Es el hombre oculto detrás del robo del siglo.
No es ladrón. No los admira. Tampoco los juzga. Nunca cometió un delito. Y siempre eligió el perfil bajo. En su profesión prefiere ser respetado antes que querido.
“Que no te vean llegar”, es una de sus frases de cabecera, de la película El abogado del diablo.
Pero fue fundamental para que los miembros de la banda que el 13 de enero de 2006 robaron unos 19 millones de dólares del banco Río de Acassuso, recuperaran la libertad antes de tiempo.
Fernando Araujo, el ideólogo y uno de los líderes del asalto, lo llama “cerebrito” o “joven prodigio”. Y siempre destacó su alto coeficiente intelectual. Luis Mario Vitette Sellanes lo considera un excelente abogado y una gran persona. Rubén de la Torre, otro miembro de la banda, dijo que si volviera a tener un problema con la Ley, lo elegiría como su abogado. “Pero no va a pasar porque me retiré del delito”, dice el viejo ladrón.
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Sergio Samuel Arenas, de 48 años, no aparece en la película El robo del siglo, que convocó a más de tres millones y medio de personas ni en el documental de Netflix, pero su audacia en el juicio desarrollado en 2010 fue determinante.
Uno de sus logros: demostrar que las armas eran de juguete, lo que bajó la calificación de la carátula de la imputación, que era robo calificado, y eso bajó la pena que recibieron los condenados.
Su defendido fue Sebastián García Bolster, el llamado “ingeniero”. Arenas, pese al pronóstico negativo de algunos de sus pares y de un juez, leyó todo el expediente en tiempo récord.
-Usted debe saber todos los secretos de la banda -le preguntó Infobae.
-Hay un secreto mayor.
-¿Cuál?
-El secreto profesional -responde Arenas.
Más allá de su poca exposición (no quería aparecer en esta nota), Arenas no es fóbico. Dice que se queda con lo simple: la autenticidad de ocupar su tiempo en lo que él considera esencial. Y el caso del robo es uno más en su carrera: ha defendido a mujeres maltratadas, puesto preso a femicidas o logrado que se comprueben abusos en un jardín de infantes.
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Uno de sus clientes, que pidió mantener su nombre en el anonimato, contó que Arenas además de ser un gran abogado es una persona que contiene desde el lado espiritual.
Si está convencido de la inocencia de su defendido, no sólo se ocupa de lo legal. Una vez calmó a un hombre desesperado que había sido acusado de un delito que no cometió. Le hizo hacer ejercicios de respiración. Lo guiaba hasta por teléfono, a cualquier hora: le pedía que pensara en un río que fluye, que viera pasar los troncos por el costado.
Arenas considera que el acusado que está nervioso, que se preocupa, que no puede dormir, que empieza a tener problemas de salud, es probable que sea inocente. Porque está en un lugar que no merece. “En cambio hay muchos culpables que están relajados porque no se hacen cargo de nada”, dice.
Arenas fue un destacado ajedrecista, llegó a ser campeón en varios torneos y en su casa hay una vitrina con varias copas. En sus estrategias defensivas se inspira en movimientos de ajedrez (“siempre resolver la jugada en un movimiento es mejor que en resolverla en cinco”) y en algunos conceptos de Marcelo Gallardo, ex entrenador de su querido River.
Eligió el Derecho Penal por convicción. Su padre le inculcó la importancia de estudiar y descubrió, como una gran revelación, que podría ser un buen abogado por su facilidad de palabras a la hora de estudiar y rendir exámenes de Historia o Lengua o Literatura. O cuando defendía a compañeros del colegio cuando los amonestaban o los culpaban de hechos que no habían cometido.
En el juicio del robo del siglo salió con los tapones de punta.
“Hubo testigos apretados, según declararon y consta en el expediente, y la prueba que se le achacaba a mi defendido no existía, es decir estaba plantada”, dice Arenas.
-¿Cómo entró en la causa y en cuánto tiempo leyó el expediente y cuántas fojas tenía?
