Organiza ferias americanas de marcas top: “Cuando los precios de los shopping se dispararon, llegó ‘gente nueva’”

Hace seis años la modelo y publicista Juliana Tilli hizo la primera venta de ropa de segunda mano porque tenía muchas prendas que había recibido en forma de pago, a las que le sumó otras usadas pero impecables, de amigas y familiares. Fue tan exitoso el encuentro que fue creciendo hasta convertirse en La feria de Juli. Dónde funciona y cómo consiguen la ropa de primeras marcas nacionales e internacionales, que siempre se renueva y se vende a bajo precio

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Juliana y su hermana Barbie,
Juliana y su hermana Barbie, en la feria americana que no para de crecer por las propuestas de primeras marcas, nacionales e internacionales

“Hoy está difícil renovar el placard. Y hay personas que dicen que no pueden creer poder llevarse unas siete prendas por 20 mil pesos cuando en el shopping con esa misma suma apenas pueden llevar 1″, cuenta Juliana Tilli, quien organiza ferias americanas en el barrio de Palermo, todos los meses, durante tres días de primeras marcas nacionales y del exterior.

La joven de 29 años, mamá una nena de dos, modelo de talles reales y al frente de su propia agencia de marketing empezó a dedicarse a esta actividad que hoy considera su hobby, hace seis años. La feria iba creciendo progresivamente mes a mes, pero Juliana dice que dieron un gran salto en el inicio de la post-pandemia. “El precio de la ropa en los shoppings se disparó y comenzamos a ver mucha gente nueva, un público que no imaginábamos que íbamos a tener”, explica.

Si la gente tenía prejuicios sobre vestirse con ropa usada, o de segunda mano, cada vez son menos. Las ferias americanas gozan de su mejor momento por varias razones: porque son sustentables, ya que promueven una de las tres R de la ecología, que es reutilizar. Porque se puede comprar ropa importada sin viajar y sin intentarlo infructuosamente online. Y ahora, más que nunca, porque permiten a muchas personas vestirse con las marcas y calidad que les gustan, cuando el poder adquisitivo está en picada.

Hoy un pantalón de jean de primera marca no baja de los 20 mil pesos. Acá rondan los 3500 pesos y hay por menos. Y se vendieron unos de 5000 de una conocida marca de shopping, casi nuevos. No cuestan más que eso”, recalca quien asegura que toda la ropa de segunda mano que se vende está en excelente estadoc con precios de feria americana. Dice que han tenido zapatillas de una marca de lujo italiana, a veces hay ropa con etiquetas, que no pudieron ser cambiadas en los locales y llegan ahí.

Durante los tres días se
Durante los tres días se vende todo tipo de ropa, para hombres, mujeres y niños

“Yo no sé si se derribó el proceso al 100 %, pero creo que seguimos en un proceso de lograrlo. Existía un viejo concepto de la feria americana con la idea de ropa sucia, con olor y la verdad es que nada que ver. Todo lo contrario. Toda la ropa está impecable. De hecho, cuando nos viene alguna prenda rota, manchada o lo que sea lo donamos”, dice quien prefiere deshacerse de ropa a afectar la imagen del negocio que tanto cuida (en Ig: la_feria_de_juli)”, explica y agrega: “Hoy cada vez viene un público más amplio de un nivel socioeconómico mucho más alto que hace dos años o prepandemia no lo hubiésemos imaginado jamás”.

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Durante esos días de feria, los asistentes donan alimentos no perecederos para comedores y barrios populares. Y la feria también junta bastante ropa que separan de la venta, que quizás se enganchó en una percha o se les hizo un mini agujerito, para regalar.

Filas en la entrada de
Filas en la entrada de La Casa Walsh, donde todos los meses se realiza esta feria

Otra característica de la feria es que no reciben ropa de cualquier persona que quiera vender. Se mueven entre amigos y conocidos, como desde un principio. Ese es su espíritu. Si no le escribe directo al celular de la organizadora, es muy raro que alguien participe. “Somos más de 190, imaginate el caudal de ropa que tenemos. Hacemos la feria todos los meses, tres días, y con la cantidad de ropa que se vende no podríamos hacer acceder a todo el mundo”, argumenta. La ropa que cuelga de los percheros están en consignación y llevan las iniciales de aquellos que venden.

Los inicios

Cuenta Juliana que estudió publicidad en la UCA y que siempre fue modelo. “No la típica modelo flaquita, sino más modelo de tallas reales. En 2013 empecé a pensar la feria cuando terminaba la facultad, ya que muchas marcas te pagaban mitad con efectivo y la otra mitad con canje. Mi problema es que yo soy súper básica para vestirme. Yo siempre estoy de blanco, negro, gris, jeans, alguito de color pero nunca me vas a ver con estampados muy estridentes. Y muchas marcas me daban cosas que nunca iba a usar en la vida y empecé a acumular bolsas y bolsas de ropa”, recuerda sobre esa etapa en la que vislumbró el negocio, aunque sin imaginar lo que vendría.

Juliana es modelo y tiene
Juliana es modelo y tiene una agencia de marketing, que es su principal trabajo

A una de sus amigas modelo, Flor, también le pasaba lo mismo. Así que a su ropa, le agregó la de ella, más un poco de su hermana y otro tanto de su mamá y organizó su primera feria. Fue en un pequeño local de Palermo, con unos pocos percheros que fue un éxito total gracias una publicación en unos grupos de Facebook de compra venta (Cheap to Cheap), que en ese momento dejaban publicitar ferias americanas. “Desde el primer día tuvimos filas en la puerta y ya no teníamos casi más ropa. Todo el mundo nos decía, por favor, vuelven a hacerla”, cuenta la modelo y publicista.

De modo que empezó a buscar ropa de ese estilo para seguir vendiendo. Le dijo a amigas, a su hermana, que también hablara con sus amigas, que llevaran ropa, y así fueron escalando el negocio.

La ropa que se vende
La ropa que se vende en la feria llega de zonas de gente que suele viajar a Miami, entre otros destinos, y renueva el placard

Juliana ahora vive en Maschwitz con su pareja, un productor audiovisual y su hija y antes estaba en Pilar. Dice que todos sus conocidos son de la zona, gente de buen poder adquisitivo, de zonas de countries, que puede comprar ropa. “Está la vecina que te recomienda a su prima. Los que viajan a Miami, se traen dos valijas enteras de ropa y no tienen lugar en el placard y me dicen Juli, tomá, dos bolsas de consorcio”, explica. “Y empezó a crecer tanto que se llegaron a formar filas de dos horas y media”, asegura. Ahora hay filas pero no tanto, porque el nuevo local donde se hace la feria es enorme.

Juliana se topó con Perla, quien dirige La Casa Walsh (Nicaragua 4441) y empezó desde ese entonces a hacerlo en ese espacio. Tiene un equipo y son todos familiares y amigos. La movida es enorme porque para esos tres días de venta al mes se preparan todo el mes. “Hoy mis socias son mi hermana Barbie y mi amiga Daniela y después nos ayudan mi suegra, una amiga de mi familia, somos todos nosotros, es el espíritu de la feria. A seguir siendo nosotros, que siga siendo una feria entre amigas de familia y esa es la esencia del proyecto”, concluye quien también tiene planes de llegar al interior del país de forma online.

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