Las siete mujeres que buscan convertir el basural del barrio en una plaza para los chicos

Idearon un proyecto para cambiar la cara al Trapito, en Tigre, el lugar donde crecen sus hijos. “Nos rechazaban los vecinos del otro lado de la villa. Pero ahora ven lo que estamos haciendo y eso nos da orgullo”, asegura Celia Babolene, una de las referentes

Las referentes del Barrio Trapito junto a las representantes de la Fundación Vivienda Digna

Viven desde hace más de 10 años en la villa Parque San Lorenzo, más conocido como barrio Trapito, un asentamiento ubicado en el municipio de Tigre. Juntas se pusieron al hombro el proyecto que busca transformar el basural a cielo abierto en un espacio verde donde los chicos puedan jugar tranquilos, sin sentir los olores nauseabundos que hasta hace unos meses apenas los dejaba respirar y que fue foco de enfermedades por el contacto con plagas. También quieren hacer de ese espacio el punto de encuentro de toda la comunidad.

Hoy, el 90% del lugar donde por casi dos décadas se amontó todo tipo de desechos, está limpio gracias al trabajo incesante del grupo de mujeres que desde hace 4 años pelea contra todos los obstáculos para lograr un futuro digno donde crían a sus hijos; ahora se esperanzan (cruzando los dedos y con viento a favor) en recibir el año 2023 en la nueva plaza.

Nace una plaza

“Ya plantamos árboles y en estos días nos reuniremos con paisajistas que harán un boceto del proyecto que incluirá lo que deseamos: juegos de plaza para los chicos, un sector de gimnasio y mesas para sentarnos a compartir unos mates. En el barrio actualmente viven unas 500 familias y todos lo van a disfrutar”, resume Celia Babolene, una de las referentes sociales, sobre la tarea que le lleva adelante y que la llena de orgullo porque el barrio “ya no parece una quema”.

La tarea se inició con la llegada de la Fundación Vivienda Digna que junto a los vecinos diagnosticó las problemáticas que veían a su alrededor. Les dejaron un conteiner, casi a la entrada del basural, que luego los vecinos engalanaron pintándolo con franjas en colores celestes, rosas, amarillas y verdes. Ahí adentro funciona el Espacio Comunitario Trapito y junto con la municipalidad de Tigre, brindan clases de primaria para adultos, charlas de salud sexual y reproductiva, talleres artísticos, clases de yoga, y hay también una posta de salud para atender a niñas, niños y adolescentes.

Las referentes del barrio junto a los vecinos que disfrutan de las actividades que ofrece el Espacio Comunitario Trapito (Vivienda digna)

En agosto pasado, la idea para hacer del basural un espacio verde se convirtió uno de los cinco ganadores del premio de 400.000 pesos de la Fundación Avon, dinero que utilizarán para hacer realidad el sueño de la plaza barrial.

Cómo lo hicieron

El deseo de dejar de convivir con el basural, que ocupaba más de tres cuadras, fue la causa que unió a las siete mujeres. En la zona primaban las inundaciones, no había agua corriente, ni tendido eléctrico y tampoco contaban con el servicio de recolección de residuos. Entonces, cuatro años atrás, llegaron miembros de la Fundación Vivienda Digna para tenderles una mano con el acceso al agua y ese fue el primer paso al camino de dignificar el barrio donde viven miles de niñas y niños que jamás pudieron jugar cerca de sus casas.

“Cuando llegamos, los vecinos comenzaron a pensar en qué era lo que querían tener en ese espacio, qué querían hacer allí y pensarlo juntos fue una tarea muy importante para ellos porque el proceso en sí va más allá del basural y pasa a ser un proyecto social que los involucra porque son protagonistas de los cambios”, recuerda Maru Pinto, responsable social del Proyecto Trapito de la fundación que desde 2021 comenzó a trabajar en la problemática que afecta al medio ambiente.

Las mujeres que, tras un arduo trabajo, cambiarán la cara del Barrio Trapito, en Tigre: Anabel Anriquez, Celia Babolene, Romina Pimienta, Emiliana Riveros, Andrea Robledo, Ana Salazar y María Zabala (Télam)

“No sabíamos de lo que éramos capaces”, admite Celia y sigue: “Con la colaboración de la Municipalidad empezamos a erradicar un poco más la basura y ya no es como antes, que era parecía una quema. Ahora está más limpio el lugar, tenemos conteiners para que tirar la basura y seguimos reeducando a todos los vecinos respecto del tratamiento de basura para que sean más consciente de que amontonarla en la calle enferma los chicos y a nosotros mismos, pero también explicamos que tirar los desechos como corresponde hace que el lugar sea más habitable para todos”.

Desde hace 17 años, Celia, de 58 años y ama de casa, vive a dos cuadras de lo que fue el basural y quema. “No puedo describir el olor que había... ¡No se podía abrir la ventana! En verano, era un mosquerío y se llenaba de ratas... ¿cómo iban a jugar los chicos ahí? ¡Mis hijos de 12 y 15 años crecieron sin salir de casa para jugar”, lamenta.

También admite que el realizado, “fue un trabajito de hormiga” y que la peor traba al inicio fueron los propios vecinos. “No creían en nosotras ni en lo que estábamos haciendo. Pedir que sean conscientes a la hora de tirar los desechos era motivo de pelea, pero cuando vieron que comenzamos a limpiar, que la fundación trajo un conteiner que luego pintamos y que allí se formó un espacio para todos, comenzaron a creernos... ¡Gracias a Dios, se sumó un montón de gente y todos se suman para ser parte de las jornadas de limpieza”, explica emocionada. “La idea es que cuando no esté la Fundación, los vecinos puedan gestionar todo solos”, enfatiza Pinto.

La quema de basura y cables era una de acciones que todos los vecinos debían soportar

Para Celia, lo peor de esos años fue que además de haber tenido que lidiar por años con los vecinos carreros que arrojaban los desechos en el basural a 200 metros de su casa fue ser blanco de discriminación.

“Decir que una vive en este barrio es motivo para que nos discriminen los del alrededor, pero al estar cerca de la quema, el resto de los vecinos de la villa nos discriminaban aunque nosotros jamás tiramos algo en ese basura”, cuenta y asegura que pese a todo confiaron en la idea que tenían. “No bajamos los brazos e íbamos casa por casa para hablar sobre el tema de la basura, de la importancia de reciclar y pidiendo a los vecinos que pusieran la basura en la bolsita y que la tirasen en el tacho. Por suerte, se hizo en conjunto con la Municipalidad que ahora manda el camión de recolección”, agrega.

Antes había un basural a cielo abierto, pero pronto habrá un espacio verde (Fundación Avón)

Emocionada, anhela la reunión con los paisajistas que darán forma a la plaza a través de un boceto y recién allí tendrán la idea de qué es lo que podrán concretar con el dinero del premio.

“Esperando este día, empezamos a sacar los cascotes que había y a limpiar el terreno para que la tierra esté un poco más pareja. Ahora hay más manos para hacer las cosas porque los vecinos se están copando con este proyecto. Ya pintamos y plantamos árboles; nos falta plantar más y tener mejor idea de cómo quedará”, continúa.

Más que ilusionada, finaliza: “Sueño con sentarme con mi familia a tomar mate en esa plaza y ver a los chicos jugando tranquilos, respirando tranquilos porque debido a la quema hay gente que sufre Epoc, pero quién dice y podemos recibir el Año Nuevo allí y nada olerá mal”.

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