Funcionarios de Mendoza presentaron un proyecto para que la momia conocida como el “Niño del Aconcagua” sea restituida a la montaña. Los restos fueron encontrados hace 37 años y actualmente se encuentran en la capital de Mendoza, en el Instituto de Ciencias Humanas Sociales y Ambientales (Incihusa), perteneciente al Conicet. Los especialistas aseguraron que no se los puede llevar a su sitio original dado que “sería exponerla a su destrucción”. Por eso, se buscará armar las condiciones para construir un santuario que garantice su conservación.
Los restos momificados del nene inca fueron encontrados por un grupo de andinistas en el cerro Aconcagua. Se estima que el cuerpo pertenece a un nene de aproximadamente 8 años, quien fue ofrecido en carácter ceremonial. Luego de permanecer 500 años en la montaña, el nene momificado fue hallado en 1985 por una expedición de montañistas argentinos que pasaron por el lugar de casualidad.
Tras pedirse la restitución del cuerpo se aclaró que no será expuesto al público. La ministra de Cultura y Turismo de Mendoza, Nora Vicario remarcó que el proyecto se encuentra en una etapa de consensos y luego pasará a una evaluación. Para definir la propuesta de restitución, intervienen distintas institución vinculadas a comunidades originarias, la UNCuyo, Conicet y el Área Natural Protegida del Aconcagua. Todas ellas analizarán la viabilidad del proyecto y luego se pasará a la etapa de evaluación.
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Los restos del nene fueron encontrados en 1987 y se retiraron del lugar con el objetivo de ser analizados por medio de diferentes estudios. A partir de dichos análisis, se estableció que el cuerpo fue ofrecido en carácter ceremonial alrededor del 1500. Actualmente, los restos se encuentran conservados en Instituto de Ciencias Humanas Sociales y Ambientales (Incihusa) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
El director de Patrimonio, Horacio Chiavazza aclaró que se necesita un lugar capaz de certificar la conservación del cuerpo y a su vez, contemplar aspectos naturales para no afectar el suelo congelado.
Más allá de poner a consideración las condiciones para el cuidado de los restos momificados, se indicó que también se buscará garantizar el lugar que las comunidades consideren apropiadas para la restitución y que responda a la subsanación del hecho de haberla bajado del Cerro Pirámide.
Al respecto, se destacó el trabajo conjunto con comunidades originarias dado que “tienen una voz muy importante en este proyecto”. En concordancia trabajan junto a instituciones y personas que buscan garantizar la preservación, mantenimiento y evitar la generación de impactos ambientales. A modo de ejemplo, se planteó que profesionales de la Dirección de Patrimonio Cultural y Museos y la Facultad de Filosofía y Letras son los responsables de la conservación de los restos de textiles
“El objetivo que persigue esta práctica de gobernanza, en relación al patrimonio provincial, no es el de generar un atractivo turístico, sino el de reconstruir un hecho ceremonial”, detallaron.
Además, se planteó que si bien el santuario podrá ser visitado por andinistas, se remarcó que la “finalidad principal responde a transformarlo en un espacio didáctico y pedagógico, para que las personas se inserten dentro de las lógicas del mundo andino y puedan entender al Aconcagua”.
Ante la hallazgo y pedido de restitución de los restos momificados, se aclaró que la Cordillera de los Andes no solo se destaca por sus elementos naturales y su potencial de visita turística, sino también por tratarse de “un paisaje pleno de significado, que fue y es concebido por las comunidades originarias que le dieron otro sentido y es el que se pretende rescatar y enseñar”.
Cómo fue el hallazgo de la momia
Gabriel Cabrera, los hermanos Fernando y Juan Carlos Pierobon y Franco y Alberto Pizzolon realizaron una expedición al pico más alto de América. Mientras caminaban por una de las laderas del Aconcagua, encontraron los restos del menor.
Si bien en un principio pensaron que se trataba de un cóndor muerto, al acercarse descubrieron unas plumas amarillas y negras que formaban parte del tocado del nene sacrificado por los incas. A partir de los estudios realizados, se estima que el menor llegó al lugar junto a un grupo de sacerdotes y durante una larga peregrinación iniciada en Cuzco.
Junto a la momia, la expedición halló seis estatuillas incas de oro y plata de más de medio metro de altura. Por tal motivo, se recordó que el Aconcagua era una montaña sagrada donde se solían realizar rituales de sacrificio de personas y animales.
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