Rocío entra a la casa de Romina junto a su mamá, Rosa, y la abraza fuerte. Llegó para devolverle unas cosas con las sensaciones a flor de piel y no duda en contar aquello que aún la emociona. “El sábado pude tener mi fiesta de 15 gracias a ella. Todavía estoy emocionada por todo lo que viví y, no sé, se me llenan los ojos de lágrimas”, confiesa.
Es que gracias a Romina Peralta, Rocío —al igual que otras chicas del barrio— pudo cumplir el sueño del vestido, la corona, las velas y las rosas, y así vivir junto a sus seres queridos el añorado festejo que no pasa de moda.
“Cuando cumplí 15 años, en 2001, mis papás se habían separado y en medio de esa crisis y la económica, fue imposible tener mi fiesta. Mi papá había tenido un ACV que lo dejó sin trabajo y el poco dinero que entraba era para pagar el alquiler. Fueron tiempos muy duros en mi familia”, recuerda acongojada a sus 35 años la mujer que le organiza las celebraciones solidarias para las quinceañeras de su barrio Santa Catalina, en Lomas de Zamora. Y admite: “No encuentro palabras para describir lo que es ver a cada una de esas chicas probarse los vestidos o entrar a su fiesta. Me hacen latir fuerte el corazón”.
Todo esto es posible gracias a las donaciones del vecindario, algunos comercios y de las familias de otras quinceañeras, y las mismas chicas, que le colaboran.
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La conmovedora historia
Romina nació, se crió y vive en Lomas de Zamora. Allí trabaja barriendo la vía pública, al igual que su marido Miguel y padre de sus seis hijos. Ambos son parte del plan laboral que ofrece el municipio. Esa localidad de sur del conurbano es su lugar y se siente feliz en el barrio al que también ayuda ofreciendo la cena a más de 300 niñas y niños que llegan por una vianda.
“Preparamos 600 litros de comida por día”, cuenta sobre la tarea que asume en la asociación civil “Jóvenes hacia el futuro”, el comedor que abrió en el frente de su propia casa para ayudar a las familias más vulnerables de su barrio. Allí también, desde hace pocos meses, brindan talleres de peluquería para que las jóvenes tengan un oficio.
No tiene hermanos y de la infancia recuerda que algunas veces algo le faltó para comer, pero que sus padres siempre hicieron lo que pudieron. Lo que sí le quedó como un sabor amargo es no haber tenido su celebración cuando cumplió los 15, fecha que coincidió con la crisis de 2001.
“El año anterior, muchas de mis amigas de la escuela y del barrio, y mis primas habían tenido su fiesta, solo faltaba yo, pero no se pudo. Eso me quedó como algo pendiente, no me generó ningún trauma, pero sí una cosita rara en el pecho por lo que no pudo ser”, lamenta la mujer.
Fue en ese comedor donde, en 2020, hablaba con una vecina, mamá de Jemina, que muy angustiada le contaba que por los problemas económicos que la familia estaba atravesando, no iban a poder organizar los 15 de su hija.
“Ellas iban siempre al comedor, a comer y a colaborar. Escuchar eso me hizo recordar lo que sentí cuando me di cuenta de que no iba a tener mi fiesta y no quería que esa nena tuviera la misma tristeza, así que les ofrecí ayuda para organizar un festejo chico, al menos. Los ojos llenos de emoción de esa mamá y esa nena lo dijeron todo... Así que, sin saber cómo empezar ni qué hacer, comencé a pedir colaboración de algunas de las otras mujeres que me ayudaban en el comedor y subí una publicación en mi Facebook, contando a los vecinos que había que organizar el festejo y que necesita de mucha ayuda. ¡Todos colaboraron!”. Así inició todo.
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A poco de esa idea llegó la cuarentena, pese a ello nadie desistió y esperaron el día para poder hacer el cumpleaños anhelado, que fue a fines de octubre de 2020. A esa celebración, que retomó en agosto de este año, le siguieron otros cuatro, el último fue el sábado 29 de octubre.
“Sin la ayuda que nos dio Romina, yo no hubiera podido celebrar los 15 de Rocío”, le cuenta Rosa a Infobae. Ella y su hija acababan de llegar a la casa de la mujer solidaria y quisieron dar su testimonio: “La fiesta fue en el patio de casa, pero tenía todo lo que tiene que tener una buena fiesta. Fue muy emocionante, yo sigo muy emocionada. Todo salió mejor de lo que pensé”, revela la orgullosa madre.
Una cadena de favores
Luego de aquella publicación en la que Romina pidió ayuda para celebrar los 15 de Jemina, comenzó a recibir ayuda jamás pensada. “Me atreví a escribir a Linda Mujer, una casa de vestidos de novia y quince de Once, les conté la movida que estaba iniciando ¡y me dejaron el primer vestido a $ 4000 cuando salía 45 mil!”, recuerda eufórica y orgullosa dice que sus hijas e hijos también la ayudan en cada evento, algunos realizados en su propia casa.
Ese vestido rosado fue usado por Jemina y quedó en la casa de Romina para que otra chica lo pueda usar. “A ese vestido le siguieron otros quince, pero a estos nos los donaron. Son gente asombrosa. Todos esos vestidos quedan luego para que las chicas que siguen tenga la posibilidad de usarlos”, reconoce.
Lo también asombroso es que cada vez que publica en el grupo de Facebook que hay un nuevo cumpleaños, las vecinas se suman para ofrecer tartas, tortas, algunas ayudan con la decoración, algún que otro cotillón dona algo aunque este es uno de los puntos débiles.
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“Es inevitable que en cada fiesta los invitados se lleven el cotillón, sobre todo el del Carnaval Carioca, entonces en cada cumpleaños hay que salir a comprar nuevo y eso cuesta mucho, al igual que los globos, que están muy caros”, admite y se atreve a pedir colaboración del sector. “Si por ahí los cotillones de la zona pudieran donar algo para un cumpleaños, no para todos, claro, sería más fácil”, indica. Lo mismo necesita para los souvenirs.
También utilizan muchas telas para el decorado, cortinas y manteles, como globos y comida salada que hacen de cada casa un verdadero salón de fiestas.
La agenda de celebraciones está completa hasta junio de 2023 con dos cumpleaños por mes. Para ello, abrió una cuenta con el alias alamo.kilo.cabina para que quienes, así lo deseen, pueden hacer sus donaciones. “Ante cada donación que recibimos, hacemos una declaración de gastos en el grupo de Facebook, para que todos vean a donde fue lo que donó, sea dinero u otra cosa”, sostiene y cuenta que con el grupo de colaboradoras del comedor suelen organizar rifas para juntar el dinero para lo que deba comprar para las fiestas.
“No tengo manera de expresar lo que siento en cada cumpleaños viendo a esas chicas con sus vestidos, tal como lo soñaron. La Romina de 15 años las mira, celebra con ellas y es inmensamente feliz”, finaliza.
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