El misterioso palacio de Caballito que esconde secretos que pocos vecinos conocen

El imponente centro de gravitación de Aysa fue construido con materiales traídos desde Inglaterra e inaugurado en 1915. ¿Cuál es su función? la explicación de una experta de la empresa

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Todos los materiales de la
Todos los materiales de la obra llegaron de Inglaterra en barco. La obra arrancó en 1912 y luego de tres años, en 1915, se realizó la inauguración (Aysa)

Es un misterio para todos los vecinos de Caballito que caminan por sus veredas casi a diario. Parece un gran palacio abandonado, con todas sus ventanas cerradas y sin vida en su interior. Muy pocos se imaginan lo que contiene esta mole de ladrillos de tres pisos de altura e inmensas puertas de madera. Más allá de la imaginación se trata de una construcción de Aysa que durante muchos años fue usado para recibir y distribuir el agua que consumían los porteños en sus casas.

Infobae recorrió su interior cargado con la historia de la Buenos Aires de principios del siglo XX, en la cual toda la infraestructura estaba por hacerse. Al acercarse al palacio por Pedro Goyena, una tradicional avenida de Caballito, lo primero que se ve es una línea de árboles frondosos, como el bosque alrededor de un castillo. Luego una reja de hierro forjado y por último las anchas paredes de la construcción con remaches. Todos los materiales de la obra llegaron de Inglaterra en barco. La obra arrancó en 1912 y luego de tres años, en 1915, se realizó la inauguración.

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Una imagen del palacio en sus primeros años a mediados de la década del 20 del siglo XX (Aysa)

El palacio por dentro

Ya adentro del palacio, tras cruzar las macizas puertas de madera, en la que aparecen talladas la O y la S de Obras Sanitarias, se ven las 180 columnas de hierro que sostiene 12 tanques que pueden soportar unos 72 millones de litros de agua a 30 metros de altura. Se trata del depósito de Gravitación de Caballito, el primero que se construyó a continuación del Palacio de Agua ubicado sobre la avenida Córdoba.

El diseño del palacio de Caballito sigue la línea general del edificio de la Avenida Córdoba. Se trata de una gran estructura metálica interior con doce tanques de reserva de cuatro metros de altura y seis mil metros cúbicos de capacidad, en tres niveles, sostenidos por una malla de columnas de hierro que también soportaban el armazón de la cubierta de chapas onduladas en la parte central y las mansardas y cúpulas de pizarras perimetrales.

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En diálogo con Infobae, Celina Noya, arquitecta y coordinadora del Museo del Agua, explica que “primero se hizo el palacio de la avenida Córdoba y a medida que la ciudad fue creciendo se agregaron primero este de Caballito, el de Devoto y por último el de Constitución que se inauguró en 1957″.

Apenas se ingresa al patio
Apenas se ingresa al patio central, lo primero que se hace es mirar hacia arriba. Se pueden observar los tanques y toda la serie de cañerías y válvulas que permiten el control del agua (Aysa)

“La estructura es antisísmica, con las vigas que cruzan las columnas independientes de los muros. Cuando las vigas llegan a los muros unos cilindros le permiten el movimiento que se genera cuando el agua está en los tanques”, explica Noya.

Apenas se ingresa al patio central, lo primero que se hace es mirar hacia arriba. Se pueden observar los tanques y toda la serie de cañerías y válvulas que permiten el control del agua. La imagen es como si el Titanic hubiera encallado en Caballito en algún momento de la historia en la que el Río de la Plata hubiera llegado hasta el centro de la ciudad de Buenos Aires.

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Noya cuenta una anécdota que pinta con precisión la idea de erigir un palacio para preservar los tanques de agua de la ciudad. “La imagen de la fisonomía de de este edificio se usaba en las postales de Buenos Aires que mandaban los inmigrantes europeos que venían a ´hacer la américa´ -relata la arquitecta-. Escribían en el dorso con todo lo maravilloso que veían en Buenos Aires e invitaban a otros familiares o amigos de sus países a embarcarse hacia Argentina”. Así, las imágenes de la “Argentina potencia” corrían de boca en boca entre los italianos, españoles, polacos y otros europeos que padecían las hambrunas producidas por las guerras en su continente.

El palacio de Caballito tiene
El palacio de Caballito tiene paredes gruesas de ladrillos macizos y los revestimientos son de piedra París (Aysa)

La construcción del edificio estuvo a cargo de la flamante empresa estatal en ese momento Obras Sanitarias de la Nación y fue construido por la firma Lavenás, Poli y Cía. a partir de 1912 para ser habilitado e inaugurado en octubre de 1915. “En ese momento se usó el 50% del presupuesto de cada año de toda la empresa de agua para traer todos los materiales desde Inglaterra y para su edificación”, recuerda Noya sobre la dimensión del proyecto.

