Día de la mujer rural: nació pobre en El Soberbio y ayuda con su ONG “a las más sufridas y menos valoradas”

Romilda Padilla no pudo terminar la escuela primaria para colaborar en la economía de su numerosa familia. Sufrió violencia de género pero logró salir adelante, con cuatro hijos varones. Hoy es ella quien le da una mano a muchas mujeres en la provincia de Misiones para mejorar sus realidades

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Romilda Padilla no pudo terminar
Romilda Padilla no pudo terminar la escuela. En quinto grado la sacaron del colegio para trabajar y ayudar a la familia. Eran campesinos muy pobres. Actualmente, está al frente de una asociación que defiende los derechos de las mujeres rurales

“Nos criamos en una chacra desde chiquitos. Yo fui a la escuela hasta quinto grado y no pude seguir más porque éramos muy pobres. Teníamos que ayudar para mantenernos y mi sueño siempre fue estudiar”. Romilda Padilla nació en la colonia Capin largo, de El Soberbio hace 60 años, en la provincia de Misiones. Esa niña que caminó para ir y volver de su escuela ocho kilómetros diarios por una picada (sendero), y que siempre se preocupaba por el bienestar de niños y ancianos, es hace más de 20 años la presidenta de la Asociación Civil de la Mujer Rural de San Pedro, en Misiones. Su ONG gestiona proyectos con el fin de mejorar la realidad de las mujeres en las chacras de esa provincia.

“Desde chiquita tuve ese don de apreciar a los ancianos, a tener paciencia y acompañarles”, explica. Cuando era chica, con su familia, se mudaron varias veces, siempre en áreas rurales. En Cerro Moreno vivieron un tiempo, donde su padre consiguió trabajo en un secadero de yerba mate. Mientras tanto, con sus hermanos, nueve en total (6 varones y tres mujeres) “hacían changas”. Más tarde, se instalaron en la Colonia Ombú, de Garuhapé. Y en ese lugar, a los 18 años, fue donde se casó.

Romilda hace 16 años que está separada y es madre de cuatro hijos varones. “El más chico tiene 26 años y hace tres que se recibió de gendarme y el año último, de cabo”. Otro de sus hijos, trabaja en Iguazú. Están todos bien dice la mujer que crió a sus dos hijos menores sola. “Le di estudios, fui padre y madre para ellos. Y mi lucha siempre fue defender a las mujeres por lo que pasé yo. Sufrí mucho maltrato por parte de mi marido. Él tomaba mucho”, relata sobre esos tiempos de dolor y desamparo.

Con su hijo menor de
Con su hijo menor de 26 años, el día que se recibió de gendarme

El día que fundó la asociación de la mujer rural con un grupo de mujeres para “armar fuerza” y defender sus derechos, empezó a sentirse por primera vez “acompañada y feliz”. Ya había integrado otro grupo y sabía que necesitaba personería jurídica si buscaba conseguir apoyo para sus proyectos. “Sin eso, el grupo estaba en el aire”.

Romilda asegura, por experiencia propia, que la mujer de la chacra es la más sufrida, la que más trabaja y menos valorada. “Estar sentada en una oficina es fácil. Pero nosotras tenemos que trabajar la tierra, removerla, limpiarla para plantar porotos, plantar la mandioca, y todos los alimentos que llevamos a la mesa para mantener a nuestra familia. Tenemos que levantarnos temprano para hacer el desayuno, llevar a los chicos a las escuela, tenemos que ir a la chacra, limpiar la casa, lavar la ropa. La mujer rural no tiene momento para descansar. Ella siempre tiene algo que hacer. Y es muy poco valorada”, reitera.

