El día en que Omar “Colo” Fornataro leyó en la National Geographic que los pelirrojos estaban en peligro de extinción, decidió no quedarse de brazos cruzados. Corría 2006 y en Europa comenzaban a formarse los primeros clubes de colorados, aunque en la Argentina ocurrió hace seis años, cuando se juntaron unas 150 personas en Plaza Serrano, Palermo.
Fornataro, de 58 años, es oriundo de San Antonio de Padua y siguió indagando, viajando y tomando contacto con otros pares a fin de visibilizar esta condición que afecta al 1,5 por ciento de la población mundial. Finalmente, creó “Pelirrojos Club”, una organización apolítica y sin fines de lucro que busca unir a todos los integrantes por el tono de sus cabelleras.
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Pelirrojos del mundo uníos
El objetivo de todos los encuentros es pasarla bien, compartir experiencias y tener un espacio recreativo y solidario, como el que tuvo lugar ayer en la ciudad de Córdoba durante la 4ta Juntada de Pelirrojos Club, con la presencia de integrantes de varios puntos del país.
La juntada tuvo lugar en la Plaza del Bicentenario con la finalidad de reunir útiles escolares y alimentos no perecederos para el Centro Vecinal Sargento Cabral. “Y también intercambiando historias”, dijo Romina Borgnino (34), enfundada en su remera verde que rezaba “Yo amo Pelirrojos Club”. Tan colorada como cordobesa, fue al encuentro con tres de sus cuatro hijos (los pelirrojos).
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Fornataro dijo que el encuentro fue todo un éxito. “Superó las expectativas y estamos contentísimos porque hubo mucha gente acompañando y gran cantidad de donaciones”, expresó a Infobae.
Más allá de la movida de ayer, el “Colo” dejó un mensaje mucho más profundo: la necesidad de extinguir todo tipo de sensacionalismo respecto de las personas pelirrojas, muchas de las cuales son asociadas como “mufas”. Contó, incluso, que en varias ocasiones, el Inadi se puso en contacto con el club para seguir de cerca posibles casos de discriminación, sobre todo por parte de los medios de comunicación.
“Debo decir que hasta ahora no fue necesario actuar. En lo personal, nunca sufrí bullying ni nada por el estilo, y somos todos los que debemos contribuir eliminando mitos y estigmas”, aclaró.
Pelirrojos solidarios
El mes pasado los “colos” se reunieron en Pergamino, provincia de Buenos Aires, con otra misión solidaria: donar cabello para confeccionar una peluca a una niña pelirroja de cuatro años que perdió su pelo a raíz de un tratamiento oncológico. “Está internada, peleándola, pero fue mágica su sonrisa al recibir la peluquita”, dijo a Infobae Mercedes Nieto, integrante de “Corazones en Acción”.
Para Romina, de niña no fue fácil ser colorada y asegura que su autoestima mejoró cuando ingresó al club. Mucho antes, sobre todo cuando iba a la primaria, tuvo que soportar desde alusiones como “Cabeza de alambre de cobre” o “Chorro de Fanta” hasta empujones, tirones de pelo y el vacío del curso: en la escuela nadie quería sentarse con ella.
Nacida en una zona rural de Sinsacate, en su primera niñez vivió muy contenida, aunque siempre, al fin y al cabo, era una “rareza”. Le decían “zanahoria”. Más tarde, cuando la familia decidió mudarse a Despeñadero, empezó la verdadera pesadilla. “Fue muy traumático”, evoca.
Y enumera: “No sé si muchos saben que los pelirrojos tenemos algunas particularidades, entre ellas que a las nenas no nos crece el pelo hasta los tres años; fabricamos nuestra propia vitamina D; tenemos piel más sensible y somos tan propensos al dolor que requerimos el triple de anestesia que otra persona”.
Cuando nació, en 1987, su condición era incluso más extraña que hoy. “Donde iba me tocaban la cabeza; todos querían conocerme”, recuerda. La secundaria fue más tranquila. Le decían “Colo” o “Fosforito” aunque ya no la discriminaban. Además, estaba habituada a explicarles a sus compañeros los alcances del gen distinto que ostenta, el MC1R.
Romina, que hoy está divorciada, se casó con un hombre morocho y tuvieron cuatro hijos: tres niñas y un varón. Solo una de sus hijas tiene cabello oscuro como su papá. “A medida que iban naciendo, todos colorados, yo pensaba en lo difícil que iba a ser para ellos. Pero no: los tiempos cambiaron y solo una vez tuve que ir a hablar al colegio. Enseguida la situación se normalizó… y todos amigos”, rememora la chica en diálogo con Infobae.
Con el papá de sus hijos, en algunos momentos Romina también se sintió diferente. “Tal vez sin darse cuenta me hacía sentir mal, como condenada por ser ´gringa’ y también con algo de culpa”, repasa.
