El pacto con los militares que redactó Perón y los afiches dándose la mano con Lanusse que nunca vieron la luz

Antes de su regreso a la Argentina, Perón redactó un acuerdo de 10 puntos entre él y el presidente de facto que no prosperó. Las razones del gobierno militar para no aceptar. El pedido de condena a la guerrilla que el líder justicialista no quiso hacer. Y las dudas que, a pocos días de la fecha planeada para la vuelta, tenían distintos actores políticos sobre el retorno

–Cano ¿qué pasa si vuelve Perón?, le preguntó un empresario durante una cena social.

–Me pongo el casco, respondió el teniente general Alejandro Agustín Lanusse.

Con el paso de las semanas, Lanusse tendría que reconocer públicamente que su afirmación privada era errónea. Antes de ponerse el casco, el presidente de facto se enteró oficialmente, el 2 de noviembre, que Juan Manuel Abal Medina había sido designado Secretario General del Movimiento Nacional Justicialista. El joven abogado de 27 años, tenía un pasado no peronista, nunca al nivel de un gorila, y traía consigo el apoyo de la Unión Obrera Metalúrgica y el visto bueno de José Ignacio Rucci. También tenía afinidad con un sector del nacionalismo de reciente pasado golpista contra Lanusse, con una fuerte influencia de Marcelo Sánchez Sorondo; el respaldo de Galimberti y el silencio expectante de Montoneros. En realidad, Juan Manuel Abal Medina ya había conversado con Perón sobre su nueva posición en su último viaje a Madrid, pero quedaron en hacerlo público en noviembre. Para los militares era una mala designación, una señal de que no habría ningún acuerdo entre el justicialismo y la Junta de Comandantes.

8 de octubre de 1972, el último cumpleaños de Perón en Madrid

¿Un acuerdo entre Perón y los militares? Sí, en el flirteo previo a la llegada del ex presidente a su país, se habló de un acuerdo de “los 10 puntos” que, tras ser estudiado en gran reserva no llegó a ningún destino. Antonio Cafiero, años más tarde diría que “Perón y Lanusse se querían instrumentar mutuamente. Fue un duelo de inteligencias tácticas, llevado a cabo por dos estrategas.” El documento, según Cafiero, había sido redactado por instrucciones del propio Perón en el hotel Gran Vía de Madrid por él y el dirigente santafesino Carlos “Chango” Funes, llevado a Buenos Aires por Leopoldo Frenkel y entregado por Héctor Cámpora a Lanusse el 6 de octubre. Y puntualizó: “El acuerdo fracasó porque Lanusse advirtió que Perón lo estaba utilizando, que no tenía la menor intención de hacer un acuerdo sobre la base de que el candidato de unión nacional fuera Lanusse, cosa que estaba trabajada por Arturo Mor Roig y que contaba con el consenso de José Ber Gelbard.” Desde tiempo antes, la zanahoria peronista del acuerdo está contenido en un plan de acción que se preparó el 26 de septiembre de 1972 y su autor fue “Chango” Funes.

Párrafo del plan de Funes

Sobre dicho “acuerdo”, Juan Manuel Abal Medina va a decir en su reciente libro de Memorias que “Lanusse, quería primero que nada, para poder continuar con el proceso (negociador) la condena a la guerrilla por parte de Perón, cosa que Perón nunca iba a hacer…el General no iba a aceptarlo, porque no tenía sentido, dado que una parte que hacía indispensable su regreso era que el único que podía parar en serio lo que se llamaba la ‘guerra civil’ en Argentina era él.” El domingo 5, por la tarde, Cámpora volvió de Madrid tras unos pocos días de consultas con Perón, en compañía de su hijo Carlos. Traía las últimas directivas para el retorno. Entre otras, la lista de los que viajarían en el charter; una agenda tentativa de actividades en la Argentina y el lapso de tiempo que permanecería. Sin embargo, los diplomáticos extranjeros acreditados en Buenos Aires, como muchos jefes militares, seguían sin estar convencidos del retorno de Perón. El 7 de noviembre de 1972, la embajada de EEUU en la Argentina envió un cable cifrado para el Secretario de Estado en Washington DC, con retransmisión a las embajadas de los EEUU en Asunción, Lima, Madrid, Montevideo, Roma. “Objeto: Nuevos informes relacionados al regreso de Perón el 17 de noviembre.

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Resumen: Los peronistas locales están anunciando el retorno del líder para el 17 de noviembre. No estamos convencidos de que todo NO SEA una treta. Seguimos creyendo que Perón regresaría solamente si se concretara un acuerdo con los militares. Sin embargo algunos creen que ello ya ha sido logrado o está muy próximo a lograrse. Hoy no hay diarios por ser el Día del Canillita pero diarios locales informaron que Cámpora anunció hoy al Congreso Justicialista que Perón regresaría el 17 de noviembre en vuelo de Alitalia procedente de Roma”.

“Un contacto peronista mostró anoche una carta de López Rega, fechada el 28 de octubre, en que le confirmaba que Perón había decidido volver en la fecha acordada, y que (según el contacto) Cámpora le había dicho que la fecha era el 17 de noviembre. En la carta también decía que el retorno significaría una solución pacífica no confrontativa”.

