“Nos quedamos afuera del mundo”, es una frase despectiva que suele querer decir que la Argentina no participa del concierto mundial de países que están a la vanguardia del desarrollo o de las naciones que saben contener catástrofes en una época de colapso: pandemias, guerras, calentamiento global, viralización, fake news y desinformación. En contra de ese sentido común, Argentina, no solo es parte del mundo, sino que es caracterizada como una locomotora global en relación a los derechos de las mujeres, la población LGTBIQ y las personas trans.
La camiseta de ese mundial no es de un equipo que juega contra otro, sino de un juego que se reparte en equipo. Pero en el que la vanguardia de Argentina en matrimonio igualitario; ley de identidad de género; fertilización asistida; educación sexual; anticoncepción gratuita; el movimiento Ni Una Menos; la ley de aborto legal, seguro y gratuito y de cupo laboral trans son representadas como una legislación de vanguardia que incentiva a otras ciudadanas latinoamericanas a movilizarse y a las diputadas europeas a aggiornarse a una normativa que traspase las discusiones y amplíe los derechos. La Ministra de Igualdad de España, Irene Montero resalta este lugar que, con brújula sur, pone el norte en políticas inclusivas, en defender la libertad sexual y en lograr que los deseos estén amparados por más derechos: “España aprende del sur y aprende con admiración y con mucho orgullo de las cosas que nos enseñan. Con la victoria del aborto legal, seguro y gratuito las mujeres argentinas fueron un faro de luz ”
Ella es psicóloga, feminista, madre de 3, pareja de Pablo Iglesias (ex Vicepresidente y fundador de Podemos) y Ministra de Igualdad de España. Hoy ella tiene un lugar público más visible y demandante y, cuenta, que él se ocupa más de la crianza y las tareas de la casa. La intimidad es política y la política de la intimidad también son un reflejo de como la sociedad se puede transformar. Pero no es un cubo mágico que brilla por un rato para volver a quedar atrás cuando las piezas se encajan. Ella no es solo parte de un gabinete, sino que es una líder que tiene una visión política, económica y cultural que la lleva a ser una de las damas que más fuerte pisan en el tablero de ajedrez de la política europea.
Aunque, en realidad, no quiere jugar un solo juego, sino patear el tablero y volver a repartir las fichas. Tampoco es una dama en el sentido tradicional, sino que camina con seguridad, con convicción y con un aprendizaje que en vez de endurecerla la fortalece en risas compartidas, en ternura socializada y en un porte que cuida porque la política también tiene una parte de magnetismo y química que ella exhala entre jeans o tacones, con rulos o pelo recogido, con saco y corsets, con stilettos o botitas en punta, con una piel que muestra su transparencia, empatía y firmeza. Y con un liderazgo que marca que su posición internacional recién empieza y excede a una simple funcionaria.
Un ejemplo de su peso político es que en la Argentina fue recibida por Ayelén Mazzina, Ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad durante su participación en la #XVConferenciaMujer de América Latina y el Caribe que se realizó, del 7 al 11 de noviembre, en Buenos Aires, con el enfoque puesto en las sociedades del cuidado. Pero, más allá de su función, también fue recibida por el Presidente Alberto Fernández, en la Casa Rosada, como pares y junto a la Secretaria Legal y Técnica de la Presidencia Vilma Ibarra.
Además, ese día, se reunió con la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que la recibió en el Senado, el 9 de noviembre. En Argentina no es fácil unificar la agenda del Presidente y de la Vice. Pero Irene Montero mostró su cintura y su convocatoria en América Latina tanto a nivel institucional como comunitario. Además de la agenda oficial se sumó al encuentro “La Ola Verde en América Latina: lecciones aprendidas y desafíos para proteger el acceso al aborto seguro”, con un pañuelo verde que también se anima a portar en su muñeca en Europa.
En este mismo mes también visitó Colombia donde participó del Encuentro Iberoamericano de Mujeres Progresistas. Pero no fue solo una panelista. El 12 de noviembre, firmó el Memorándum de Colaboración entre los Gobiernos de Colombia y España (por una agenda feminista y antirracista) con la Vicepresidenta Francia Márquez.
