Leo Blanco se sube al pequeño escenario del bar de Palermo en el que recibió a Infobae y se transforma. Mueve sus brazos, sus piernas y hace la caminata lunar como si fuera el mismísimo Michael Jackson. El parecido de sus rasgos impacta a todos los que lo ven en cualquier situación cotidiana de su vida.
Leo vive en Ramos Mejía y recorre a diario las calles del conurbano como un joven más de 26 años. Cruza a Liniers y la gente se da vuelta. Los vendedores ambulantes lo saludan y los que esperan el colectivo creen ver la resurrección del creador de Thriller.
El juego de ser Michael Jackson
“Todo empezó como un juego a los 10 años, cuando me empezó a gustar Michael Jackson. A los 15 ya usaba mocasines con medias blancas y remeras como la de Michael –recordó Leo en diálogo con Infobae-. En ese momento empecé a trabajar en el medio artístico como vestuarista en la obra Stravaganza de Flavio Mendoza”.
“A Michael ni bien lo vi, sentí una conexión enorme. Como una gran energía que me llegó –explicó Leo-. Desde ese momento empecé con este amor que le tengo y con mi búsqueda estética”.
Blanco asegura que no es un imitador de Michael Jackson, pese a que su apariencia diga lo contrario. “Lo uso como inspiración para hacer crecer mi espectáculo, aunque también le doy lo que la gente quiere que es ver los pasitos del cantante, sus movimientos y su estética”.
Jackson murió en el 2009 y Blanco no se puede quedar detenido en ese momento del cantante. “Le pongo extra a los vestuarios que son más modernos y futuristas. Vivimos en otra época. Si me quedo con lo que Michael hizo no puedo crecer como artista”.
Blanco tiene un show, de media hora de duración, que cuenta con luces, humo, ocho canciones, cinco cambios de vestuario y un par de zapatos trucados que le permiten inclinar su cuerpo 45 grados para hacer uno de los trucos más difíciles de Michael Jackson. El joven actúa para casamientos, quinceañeras y eventos corporativos. También hace presencias en boliches y fiestas temáticas de la década del 80.
Es tan impactante el parecido de Leo con Michael que causó gran sorpresa cuando viajó a Estados Unidos. En Disney, Blanco entró y enseguida se formó un remolino de personas a su alrededor. Todos le pedían una foto o un autógrafo. El chico sonreía como una travesura más. Estaba cumpliendo el sueño de ser Jackson por un rato. “Enseguida me agarró la seguridad y me hizo cambiar de ropa porque no se podía estar disfrazado en el parque. Se había formado una fila para sacarse una foto conmigo como si yo fuera una atracción del parque.
En busca de la estética Michael
Leo Blanco lleva casi la mitad de su vida en busca de parecerse cada vez más a Michael Jackson. Primero usaba maquillaje para copiar sus rasgos angulosos, hasta que empezó con las cirugías a los 15 años. “Me operé las orejas para reducirlas y que se parezcan a las de Jackson –relató el joven-. En ese momento, mis padres se oponían, pero como la intervención la pagué yo, no pudieron negarse y terminaron aceptando”.
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En esa operación hubo un problema y Leo perdió la mitad de una de sus orejas. Pero el joven siguió en busca de su objetivo. Se tatuó las patillas y las cejas, se operó siete veces la nariz y se implantó un mentón de silicona que él mismo talló junto al médico para darle la forma que buscaba. También se hizo dos liposucciones para afinar su cuerpo como el de su ídolo Michael Jackson.
Leo habla sin tapujos de sus cirugías. Se hizo un promedio de casi una por año desde sus 15 hasta sus actuales 26. Y tuvo varias complicaciones con alguna de sus intervenciones. Por ejemplo, la nariz tras una mala praxis tuvo que hacer correcciones 6 veces para dar con la forma que deseaba el joven. “Necesito respirar bien para vivir y también para poder bailar y cantar al mismo tiempo. Ese es mi objetivo a corto plazo”.
“Es sólo una búsqueda estética, no tiene nada que ver con mi forma de ser, mi carácter –admitió el joven-. Me gusta tener el control sobre mi cuerpo, no que el tiempo y la biología se impongan”, argumentó el doble de Michael frente a las críticas por las veces que visitó los quirófanos de los cirujanos plásticos.
