”. Su figura tenía un desgaste insoportable. Era un Presidente con sus atribuciones absolutamente condicionadas, teniendo por arriba a la Junta Militar. Salvo cuestiones menores, Videla necesitaba el aval de los tres comandantes para las decisiones de Estado. El manejo de las relaciones exteriores era una de ellas. Tal era la erosión de la imagen de Videla, que en una ocasión monseñor Tortolo le dijo: “Che, Jorge, cómo has permitido que se degrade de esta manera la figura presidencial. ¿Cómo te ataste de esa manera?”.
El 31 de julio de 1978, Roberto Eduardo Viola asumió con comandante en jefe del Ejército y Jorge Rafael Videla juró como Presidente de la Nación el 1° de agosto. El mismo día, en un intento de asesinato al futuro jefe de la Armada, vicealmirante Armando Lambruschini, un comando montonero mató a su hija Paula, con una descarga explosiva. El conflicto de límites con Chile por el Canal de Beagle, seguía su rumbo hacia una crisis terminal…que generó a fin de año la intervención del Papa Juan Pablo II.
Faltaba algo más: El jueves 22 de junio de 1978, tres días antes del final de la Copa del Mundo que ganaría la Argentina, la Junta Militar se reunió a deliberar en el Edificio del Parlamento Nacional. La reunión fue muy tensa. El brigadier Orlando Agosti estaba muy nervioso y junto con Videla increpó a Massera por sus declaraciones formuladas en San Juan, en donde sostuvo que no estaba de acuerdo con la política exterior del gobierno.
Agosti le dijo a Massera: “Estamos cansados de tus matoneadas destinadas a agrandar tu imagen interna, mientras nosotros quedamos como boludos”. Massera, sostuvo que está todo listo para dar “un paso militar” en las Islas Malvinas. En materia logística “todo se encuentra en condiciones”. Ya entonces, la Armada, con la dirección del capitán de navío Jorge Anaya, diseñó el “Plan Goa”, basado en la experiencia de la ocupación de la India, en 1961, de la isla portuguesa de Goa y la ausencia casi total de reacción internacional. La India lo había podido realizar dado el franco retroceso de Portugal de sus colonias y su escaso predicamento en la escena internacional. Luego se hablo sobre la comida de camaradería de las FFAA que sería el 7 de julio y que hablaría Agosti, pues este comandante era el último en retirarse. El brigadier aseguró en su discurso que “este gobierno es legítimo” y que para la defensa de los ideales que perseguía estaban dispuestos a pagar el precio que fuera necesario, “aun en la más estricta soledad si fuera necesario”. El Mundial no había logrado su objetivo.
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