Expectativa sobre un posible encuentro Lanusse-Perón

“Entendemos (también de la misma fuente anterior) que Perteagudo (ver BA 68071) había recibido anoche un télex de López Rega pidiendo una reunión de las partes del “Plan” para informar sobre el retorno. La misma fuente dijo que un confidente del Ministerio del Interior le había dicho que tenían 200.000 carteles (o afiches) mostrando a Perón y Lanusse dándose la mano bajo el mensaje Soluciones y Paz. Esta embajada no pudo confirmar la versión de “tercera mano” pero si fuese cierta nos sugiere que en círculos oficiales hay considerable optimismo sobre el resultado de las negociaciones. Seguimos creyendo que Perón no regresará sin haber acordado previamente con los militares. El contacto peronista, amén de otros, coinciden con esta apreciación, pero se corría la voz de que avanzaban las comunicaciones con el gobierno argentino lo que indicaría una alta probabilidad de retorno. También comentaban que la fuerte reacción negativa sobre el artículo de Le Figaro (ver BA 68421) había convencido a muchos peronistas y eventualmente al mismo Perón de que el público tenía demasiados rumores contradictorios sobre el retorno o no retorno y que Perón debería regresar para no perder su imagen positiva.”

“Comentario: A pesar de que la última conclusión es probablemente cierta, en este momento NO estamos convencidos de que ésta no se trate de una nueva presión, y que esta vez la fecha no se postergaría una vez más. Por supuesto, todo dependerá del resultado de las negociaciones (que se hagan) por debajo de la mesa.

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La Embajada marchaba a destiempo porque Lanusse habló por televisión para confirmar la fecha del 17 de noviembre: “Estoy seguro que en el pueblo surgen en estos momentos sentimientos contradictorios. Digámoslo sin eufemismos. Hay temor. Hay entusiasmo. Hay espíritu de revancha. Hay planes de todo tipo (…) Que nadie se llame a engaño: nada alterará la vida nacional. Ni un millón de partidarios, ni un millón de enemigos trastornará la actividad productiva, la paz de nuestros hogares”.

Mientras la dirigencia política justicialista intercambiaba información y ponía en alerta su estructura, el poder militar analizaba la posibilidad de un acuerdo con el ex presidente y trazaba planes que sólo cabía en su imaginación. Según el Acta N° 39/72 de la Junta de Comandantes, el 7 de noviembre de 1972, se debatió durante tres horas la situación interior y el proyecto de “Bases de acuerdo programático mínimo para el próximo gobierno constitucional” preparado por el Ministro del Interior.

Párrafo del Acta de la Junta Militar

En coincidencia con estos informes, el 10 de noviembre, el jefe del Cuerpo I, general Tomás Sánchez de Bustamante, le informó a Lanusse que dos personas de la confianza de Perón lo consultaron sobre la posibilidad de que el ex mandatario aterrice en Ezeiza el 17 de noviembre. “Dicha consulta la realizaron en razón de una comunicación que recibieron en la víspera por encargo directo del propio Perón” y al mismo tiempo ofrecían una suerte de agenda-temario para ser analizada. En el tercer punto se exponía: “Anuncio de Juan Domingo Perón por vía satélite desde Roma sobre su retorno, puntualizando: Mensaje de paz, condenación de la guerrilla y la violencia, y su plena confianza en las FF.AA. en quienes deposita su seguridad personal.”

Informe de Sánchez de Bustamante a su comandante en jefe

En noviembre de 1972, un ligero incidente televisivo se produjo en el estudio de Canal 9, mientras estaba en el aire “Almorzando con Mirtha Legrand”, apenas fue tomado por los diarios estilo. La crónica de La Opinión era una obra de arte. Hacía cinco años que el programa se emitía por la emisora de Alejandro Romay. Ese día, estaban participando el médico Miguel Bellizi, el humorista Jordán de la Cazuela, el actor Jorge Medina Castro, el torero Ernesto Santos y Elio Roca, el creador de Cómo deseo ser tu amor, un cantante melódico ye-ye, como diría Perón. Por una indicación dada por Don Alejandro 15 días antes, el programa debía tener en sus contenidos un poco de la cuestión política de esos momentos. Comenzaron a hablar del regreso de Juan Perón y Bellizi –que estaba en la lista del charter—discrepó con la dueña de casa en si debía llamarse al partido como peronista o justicialista. Elio Roca, se metió en el diálogo diciendo que no era peronista y que todo lo que rondaba al vuelo del avión Giuseppe Verdi le parecía una vergüenza. Detrás de las cámaras se vio al productor modular y gesticular: Tratá de cambiar de tema. ‘Yo no le hice caso’ dijo Legrand y a los pocos minutos vino una pauta comercial, y en eso se abrió una puerta y apareció Don Alejandro Romay. Saludo a los invitados y en voz alta dijo: “Por favor, no hablen más de política”.

Chiquita le recordó que lo hacía por sugerencia suya, porque el programa era muy rosa y que debía ser más agresivo. “El suyo debe ser un programa didáctico”, respondió Romay y ella respondió que seguiría con el tema. El gerente general del canal levantó la voz: “Señora Legrand, terminantemente no se habla de política. Cambien de tema”. La respuesta fue una sola: “Muy bien señor, usted es el dueño del canal”.

Almorzando con Mirtha Legrand

Cuando terminó el programa se le pasó a Mirtha una comunicación en la que se le informaba que había estado a punto de transgredir disposiciones oficiales, a lo que ella respondió que no era cierto. Luego, Romay a través de una esquela la invitaba a tomarse 15 días de vacaciones y horas después le prohibieron entrar al canal.

El incidente dio pie al pase del año: Mirtha que ganaba 2.500.000 de pesos mensuales pasó a Canal 13 con el mismo ciclo por 4.500.000 de pesos por mes.

El cubano Goar Mestre se la había robado. Alejandro Romay, para no ser menos, apostó a continuar con el ciclo e impuso a uno de sus ases; a Orlando Marconi, el recordado conductor de Feliz Domingo y El campeonato de la risa. Fue un fracaso y Canal 9 volvía a ser lo que siempre fue, una emisora popular.

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