El plan de la Ciudad para construir un ascensor para llegar a la punta del Obelisco

La obra comenzará en noviembre y finalizará en junio del año que viene. No afectará la estructura del monumento. Permitirá que porteños y turistas tengan una panorámica de Buenos Aires desde la altura

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El Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad proyecta construir un mirador en el punto más alto del Obelisco, al que se podrá acceder a través de un ascensor que permitirá ver la ciudad a 67,5 metros de altura.

En conjunto con el Ente de Turismo de la Ciudad (ENTUR) se presentó el proyecto del Obelisco al Programa Nacional de Inversiones Turísticas (PNIT) del Ministerio de Turismo y Deporte de la Nación quien financiará la obra, que se estima comenzará en noviembre de este año y finalizará en junio de 2023.

Además, el monumento porteño contará con un espacio en su interior con información sobre la historia de la Ciudad. Por su parte, el ascensor se va a instalar sin afectar la estructura, por ser un Monumento Histórico Nacional. La Comisión Nacional de Monumentos ya aprobó la intervención. El mismo no afectará las fachadas, las paredes internas ni la cúspide y estará montado con una estructura metálica, por lo que eventualmente podría desmontarse.

Una imagen de cómo quedará el nuevo proyecto sobre el Obelisco porteño (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires)
Una imagen de cómo quedará el nuevo proyecto sobre el Obelisco porteño (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires)

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Desde su cumpleaños número 80, en mayo de 2016, la Ciudad ofreció la posibilidad a vecinos y vecinas de subir hasta la punta del monumento. Para esa primera experiencia se anotaron 15.000 personas. Un año después, los inscriptos fueron 21.143. La iniciativa resultó tan exitosa que se repite cada aniversario. Esta intervención hará más fácil y práctica la visita, que hoy implica subir 206 escalones a través de una escalera marinera, y le permitirá a mucha más gente tener acceso a este lugar único.

Detalles del proyecto

El recorrido turístico por el interior del Obelisco empezará en la planta baja, donde una escalinata permitirá subir 1,50 metro, hasta el nivel donde se accederá al ascensor. Este elevará a los visitantes hasta los 56 metros de altura.

Desde ese lugar, el ascenso seguirá a pie. Primero se subirán tres metros por una escalera recta de tres tramos, hasta los 59 metros. El último tramo hasta el mirador, que estará a los 62 metros de altura, se hará por una escalera caracol. Así se accederá a la zona del mirador. Este espacio ya cuenta con cuatro ventanas a través de las que se podrá disfrutar vistas panorámicas de la ciudad a 67,5 metros de altura.

El recorrido turístico por el interior del Obelisco empezará en la planta baja, donde una escalinata permitirá subir 1,50 metro, hasta el nivel donde se accederá al ascensor. Este elevará a los visitantes hasta los 56 metros de altura
El recorrido turístico por el interior del Obelisco empezará en la planta baja, donde una escalinata permitirá subir 1,50 metro, hasta el nivel donde se accederá al ascensor. Este elevará a los visitantes hasta los 56 metros de altura

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La historia del Obelisco

Se acercaban los 400 años de la primera fundación de Buenos Aires y el intendente porteño Mariano de Vedia y Mitre no encontraba qué monumento erigir para homenajear semejante acontecimiento. Algunos le habían propuesto colocar en la flamante avenida 9 de Julio que empezaba a trazarse, en su cruce con Corrientes, una estatua de Hipólito Yrigoyen, y otros pretendían homenajear a Carlos Gardel, fallecido trágicamente en junio del año anterior.

Pero al alcalde porteño, que había asumido en 1932 nombrado por el presidente Agustín P. Justo, no estaba convencido. Hasta que su secretario de Hacienda y Administración Atilio Dell’Oro Maini se le ocurrió la idea de construir un obelisco. A Mariano de Vedia y Mitre le gustó y le propusieron al arquitecto Alberto Prebisch hacerse cargo del proyecto y de la obra, que aceptó complacido. Prebisch era un tucumano de 37 años autor, entre otros, del Teatro Gran Rex y de los cines Gran Rex de Rosario y el Atlas de Lavalle.

En el decreto del 3 de febrero de 1936, se refirió a una obra “…que señale al pueblo de la República la verdadera importancia de aquella efeméride. Que no existe en la ciudad ningún monumento que simbolice el homenaje de la Capital de la Nación entera”.

Debió enfrentar a los que se oponían al proyecto, a los que consideraban que lo que pretendía construir era “un monumento estrafalario”, “adefesio”, “bodrio” o los que aseguraban que había un negociado detrás.

Tuvo que terciar el propio presidente Roberto Marcelino Ortiz, al expresar que el Obelisco era un monumento para recordar un acontecimiento importante como fue la primera fundación de Buenos Aires, que el intendente porteño era sólo un delegado del gobierno nacional, y que el Ministerio de Obras Públicas se encargaría de costear las reparaciones. Y llegó el veto del intendente Arturo Goyeneche.

Se quitaron las losas y se las reemplazaron por mampostería. En el apuro, se eliminó la leyenda que indicaba que Presbisch había sido el arquitecto de la obra.

¿Por qué se llamó Obelisco? “Porque había que llamarlo de alguna manera”, respondió el arquitecto. De ahí en más sería testigo de alegrías y tristezas, de hechos memorables y desgraciados. La materialización del alma de Buenos Aires, como lo describieron cuando nació.

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