En 1988 mientras nos debatíamos entre los vaivenes del plan Austral, la llegada de Bruce Springsteen, Peter Gabriel y Sting integrando la gira mundial de Amnesty International que los traía por primera vez a Buenos Aires, la condena al Bambino Veira y las muertes de Luca Prodan, Miguel Abuelo y Federico Moura, yo era parte de un programa de radio que terminó haciendo más historia que dinero, Radio Bangkok.
You know.
Nos hicieron celebridades rápido y desmesuradamente. La situación nos daba cada día más prestigio y amigos.
Uno de ellos, Roberto Cirigliano, integraba el plantel de Sony, por lo que siempre llegaba con discos recién editados. Pero un mediodía apareció en el estudio con cuatro mendocinos que estaban haciéndose fuertes en el plano musical, Los Enanitos Verdes.
Fue conocernos y amigarnos para siempre.
Eran Marciano Cantero, Felipe Staiti, Daniel Piccolo y Tito Dávila, cuatro músicos excepcionales, divertidos, honestos, humildes y talentosos. Cualidades que no siempre se encuentran unidas, sobre todo en bandas que se ponen de moda. Pero ellos eran diferentes al resto.
Estaban por editar su cuarto disco producido por Andrés Calamaro. Siempre los producía Calamaro quien debutó produciendo precisamente con ellos.
Venían del éxito del álbum Habitaciones Extrañas que tenía entre otros temas “Yo te vi en un tren”, además de la versión de “El extraño del pelo largo” de La Joven Guardia, canciones que se cansaron de sonar en las radios. Eran unos sapos raros en el gran pozo del rock argentino.
Habían empezado unos años antes en su Mendoza natal recibiendo elogios y tomatazos al 50%. Tenían una propuesta elegantemente pop, con letras más cercanas al rock urbano que al hippismo del Bolsón.
Llegaron a Buenos Aires de la mano de Alberto Ohanian, el gran productor de Soda Stereo, Luis Alberto Spinetta y András Calamaro, por ejemplo, obviamente un tipo que sabía apuntar. El mismo Ohanian los albergó en un depósito de luces de escenario mientras grababan su primer álbum. Una etapa a todas luces, valga la redundancia, olvidable para la banda.
Después con el segundo disco Contrarreloj, ya afinados por Andrés, consiguen su primer hit “La muralla verde”, que los consagró popularmente. Esto logró acelerar la situación para su tercera obra, Habitaciones Extrañas.
Desde la estadía en el depósito de faroles a este instante ya habían dejado atrás las dudas, los temores de cambiar el hermoso paisaje andino por el smog porteño, su gira latinoamericana siendo el grupo de acompañamiento de Piero, los amores quedados en el pasado y los tomatazos.
Se hacían grandes y conocidos.
Por esos días nos vimos, De la radio fuimos a almorzar a La Boca, como hacíamos siempre con Lalo y los demás, para de ahí separarnos unas horas hasta encontrarnos en Paladium. Nada, lo de siempre para nosotros pero ahora con los Enanitos Verdes, Cirigliano, más Andrés y compañía.
Fue ahí que surgió lo del Velódromo.
Sucedía que el programa de radio era tan fuerte que nos seducía más cruzar límites que hacernos famosos. Estábamos en la radio, en la tele, hacíamos shows juntos mientras por separado aprovechábamos el desconcierto general.
Recuerdo que me pagaban más de un sueldo cada noche que decidía pinchar discos en cualquier antro de moda. Teniendo en cuenta mi confusa extrema juventud, la piloteaba como podía.
Casi a pedido del público llegamos a armar una banda de rock, bastante buena, con músicos legendarios como el Turco Yaría -gran guitarrista de blues porteño- o la misma Cristina Dall de Las Blacanblues, que ridículamente nos hacía los coros. Éramos todos amigos, tocábamos en Halley, en Marabú y en clubes de barrio o fiestas semi privadas.
Un día nos ofrecieron una fecha en el Velódromo Municipal.
En medio de nuestra nube de pedos dijimos que sí, de manera que en un par de semanas estábamos ensayando al ritmo de cualquier banda consagrada, pero con el terror ante lo que venía, similar de una parejita de adolescentes en medio de un bosque lleno de zombies y falsos leñadores con motosierras.
Fue ahí, que viendo nuestro desconcierto ante el inminente concierto, Los Enanitos Verdes, entre risas, se ofrecieron a abrir el show. Ellos abriéndonos a nosotros era como que Paul McCartney fuera el telonero de Montaner. No es graciosa la comparación, sino lo más preciso que pude encontrar.
