El testimonio de un hombre que quería seguir mirando a sus hijos a los ojos y fue decisivo para condenar el cura Von Wernich

El 9 de octubre de 2007, hace exactamente 15 años, el Justicia Federal condenó a perpetua al ex capellán de la Policía Bonaerense Christian Von Wernich por su participación en la represión ilegal y las torturas en centros clandestinos de detención de la dictadura. Pese a su mal estado de salud y las amenazas que venía recibiendo, Luis Velasco Blake, una de sus víctimas, viajó desde España para declarar en el juicio y brindó un testimonio estremecedor

El Tribunal Federal Oral N°1 de La Plata, integrado por Rozanski y los jueces Horacio Isaurralde y Norberto Lorenzo, condenó a Von Wernich a reclusión perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura (NA/Pablo Busti/El Día)

Con el cuerpo roto, temblando todavía por la interminable sesión de picana, a Luis Velasco Blake, un pibe de 20 años, los torturadores lo dejaron solo con el cura. A pesar del miedo y el dolor, Luis se atrevió a preguntarle: “¿Qué siente viendo cómo torturan a una persona?”.

La respuesta del cura le sonó como un latigazo: “Nada, no se siente nada. Ustedes tienen que pagar por los daños hechos a la patria, con muerte y tormentos”, le contestó.

Treinta años después de aquel diálogo, Luis Velasco lo repitió como víctima y testigo ante los jueces del Tribunal Federal Oral N°1. Recordaba cada palabra.

En el banquillo de los acusados, el cura lo miraba con fijeza. Había odio en sus ojos. Se llamaba Christian Von Wernich y había sido capellán de la Policía de la Provincia de Buenos Aires durante la dictadura.

Bajo las órdenes del coronel Ramón Camps no se había limitado a dar los sacramentos a los uniformados, también había participado de la represión ilegal en los centros clandestinos de detención y tortura del “Circuito Camps”.

Von Wernich estaba sentado en el banquillo porque se lo juzgaba por crímenes de lesa humanidad.

Corría septiembre de 2007 y Luis Velasco había llegado hacía unos días a La Plata desde España, donde vivía desde que pudo salir del país. Viajó a pesar de que su salud no era la mejor: los meses pasados en las mazmorras habían afectado para siempre su cuerpo.

Eran tiempos difíciles para declarar en un juicio contra los responsables del terrorismo de Estado dictatorial: Jorge Julio López llevaba un año desaparecido, después de ser secuestrado cuando iba a presenciar la sentencia de ese mismo tribunal contra el ex comisario Miguel Etchecolatz, el jefe directo del cura.

Velasco, que también había sido amenazado para que no se presentara en el juicio, pudo haber declarado en forma remota, desde la Embajada argentina en Madrid, pero no dudó en hacerlo de cuerpo presente.

Por esos días, este cronista –que lo conocía desde la infancia por haber estudiado en el mismo colegio, el Nacional de La Plata– le preguntó por qué se había decidido a venir en esas circunstancias.

“Porque quiero seguir mirando a los ojos a mis hijos”, le contestó.

Después de la declaración, Von Wernich intentó descalificar a Velasco frente al tribunal con una frase bien de púlpito: “El testigo falso es el demonio, porque está preñado de malicia”, dijo refiriéndose a él.

Nadie le creyó al cura. Los testimonios acumulados sobre su participación en la represión ilegal eran para entonces abrumadores.

La Justicia Federal condenó a perpetua a Christian Von Wernich por su participación en la represión ilegal y las torturas en centros clandestinos de detención de la dictadura

La sentencia

Pocos días después, cuando el juez Carlos Rozanski terminó de leer el fallo, los aplausos y los festejos retumbaron entre las viejas paredes la sala del primer piso del antiguo Hotel Provincial de La Plata, se extendieron por el hall y llegaron a la calle, donde también había gente reunida esperando la sentencia.

La jornada del martes 9 de octubre de 2007, que había empezado con la tensión provocada por una amenaza de bomba que llegó, anónima, una hora antes del inicio de la audiencia, terminaba con una sensación de justicia obtenida para la inmensa mayoría de los presentes.

El Tribunal Federal Oral N°1 de La Plata, integrado por Rozanski y los jueces Horacio Isaurralde y Norberto Lorenzo, acababa de condenar a Von Wernich, a reclusión perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura.

El cura -que había llegado al tribunal vestido sin sotana, esposado y con un chaleco antibalas- escuchó impertérrito su condena.

Lo habían encontrado culpable de todos los delitos por los que estaba acusado: siete homicidios, 31 casos de torturas y 42 privaciones ilegales de la libertad.

“Fue un fallo de importancia histórica. Von Wernich había sido testigo en el Juicio de las Juntas, cuando sólo se acusó a las cúpulas de las Fuerzas Armadas, y después llegaron las leyes de impunidad. El juicio en que fue condenado Von Wernich fue uno de los primeros del segundo ciclo de juzgamientos y en el banquillo ya no estaban solamente las cúpulas de aparato represivo sino también quienes habían sido autores de los hechos y parte del genocidio”, definió en una charla con este cronista nota la abogada Guadalupe Godoy, que participó como querellante en representación de organismos de Derechos Humanos.

La de Von Wernich fue la segunda sentencia en esa nueva etapa de los juicios por delitos de lesa humanidad, posterior a la derogación de las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final. La primera había tenido lugar un año antes, cuando el mismo tribunal condenó a reclusión perpetua al hombre de confianza del jefe de la Bonaerense, Ramón Camps, el director de Investigaciones de la Policía, Miguel Etchecolatz.