Además, tuvo una reunión a solas con el Presidente Gustavo Petro, el 13 de noviembre, en la Casa de Nariño, que el jefe de estado replicó en sus redes. Ella no representa solo a su partido (Podemos) y tampoco solo a su cartera (Igualdad) sino que es una figura clave en la configuración de una coalición de izquierda, moderna, democrática y feminista y a la coordinación entre América Latina y Europa.
Irene Montero no es apenas un rostro armónico para las fotos diplomáticas. Ella tiene agallas para enfrentar ataques y mensajes de odio y cree que la violencia política es un muro en el que se quiere enterrar la ambición feminista de cambiar el mundo para que las que siempre se quedaron en sus casas puedan salir. Y, por sobre todo, lucha para que en las casas también se pueda pelear por el reparto del tiempo, el amor y la riqueza.
— ¿Por qué en la Argentina se repite que desde España nos ven afuera del mundo y solo se da micrófono a mujeres ligadas al Partido Popular o a Vox que niegan las conquistas de género?
— Es una campaña orquestada. El movimiento feminista es un movimiento popular que dice: “Necesitamos más democracia para la mitad de la población que somos las mujeres, pero también para la población LGTBI y la población trans, respeto a la diversidad y que todo el mudo pueda ser feliz, vivir bien y tener una vida pública, atención sanitaria, educación, atención a la dependencia porque todos necesitamos cuidados. Este movimiento está tan fuerte a nivel internacional y está pidiendo sociedades más democráticas y donde todo el mundo pueda vivir bien. Y eso despliega una reacción de quienes no quieren que haya más democracia y necesitan desigualdad, que haya muchos pobres para que haya pocos ricos, que las mujeres estemos ocupadas de los cuidados para que los hombres privilegiados puedan ocupar en exclusiva los lugares de toma de decisiones.
— ¿Hay una reacción machista frente al avance de las mujeres?
— Frente al avance del feminismo despliegan una reacción unificada: insultarte, cuestionar tu aspecto físico, si sos alta, flaca, fea, guapa, gorda; escrutar tu vida privada, intentar que la sociedad no te respete, que las mujeres que ejercen el poder tengan una perdida de autoridad para que nadie te crea ni confíe en tu propuesta política, para que no te valga la pena ocupar lugares y para que todas las demás se disciplinen y no ocupen lugares en ninguna institución o asamblea porque van a sufrir insultos y acoso mediático, acoso judicial y a sus familias. Las características son siempre las mismas. No pasa solo con las que están en la política institucional, sino con las que participan en asambleas feministas, en el derecho y en el periodismo. Ellos buscan hacer daño, pero nosotras juntas somos más poderosas
— ¿Cuáles son tus estrategias de autocuidado para que no te dañen?
— Estar siempre acompañada, nunca sola. Esa es la gran lección del feminismo y de los movimientos populares. No es casualidad que en todos los movimientos populares -y en la Argentina lo saben bien por las Madres de Plaza de Mayo- siempre hay mujeres al frente. En España, en las comunidades, en los barrios, en los movimientos por la vivienda, siempre hay mujeres al frente reconociendo que solas no podemos pero juntas sí. Yo reconozco que cuando me atacan me hacen daño, pero no hay daño individual que pueda frenarnos. Somos muy conscientes que nos atacan para frenar los cambios que el feminismo está impulsando. La principal estrategia de autocuidado es tener amigas, tener compañeras y trabajar juntas.
— ¿Cómo cuidar y criar cuando se trabaja, cuando se ejerce un cargo público y cuando se sufren ataques sistemáticamente?
— En el día a día tienes que resolver cuanto tiempo pasas en el trabajo, con tus hijos e hijas y descansando o haciendo tareas del hogar, con tu familia y con tus amigas. Pero no es una pregunta individual, sino colectiva. Fregar el baño, hacer la comida, ir a hacer la compra, cuidar de los niños, de tu pareja o de una persona mayor. No hay economía que aguante ni una semana si no se friega un baño, si no se plancha la ropa, si no se hace la comida para que puedas comer. El sostén de la vida es fundamental para vivir. ¿Cómo puede ser que en pleno Siglo XXI no forme parte de la estructura del Estado? ¿Cómo puede ser que sea una tarea que recae sobre los cuerpos de las mujeres y que es invisible? Las mujeres con poder solemos tener que delegar las tareas de cuidado normalmente en otras mujeres más precarias de manera remunerada. Pero todavía no se reconoce desde el Estado que hay derecho al cuidado: derecho a cuidar y a tener tiempo para cuidar y a ser cuidado cuando lo necesitas.
