El corte del puente Rosario-Victoria desde adentro: un grito desesperado para que se terminen los incendios en el Delta

Miles de personas cortaron el camino que une Santa Fe con Entre Ríos mientras arden las islas del Delta del Paraná. Reclamaron que se apruebe la ley de humedales y que se terminen las quemas. En el último mes, según datos oficiales, los incendios frente a Rosario crecieron 35%

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El corte del puente Rosario-Victoria
El corte del puente Rosario-Victoria durará hasta la tarde del domingo en protesta por la quema de campos en las islas del Delta

(Rosario. Enviado especial) “Ya no hay planeta B”. Escrita a mano sobre una remera puesta en el cuerpo de un niño de no más de 10 años, la leyenda es un recordatorio del futuro. Es un tic tac distópico hacia la destrucción de la Tierra: el cartel zigzagea con agilidad inocente e infantil pero el mensaje que lleva es terrible. Sube junto a una multitud por el puente Rosario-Victoria, en una interrupción más que metafórica de la (des)conexión de las provincias vecinas Santa Fe y Entre Ríos: humo y fuego, y mucho más que eso.

Está pasando: sequía, altas temperaturas, falta de agua, incendios, humo, producción descontrolada, impunidad. Por eso miles de personas, jóvenes, viejos, niñas, familias, muchos en bicicleta, con tambores, carteles, colores, sueltos y agrupados, cortaron la ruta y ocuparon por 24 horas el puente como un grito colectivo desesperado para cuidar lo que queda del planeta: plantas, animales, humanos, ecosistemas en peligro de extinción. La consigna principal de la marcha y acampe durante todo el sábado y el domingo es la protección urgente del humedal, el fin de la quemas y el control de las actividades agropecuarias. Por suerte a este piquete nadie lo repudió.

“Estuvimos desde el domingo tragando humo. Es sofocante, se afecta la salud de las personas, la calidad del aire es pésima. No solo están lastimando fauna, también a la gente de la ciudad”, comentó Rodo Martinez, referente de la Multisectorial Humedales de Rosario, una de las organizaciones que estuvo a la cabeza del corte.

Vivir en Rosario así no es vivir. “Los que pudieron irse se fueron. Otros ponen trapos en las puertas y ventanas para poder estar. A mí esta semana me faltó el aire, y no tengo problemas de salud. Hay consecuencias en el largo plazo y en el corto. Una ciudad que si no te matan las balas te mata el humo. Queremos que termine el plomo, el humo, hay que controlar los territorios”, remarcó Martínez.

Miles de personas marcharon hasta
Miles de personas marcharon hasta la mitad del puente desde donde se leyó un documento consensuado entre más de 400 organizaciones: "Todo terreno incendiado tiene un dueño que debe responder por eso"

Egocidio, con G, escribió alguien con aerosol verde en uno de los guardarrails de cemento al costado del puente. “Es apocalíptico, mirá el cielo”, dice Noelia Andreu, docente rosarina, que sostiene junto a su amiga una cartulina que dice “Plomo y humo el negocio de matar”.

Sobre la margen entrerriana, a lo lejos, detrás de la silueta de los edificios de Rosario, se ve crecer un hongo de humo blanco y negro, inmenso, que toma todo el horizonte. “Bienvenidos al paseo del ecocidio. A la derecha podrán apreciar una nueva quema con total impunidad”, ironizó uno de los locutores que marchaban a la vanguardia de la columna, nutrida por varios miles de personas.

“Es apocalíptico”, repite Noelia. “La ley es re necesaria. Ya es una burla, están quemando en este mismo momento, todos los días lo mismo, humo, soy maestra, los chicos en las escuelas con los ojos rojos. La solución es la ley de humedales pero que se respete, sea consensuada y se proteja el humedal. La guita manda, los dueños de la tierra son todos poderosos”, se enoja.

“Somos Humedal”, esa fue la leyenda que funcionó como consigna colectiva. Sin humedal no hay humanidad posible. Lo que históricamente fueron islas inundables hoy ya no reciben agua y la producción ganadera se instaló en esta zona del Paraná corrida por la producción de soja. Las vacas necesitan pasto nuevo, nutrido.

Egocidio, un graffitti sobre el
Egocidio, un graffitti sobre el guardarrail del puente

Los productores, históricamente, suelen aprovechar las lluvias de septiembre para quemar los pastizales del invierno. Pero el clima cambió definitivamente. La vegetación y la tierra están más secas que nunca, hace meses que no llueve en la zona. La temperatura es más alta. Pero siguen quemando.

La marcha -aunque fue mucha gente podría esperarse más teniendo en cuenta que el humo y las consecuencias ambientales la sufre el total de la población, 1,5 millón, según el último censo- pide más efectividad de parte de todos los poderes del Estado. Las manifestaciones de la marcha apuntan contra todos: gobernadores, funcionarios nacionales, jueces, empresarios productores. “Yo sabía yo sabía que a los humedales los quemó la oligarquía ¡ecocida!”, fue una de las canciones que más se gritaron.

