No podía caminar por su esclerosis múltiple, entrenó y corrió una media maratón: “Rendirse no es una opción”

Marcelo Scrimaglia recibió el diagnóstico a los 40 años y sintió que el mundo se le venía abajo. Una película española cambió su percepción de la enfermedad y comenzó a prepararse para correr. Hace una semana completó los 21 kilómetros de la competencia en Villa Mercedes, San Luis

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Marcelo Scrimaglia posa orgulloso con
Marcelo Scrimaglia posa orgulloso con su medalla al finalizar los 21 km en San Luis

Marcelo Scrimaglia sentía que caminar le costaba cada vez más. Se iba a los lados y caía. Nada de eso era normal para el hombre, entonces de 42 años, que practicaba deportes y amaba correr. Fue una consulta médica la que lo asustó: le dijeron que tenía esclerosis múltiple, una “enfermedad nueva de la que poco se sabía”, pero degenerativa y “con alguna posibilidad de cura”, lo ilusionaron.

Comenzó a investigar y supo que esa cura no existía; que solo dependía de él aprender a convivir con lo que la vida le propuso, aún con la patología que afecta su cerebro y médula espinal, pero que hoy toma como parte de su realidad. Fue gracias a la película española 100 metros, protagonizada por Daniel Rovira, que vio una luz muy al final del túnel y desde entonces nunca más se dejó vencer. “Me costaba mucho caminar, pero comencé a hacerlo igual, solo prestaba atención para saber de qué lado iba a caer. Cuando pude, aceleré el paso y un día troté... ¡Volví a trotar! Y como soy un tipo de desafíos, inspirado en esa película, busqué una maratón para correr”, cuenta el puntano de 54 años desde su casa en San Fernando del Valle de Catamarca, ciudad que adoptó como propia hace seis años.

Hace unos días, completó la media maratón de 21 kilómetros de Villa Mercedes, San Luis, el lugar que lo vio nacer. Allí anduvo a paso firme, alentado por su familia y los amigos de la infancia que se acercaron para levantar el puño al costado de las vallas cada vez que lo veían pasar.

"Solo es cuestión fe", el
"Solo es cuestión fe", el lema de Marcelo

“Estar allí y ver esas caras me llevó a mi infancia, a recordar las travesuras que hacíamos con algunos cuando éramos niños... Pude terminar los 21 kilómetros, pero me quedó el sabor amargo por lo que no me salió bien y quiero revancha”, pide entre risas y aclara: “Esta patología me hace ver la vida de otra manera, la valoro como nunca antes y valoro mis esfuerzos. Solo quiero demostrar que a cualquier enfermedad o diagnóstico se le puede dar batalla. Rendirse no es una opción”.

Una película y el deseo de ser el protagonista de su propia carrera

Hace 20 años, Marcelo cursaba las ultimas materias de la carrera de Diseño Gráfico, estudiaba italiano y sus planes inmediatos tras recibir el ansiado titulo eran irse a vivir a Italia y trabajar allí en lo que se había formado, pero las jugarretas del destino le impusieron otros planes: tuvo un leve pero intenso adormecimiento en el lado izquierdo del cuerpo. Como no volvió a repetirse se despreocupó, sobre todo, porque estaba atravesando un momento difícil a nivel emocional, y creyó que era parte del estrés diagnosticado.

Pasó poco más de un año para que sufriera un episodio de pérdida del equilibrio, le siguieron los espasmos musculares y más tarde entumecimiento en las extremidades y en otras zonas del cuerpo.

Marcelo Scrimaglia logró correr 10
Marcelo Scrimaglia logró correr 10 km en Catamarca

“Hasta ese momento, tenía una vida casi dedicada al deporte: practicaba básquet, fútbol, ciclismo, pero de a poco eso se complicó. Comencé a tener una especie de parálisis en las manos y en cuerpo, sobre todo en las partes izquierdas, y me costaba mucho caminar en la calle porque me caía. Buscando entender qué era lo que me pasaba, cometí el error de leer mucho en internet y solo encontré lo peor de la enfermedad que al ser relativamente nueva no se difundía mucho y lo poco que había era malo y en los libros de medicina que consulté no figuraba”, recuerda los momentos de angustia y el panorama tan desalentador que lo hizo entender que aquel terrible hormigueo de unos meses atrás podría haber sido el primer brote de la esclerosis. Así estuvo dos años.