-Llegué después de ser contratado por uno de los encausados, Sebastián Garcia Bolster. Me designó en el medio del juicio. En abril de 2010. Me encontré con muchísimas irregularidades en la acusación. La causa, tenía 30 cuerpos y cada cuerpo de 200 fojas. Me aboqué totalmente a ella porque como abogado también significaba un desafío profesional. La acusación estatal, por lo que percibí del lenguaje verbal y no verbal, carecía de objetividad y utilicé esa situación para dejar constancia de cada anormalidad y enarbolar la defensa de mi cliente.
-Daba la sensación de que los fiscales tenían una especie de odio hacia los ladrones, a diferencia del jefe policial Osvaldo Seisdedos, que reconoció que estaban ante genios del delito...
-Exacto. Me acordé de la película El abogado del diablo, protagonizada por Al Pacino, cuando dice:
“Nunca odies a tu enemigo porque eso te hace perder el juicio”. Los fiscales odiaban a los imputados y eso se advertía en el aire. Se notaba que no pedían Justicia, pedían otra cosa. A mi no me vieron llegar, como dice la película de Al Pacino. Aunque mi frase favorita de ese film es que “nunca te vean llegar”, se la dice el personaje del Diablo cuando aconseja al abogado más joven y brillante. No hay que parecer sino ser. No hay que alertar acerca de aquello que uno pueda conocer porque estratégicamente representa un error.
-Usted fue clave para que la calificación contra los ladrones del robo al banco Río no fuera robo calificado. Porque usaron réplicas de armas. ¿Esa fue la mayor derrota de los fiscales?
-Ellos perdieron el norte y uno de ellos hoy tiene cuentas pendientes con la Justicia. Mi defendido padeció 1 año y 11 meses en una Unidad Penal, pero obtuvo su salida. El Tribunal de Casación nos dio la razón en muchísimos planteos efectuados. Principalmente respecto de la calificación legal. Armas no aptas para el disparo, argumento que en contrario se utilizó para realizar las detenciones. Igualmente entiendo que sin perjuicio de aquello que se pueda decir o no, jamás pudieron demostrar la responsabilidad directa de mi asistido respecto del atraco. Aún hoy pienso que fue un acto de arbitrariedad. Me considero un abogado honesto y sigo pensando lo mismo. Los hechos se deben probar.
-¿Hubo una audiencia que duró casi un día?
-Fueron 21 horas, un hecho inédito en los juicios orales. Ingresamos en la sala de audiencias un 5 de mayo a las 9 de la mañana y nos fuimos al otro día a las seis de la madrugada. El Tribunal me preguntó si podía resistir físicamente y si estaba en condiciones. “Cuando no pueda, les voy a hacer saber”, contesté. Sabiendo que iba a consumarse un acto de arbitrariedad judicial. Entre los abogados estaba el mítico Ernesto Vissio, ex defensor de la superbanda, fallecido hace unos años. Lo recuerdo con afecto, fue un amigo, un consejero, una persona muy buena y excelente colega.
En la audiencia maratónica me dijo: “Vení acá Sergio, a vos te va a ir bien en la profesión”. Cuando le pregunté por qué, me respondió: “Porque estás tan loco como yo”. Pobre Ernesto, fumaba mucho.
-¿Por qué quiso ser abogado?
-Por convicción. Cuando terminé mis estudios comencé a trabajar con Pablo Rabey, el abogado que defendió a Diego Maradona en 1991, en el caso de drogas en el departamento de Caballito. El doctor Rabey, a quien extraño porque era una persona notable, me dijo que más importante que el dinero es el prestigio. Pienso que con estas causas uno gana prestigio. No deseo que me quieran,
me gusta más que me respeten. Y siento que lo logré.
-Usted ganó torneos de ajedrez. ¿Aplicó estrategias como si estuviera ante una partida?
-Puede ser que en algunos aspectos haya sido así. Se aplican estrategias y tenés que salir adelante en posiciones difíciles. La diferencia que noto entre el Derecho y el ajedrez es que el ajedrez es noble. Cuando ganas, te dan el punto. En el Derecho no es así. Mucho más en causas mediáticas. Las defensas las planteo en virtud de lo que muestra mi adversario. Ahí defino. Y los alegatos los preparó con los expedientes a mi lado. Elaboro una posible visión de las cosas y después lo voy puliendo. Con un sentido de justicia y responsabilidad.