Las mujeres que viven en
Las mujeres que viven en sus chacras reciben capacitaciones de la asociación para vender sus productos

A pesar de no haber podido terminar la escuela, la misionera realizó muchos cursos de capacitación para su trabajo, con el que se siente plena. “Trabajamos con capacitaciones para hacer invernáculos, envasados, chiqueros. Conseguimos que 28 familias tengan sus casas en las chacras, todo gestionado por medio de nosotras con el Yprodha, Instituto Provincial del Desarrollo Habitacional. Así que me siento muy feliz de poder formar parte de ese trabajo”, explica. Con esas ganas de ayudar quiere dejar un mensaje a muchas mujeres, por si alguna tiene miedo y no puede cambiar su realidad. “Que pida ayuda, que no se deje pisotear, que no se deje humillar por ser mujer, que siempre habrá una mano que se le va a tender”, manifiesta.

Romilda habla del miedo, porque cuando recibió maltrato, sintió mucho desamparo. Pensaba que nadie la ayudaría. “Y la verdad es que hay mucha gente buena y que te ayuda”. Insiste, en que no tengan miedo y que defiendan sus derechos “que para eso estamos nosotras las compañeras para apoyar, para ayudar”.

Romilda Padilla preside la Asociación
Romilda Padilla preside la Asociación de Mujeres rurales de San Pedro, Misiones, y logró que muchas mujeres logren tener un techo, comida, una jubilación

La asociación fue lo mejor que le pasó en la vida. “Se ayudó a mucha gente, se cubrieron muchas necesidades. Por ahí, alguna madre que no tenía techo para su casita, se lo conseguimos”. Dice que el apoyo no solo pasa por lo económico, también lo espiritual. “Una se siente acompañada cuando tiene un grupo. Sentís que estás en otro mundo. No es lo mismo que trabajar sola y no tener con quién hablar”.

Cuando se reúnen en una capacitación, encuentran un momento para relajarse, pasarla bien. “Compartir los buenos y malos momentos es algo muy importante en la vida de las mujeres. Un grupo, donde se trabaje bien, es muy lindo. Yo le agradezco a Dios por la fuerza que que me dio y que me sigue dando para seguir adelante y seguir trabajando y mientras pueda voy a seguir luchando y trabajando siempre por las mujeres rurales, los abuelos y los niños”.

Una de las capacitaciones de
Una de las capacitaciones de la asociación en las que aprendieron a hacer flores con goma eva

Comparte una foto muy valiosa de 2007 -de antes no tiene porque perdió todos sus recuerdos en su casa que se le incendió-. En la foto posa con una de las primeras jubiladas amas de casa. “Son 45 abuelitas a las que les hice la jubilación de ama de casa acá en San Pedro. Y la de la foto, es nuestra reina de las abuelitas jubiladas”, explica.

Gracias al reconocimiento a su trabajo, en 2019, por la fundación de una empresa de cosmética recibió un premio de 200 mil pesos, con los que pudo terminar el salón donde tienen una cocina artesanal y ponerle un techo de machimbre al salón de capacitación. Para ella fue todo un orgullo recibir ese premio como mujer solidaria y disfrutar de los beneficios con su grupo. En todas las fotos siempre está rodeada de mujeres, de todas las edades, siempre con la sonrisa en los labios.

En las capacitaciones las mujeres
En las capacitaciones las mujeres aprenden a dar un valor agregado a los productos que cosechan de sus huertas. Hicieron un curso de pickles y escabeches y también de envasado

Las capacitaciones están relacionadas a todo lo que pueden elaborar con productos de sus chacras. Tuvieron clases sobre cómo hacer pickles, mermeladas de frutas nativas, de zapallo, zanahoria, remolacha. Clases de envasado. De panes saborizados. Además de cocina, hubo capacitaciones de de computación, costura, sobre igualdad de género, salud, artesanías y más.

“Ahora armamos un grupo de 15 productoras con las que que vamos a hacer hongos para la venta. Nuestra idea es sacar nuestra propia marca. Todas las mujeres tenemos invernáculos, huertas y trabajamos sin agroquímicos, todo orgánico y natural. También somos defensoras ambientales.

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