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A futuro, Leo Blanco sigue planeando cirugías para moldear su cara a su gusto. “No voy a dejar que la naturaleza decida sobre mi fisonomía”, explicó. Por eso planea un implante de mandíbulas que le haga “la cara más cuadrada, más masculina”. Así se lo contó a Infobae mientras se tocaba los dos costados de su cara. El chico de Ramos, además, lleva a Michael en la piel. Tiene un tatuaje con la cara del cantante en su brazo derecho. Lo muestra orgullos para la foto. “No se si es Jackson o soy yo”, bromeó durante la sesión de fotos.
La complicada vida escolar de Leo
A Leo se le complicaba la vida escolar en el colegio privado de Ramos Mejía al que iba. Ya a los 15 años empezó a trabajar con Flavio Mendoza y su mundo estaba muy lejos de sus compañeros. “Me hacían un bulliyng bastante violento, pero yo no les dejaba mucho espacio porque solo iba, estudiaba y me sacaba buenas notas. Después mis amigos ya estaban en el ambiente artístico. Con ellos hablábamos el mismo idioma”, argumentó Blanco.
“El colegio era solo un ensayo de la vida y yo ya lo sabía porque estaba viviendo la vida real en mi trabajo en el teatro como vestuarista. Ya en esta primera etapa de mi transformación usaba peluca para parecerme a Michael y eso ya era visto como algo raro”, agregó Leo.
Leo sigue viviendo en la casa de sus padres a los que ve poco. “Cada cual tiene su trabajo, la casa es grande y casi no nos cruzamos. Les cuesta entender este camino que elegí de dedicarme al mundo artístico –explica-. Pero con el tiempo, al menos ya no recibo tantos cuestionamientos. Ellos siempre quisieron que yo siga una carrera de las tradicionales para poder acceder a un buen sueldo en el futuro. Pero yo soy feliz así, con esta vida que tengo”.
El joven cuenta que tiene novia y que la chica es fanática de Michael Jackson. “Desde que soy chico que buscó gustar. Para las chicas tenía el atractivo de lo raro. Pero cuando empezaba a charlar podíamos llegar hasta el ser humano y demostrar que no estoy loco”, se ríe Leo mientras lo cuenta.
Como muchos jóvenes argentinos, Leo también piensa en irse del país. “El show de Michael no tiene fronteras y lo pueden disfrutar en Europa o Estados Unidos -argumentó el chico de Ramos-. No me hace falta aprender el idioma, con el baile ya puedo brindar mi espectáculo y cobrarlo 10 veces más que acá. Es imposible vivir en pesos y ahorrar. En un mes lo que cobrás pierde todo su valor”.
El chico recordó cada minuto y el lugar exacto en el que se enteró de la muerte de su ídolo en el 2009. “Tenía 13 años y hasta ese momento creía que en algún momento lo iba a conocer. Era un jueves había salido del colegio y lo vi por la tele de un kiosco. Me causó mucha angustia y lloré como nunca. Antes no había llorado ni por la muerte de mis abuelos”, relató Blanco.
A sus 13 años, Leo cerró la puerta de su habitación y prendió la TV. Buscó los canales de música o internacionales para seguir minuto a minuto todo lo relacionado a la muerte del cantante. Esa noche no durmió, la pantalla de la tele le devolvía las primeras imágenes desde la puerta de Neverland, la mítica mansión de Jackson. Quizás con alguna esperanza de que todo fuera una mentira o un rumor de esos que disparan los programas de espectáculos. Quizás ese día decidió lo que dos años después arrancaría a concretar con su primera operación, buscar que su cara sea la de Michael.
Cada mañana, Leo se levanta y se mira en el espejo de su baño. Se acomoda el pelo y aún con cara de dormido se sonríe.
- ¿Qué ves cuando te mirás en el espejo?
- Lo veo a Leo, no a Michael Jackson. Las operaciones son caminos para llegar a un objetivo estético y artístico. Pero yo sigo siendo la misma persona. El mismo pibe que camina por Ramos Mejía y hasta cruza el puente de Liniers.
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