La costumbre de trepar a los árboles quedó olvidada en las grandes ciudades. Un par de décadas atrás, uno de los juegos de la infancia era trepar árboles para agarrar alguna fruta o por el simple placer de ver el mundo desde otra perspectiva. Esa costumbre se fue perdiendo en las nuevas generaciones. Ya no se ven a chicos subidos, jugando a que el árbol es su barco pirata, por ejemplo.
El libro “El barón rampante” de Italo Calvino fue publicado en 1957 y es una de las obras literarias más reconocidas del siglo XX. En el texto, el protagonista Cosimo Piovasco decide el 15 de junio de 1767, en un gesto de rebelión, vivir el resto de su vida arriba de los árboles. Ahí comienza la historia. Su hermano Biaggio empieza a narrar la vida que llevará Cosimo desde las alturas. El protagonista crea su propia casa y caza animales para comer. En sus aventuras, conoce a una niña llamada Viola de la cual estará enamorado toda su vida.
La acción fantástica transcurre en las postrimerías del siglo XVIII y en los albores del XIX. Cosimo participa tanto de la revolución francesa como en las invasiones napoleónicas, pero sin abandonar nunca esa distancia necesaria que le permite estar dentro y fuera de las cosas al mismo tiempo.
El Tarzán de Barcelona
Víctor Manuel Fleites es cubano, vive en Barcelona desde hace casi dos años y decidió tener una vida lo más parecida posible al personaje de la novela de Calvino. Cómo Cósimo, este joven de 32 años duerme en la copa de los árboles de los parques de Barcelona. Prefiere no dar las coordenadas para evitar que la policía catalana lo baje de su dormitorio. “Me siento más cerca de las estrellas y me permite descansar mejor -afirmó Fleites en diálogo con Infobae-. Viajo liviano sólo con mi hamaca y poca ropa. Eso me permite moverme con facilidad por la ciudad”.
Víctor Manuel recordó que ya trepaba árboles en su infancia en La Habana y que abrazó esta actividad a los 21 años cuando se fue de Cuba y recaló en Londres. “Los parques ingleses tienen unos robles y secuoyas altísimas que me alucinaron. Me subía hasta la parte más alta y veía casi toda la ciudad desde allí”, recordó el cubano.
Una vez que se despierta en la copa de su árbol, Víctor baja a desayunar y empieza el día en el patio de su casa: las ramas. Allí hace los primeros ejercicios matinales para mantenerse en forma. “Me siento parte humano y parte animal - se definió el joven-. Por eso me gusta estar arriba de los árboles. Creo que desde esa perspectiva el mundo se ve de otra manera. Logró como paz y armonía”.
Hace ya dos años, muchos de las personas que iban a pasar un rato a los parques veían las acrobacias del cubano en los troncos. Empezó con un alumno que le pidió que lo ayudará a trepar una tarde de primavera en Barcelona. “Primero tuvo miedo y algo de inseguridad -recordó Fleites-. Yo lo ayudé a dar sus primeros movimientos y fui como su red de contención. Apenas llegó a la cima sintió una libertad increíble, que estaba reflejada en una sonrisa enorme”.
Mucha más gente lo veía trepar árboles y el boca a boca hizo el resto del trabajo. En la actualidad ya cuenta como con 50 alumnos en diferentes horarios y parques catalanes. El Tarzán cubano explicó que “es una actividad para toda la familia. Desde chicos de 5 años hasta adultos de 60. Cada uno lo puede hacer a una intensidad diferente, pero es un ejercicio para que puedan hacer juntos”.
Víctor Manuel sostuvo que trepar árboles consigue desconectar de lo urbano y relacionarse con la naturaleza: “Lo llamo el ‘árbol escuela’. Estás en el roble y es como si te abrazara”.
La primera lección que da el cubano a sus alumnos es imitar a los simios: “Si los miras y ves cómo se mueven ves que les va bien y que son ágiles arriba de los árboles. Esa es la idea, volver a nuestras raíces a los orígenes del ser humano”.
Con la llegada de las decenas de alumnos, Fleites creó un nuevo concepto, bautizado como Tarzan Movement. El objetivo planteado por el cubano a sus seguidores es ponerse en forma mientras se reconecta con la naturaleza. “Nos movemos como los animales, de rama en rama. Se hace deporte, pero también te identificas con la naturaleza”, recalcó el joven.
El Tarzán de Barcelona recalcó que nunca se lastimó. “Hay que aprender a respirar y a tratar al árbol con respeto. Así, se logra una armonía, el árbol te acepta y hasta te ayuda a que lo trepes. Eso es lo que le enseño a mis alumnos, la naturaleza convive en las ciudades. No es un objeto más como un semáforo o una señal de tránsito”.
Víctor Manuel aseguró que pasa más tiempo con los pies en las alturas que en la tierra. Como a Cosimo, el personaje de Italo Calvino, Fleites prefiere la vida entre las ramas. Desde allí, “el mundo se ve diferente, desde otra perspectiva”. Entonces, el cubano se despide de Infobae con un último consejo. “Todos debemos trepar un árbol aunque sea una vez en la vida. Es una experiencia única”.
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