— ¿Cuál debería ser el rol del Estado?
-Tiene que existir una corresponsabilidad del Estado. No solo que se reparta más equitativamente entre hombres y mujeres sino que se ocupe el Estado. El feminismo va de repartir la riqueza, de repartir los cuidados, de repartir el tiempo”. Y no solo para trabajar y cuidar, sino para leer un libro, ir a un concierto, tomar un café con unas amigas o para dormir y ser feliz con la gente que queremos. Hay que hacer políticas públicas que garanticen el cuidado como un derecho. Hay que invertir dinero en políticas de cuidado.
— ¿La intimidad es política y la política es intimidad: cómo gestionas la estrategia personal del cuidado?
-En mi caso se ocupa más del cuidado, tanto de la casa como de los críos, mi pareja (Pablo Iglesias, ex Secretario General de Podemos y ex Vicepresidente de España). Hay muchas mujeres que estamos en posiciones de liderazgo o responsabilidad política y las que tenemos pareja hombre son ellos los que más se están ocupando de cuidar y eso cambia su posición y les ayuda a reflexionar lo que implica el feminismo y a construir su masculinidad. Eso también es avanzar en una sociedad feminista.
— En la Argentina hay sectores que muestran a España a través de políticas que se declaran anti feministas y que critican a Argentina por la migración a España. ¿Esa posición representa a todas las españolas?
— Más les gustaría, lo que quieren (Isabel Díaz) Ayuso (Presidenta de la Comunidad de Madrid y del Partido Popular de Madrid) y Cayetana (Álvarez de Toledo, diputada y ex portavoz del Partido Popular), que son la extrema derecha en nuestro país, es que no se cuestione su visión patrimonialista. Creen que España es suya y lo creen tan de verdad que solamente aceptan las reglas democráticas cuando ellos gobiernan. Si ellos no gobiernan consideran que un gobierno de izquierdas es un gobierno ilegítimo como nos llaman a nosotros.
Y si no controlan a la justicia no cumplen con la Constitución y no renuevan los órganos judiciales a pesar que es un mandato constitucional que tienen la obligación de cumplir y quieren usar siempre las estructuras del Estado para su propio beneficio partidario. En España la corrupción la ha instalado el Partido Popular para su propio beneficio, para financiar campañas electorales o para entregar ese dinero a los empresarios que les financiaban sus campañas. La justicia ha reconocido la estructura criminal de usar el dinero público para su propio beneficio.
— ¿Por qué desde Podemos hablan de law fare (o persecución política a través de la justicia) en España?
— Victoria Rosell es una (ex) jueza que se presenta como independiente en las elecciones y un ex ministro, un empresario y un juez se organizan para crearle un falso caso judicial y perseguirla. Ella ha luchado y ha conseguido demostrar que crearon una mafia para intentar terminar con su liderazgo político. En eso consiste la extrema derecha en España: en creer que el Estado es suyo. Pero no. España es el movimiento feminista que es lo mejor que tiene este país, es el movimiento de pensionistas, son las asambleas de vivienda. Un país es su gente que se levanta a trabajar y hace las tareas de cuidado. Lo mejor que tenemos es nuestro pueblo que no se parece en nada a la extrema derecha que quiere que el Estado sea suyo.
— ¿Cuál es tu visión del feminismo argentino y de las leyes logradas en los últimos años como el aborto legal, seguro y gratuito?
— España aprende del sur y aprende con admiración y con mucho orgullo de las cosas que nos enseñan. Con la victoria del aborto legal, seguro y gratuito las mujeres argentinas eran un faro enorme. Desde Argentina salía una luz a todo el mundo diciendo “si luchamos juntas se puede ganar” con el ejemplo de dar una batalla larga, muy larga, de las viejas con las pibas, todas unidas, hasta conseguir esa victoria.
