Sus ojos son grandes y marrones. Aunque su gesto de bonachona genera todo tipo de emociones, basta verla hacer de las suyas para estallar de risa y descubrir la picardía de Milanesa, una cachorra de más de dos años. Agustina Rivero, que es su tutora (o adoptante, ya no se dice “dueña”, aclara), decidió que no podía disfrutar ella sola de las aventuras de la mestiza de pelaje negro que adoptó hace poco más de dos años cuando su novio hizo realidad su sueño: ser la humana de un perro. Una perra, en este caso.
“Me gusta hacer lio”, describe el perfil de TikTok de Milanesa, @milanesaa.a, que cosecha más de 222.400 seguidores y 4 millones de “me gusta” a sus locuras que ya son virales.
—¿Qué tenés ahí? ¡Milanesa! ¿Qué agarraste?— pregunta Agus Rivero mientras la perra gira su cabeza en cámara lenta con los ojos grandes y cara de “¿qué hice de malo?”. La mujer sigue indagando y aguantando la risa, y deja que la cámara de su celular descubra una piedra grande, apoyada en el sofá y entre las patas de la dulce Mila que no sale de su asombro por haber sido descubierta.
Ese video obtuvo un total de 3.6 millones de reproducciones, recibió 718.900 “me gusta” y 12.600 comentarios.
La historia de “Mila”
Apenas llegó en brazos, Agustina no paró de llorar mientras secaba sus lagrimas y miraba a quien le cambiaría la vida. Al sostenerla por primera vez sintió que sus sueños de niña estaban haciéndose realidad: por fin sería la mamá humana de una perra.
No imaginó que además de compañera, Milanesa sería tan ocurrente y traviesa. “Llegó a nuestras vidas en plena pandemia. Con mi novio estábamos por mudamos a una casa que tenía patio y mi sueño siempre fue tener un perro, así que yo había empezado a averiguar para adoptar uno. Y él se contactó con un conocido de mi hermana estaba dando una opción a estos perritos y la fue a buscar. La trajo a casa de sorpresa y cuando la vi fue ¡amor a primera vista! ¡Me largué a llorar! Desde muy chiquita, Mila fue bastante desastrosa. ¡Ya me la veía venir! ¡Esos ojos pícaros lo decían!”, cuenta divertida.
Cuando era más chica, le rompía absolutamente todo y Agus no dudó en compartir esos momentos. “Empecé a subir los videos y no se hicieron virales, pero ya de más grande como ella era tan graciosa haciendo esos gestos, empecé a filmar todo lo que hacía, básicamente y decidí subirlos para compartirlos y que la gente viera lo que hacía y porque me parecían divertidos. Nunca pensé que se iban a hacer tan virales. Fue toda una sorpresa”, asegura.
Como decisión casi artística, Agustina no sale en los videos y es siempre la mano que filma. “Me da mucha vergüenza, soy bastante vergonzosa, en verdad. Entonces, trato de no hacerlo y también me parece que lo divertido es ella, sus miradas, sus ocurrencias. Creo que en un videos aparece mi novio”, cuenta sobre las vivencias que ocurren en la casa de Bellavista.
La joven de 24 años trabaja en una aseguradora de autos y de salud y su novio en una empresa de Internet. Para ella, lo difícil detrás de cámara es no tentarse: “¡Me cuesta un montón! Ya llegué un punto en el que subo un vídeo cada tanto, pero la realidad es que las cosas que ven que hace, las hace todo el tiempo y ya estoy bastante acostumbrada a tratar de no reírme, pero a veces se me es imposible porque es muy graciosa la manera en la que reacciona”, confiesa.
A tal punto llega Milanesa que “cuando saco el celular para filmarla, cambia la postura”. “Es tremenda y se da cuenta de que la estoy filmando, entonces lo deja de hacer”, admite entre risas la futura nutricionista.
Enamorada de Milanesa, la describe: “Es muy compañera y bastante celosa también, y está acostumbrada a recibir mucha atención, eso la hace caprichosa — se ríe—. ¡Es como una nena! El problema que tiene es que no está acostumbrado a estar con gente porque nació en pandemia y cuando salía a pasear no había mucha gente en la calle, entonces no está muy acostumbrada y es bastante desconfiada, pero por falta de costumbre. Por eso ya estamos buscando un adiestrador que le enseñe”.
“Hace poco empezamos a salir más de casa, porque empezamos a trabajar presencial y demás, entonces, ella se tuvo que adaptar a eso”, explica sobre Mila, que debe nombre a la hija de la actriz Mery del Cerro. “Yo quería que se llame Mila, porque a Mery la amo, y mi novio quería ponerle un nombre más divertido y único. Después de pensarlo mil veces decidimos ponerle Milanesa”, dice.
Cuando era chica, Agustina había compartido algunos días con uno de los perras que tenía su abuela. “Se llamaba Saica , pero fue muy poco tiempo . Era una perra grande y yo era muy chica. Increíblemente nunca antes tuve un perro y menos propio, digamos. Todo esto de criarla, alimentarla y hacerme cargo de todos sus gastos no me había pasado y lo estoy disfrutando. Más que nada por eso quise vivir en una casa, para que también la disfrutara y tuviera espacio. Amo los animales, si fuera por mí tendría millones al lado”.
Su gran amiga, y hermana, es la gata Tusa. “Se crió con ella y cuando era más chica se creía un gato. Como es muy grandota de tamaño, le habíamos comprado una cucha grande para que pudiera dormir bien y se acostaba en el techo o en el sillón. Ahora ya no entra, pero se paraba en el apoyabrazos como si fuera un gato o se subía a la mesa porque ve que la gata lo hace... Debe pensar que también tiene su tamaño”, admite y no evita reír.
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