Cuando Luciano Musella tenía tres años, sus padres le regalaron una consola Sega. Durante su infancia y su adolescencia creyeron que habían cometido un grave error: él se la pasaba atado a ese y a los otros aparatos que se acumularon en su casa. Hoy su hijo ya tiene 28 años y dice: “Mis papás están babeando del orgullo, se ponen realmente contentos con mis logros y yo me siento eternamente agradecido”. La baba y el orgullo obedece al convenio que la empresa que fundó Luciano Musella firmó con la distribuidora alemana Gameforge, líder mundial de videojuegos en línea.
Es, según sus propias palabras, la primera alianza en la historia del país entre una compañía de videojuegos alemana y una argentina. Es, según el Ministro del Interior de la Nación, Wado de Pedro, el primer acuerdo en Latinoamérica con la compañía Gameforge: “Un ejemplo de la potencialidad de nuestra industria del gaming”. El propio funcionario recibió en su oficina al doctor Ulrich Sante, embajador de Alemania en el país, y a los jóvenes desarrolladores argentinos que fundaron Whiteboard Games, una compañía que nació de una tesis universitaria y que hoy celebra el sello de un contrato histórico. “Uno se pone a hacer juegos para entretener al público, pero no se imagina esta recepción por parte del país entero. Ciertamente te llena de alegría ser reconocido de esta manera, validando años de esfuerzo en un solo instante”, agradeció Luciano en sus redes sociales.
Este 24 de octubre, la firma lanzó su primer videojuego: I See Red. “Es la culminación de un trabajo de casi tres años, que nos marca especialmente por ser nuestro primer título como Whiteboard Games, un equipo increíble que nació en 2020. También es por esto que el lunes está muy alejado de ser un final: no solo vamos a continuar I See Red y sus próximos lanzamientos en diferentes consolas, sino que este juego es el primero de muchos proyectos y desafíos para Whiteboard. Esto recién empieza y tras este gran primer escalón quedan muchos otros”, dijo Luciano.
La compañía -y con la compañía, el juego- tiene su germen en marzo de 2020, cuando estalla la pandemia en el país y se instrumenta el aislamiento social, preventivo y obligatorio por el covid. Él estudiaba en la Facultad Da Vinci. “Para la tesis pensamos hacer un juego que le gustara a todo el mundo. Nos tomamos el proyecto muy en serio. En ese momento éramos cuatro personas y comenzamos a trabajar en la producción sin otro interés más allá de sacarnos un 10, recibirnos y listo”. Todo resultó tal lo planeado: una nota altísima, el final de la carrera, el egreso y el vacío. “¿Y ahora qué hacemos?”, pensó.
“Ahí empezó una intensa búsqueda de gente que quisiera apoyarnos y brindarnos una plataforma económica para poder forjarnos como empresa -contó Luciano-. Para hacer un juego se necesita mucha gente que haga distintas tareas. Y estábamos enfocados en eso cuando conocí a alguien que sería uno de mis socios fundadores”. Se vinculó, azarosamente, con un inversor de tecnología de Neutrón Project Accelerator, que estaba apadrinando, en ese momento, proyectos gaming.
“El inversor nos dijo que en vez de diseñar un juego, por qué no crean una empresa de videojuegos que a su vez tenga muchos vídeo juegos adentro. Y así es como nace Whiteboard. De la mano de aceleradora Neutrón, que nos forja como empresa. Además de apoyarnos económicamente nos ayudó con la estructura legal y contable para poder contratar empleados”. El proceso demoró exactamente un año: en marzo de 2021 se fundó la compañía de desarrollo gaming, que crece a la par del recuerdo por la entrega de la tesis y el comienzo del covid en Argentina.
Empezaron siendo cuatro fundadores. Se sumó un quinto. Se sumó más gente con ganas de ayudar gratuitamente. Se sumó un inversor y un crecimiento de la potencialidad y de los empleados: 18. Se sumó un nuevo proyecto y con él otros cuatro trabajadores. Whiteboard Games es una compañía argentina incipiente en la industria de los videojuegos con un cuerpo laboral nutrido por 22 personas. “Somos creadores, diseñadores, desarrolladores, y gamers haciendo juegos que nosotros mismos querríamos jugar”, describe la página web.
A Luciano Musella le gusta abordar dos pensamientos. En tiempos en los que se replican noticias de jóvenes argentinos que emigran al exterior en busca de presunta prosperidad, él dice: “Siempre tengo que aclarar que me recibí de estudiar videojuegos. Hay prejuicios y mucha gente no lo sabe. Yo trato de comunicar que aunque no parezca, hay futuro en la Argentina y se puede llegar muy lejos estando más cerca de lo que uno piensa”.
Es contemporáneo, también, a una época que presenta un escenario auspicioso. Latinoamérica es la región con mayor crecimiento de la industria gaming en el globo con un crecimiento interanual que alcanzó picos de hasta un 20% y Argentina lidera la avanzada latinoamericana después de haber facturado 500 millones de dólares en 2016, cifra que refleja niveles de consumo en el país, según el Informe sobre la industria de desarrollo de videojuegos en América Latina y el Caribe de 2019 del Banco Interamericano de Desarrollo. En el país, particularmente, el Observatorio de la Industria Argentina de Desarrollo de Videojuegos indicó, en su último relevamiento, que el universo de los videojuegos recaudó, durante 2021, más de 86 millones de dólares para posicionarse como la tercera industria de videojuegos más importante de la región, detrás de Brasil y México. A su vez, las compañías que propician el desarrollo de videojuegos emplean en el país a dos mil personas, y más de tres cuartas partes de estas firmas locales producen contenidos para empresas extranjeras.
El otro pensamiento en el que reincide tiene que ver con sus deseos y sus sueños. “Lleva mucho esfuerzo mantenerse en distintos roles: producir, crear videojuegos y manejar la empresa, pero es lo que me enciende la llama. De aquí a cincuenta años me veo igual, trabajando para la industria”, dice antes de reflexionar: “Ojalá algún día algún científico que esté abrumado buscando la cura para alguna enfermedad, decida distenderse con un juego para luego retomar su investigación con otra energía y así descubrir un tratamiento o una medicina que salve a la humanidad. Me gusta pensar eso”.
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