Durante 2010, esos episodios se repitieron y fue una tomografía realizada en Tucumán la que le dio el diagnóstico final: “Ahí recién supe cómo se llamaba mi amiga de baile: Esclerosis Múltiple”, bromea y a la vez lamenta: “Durante diez años no supe qué tenía porque pudo haber sido cualquier otra enfermedad, pero saber qué era, no sé por qué, me generó paranoia, no podía salir a la calle porque pensaba que la policía me perseguía, caminaba y sentía miedo, mucho miedo”.

Cuando se abocó a cuidar de su salud, inició un rally médico y regresó a la clínica donde le dieron el diagnóstico: “La peor respuesta me la dio la neuróloga que por entonces consultaba. ‘Si tenés fe, rezá'”, me dijo... Luego conocí a una médica de Tucumán, donde entonces vivía, que me aseguró que hubo gente que se curó de la esclerosis y que no necesitó nada de lo que yo estaba haciendo y por un año dejé mi tratamiento, eso me hizo muy mal. Esta enfermedad no se cura, no hay manera, porque además es progresiva”, explica.

Frente al podio al que
Frente al podio al que anhela llegar

“Durante unos seis años, traté de ganarle un poco a esta patología y, no sé si de casualidad, pero una tarde de 2019 vi la película 100 metros, estrenada tres años antes y que cuenta la historia de un hombre que tiene la enfermedad y que a modo de pelearle comienza a entrenar para correr una maratón, ¡y me inspiró! Mi idea era correr la triatlón Iron man, pero como es muy complicada decidí por distancias más cortas para poder disfrutarla y no solo ponerme el objetivo de llegar a la meta”, recuerda sobre la idea que hace tres años le cambió la vida.

Su primera carrera fue en Punta del Este, luego corrió en Catamarca y el pasado 11 de septiembre lo hizo en su pueblo natal, Villa Mercedes, San Luis.

Aún emocionado por lo que allí vivió, dice: “Por más complicado que sea un diagnóstico, siempre hay una pequeña posibilidad de poder salir adelante, aunque nos parezca que la vida no es fácil, porque nos tocan cosas complicadas, es importante creer un poco en mí mismo y desafiarse. A mi me ha ido mediamente bien, no me puedo quejar porque he podido conseguir grandes cosas... ¿Sabes qué? Cuando estaba sano, muchas de las cosas que hoy disfruto antes no las podía ver como buenas, no hacía esfuerzo para nada, casi todo lo tenía servido y no le daba valor a nada... Caminaba apurado y no me daba cuenta de mi alrededor. En cambio, hoy me cuesta caminar, pero cuando lo hago lo disfruto. ¡Tengo más equilibrio trotando que caminando”, vuelve a bromear, pero esta vez se quiebra.

Marcelo suspira y destaca lo que el deporte hace en su vida: “Me ayudó a mejorar mi calidad de vida, por eso recomiendo a cualquier persona que tenga la patología que tenga que no deje de practicar un deporte o una actividad física, sea de manera recreativa o competitiva. Mantenerse activo es muy importante”, asegura.

A modo de vocero de la esclerosis, reflexiona: “Intentando correr muchas veces me he caído, pero un día me caí y levanté durante siete kilómetros, luego fueron 10, luego 21... La carrera es contra uno mismo, ni siquiera contra la enfermedad. Una persona con esclerosis puede hacer aún más allá de lo que el cuerpo le permita, cuidándose pero dándose ánimos”.

Esta vez, Marcelo terminó disconforme su carrera y quiere revancha en los 21 km. “No me salió todo como pensé y además hubo problemas en la señalización que hicieron que no me salieran las cosas bien, por eso espero por una nueva maratón para darme el gusto”, dice y entre lágrimas confía que, pese a eso, al llegar a su meta miró al cielo, levantó sus brazos y dedicó el logro a su papá “porque falleció hace poco y toda la vida me inculcó la importancia del deporte”.

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