Nafta, el neo-soul de los jóvenes que se abren camino

Sin demagogia y con arreglos refinados, la banda que lidera Magamo muestra que en nuestro país la música continúa nutriéndose con talento

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Nafta son Magano, Abril Olivera y An Espil en coros, Simón G en teclados, Tomás Sánchez en batería y Bryan Vainberg en el bajo
Nafta son Magano, Abril Olivera y An Espil en coros, Simón G en teclados, Tomás Sánchez en batería y Bryan Vainberg en el bajo

En la radio cada vez que nos enfervorizábamos pinchando al aire discos de música soul, justificábamos diciendo " es que de ésto acá no hay”. Así es como con cada disco de Marvin Gaye, Aretha Franklin, Bobby Womack, Donna Summer, Maxwell o D´angelo se nos complicaba sobremanera seguirlos con algo nuestro.

El soul no fue, sino hasta los 90´s, difundido de manera contextualizada entre nosotros, los argentinos. No era por desprecio o imposibilidad que los discos de Motown o Stax records no la movían en la gran conversación, era por falta de contexto.

Conste que estoy hablando de música mas una pequeña colateralidad. La peluca afro o los anillos bordeando el ala de un sombrero eran un distrito desconocido por estos lugares tan pintorescos. Quitando algunos hechos aislados, o los obvios -Michael Jackson, Stevie Wonder, Barry White-, pocos músicos de soul conseguían instalarse en el gusto popular mas allá de la difusión, . La aparición del funk acercó a los jóvenes de ayer porteños a la gesta de Harlem. Un poco quizás a principios de los 70´s.

Decíamos hace unos meses que Billy Bond se había atrevido en algún momento a hacer música funk, y un par de fracasados más que no pudieron hacer más de tres veredas parados hasta derrumbarse en un mar de intrascendencia.

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La disco music fue otra cosa. Si estuviésemos observando la vida como una pelea de UFC, el funk y el soul fueron ese un-dos de prueba, que remata en esa patada en la oreja que noquea volteando más aturdido que dolorido al adversario. Esa patada se llamó música disco. Esas músicas diseñadas para bailar en las discotecas. Se adoraban los discos de Earth Wind & Fire, Kool & the Gang, James Brown, Gloria Gaynor. La discoteca fue el templo donde se gestó la pluralidad, las pequeñas minorías en la pista se licuaban con la generalidad. Allí entre la música a 15000 watts, bailando bajo las estroboscópicas de luz negra, gritando sin que nadie escuche, a pura piel y sudor, todos eran iguales.

Verdaderamente eran iguales, Johnny Depp y vos, Zoe Kravitz y tu prima Mechi. Un rato nomás, entre luces locas y músicas negras. Ahí si se puede decir negra, nadie se va a ofender, básicamente porque a nadie le va a importar demasiado tu línea de pensamiento. Eso queda para otros menesteres.

Por la ventana de la disco music entraron unos cuantos más que venían del soul y el funk.

Algunos de los integrantes de Nafta tocan también en otra agrupación llamada Militantes del Climax
Algunos de los integrantes de Nafta tocan también en otra agrupación llamada Militantes del Climax

De manera que nos pasamos los 80´s a todo Michael, Wonder, Run DMC, Lionel Ritchie, Prince. Todos aprovechando el bajón de popularidad que sufría momentáneamente el jazz, después de ese híbrido que enfrió la caldera llamado Jazz Rock que terminó aburriendo hasta al Joker.

A decir verdad el blues estuvo también un rato, pero justo ese rato, claro, en manos blancas. En un lado del océano de occidente Eric Clapton explotaba, mientras del otro lado, de Austin, Texas más exactamente, llegaba Stevie Ray Vaughan que nos hacía soñar en una reencarnación en las antípodas étnicas de Jimmy Hendrix.

Pero pasó que Stevie Ray Vaughan se murió y Clapton solo no alcanzaba,

Aunque fue en los 90´s cuando llegó la consagración del Rhythm & Blues, desde las pantallas del cine como en los tiempos de la Blaxploitation 20 años antes, esta vez de la mano y el oído de Quentin Tarantino que pone de relieve en Pulp Fiction “Let´s stay together” del genial Al Green. Un himno soul también 20 años atrasado.

