Alfonso Borrego, bisnieto de Gerónimo, el legendario líder apache del que Hollywood se ha ocupado mucho y bastante mal, es un ardiente defensor del legado de la colonización española y del mestizaje étnico y cultural que la caracterizó.
Como historiador y como presidente de la Sociedad del Patrimonio Cultural del Camino Real de Tierra Adentro dedica buena parte de su tiempo a desmontar la Leyenda Negra de la Conquista. En una de esas charlas, Borrego habló del origen del Día de Acción de Gracias que se conmemora en los Estados Unidos todos los años, el tercer jueves de noviembre.
Borrego contó cómo fue el encuentro con los aborígenes de aquellos primeros colonos ingleses que llegaron a Plymouth Rock, en lo que hoy es Massachusetts, en 1620. La tribu local, los wampanoag, los ayudaron a sobrevivir, a superar el invierno, les enseñaron a cultivar. Los colonos les retribuyeron invitándolos a una comida que incluía el famoso pavo, hoy tradicional en esa fiesta. Una comida de celebración por las buenas cosechas y de agradecimiento.
Pero en esa región ya no hay indios a los que agradecer, explicó Borrego. “¿Dónde están los wampanoag?”, preguntó. “No hay ni uno, No hay. ¿Saben por qué? Porque la diferencia entre un inglés y un español es que los ingleses mataron a todos los indios”.
Alfonso Borrego hizo una comparación impactante: “Es muy fácil: si vas a los estados de nombre español, Montana, Colorado, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah [N. de la R: deriva de Yuta, pronunciación española de la palabra apache yudah], California, Texas, Florida; en esos estados están las reservaciones de los indios. Hoy. Pero no hay reservación en Iowa, Ohio, Alabama, Mississippi, North Carolina, Virginia… nada. ¿Saben por qué?”
El historiador tejano agrega algo que es evidente y que sólo está siendo negado por el indigenismo, cuya finalidad, antes que la defensa de los derechos de los pueblos aborígenes es buscar argumentos en el pasado para ahondar la fragmentación social y nacional en el presente: “Esa diferencia no es sólo en Estados Unidos. Vamos a las naciones de nombre español. México: ahí están los indios. Puedes irte a Centroamérica, Nicaragua, Belice, Panamá, Costa Rica; te puedes ir a Perú, puedes irte a Chile, puedes irte a Venezuela, Uruguay, Paraguay: están los indios. Puedes irte a Brasil, a Argentina, ahí están los indios. Puedes brincarte a Puerto Rico, a Cuba, ahí están. Puedes irte a República Dominicana, donde primero llegaron los españoles, ahí están los indios”.
¿Qué pasa en cambio en las zonas que fueron de dominio inglés o de otras potencias aparte de España? “Vamos a las Islas Vírgenes, Virgin Islands, ni un indio. Bahamas, ni un indio. Bonaire, ni un indio. Aruba, Jamaica, Islas Caimán”, enumera Borrego.
Su conclusión es lapidaria: “Donde estaban los ingleses, no hay ningún indio, esa es la diferencia. Y eso es lo que queremos decirle al mundo, abran los ojos: ¿quién mató a los indios? ¿Quién? Los ingleses. No los españoles”.
Sin embargo, está de moda en Estados Unidos voltear, decapitar o vandalizar estatuas de Cristóbal Colón. En algunos estados han cancelado los festejos por el Columbus Day (12 de octubre). En Argentina, la iconoclasia anti hispana promovida por las eternas usinas de la leyenda negra desembocó en el desplazamiento del monumento a Cristóbal Colón del predio de la Casa Rosada para disimularlo en la costanera.
Otro absurdo son los ataques contra la figura de fray Junípero Serra, el franciscano que creó las misiones en la costa oeste de los Estados Unidos y que dieron origen a las principales ciudades de esa región y por eso tienen nombres religiosos: San Francisco, San Diego, Santa Mónica, Santa Bárbara, Sacramento, Los Ángeles…
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“Las tribus te dicen que los españoles cometieron muchas atrocidades y lo robaron todo, pero no tienen nada escrito, nada consistente, simplemente es una historia que está en la tradición oral y así se cuenta generación tras generación. Y la gente no piensa, no se hace preguntas, solo repite lo que ha oído”, dijo Alfonso Borrego, a la prensa española al participar en las jornadas sobre “Leyenda Negra. Fake news en la conquista española”, en Granátula de Calatrava (Castilla), el pasado 12 de octubre. En realidad, fueron los colonos estadounidenses, durante la expansión hacia el oeste, los que barrieron a los indios, explicó.