Fabricio y sus amigos pintaron una parte del puente con leyendas contra las quemas. “Ecocidio, basta de quemar el humedal”. Explica: “Decidí pintar porque más allá de venir a marchar había que dejar una huella”. Fabricio tiene 20 años. La huella que dejaron sus antepasados amenaza el futuro.

Fuego y humo en las
Fuego y humo en las islas en el mismo momento de la marcha: "Bienvenidos al paseo del ecocidio", ironizó un manifestante

¿Qué se imagina para sus 40? “Es horrible pensar que hay tantos animales, tanta flora que se está matando por la necesidad de uno solo. Arruinan vidas enteras, arruinan la ciudad, por la necesidad de unos pocos. Para mi futuro, yo solo no puedo hacer nada, tenemos que juntarnos todos para poder hacer algo”.

El área incendiada en la zona del Delta del Paraná frente a Rosario aumentó en 35,3 % desde agosto. Según especialistas de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) se registraron “altísimos niveles de contaminantes”.

La información satelital del área cercana a Rosario mostró que de las 65.000 hectáreas quemadas que había el 8 de agosto se pasó a 100.500 al 13 de septiembre. Quiere decir que en el último mes siguieron quemando. Y el territorio devastado por el fuego aumentó 35%.

Las protestas fueron custodiadas por
Las protestas fueron custodiadas por Gendarmería y de momento no se reportaron incidentes

“Todo fuego es político. Hace años que en Rosario no podemos respirar. El humo invade las ciudades y nuestros hogares. ¿Te detuviste a pensar de dónde vienen esas cenizas? Es el síntoma de una enfermedad crónica provocada por la oligarquía”. Así arranca el documento que las organizaciones de la Multisectorial Humedales leyeron el sábado a la tarde cuando la cabecera de la marcha llegó a la mitad exacta del puente.

Desde ahí arriba, con un viento que cruzaba con ferocidad las cabelleras de los manifestantes, flamearon banderas y carteles con leyendas varias: “El humo es humedal desaparecido”; “¿Por qué destruimos lo que nos mantiene vivos?”; algunos de la rama vegana, como “A tu asado le gusta el fuego ganadero”; “El humedal es vida”; “Niños asmáticos paren”; “Basta de matar”; “Nos mata tanta codicia”; “Humo es violencia”; y hasta evocativas de María Elena Walsh: “Me dijeron que en el reino del revés llueven cenizas todo el mes”.

El proyecto de ley de Humedales consensuado con las 480 organizaciones que conforman la Acción Plurinacional por los Humedales será tratado en comisiones en los próximos días. Fue presentado por el diputado del FdT Leo Grosso y tiene el apoyo del ministro de Ambiente nacional, Juan Cabandié: “Queremos que salga esa ley, que no haya más fuegos. Necesitamos la ley de Humedales”, repitió el jueves en su visita al Comando Operativo instalado con brigadistas y Fuerzas Armadas en la localidad de Alvear, 30 kilómetros al sur de Rosario.

Alto el fuego, un reclamo
Alto el fuego, un reclamo de la comunidad (Fotos: Jonatan Noce)

“Es un paso necesario, pero no vamos a abandonar la calle. Esperemos que el jueves tengan un dictamen unificado que apoyamos más de 400 organizaciones. Si bien defendemos la ley de humedales tenemos la consigna ‘somos un humedal’ porque estamos antes y después de la ley”, remarcó Rodo Martínez.

Las islas del Delta se queman. El corte del puente está previsto hasta la tarde del domingo. Para ese mismo momento el Servicio Meteorológico nacional anuncia lluvias. A 30 kilómetros de la faja de asfalto, tensores y cemento que une Santa Fe con Entre Ríos, 53 brigadistas y unos 100 agentes de las fuerzas armadas encabezan la lucha cotidiana contra el fuego. En un lado y en el otro, un mismo rezo: que llueva, que se apaguen los fuegos. Y una certeza fatal: más temprano que tarde volverán a encenderlos.

“No se puede vivir así, tenemos la tragedia enfrente de nosotros, tosiendo, barriendo mugre todos los días, cenizas”, dice Rodrigo Dieguez, que marcha con su hermana y sus sobrinos. “No sé si anuncia el fin del mundo, pero anuncia el fin de algo seguro”, agrega. Thiago, su sobrino de 10 lo mira desde abajo. Sostiene un cartel que pide la ley de humedales. “Los incendios son una cagada. Si no apagan el fuego vamos a morir”, avisa, sobre el puente. Un recordatorio del futuro. Tic tac.

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