"En dos mil años de historia, ningún sacerdote de la Iglesia Católica Apostólica Romana violó los sacramentos”, dijo ante los jueces en su alegato final el cura Von Wernich (NA/Pablo Busti/El Día)

Un testimonio determinante

El juicio se desarrolló entre el 5 de julio y el 9 de octubre de 2007, tres meses durante los cuales se escucharon los testimonios de más de un centenar de testigos, algunos de ellos sobrevivientes que habían sufrido el accionar de Von Wernich.

Esos testimonios permitieron establecer sin sombra de dudas que el ex capellán de la bonaerense –por entonces de 69 años– había sido responsable de múltiples desapariciones y torturas, y coautor de los asesinatos de siete estudiantes de La Plata.

Este último caso –conocido como el del “grupo de los siete”– tuvo como víctimas a los jóvenes Domingo Moncalvillo –hermano de la periodista Mona Moncalvillo–, María del Carmen Morettini, Cecilia Idiart, María Magdalena Mainer, Pablo Mainer, Liliana Galarza y Nilda Salomone.

En su declaración Luis Velasco, secuestrado junto a los siete pero liberado, relató también que Von Wernich había presenciado las torturas a las que habían sido sometidos y que luego, haciendo valer su condición de religioso, intentó convencerlos de que colaboraran con las fuerzas represivas, a cambio de salvarles la vida. Al mismo tiempo, se puso en contacto con los familiares de los jóvenes para prometerles que los ayudaría a salir del país hacia Brasil y les pidió dinero “para que los chicos puedan vivir cuando se vayan”. Una vez obtenido el dinero, los siete fueron ejecutados.

Más de veinte años antes, en el Juicio a las Juntas, Von Wernich había mentido sobre el destino de los siete estudiantes. En su testimonio dijo que todos ellos “optaron por salir del país” hacia Uruguay y que él, “emocionado” por la decisión, los acompañó en dos grupos al puerto y al aeropuerto de Buenos Aires. “Los vi subir al barco, vi alejarse al barco”, había concluido.

La abogada Guadalupe Godoy recuerda el testimonio de Velasco como uno de los momentos claves.

“No me voy a olvidar jamás de la potencia de la imagen de Luis Velasco pronunciando los nombres de cada uno de sus compañeros desaparecidos y preguntándole a Von Wernich dónde estaban. Fue un momento muy significativo”, le dijo al cronista.

Otro sobreviviente que reconoció a Von Wernich en la sala de torturas es el ya fallecido director de La Opinión, Jacobo Timerman. De acuerdo con el testimonio de su hijo Héctor en el juicio, durante una de esas sesiones el capellán le sugirió al entonces jefe de la policía bonaerense, general Ramón Camps, que “habría que matarlos a todos”, refiriéndose a la condición de judío del periodista.

A 15 años de aquella primera sentencia, Christian Von Wernich sigue cumpliendo su condena a reclusión perpetua en una cárcel común (NA/Pablo Busti/El Día)

El rol de la Iglesia

Christian Von Wernich fue el primer sacerdote juzgado y condenado por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura.

En su alegato final, el ex capellán policial ensayó una defensa basada en su condición de cura: “En dos mil años de historia, ningún sacerdote de la Iglesia Católica Apostólica Romana violó los sacramentos”, dijo ante los jueces. Y agregó: “Si queremos llegar a la verdad, hagámoslo con paz”.

Al día siguiente de conocerse el fallo del TOF 1, la Conferencia Episcopal Argentina se despegó del caso con un comunicado en el que señalaba que, si algún miembro de la Iglesia había participado en actos de “represión violenta”, lo había hecho “bajo su responsabilidad personal”.

En cambio, un sacerdote que había sido testigo en el juicio, Rubén Capitanio, apuntó a la responsabilidad institucional: “Ojalá no hubieran ocurrido delitos como los que cometió Von Wernich para no tener que hacer un juicio por ellos. Pero la realidad es la realidad y hay que asumir, como parte de la Iglesia, la responsabilidad que nos toca”, declaró.

Para la abogada Guadalupe Godoy, en el desarrollo del juicio quedó expresada la complejidad del rol que cumplió la Iglesia durante la última dictadura. “Por un lado Von Wernich, junto a algunos otros, encarnaba esa Iglesia cómplice y tan parte de la maquinaria genocida, como la máxima expresión de la presencia de esa Iglesia dentro de los propios campos de concentración. Y por otro lado el juicio también mostró a esa otra Iglesia que fue parte de los procesos de lucha en los años 70, con la presencia de Capitanio. Hubo ahí como esas dos expresiones de esa complejidad”, le dijo al cronista.

Las Madres de Plaza de Mayo durante la lectura de los alegatos contra el ex capellán de la Policía bonaerense Christian Von Wernich y el espacio reservado para el desaparecido Jorge Julio López (NA/Pablo Busti/El Día)

Apelaciones fallidas y cárcel común

Una vez leída la condena, el tribunal ordenó que Von Wernich fuera nuevamente trasladado al Penal de Marcos Paz para iniciar el cumplimiento de la pena.

El 27 de marzo de 2009 la Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal, integrada por los jueces Raúl Madueño, Juan Carlos Rodríguez Basavilbaso y Juan Fégoli, confirmó “en todos sus términos” la sentencia a reclusión perpetua e inhabilitación absoluta perpetua dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n.º 1 de La Plata, rechazando un “recurso extraordinario” presentado por la defensa del ex capellán de la Bonaerense.

El último recurso fue ante la Corte Suprema, que lo rechazó en mayo de 2010.

A 15 años de aquella primera sentencia, Christian Von Wernich sigue cumpliendo su condena a reclusión perpetua en una cárcel común.

Luis Velasco Blake murió en Madrid en noviembre de 2020 con la satisfacción de seguir mirando a los ojos a sus hijos hasta el último de sus días.

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