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Una oleada de talentosos productores, cantantes y disc jockeys enrolados en eso que llamaron Neo Soul dieron vuelta todo otra vez. Desde el mercado hasta la escena. Desde los desfiles de Prada hasta la NBA.

Prince fue la bisagra y Erykah Badu la llave. Polenta con sashimi, energía nuclear y el efecto mariposa, el ying y el yang mismo. Ya no se esperan los solos de Hendrix o Santana, los desmadres vocales de James Brown o las coreografías de Jackson V. Ahora todo es mas cool.

Mientras, como siempre, los musicalizadores de radio y disc jockeys discotequeros seguíamos complicados con el soul.

Por acá las cosas estaban algo empantanadas hasta la aparición de “Big Bombo Mama”, el disco debut que Willy Crook grabó en Europa y él mismo trajo en sus valijas de regreso. Lo de Willy fue rupturista musicalmente hablando. Eso era lo que nos faltaba.

Quiero Verte, Nafta

Contemporáneo a la aparición de Illya Kuryaki & The Valderramas, sumado a buenos intentos como los de Emme o bandas como La Doblada y Tony ‘70, la escena funky soul de los 90´s parecía afirmarse.

Pero no, Willy y los Funky Torinos llegaron alto, hasta que Willy Crook apagó la luz y entregó el equipo en plena pandemia dejándonos en una triste oscuridad. Mientras todos terminaban desapareciendo en fade out, los Kuryaki iban y venían. No obstante me atrevo a comprar de pozo todo el próximo disco de Dante Spinetta.

Peguen el renglón anterior en la puerta de la heladera, al lado del sticker de la casa de empanadas.

En esta última década hemos visto hacer su entrada triunfal a los nuevos hitos musicales de la cultura joven. Trap, rap, freestyle, algo de novedoso rock de museo, en fin, lo que escuchan fragmentado decenas de millones de jóvenes corazones alrededor del planeta.

La cultura joven siempre se abre un camino, como la vida misma. Los adultos que se meten en la cultura joven corren dos riesgos , uno es el de hacer un papelón, el otro es sacar patente de viejo choto. Son carriles diferentes, como una scalextric. Hay que escuchar a los jóvenes, sin hacer lo que dicen ni criticar. Y obviamente sin tratar de entender. Desde afuera, digamos.

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Se hace muy buena música. A los que crecimos con el rock nos puede sonar muy loopeada, sin solos que emocionen o puentes que relajen. Son canciones mas urgentes, con la velocidad que les otorga su destino digital. Son de hoy, pocas llegan a un grandes éxitos. Compuestas en su mayoría coralmente, unos se encargan de la percusión, los que cantan no siempre son los autores, otros van con los beats, alguno se encarga del loop, terminan y a las redes. Otros son conceptualmente más completos, pueden componer, cantar y musicalizarse. Van sumando instrumentos, hasta llegar al show. Y ahí cambia la historia.

Los hay que van por otro sendero, lejos de lo que se usa, igual de jóvenes pero de diferente extracción artística. Más allá de algunas injusticias y desmesuras, producto fundamentalmente de la industria asomando su sucia cabeza, en todos lados hay evolucionados y retrógrados.

Entre las bellezas que surgen, hay una banda que desde mi más vulgar ignorancia me conmovió. Unos jóvenes talentosos que me hicieron por primera vez hacer un set de R&B, neo soul o como quieras llamarle sin tener que justificar diciendo que acá no hay. Ahora hay, pensé. Quizás sean tiempos en los que la cosa se va haciendo negra. Musicalmente hablando obvio.

Ya Es Tarde, Nafta

Se llaman Nafta. Son increíbles, sin excesos, lejos de demagogias, relajados, de un refinado gusto en los arreglos, Nafta está haciendo un beautiful noise que llama la atención sin defraudar. Son cuatro chicos y dos cantantes femeninas que dan cátedra.

El líder de Nafta es Magamo, cantante, guitarrista y compositor del material que integra su primer álbum llamado “Nafta”, un prodigio autoral y musical.