Su autoestima cambió por completo cuando comenzó a integrar “Pelirrojos Club”. “Allí todos somos iguales y realmente me siento una más. Participar de este grupo fue muy importante para volver a confiar en mí”, insiste y señala que, en cierto modo, el estigma tuvo que ver con algunas atrocidades de la historia, como relacionar a las pelirrojas con las brujas, el antiguo trato diferente con las esclavas de ese color y los castigos o hasta las condenas a muerte.
Gabriela Garello, también cordobesa y abogada, se sumó a la idea en 2017, cuando un link la invitó a unirse y hoy es referente de “Pelirrojos Club” del centro del país. Y frente al piropo de “bonita” cuando exhibe una imagen actual, bromea: “¡Me pongo más colorada!”
Casi de memoria, explica que para que nazca una persona pelirroja el gen deben tenerlo ambos padres, aunque esto no signifique que deban ser colorados. “Puede pasar que hasta en cuatro generaciones no aparezca nadie con este color”, aclara, mientras cuenta que tiene una hermana rubia y que ella siempre, por supuesto, fue “La Colo”, salvo en las reuniones del club que es llamada por su nombre porque, de lo contrario, todos deberían darse vuelta.
“Nunca me sentí discriminada, aunque sí, era la más rara. Fui la única pelirroja durante toda la primaria y la secundaria de un colegio de mujeres y tal vez como nos conocíamos de toda la vida no me cargaron jamás. Es un mito que los pelirrojos traen mala suerte. Esa idea viene de la época de las peleas entre romanos y vikingos. Yo pienso exactamente al revés, que traemos buena suerte”, asegura.
Mientras más se divulgan casos de discriminación, señala, más se perjudica a niños y adolescentes pelirrojos. “De todos modos, eso era antes, hoy los colegios saben abordar muy bien estos temas que no solo pueden afectar a colorados sino al gordito o al de lentes…”, reflexiona. Y agrega que, justamente, a raíz de la historia de los vikingos, suele decirse que los pelirrojos son “bravos” de carácter.
De todos modos, ella tiene un apodo diferente al resto: “Colorí”, que nació cuando era chica, durante el programa de “Reina en Colores”, de Reina Reech.
“Amo ser colorada y estar dentro del 1,5% de la población mundial. En mi caso, estoy dentro de un grupo aún más reducido, porque soy de ojos azules ¡Un bicho raro! Es cierto, alguna vez me han dicho algo en la calle, pero nada grave. En una oportunidad tuve un entredicho con alguien que me dijo un apodo agresivo, le expliqué que no me gustaba y nunca más un problema”, recuerda.
“Hoy llevo orgullosa mi bandera de colorada enarbolada. Me encanta ser distinta y única. Es tan poco frecuente nuestro color que muchas veces cuando coincido en una reunión con otro pelirrojo me preguntan si somos hermanos”, ríe.
Fuera del país, Gabi no se siente observada. “En realidad es la sociedad argentina la que sectoriza o mira diferente al otro”, lamenta.
Noelia Castillo vive en Mendoza y es activa referente del club. Es colorada “a mucha honra”: ama ser pelirroja y está orgullosa de que también lo sea “Juanma”, su único hijo de 18 años.
“Siempre repito lo mismo: con la edad empecé a entender que soy una linda mutación genética y que la gente le teme a lo diferente. Está instaurada esa creencia de que somos ´mufas’ y creo que es la parte más dura ver que cuando pasamos se tocan el pecho o el testículo izquierdo”, ejemplifica.
Pero ella ve con su hijo que las nuevas generaciones son más evolucionadas. Y hoy lo disfruta. Siempre fue la “Colo” o “Rojis”, por eso siente que el nombre lo tiene “al divino botón”. Finalmente, admite algunas complicaciones, como ser resistente a ciertas medicaciones y carecer de cobertura social para los protectores solares.
El gen responsable
Las estadísticas indican que entre el 70 y el 74% de los pelirrojos responden a una pequeña mutación que apareció hace unos 50.000 años dando lugar al gen MC1R, responsable de este color.
Entre las curiosidades de los colorados, junto a ciertos patrones estéticos como tez muy blanca, pecas y ojos generalmente marrones, avellana o verdes, se encuentran otras características particulares. Son más sensibles a los cambios de temperatura y al dolor.
Además, son mayores productores de vitamina D y esto se debe a que, miles de años atrás, las personas que se asentaban en el norte de Europa no recibían la cantidad suficiente de sol durante el año y eso hizo que su piel se aclarase aún más mientras que su cuerpo se adaptó para generar por sí mismo los niveles requeridos por el organismo.
Entre Irlanda y Escocia vive el mayor porcentaje de población pelirroja (11% y 13%, respectivamente) y se estima que en estos países el 40% de las personas son portadoras del gen MC1R.
Otras naciones donde es significativa la presencia de colorados son Inglaterra (6,5%) y Estados Unidos (2%).
Quienes deseen contactarse para integrar el grupo, pueden hacerlo a través de las redes sociales: Pelirrojos Club (Facebook), @pelirrojosclub (Instagram), +5491144759077 (WhatsApp).
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