-¿Cuál es el secreto para ser un buen abogado?
-Leer, estudiar, dedicarse a las causas por entero. Ser fiel con tu gente. Estar dispuesto a aprender y tomar cada día como si fuera un desafío. El Derecho Penal te hace perder el miedo. Y para ser buen abogado el miedo no puede existir porque el miedo paraliza. En la vida se ataca o se dediende. A las defensas las planteo en virtud de lo que muestra mi adversario. Ahí defino.
-¿Es verdad que Marcelo Gallardo lo inspira a la hora de planificar cómo actuará en un caso?
-Una persona como Gallardo es inspiradora en todo concepto. El dijo una vez. “Crean porque tienen con qué creer.” Un estratega, “Napoleón” le decimos con cariño los hinchas de River. En la vida me tomo la obligación de creer y salir adelante.
-¿Fue traicionado por algún cliente?
-Lo más ingrato de mi profesión es que tu cliente te traicione y que sea un necio. Los delincuentes de verdad tienen códigos y tienen memoria de cómo los ayudaste y los sacaste de la cárcel en cambio, hay otros que se hacen aquello que no son…
-¿Se refiere a García Bolster? El siempre dijo que no era un delincuente. Y usted lo sacó de la cárcel.
-Ya dije que debo respetar el secreto profesional.
-Vitette, a quien usted respeta, dijo que su defendido fue un delator. Que en un simulacro de fusilamiento nombró a sus compañeros.
-¿Delator? Todo puede ser. Pero prefiero resguardar ese en mi fuero íntimo.
-¿Lo traicionaron o no?
-Con relación a si me traiciono un delincuente. Si, a veces te traicionan pero son los menos por suerte. No me detengo en dedicar tiempo a casos de necedad.
-¿Sigue siendo el abogado de Bolster?
-No. Nada es para siempre. Y las causas no son eternas.
-Hubo dos intentos fallidos para que los ladrones del robo del siglo volvieran a reunirse después de casi 16 años. ¿Ve posible un reencuentro?
-Por el momento no lo veo viable.
-¿Por qué?
-Son muy diferentes. Tienen códigos distintos. Formaciones y vidas diferentes. Unos son del palo y otros no tanto. Esos códigos de los que hablo quizá puedan evidenciarse en momentos en los cuales la delación siempre está prohibida. Si formas parte de algo, es bueno que te consideres eso que sos, por más pequeño o grande malo o bueno que sea. No te avergüences, nunca lo niegues. Tampoco entregues tus convicciones y mucho menos a un compañero. Nunca traiciones ni delates a nadie. Sino te valoras como un granito de arena, jamás va ha haber un desierto.
-Habla de delación y traición. Para usted en la banda hubo un delator y un traidor.
-Respecto del robo del siglo no puedo decir nada que no se sepa, nada. Y si supiese algo, la respuesta sería la misma: nada.
Como hábil abogado, Arenas lo dice sin decirlo. Lo sugiere. O más que eso. “El Doctor Arenas es muy buen ser humano y muy buen abogado, hemos construido una incipiente amistad fundada en el respeto mutuo, Ambos, él y yo, sabemos qué hizo su defendido Sebastián García Bolster y punto. A Sergio le tocó la dura tarea de decir que no cuando todos sabíamos que era un sí mas grande que una casa. Hago referencia a la delación de mi coprocesado”, dijo el llamado “Hombre del traje gris” o “Ladrón del siglo”, uno de los líderes de la banda, la voz y la cara visible.
-Vitette dice lo que usted no puede decir. ¿Puede ser?
-Son sus dichos, no los míos. Yo de Mario puedo decir que fue un ladrón con códigos que según él, y pienso que no miente, no robará más. Reconstruyó y rehizo su vida. En eso fue un ejemplo. Y es buena persona. Demostró habilidad y destreza para la realización de un hecho de película.
-¿Vio la película del robo o el documental?
