Lucas Alaniz murió la madrugada del martes 4 de octubre de 2022 en el Hospital Privado del Sur. Estaba a dos semanas de cumplir 30 años. Lo iba a celebrar el 20 de octubre, fecha de su cumpleaños, con una fiesta temática que había bautizado “Sigamos juntos, #30 Capocha”. Falleció rodeado del amor de su familia y de su círculo íntimo, tras atravesar una internación domiciliaria por complicaciones severas en su salud. “A la 1.50 del martes 4 de octubre de 2022 se fue en paz. Capocha ahora nos sigue guiando desde el cielo”, dijo Darío, su papá.
Solo los íntimos conocían el cuadro final. Según sus familiares, todo comenzó con un cáncer en el testículo que se extrajo en febrero, en julio se descubrió metástasis en los pulmones, irreversible, y eso determinó una falla pulmonar que derivó en una complicación fatal. Su velatorio se desarrollará durante la tarde en la sala número 4 de la casa de sepelios ubicada en Mitre 468, localidad de Bahía Blanca, su ciudad natal. El sepelio será el miércoles 5 de octubre, a las 10:30, en el cementerio Parque de Paz.
A Lucas Alaniz le decían “Capocha”. Era hijo de Darío Alaniz y de María de los Ángeles Quevedo, hermano de Tomás y de Pablo. Nacido en 1992, tenía un año y medio cuando, mientras jugaba con sus autitos, intentó levantarse, se cayó y se quebró la cadera. Su familia inició un largo periplo por hospitales, médicos, diagnósticos. Visitaron el hospital Garrahan infinidad de veces hasta que encontraron la razón de sus condiciones especiales: padecía una enfermedad muy extraña denominada también displasia fibrosa, nació con síndrome Mc Cune Albright, una afección que hace que sus huesos se deformen y debiliten.
A los ocho años se desplaza en silla de ruedas. A esa edad sufrió la amputación de su pierna izquierda, dado que al deformarse sus huesos por la pérdida de calcio, corría riesgos de sufrir una fisura o una quebradura. Debió someterse también a una operación en la boca a raíz de un tumor y, más tarde, una cirugía en el testículo izquierdo debido a un quiste incipiente. A partir de 2020 necesita asistencia con oxígeno debido a una hipertensión pulmonar.
Pero a Lucas la vida lo estimulaba. Sus limitaciones físicas no lo detuvieron. Había comenzado la licenciatura de Administración de Empresas en la Universidad Nacional del Sur (UNS) y luego en la Universidad Siglo XXI. Obtuvo el título de periodista en el Instituto Superior de Ciencias de la Comunicación Social (ISCCS) de Bahía Blanca, se recibió de técnico universitario en Planificación Gerencial, un diploma intermedio a la carrera de grado que estudiaba. De una pasantía en Dow Argentina, una de las compañías químicas y petroquímicas más importantes de la Argentina, alcanzó el cargo de administrativo de planta permanente.
En 2017 fue elegido por la JCI TOYP como uno de los 10 Jóvenes Sobresalientes de la Provincia de Buenos Aires en la categoría Superación y Logros personales y, luego, obtuvo el mismo reconocimiento a nivel nacional. Al año siguiente, condujo una charla TEDx sobre superación personal en la que comenzaba preguntando y respondiéndose: “¿Qué ves cuando me ves? ¿Un nene feo? ¿Un pobre discapacitado? ¿Un ejemplo de vida? ¿Te doy pena? ¿Me sacarías la mirada? Soy Lucas Alaniz, periodista, estudiante de Administración y, como te darás cuenta, sufro una discapacidad que solo es física y no elegí. Nunca me pregunto por qué, sino para qué”.
En 2019 pudo cumplir uno de sus sueños: cubrir el Mundial de Rugby de Japón como periodista acreditado. Era fanático y amante del deporte y del club Argentino de Bahía Blanca, donde juega su hermano Tomás. Para el mundo del rugby es también un día de luto por la muerte de Capocha.
Se reconoció como “un chico que nació con una discapacidad en el seno de una gran familia que me explicó que difícilmente volvería a caminar. También me aclaró desde el vamos que el estudio iba a ser la herramienta fundamental para igualar oportunidades. En la primaria y la secundaria empecé a tener amigos y a sentir pasión por el deporte. En los recreos, como todo nene, quería jugar al fútbol y lo lograba, hasta solía ser goleador. Luego jugué al básquet en Discapacitados Unidos Bahienses (Duba) y más tarde me volqué al rugby, soy fanático del Club Argentino y por eso no me pierdo los partidos de la Primera. Los viajes nos unieron mucho como familia y el rugby también”.
“Siempre digo que si una sola persona me escucha, aunque sea un minuto, y reflexiona a partir de mi experiencia, me doy por satisfecho y soy la persona más feliz de la tierra. Es más, creo que este capítulo de aprendizaje que llevo recorriendo tiene una misión y es, precisamente, la de motivar”, dijo en una nota publicada en Infobae, donde también se le preguntó si quería darle un mensaje al mundo: “Lo más importante es aprender a vivir el día a día y siempre tratando de disfrutar de las pequeñas cosas. Hay que sacarle provecho a los buenos momentos y superar obstáculos, que siempre los hay. Creo que se trata, simplemente, de una cuestión de actitud. Y yo elegí ser feliz”.
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