Algunos de estos chicos son también integrantes de Militantes del Climax. Acompañan a Magano, Abril Olivera y An Espil en coros, Simón G en teclados con Tomás Sánchez en batería y Bryan Vainberg bajista. Ellos son, rodeados de algunos amigos músicos y DJ´s de lo más vistoso arriba del escenario.

Las letras son historias chiquitas, pero el disco tiene su correlato en imagen, porque cada tema está linkeado con un video que completa la obra. Los videos son obra de Fardo Cinema, también amigos, y son ilustraciones fieles al espíritu de cada tema. Muy logrado todo.

El álbum está lleno de lindas canciones. “Potra” es un minimalista alegato de un chico enamorado, mientras “Vos no” o “Menos mal” suenan absolutamente originales.

La Espera, Nafta

Pero hay una canción que al verla y escucharla me dejó emocionado, triste sin melancolía, sereno y positivo, se llama “La espera”. No es una canción de amor, es una canción de despedida total y sosegada.

“Te cuento que hoy me encuentro dentro de este cuerpo que no da para más.

Tan lento pasa el tiempo en casa, paso a paso de la cama voy al sillón.

Ya vi partir a mil amigos y a más de una mujer que amé.

Ven hijo, ven

Mi madre se me apareció antes de que el sol salga, ayer

Tanto miedo me dió que no atiné a mover, no atiné a mover,

No atiné a mover un pelo.

No voy a despertar un día, y no quiero que me lloren

Me dormiré hasta encontrarme con toda mi gente.

No voy a despertar un día, y no quiero que me lloren

Me dormiré hasta encontrarme con toda mi gente...”

Entre sampleos de tangos de Gardel, con acordes tristes en la melodía, cantado magistralmente con la particular voz de Magamo.

El acompañamiento de un video algo sórdido pero sin enojo, es el final del disco que acaba en un bellísimo arreglo instrumental llamado “El mundo sigue andando” que casi obliga a poner toda la obra de nuevo.

Sin atreverme a adivinar nada, escucho a Magamo que me cuenta: “Ante todo es recomendable, antes de escuchar el disco, pasar por youtube para ver el video que lo acompaña. Ese video completo es una pieza fundamental que completa la obra propuesta por Nafta. De “La espera” te puedo decir que no es de los más populares ni más pedidos, de ninguna manera es una de esas canciones hiteras. Lo que sí posee es una carga emocional muy fuerte. Es sobre una mente lúcida atrapada en un cuerpo que con el tiempo se deteriora, que ya no responde. Hasta alcanzar esa crisis de decir “ésto, todavía soy yo...” La canción está ligada a una experiencia personal, tiene que ver al vínculo que tenía con mi abuelo, que partió hace unos pocos años. Ahi te planteás ese asunto de “¿para qué sirve seguir con vida si uno va a vivir así?” Un tipo que ha vivido tantas cosas, para llegar a transitar ese deterioro, cada vez más grande que se convierte en una prisión de carne y huesos que se deteriora sin pausa ¿no? Y ese mensaje de que no lloren cuando no esté, porque ya viví mi vida entera... Ya vi partir a mil amigos, a más de una mujer que amé…”. Se van a ir todos los compañeros de ruta, dejándolo a uno cada vez más solo, lleno de recuerdos. Padeciendo esa espera de que llegue el momento del final. Y ahí despedirme con eso de que no me lloren cuando no esté, porque mi temporada acá está completa. Es un tema que por todo esto significa mucho para mi. Si bien todos los temas de Nafta tienen pedazos de gente que me ha rodeado en la vida, esta tiene una importancia emocional especial, para mi.”

Lo mejor de todo es que Magamo ha logrado romper esa pared que divide el mensaje entre envío y recepción. Cuando escuché la canción después de verla con video, despojándome de todo lo que había observado, solo la canción, la noche y yo, no terminé triste de ninguna manera, Terminé recordando algo que pintábamos en las paredes con la edad que tiene Magamo, en cualquier pared del downtown porteño. Cuando abajo de un dibujo serigrafiado de Gardel o de Lennon, a manera de mensaje a los iguales, escribíamos “no me lloren, crezcan.”

La cultura joven siempre se abre camino. Verlos crecer es lo único que nos queda. Afortunadamente.

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