-No. Prefiero leer libros de derecho y estudiar ajedrez. Me gusta utilizar mi tiempo en cosas inteligentes. Pese a que a veces cuando ves actos de injusticia cuesta dormir bien, pero soñar sueño con cosas lindas. Sino no son sueños sino pesadillas.
-De la Torre dijo que usted tenía un alto coeficiente intelectual, que si lo usaba para el delito podría haber sido gran ladrón.
-Eso jamás. No admiro a los ladrones. No es un mérito. Si admito que “Beto” de la Torre también haya podido reinsertarse en la sociedad. Hasta actuó en una serie y dos películas. Increíble. Respecto al coeficiente, lo hice varias veces,siempre me dio muy bien…igual no soy una persona que crea en números. Creo en la razón y en la adaptación de acuerdo a las circunstancias de la vida .Existen varios tipos de inteligencias. Ser versátil es la solución. Una persona que sabe adaptarse a lo desfavorable es la más capaz. Me gusta estudiar y cultivar mi espíritu en cuestiones nuevas. Es bueno recordar que las cosas más importantes en la vida, precisamente, no son cosas. A mis 48 años considero que soy una persona feliz. Si un hombre sabe disfrutar ese conjunto de momentos lindos de la vida puede considerarse una persona inteligente.
-Estuvo en casos importantes, pero cuesta despegarse del robo al banco, ¿no?
-Yo ya cumplí con mi tarea. Y quedé más que conforme. En esa causa gané las siguientes incidencias: una morigeración, su confirmación, dos beneficios de salidas laborales, otro fallo de Casación, un otorgamiento de derecho a estudiar, salidas transitorias, disminución de pena por sus estudios en prisión, entre otras. “¡Arenas, nos querés embromar la vida!”, me gritó una vez alguien del juzgado. “¡Dejate de joder con esta causa, no te olvides que tenés que seguir trabajando toda tu vida acá!”, me dijeron otro día. Una y otra vez intentaron que me fuera de la causa porque los dejamos en evidencia. Querían cerrar todo con un moño. Hasta recibí llamadas amenazantes. Además llegó a manos de uno de los acusados, un CD en el que había escuchas comprometedoras contra uno de los fiscales, quien aparece hablando con Alicia Di Tullio, la esposa de De la Torre, la que acusó a la banda. Todo lleva a pensar que fue una declaración armada. “Mirá Alicia, yo te voy a preguntar esto, vos vas a responder eso y yo voy a decir que conste en actas”, le dice el fiscal. Ella le responde: “Pero eso es trucho. Además a mí me apretó la Policía”. Luego le pregunta: “¿Con las joyas que hacemos? Me las tienen que dar porque me rompieron toda la casa”. El fiscal le dice: “Todo esto que contás de los aprietes no se lo digas al tribunal porque no lo quieren escuchar, no es lo que están esperando. En cuanto a las joyas decí que son tuyas. Si te creímos con una cosa, también te vamos a creer en la otra. Y si nadie las reconoce, vamos a pedir al tribunal que te las devuelva”. Pedí la nulidad, pero ya se había decidido llegar a una condena.
-¿Qué caso lo desvela en estos momentos?
-Tengo causas muy interesantes. En realidad todas son importantes para mí. Por ejemplo, un caso de una evidente comisión de delitos económicos. Ladrones de guante blanco. Esos que operan en las sombras, esos que tienen poder y con ese poder logran impunidad. Un caso de corrupción. Ya lo voy a dar a conocer. Ahí estoy como denunciante.
-¿Cuándo sabe que alguien miente?
-Me hace recordar cuando en épocas del Rey Salomón dos mujeres se adjudicaban ser madres de un mismo niño. Entonces el Rey Salomón propuso cortar al niño en dos y dar la mitad a cada una de ellas. La verdadera madre es la que se arrojó para que al niño no le quiten la vida. Igual hay otras formas menos trágicas para descubrir mentiras. Por otra parte nosotros los abogados que nos dedicamos al fuero penal convivimos con malhechores y con la maldad humana. La maldad humana es un asunto imposible de resolver.
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