— ¿Cómo se modifica el eurocentrismo al intercambiar experiencias y aprendizajes con el sur?
— El feminismo es un movimiento popular y una propuesta política. Por eso, desde el norte, reconocemos la capacidad que debemos tener de aprender de Argentina, Colombia, Chile, entre otros países. Las mujeres del sur son la vanguardia de la profundización democrática. Eso se ve en los pueblos que quieren profundizar la democracia. Con la victoria de Lula (en Brasil) se resalta que los pueblos latinoamericanos quieren más democracia y eso nos anima a las europeas a construir más democracias, que es lo mismo que decir más feminismo. Estoy muy orgullosa que esa relación tradicional en donde se supone que América Latina le debe todo a Europa o a España y que es una relación desigual donde nosotras tenemos el poder somos capaces de modificarla por una relación de hermanas donde nosotras aprendemos muchísimo de vosotras y con mucho amor y mucho orgullo.
— ¿Cuáles son sus metas y logros en el Ministerio de Igualdad?
— La lucha contra todas las violencias machistas. Acabamos de aprobar, después de dos años de tramitación, la ley “Solo sí es sí” para poner el consentimiento en el centro y para que todas las mujeres víctimas de violencia sexual encuentren atención integral. También reconocemos su experiencia en violencia política que es un tema todavía menos trabajado en España. Además buscamos ampliar los derechos sexuales y reproductivos. Espero que antes de que terminé el año tengamos la nueva ley de aborto en vigor que recoge su lucha, entre otras y la gran movilización del feminismo español por el derecho al aborto; la educación sexual que es la base de una vida libre de violencias y de una construcción de un mundo que termine con el machismo; la ley trans para los derechos de las personas trans y LGTBI y las políticas de cuidados.
— ¿Cuál es el objetivo de las feministas en el poder?
— El feminismo es repartir la riqueza, repartir el tiempo y repartir los cuidados. Tiene que haber políticas públicas para que las mujeres no lleven sobre su cuerpo las tareas del cuidado para que todo el mundo tenga tiempo y, especialmente, las mujeres precarizadas, las mujeres migrantes, las mujeres racializadas que son las que más se sobrecargan con las tareas si no está el Estado.
— ¿Qué pasa cuando hay mujeres que dicen que no es relevante la lucha contra el abuso sexual, la violencia de género o el machismo?
— Ser mujer no te convierte en feminista. Hay mujeres que están en el poder para contribuir a reforzar el neoliberalismo y la ley del más fuerte: el que llega es porque se lo ha ganado y el que no llega es porque no valía lo suficiente para tener un empleo o un proyecto de vida. Eso oculta que nuestras sociedades son injustas y que la mayoría de la gente no llega y que no llega no por no ser capaz o ser valiosa, sino porque, a pesar de ser capaz y valiosa, hay un montón de dificultades estructurales: desigualdad, pobreza y la riqueza de unos pocos frente a la pobreza de la mayoría. Las mujeres que perpetúan o agrandan las desigualdades responden a una estrategia que usa el machismo para decir: “Si ellas son mujeres y hacen política desde nuestra lógica significa que tenemos razón”.
— Muchas mujeres se corren de la política porque deben sufrir el machismo de los varones, los ataques de los sectores de odio y, muchas veces, las críticas internas de otras feministas. ¿Qué se puede hacer frente al desaliento?
— Es fundamental que las mujeres feministas hagamos política a pesar de la violencia política que padecemos: política desde las calles, desde las asambleas, desde el periodismo. Es importante que haya mujeres feministas tomando decisiones porque eso genera mejores países.
— ¿El Ministerio de Igualdad es un techo o un piso en tu carrera política?
— La militancia política es una forma de vivir en el mundo, de estar en sociedad, de asumir que somos interdependientes y nos necesitamos. Las cosas importantes las conseguimos juntas y hay que organizarse: en un sindicato, en un barrio, en un partido político, en el movimiento político. Solas no vamos a ninguna parte y juntas sí. Tenemos que ser muchas personas juntas para poder enfrentar las situaciones difíciles. El feminismo no es el punto 3 o 4 de un programa de gobierno sino un proyecto que quiere que todas las personas, incluyendo los hombres, tengan las condiciones materiales para ser felices.
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