Borrego rechaza que los españoles deban “pedir perdón”. Y subraya una diferencia esencial entre la colonización española y otras: “Cuando los españoles llegaron aquí se mestizaron con los indígenas. Son dos culturas combinándose y creando cosas. Eso para mí es una cosa maravillosa y bonita”.
La sola existencia de las naciones hispanoamericanas, con su alta proporción de población mestiza e indígena, confirman lo que dice Borrego: “Realmente no hubo genocidio en los estados de nombre español, porque todavía están los indios. Si quieren decir que hubo genocidio en el resto de los Estados Unidos, díganlo, pero ¿quién fue? No estaban los españoles ahí”.
Como destaca la historiadora española María Elvira Roca Barea, autora de Imperiofobia y Leyenda Negra, los ataques de hoy en nombre del indigenismo van dirigidos especialmente contra figuras o símbolos del mundo hispanocatólico, mientras que no sucede lo mismo con los del protestantismo anglosajón que, en el caso de los indígenas de Estados Unidos, si de juicio retroactivo se trata, tienen mucha más responsabilidad en su triste destino. Sin embargo, de esos mismos sectores proviene la leyenda negra de la conquista española, que nació en el siglo XVI, en el marco de la sublevación protestante en los Países Bajos contra el dominio español, y desde entonces fue siempre promovida por los competidores coloniales de Madrid.
Fray Junípero Serra “nunca tuvo esclavos ni mató a nadie”, dice Roca Barea. Pero los españoles fueron y son señalados como chivos expiatorios de la exterminación de los indios.
“Si hoy California es la más poblada y rica de las regiones de Estados Unidos, debe reconocer su origen en Junípero Serra y admitir, como proclama el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, que los verdaderos padres fundadores de Estados Unidos fueron católicos e hispanohablantes”, decía un artículo de Religión en Libertad (22/6/2022).
Por si no bastara con la evidencia presente, tenemos el testimonio, a fines del siglo XVIII, de Alexander Von Humboldt, el hombre que relevó la geografía y estudió la realidad social y demográfica de América y la comunicó a sus contemporáneos, desmintiendo los mitos que circulaban por toda Europa.
Entre 1799 y 1804, el prusiano Humboldt recorrió Venezuela, Cuba, Colombia, el actual Ecuador, Perú, México y los Estados Unidos de América del Norte.
Siendo director del Centro de Investigaciones hispanoamericanas de la Universidad de París X, Nanterre, el profesor Charles Minguet escribió, en La América de Humboldt: “En México, Humboldt cuenta 70.000 españoles puros, 1 millón de criollos considerados como blancos y un millón quinientos mil mestizos declarados (o sea el 25 por ciento)”.
A Humboldt le impresiona el desarrollo de las instituciones culturales españolas en América. Por ejemplo, dice Minguet, “nota que los establecimientos científicos y culturales de México (Colegio de Minería, Jardín Botánico, Academia de Bellas Artes, Universidad) son tan importantes como los de los Estados Unidos”. “Ningún gobierno europeo ha sacrificado cantidades más considerables para fomentar el conocimiento de las plantas, como el gobierno español”, dice Humboldt.
Pero Humboldt es, además, el primero en desmentir el genocidio indígena, dice Minguet: “Los datos esenciales que da Humboldt son (...) de tipo estadístico, y gracias a las cifras que produce, la Europa culta, ensordecida, durante todo el siglo XVIII, por los gritos de horror de los indianistas lacrimosos, se entera de que existen, en las posesiones españolas de América, 7 millones y medio de Indios, a los que cabe añadir 5 millones y medio de mestizos, sea un total de 13 millones de indios y mestizos o mulatos, que representan el 80 por ciento de la población total de Hispanoamérica”.
“Estas cifras -concluye Charles Minguet- significan que, a fines del siglo XVIII, la población amerindia había alcanzado o sobrepasado la cifra supuesta en vísperas de la Conquista. Si Humboldt no se olvida de subrayar las enormes pérdidas provocadas por los abusos de ciertos colonos y las enfermedades europeas importadas a América, es el primer europeo no español en anular la convicción de sus contemporáneos de una total destrucción de la población indígena por los españoles”.
Alfonso Borrego dice que es muy difícil desmontar las falsedades sobre la colonización española porque este relato anti hispánico está instalado en el sistema educativo en Estados Unidos. La realidad no es muy diferente en la Argentina, donde se está tratando de convertir en historia oficial la fake news del genocidio aborigen.
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