El palacio de Caballito tiene paredes gruesas de ladrillos macizos y los revestimientos son de piedra París. Todo el edificio esta desarrollado en una planta de 8100 metros cuadrados con un pulmón en el medio y cuatro “patios de aire en forma de cruz con paños vidriados en la altura”.

Los tanques están en los tres pisos de superiores. Compuestos por placas de remaches, en su interior están revestidos por ladrillos y deben ser limpiados periódicamente. Hoy, el palacio se mantiene operativo con sus tanques vacíos, salvo en algunos momentos del año en que Aysa decide que se llenen de agua. “Es en los casos en que la empresa cree que por alguna obra puede ser que falte agua en la red y se necesite usar la de los tanques para proveer a la Ciudad”, explica Noya.

El agua de la Ciudad

Tras las epidemias de fiebre amarilla de mediados de siglo XIX (hubo 4 entre 1852 y 1871), Domingo Faustino Sarmiento comenzó a pensar en un sistema de agua potable para la Ciudad. Exportó el modelo inglés de tanques de gravitación. El agua provenía del Río de la Plata y llegaba a las estaciones elevadoras. Todavía se puede observar frente al Parque de la Memoria en costanera norte la primera toma que fue construida en 1872, justo al finalizar la última ola de contagios de la fiebre amarilla.

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Una foto del edificio de Caballito en sus primeros tiempos cuando Caballito aún era zona de quintas (Aysa)

El agua que se captaba del Río de la Plata era llevada por un túnel de toma hasta la planta de Recoleta, enclave que se proyectaba ampliar y modernizar, luego llegaba a depósitos de asiento en los que se alojaban las materias en suspensión, para luego pasar a los filtros debajo de los cuales se asentaría una cámara de reserva y, desde allí, era distribuida a la ciudad por medio de máquinas impelentes ubicadas en una casa de máquinas, de mayores dimensiones y capacidad que la proyectada por Coghlan años atrás. Luego el centro de Recoleta fue dado de baja y el agua se potabilizaba en la planta San Martín, frente a la costanera norte en la zona de los Bosques de Palermo.

Antes de estos planes de Sarmiento, las clases altas tenían un aljibe que era un pozo que recolectaba el agua de lluvia a través de canaletas para su uso. También estaban los aguateros que vendían agua por las calles de tierra de Buenos Aires de fines del siglo XIX. “Los pobres no tenían otra chance que internarse en el Río de la Plata con algún animal de carga y cargar algún balde para tener algo de agua -narra la arquitecta de Aysa-. Era líquido sin filtrar del río con todos los peligros que eso tenía”.

Mediante bombas a vapor subía a la superficie y luego a los tanques a través de conductos maestros de gran diámetro. Los depósitos siempre debían estar llenos para mantener la presión en el servicio hogareño y asegurar la distribución que se realizaba por toda la red. Esto fue quedando obsoleto con las construcciones de altura de Buenos Aires que no permitía que el agua baje con presión por las canillas de los departamentos.

Los tanques están en los
Los tanques están en los tres pisos de superiores. Compuestos por placas de remaches, en su interior están revestidos por ladrillos y deben ser limpiados periódicamente (Aysa)

“Estos tanques enormes del palacio, se usaban igual que los tanques de las casas. Por eso están altos, para que ganen presión. Servían cuando la ciudad no era tan grande, pero cuando Buenos Aires creció en altura comenzó a perder su capacidad”, explica Noya.

A partir de la década del 40 se cambió el sistema de distribución del agua. Se hizo a través de los ríos subterráneos. En ese momento, se evaluó que subir el agua hasta los enormes tanques de gravitación era un gasto mucho mayor de energía. Desde ese momento, por los subsuelos de Buenos Aires, mucho más abajo que el subte corren estos caños de 5 metros de diámetro que distribuyen el agua. “Aysa, luego la sube hasta cada toma de las veredas porteñas para que cada casa o edificio la tome y la lleve o hasta las canillas o hasta los tanques con algún tipo de bomba”, resalta Noya, sobre el sistema de distribución.

Tras las gruesas paredes del palacio de Caballlito, soportado por las columnas, descansan los 12 tanques gigantes, indiferentes al paso del tiempo y a los vecinos que intentan espiar entre las rejas de hierro forjado lo que esconde esta mole gigante en el centro geográfico de la Ciudad.

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