La vida casi nómada de una cordobesa que viaja con su familia por el mundo del petróleo y cumple un año en Qatar

Soledad Heredia había vivido varios años en el exterior debido a las oportunidades laborales de su marido géologo y en 2015 habían regresado a la Argentina para quedarse definitivamente. Pero después del encierro de la pandemia aceptaron una nueva propuesta en el país donde acaba de comenzar el Mundial

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La familia en una salida típica por el desierto
La familia en una salida típica por el desierto

La cordobesa Soledad Heredia, que hace un año vive en Qatar por su marido geólogo, está acostumbrada a los viajes, mudanzas grandes y contrastes culturales, tanto que los necesita. Sus tres hijos nacieron lejos de la Argentina: Francisco (14) y Santiago (7) son franceses y Lourdes, bruneana (10).

El 16 de noviembre se cumplió un año que vivimos acá en Doha. Mi esposo, Federico, que trabaja en el sector del petróleo llegó dos meses antes que nosotros y por temas de visados y papeles nos fue a buscar a la Argentina y entramos todos juntos”, cuenta la mujer de profesión veterinaria, aunque hace tiempo que no ejerce.

“Vivimos primero en el sur Francia, en Pau. Ahí nació nuestro hijo mayor. Después, nos fuimos a Libia estuvimos dos años y medio y salimos un mes antes de que estallara la guerra. De ahí nos instalamos en Brunéi, donde vivimos tres años y medio y donde nació Lourdes. Ahí nos fuimos a París, donde vivimos 11 meses y nació Santi. Y en julio del 2015 nos volvimos a la Argentina”, resume la mujer sobre ese gran periplo en el fue creciendo su familia.

Francisco, Lourdes y Santiago, los hijos de la pareja con el impactante West Bay de Doha, de fondo
Francisco, Lourdes y Santiago, los hijos de la pareja con el impactante West Bay de Doha, de fondo

La pareja proyectaba quedarse en la Argentina. Tenían la idea de asentarse otra vez. Fueron seis años de estar en casa. Pero en julio de 2021 surgió una nueva oportunidad laboral para el geólogo. Esta vez en Qatar y no lo dudaron mucho. “Fue un poco la vida. Y sobre todo a mí me gustó esto de hacer cambios. Veníamos de un año y medio pandémico. Y yo dije: ¡sí, vámonos ya!

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Durante el largo camino recorrido, Soledad entendió que además de sorprenderse con los contrastes culturales lo fundamental es que exista el respeto mutuo. Tenía la experiencia de haber vivido en países musulmanes como Libia y Brunéi, sabía los horarios de los rezos y ya había convivido con las “mujeres tapadas”. Y notó algunas diferencias: “En Brunéi, la vestimenta de la mujer no era negra, sino más bien colorida, pero estaban cubiertas igual. En Libia y acá sí van de negro”, compara.

Soledad con su grupo de amigas de habla hispana en Doha con quienes trabó una amistad muy fuerte
Soledad con su grupo de amigas de habla hispana en Doha con quienes trabó una amistad muy fuerte

Si bien tiene mucha experiencia en vivir en el exterior, no deja de sorprenderse sobre lo multicultural que es el país, en el que solo un 20 % tiene la nacionalidad qatarí. “En el colegio de los chicos, por ejemplo, hay 76 nacionalidades diferentes. Es impresionante”, exclama. Soledad hizo amistad con mujeres sudamericanas y españolas. “Tengo un grupo muy lindo de mujeres que surgió por hacer actividad física. Vivimos en un especie de barrio cerrado, pero donde las casas son todas iguales por lo general. Tiene un house con instalaciones comunes para para hacer gimnasia, una pileta de natación, salas de proyecciones, un bar y un mini supermercado. Somos de hacer mucho deporte, entonces eso hace que uno se relacione con gente fuera del colegio también”.

Pero amigas qataríes todavía no tiene a pesar de que su hijo más chico comparte aula con varios de ellos. “Todavía no he logrado dar con ninguna mamá en la salida de la escuela para invitar a sus amiguitos. Veo choferes, nannies que van a buscarlos. Como que nunca pudimos hacer vínculo con las familias. Mi hijo quiere invitarlos a casa, pero hay una barrera”, asegura Soledad.

La familia no está en Venecia, sino en una réplica en un lugar llamado The Pearl
La familia no está en Venecia, sino en una réplica en un lugar llamado The Pearl

Algo que le apasiona hacer, que no tiene nada que ver con su profesión de veterinaria, es la cocina. “Me dediqué a mi profesión durante un año en Francia, después, nació Francisco y ya nos fuimos moviendo y dejé. Mi cable tierra gira en torno a la cocina. Tengo una profe colombiana libanesa, que habla español y árabe y empezamos un curso. Somos siete mujeres y tenemos nuestro martes de terapia. La pasamos bárbaro y a raíz de eso hemos empezado a relacionarnos las familias. La vida social es bastante intensa ya que acá no hay mucho para hacer afuera”. Dice que es habitual juntarse a comer en las casas donde pueden consumir alcohol sin problemas ya que el expendio esta prohibido en todo el país, excepto algunos lugares.

“Se organizan muchos asados en casa de familia o fiestas de cumpleaños. Nos juntamos a tomar una cerveza por esto o por aquello. La actividad en estos lugares es así, sobre todo en la cultura musulmana que me tocó tanto en Brunéi como en Libia. La vida social que uno tiene se intensifica y crea relaciones mucho más fuertes”, expresa.

En uno de sus lugares favoritos, el Sealine Beach
En uno de sus lugares favoritos, el Sealine Beach

Para salir a tomar una copa de alcohol fuera de casa hay que ir a los restaurantes de los hoteles de cadenas internacionales y suele ser bastante caro. Aunque ahora por el campeonato mundial esto se amplió y se puede tomar en la Fan Zone. La cordobesa cuenta que tiene una tarjeta llamada licor permis. “Existe un lugar donde las personas que no son musulmanas pueden presentar una carta extendida por la compañía que te trae y con eso se obtiene la tarjeta de licor permis para poder comprarlo mensualmente. Tenés como una alícuota, dependiendo de tu sueldo. Un máximo en alcohol, que no es barato, pero es más accesible que tomar en un restaurante”, explica.

En estos tiempos lo que más disfruta la cordobesa es del tiempo junto a su familia y amigos, con quienes va a la playa. “Se complica un poco en los meses de verano, que sería desde fines de junio hasta octubre, que es bastante caluroso, mejor dicho, agobiante. La temperatura puede llegar a los 50 y 51 grados con 70-80% de humedad. Así que no podés hacer absolutamente nada. Pero ahora empezó el clima lindo y ya uno empieza a ir al desierto y a las playas que son preciosas

Lo que más le gusta es bañarse en el mar del desierto. Algo que le parece alucinante y que no esperaba. Se imaginaba un paisaje de dunas y no con la desembocadura al mar con la que se encontró. Por lo que tuvo que guardar los bidones de agua que había llevado para poder hacer castillos de arena con sus hijos. Es su anécdota de recién llegada.

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