Sheila Saad, más conocida como Jay en el mundo emprendedor, nació en La Plata y se crió entre cajas y perchas en depósitos. La fundadora del Club de emprendedoras, una de las comunidades más grandes de América latina y speaker en temáticas de emprendimiento, innovación y empoderamiento femenino, cuenta que el ADN emprendedor se lo transmitió su papá. “A esa edad me apasionaba la moda y de alguna forma, era todo lo que conocía. El siempre abría negocios nuevos ¡Fue muy conocido en la ciudad! Nosotros, sus cuatro hijos trabajábamos allí. Yo acompañaba a comprar mercadería o hacer pedidos. Teníamos una cadena deportiva muy tradicional de la ciudad y otras franquicias muy importantes”, precisa.
La mujer de 38 años, madre de dos hijos que hoy vive entre la Argentina y Brasil, se imaginó alguna vez viviendo en Milán o Nueva York. Su sueño siempre fue vivir en el exterior, algo que concretó, y ama tanto viajar que se define como una ciudadana del mundo. “Elegí la carrera de diseño textil e indumentaria pero la licenciatura no estaba en La Plata, así que estudié en la Universidad Argentina de la Empresa. Fue mi primer paso para vivir en una gran ciudad porque quería vivir en Capital”, explica.
Cuando se recibió, abrió su primer local de moda, Jay Sacher pero con el tiempo dice que decidió poner todas sus energías en la empresa familiar, que se repartirían con su nueva vida en pareja. En 2015 se casó con Lucas, su actual marido brasileño, que es director comercial de una empresa de tecnología proveedora de software de e-learning. Ese año nació su primera hija, Naomi y en 2017 llegó Valentino.
“En 2018 tomamos la decisión de irnos a vivir en el exterior y es allí donde comienzo a pensar en cómo empezar de cero, ya que siempre tuve mucha contención familiar. Y es allí donde en plena búsqueda de autoconocimiento me encuentro con un concepto que me apasiona que es el lifestyle design, es decir cómo vivir la vida de tus sueños”, explica Jay, que se instaló en Río de Janeiro, precisamente en Barra de Tijuca.
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Con toda su experiencia laboral en el rubro de retail y venta online se dio cuenta de que estaba en condiciones de ayudar a muchas personas a crear sus propios negocios, ya que cuando familiares o amigos me pedían mi opinión e incluso, mi asesoramiento siempre era referente en estos temas”, explica la emprendedora, que hace 25 años está enfocada en las redes sociales porque la tecnología es “fundamental” en su vida.
Su nuevo emprendimiento, alojado en la nube, surgió a la semana de estar en Río. “Todo empezó cuando una emprendedora venezolana me invitó a un chat de emprendedoras y yo le contesté que sí, que quería ser parte de El club de emprendedoras y allí se me encendió la lamparita y le vi la forma a mi proyecto”, recuerda.
Cuando Sheila fundó El Club de Emprendedoras lo hizo creyendo fuertemente en “la magia del networking”. Quería rodearse de personas que estuvieran en la misma sintonía que ella para aportar su grano de arena al mundo. Cuando abrió una cuenta de Instagram (@elclubdeemprendedoras) y en simultáneo dos grupos de chats en Whatsapp se encontró con una cantidad de mujeres que se sumaban buscando emprender acompañadas, estar rodeadas de mujeres que sumaran en sus proyectos. “Fue descomunal”, destaca.
A la semana tenía 1000 seguidores, a la segunda, 2000 y la misma cantidad en los chats. “Hoy somos 175 mil en nuestra cuenta de Instagram y tenemos nuestra membresía en donde ayudamos a diario a miles de mujeres con sus emprendimientos”. La mentora cuenta hoy con una plataforma de e-learning, un catálogo de emprendedoras @marketemprendedor y un club de beneficios.
Según Jay, ese mismo espíritu solidario y colaborativo es el que diferencia al club respecto de otras comunidades de emprendedoras. “Sobre todo, los valores que transmitimos, de respeto, de igualdad y de sororidad porque siempre estamos ahí para ayudar. Nuestros chats se convirtieron en un espacio de intercambio de experiencias sobre el mundo digital. Todas se ayudan y se acompañan a diario. Es realmente un lugar de encuentro en donde todas sumamos valor”, expresa.
Su cuerpo está en Brasil, pero su mente, en la Argentina, dice la emprendedora. Ahora, está en el país. Las capacitaciones las hace en remoto. Estudió un executive MBA de forma online en el EAE Business School de España. Jay se considera una fan del aprendizaje sostenido y considera que es la base sobre la que debe formarse todo emprendedor. “Esta maestría formalizó mis conocimientos porque estudié diseño y no administración de empresas. Necesitaba ese aval. Aprendí muchísimo y hoy tengo aún más herramientas y seguridad a la hora de capacitar a miles de mujeres”, manifiesta.
Jay es mentora y está segura de que guiar es su propósito. “Mi razón de ser, el famoso Ikigai del que tanto hablo en mis mentorías porque sé que se puede trabajar ayudando a los demás y dejando huella en muchas personas que tal vez no tuvieron la oportunidad de formarse como la tuve yo. Las motivo a vivir en este mundo de aprendizaje continuo en el que vivo porque entiendo que los obstáculos siempre van a estar y tenemos que superarlos y seguir porque la recompensa es grande”, expresa.
La fundadora del club dice que emprender da libertad, sin embargo, deja claro que no es fácil. “Es desafiante y la única forma de salir adelante es hacerse cargo de que somos las únicas con el poder de cambiar nuestra vida. Tenemos que ser responsables u constantes si queremos hacer realidad nuestros sueños. Sentirse realizadas personal y profesionalmente es consecuencia de trabajar a diario e implementar las mejores estrategias para nuestros negocios”, sostiene. Y agrega: “Con cada decisión que tomamos transformamos nuestro futuro y es clave la capacitación para entender porqué hacemos lo que hacemos, pero por sobre todo, adonde queremos llegar”. En el club tienen toda una parte de la comunidad que es gratuita que funciona como lugar de encuentro y no interviene tanto Jay y otra que es una membresía, donde ella ofrece cursos y más servicios.
— ¿Cómo definirías a las emprendedoras argentinas?
— Las emprendedoras argentinas tienen muchas creencias limitantes como por ejemplo, miedo. Creen que no son capaces, cuando tienen un potencial tremendo y es que muchas veces el entorno no acompaña. Yo siempre digo que el que no emprende no entiende. Y es por eso que es tan importante rodearse de personas que si crean que son capaces o si crean que lo qué haces es más que “estar con el telefonito”. Se ningunea mucho a las emprendedoras sobre todo aquellas que lo hacen en redes, pero cuando les comienza a ir bien todos les piden salir en historias.
— ¿Tu actividad está relacionada con el diseño de vidas de sueños que te había apasionado?
— Sí. Ciento por ciento. Quiero que cada vez sean cada vez más mujeres las que sepan que puedan vivir la vida que desean. Sin límites. Pueden diseñar la vida que quieren. Y que son las únicas con el poder de hacerlo y que son responsables de cada cosa que les pasa. Tiene que ver con responsabilizarse por cada decisión que se toma y a veces esa decisión va en contra de lo que los demás esperan de nosotras. Hay que ser fuertes y por eso es una comunidad de empoderamiento Porque hay que ser muy fuertes y sacar ese poder que nosotras tenemos adentro, que yo le llamo súper poder.
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