Terminó siendo una noche perfecta, de la que afortunadamente no quedó más registro que el de nuestras memorias, que habiendo transitado los 80´s a todo vértigo dejan bastante que desear.
Ahora que se murió el Marciano Cantero, no quería dejar de escribir esta semblanza que muestra lo que decía antes de la humildad, el talento y la diversión asegurada que generaban estos tipos.
Más allá del triste dolor con el que recibimos la noticia, en lo personal renovó esas polaroids de esos lindos momentos que atesoro en algún lugar de mi cerebro.
Aunque también recuerdo que en medio de una gira por México, unos meses después de la noche del Velódromo, sufrieron un grave accidente vial en el que ellos terminaron bastante lastimados, y Roberto Cirigliano muerto.
Mierda.
Pero bueno, la historia siguió y es archi conocida, Los Enanitos Verdes son furor en latinoamérica, terminaron instalándose unos años en territorios aztecas, alternando con gran repercusión en el sur de Estados Unidos y compartiendo escenarios con celebridades rockers de variadas estirpes. Montados en una nave que supieron acorazar recorriendo estudios y escenarios de disímiles estructuras, que quedaban como decorado rindiéndose ante las composiciones de Marciano Cantero, Felipe Staiti y el aporte del baterista Daniel Piccolo. Creaciones que además de ser infalibles se popularizaban como un reguero de pólvora en todos lados.
Marciano era un compositor genial de canciones que sonaban en todos lados: radios, shows, presentaciones de cualquier cosa, en la tele misma.
“Amigos” es un tema que compusieron Marciano y Alejandro Lerner, juntados por Andrés Calamaro, que se masificó por ser la canción de presentación de un gran programa de TV protagonizado por el inolvidable Carlín Calvo y Pablo Rago llamado “Amigos son los amigos”. 30 puntos de rating cada emisión además de colateralidades varias, como obras de teatro de temporada o reversiones de la canción en cuanto concurso de canciones se inventaba.
Un tema originalmente creado por Marciano para su hijo, que topándose en el camino con Lerner terminó siendo un himno a la amistad, que se renueva en nuestros oídos cada día del amigo o reunión amistosa que se organice.
“No importa el lugar
El sol es siempre igual.
No importa si es recuerdo
O es algo que vendrá.
No importa cuánto hay
En tus bolsillos hoy.
Sin nada hemos venido y nos iremos igual.
Pero siempre estarán en mi
Esos buenos momentos que pasamos sin saber.
No importa dónde estás
Si vienes o si vas.
La vida es un camino,
Un camino para andar.
Si hay algo que esconder
O hay algo que decir,
Siempre será un amigo el primero en saber.
Porque siempre estarán en mi
Esos buenos momentos que pasamos sin saber
Que un amigo es una luz
Brillando en la oscuridad
Siempre serás mi amigo,
No importa nada más.
Porque siempre estarán en mi
Esos buenos momentos que pasamos sin saber.
Que un amigo es una luz
Brillando en la oscuridad.
Siempre serás mi amigo,
No importa nada más.”-
Una letra adorable sobre una melodía agridulce que la hace inolvidable.
Se juntaron dos plumas elevadas, Lerner y Cantero, para terminar una canción de las más difundidas y aceptadas de la historia de nuestro rock, más allá que a través de versiones de todos los colores haya borrado cualquier frontera artística.
Alejandro, tan conmovido como yo por la horrible noticia, terminamos hablando de este tema que no se nos salía de nuestras cabezas desde la noche anterior cuando ambos recibimos la mala nueva. Nada nuevo, obviamente, pero que viene muy al caso.
Me dice Alejandro Lerner: “Se nos fue un amigo, un gran compañero de aventuras. Re fan de los Beatles, al punto de tener toda la memorabilia posible. Con él nos encontrábamos en Los Ángeles, a recordar cosas nuestras, nada más. Así fue que un día, por esas cosas de la vida yo había trazado un puente de amistad con Andrés...”
-Claro, vos eras el que habían llamado para Los Abuelos de la Nada, y ante tu negativa porque querías encarar tu carrera solista después de Solopororo, lo recomendaste a él.
-Si, cuando recién empezaba a producir discos ajenos y estaba trabajando con Los Enanos nos invitamos a compartir. De la misma manera que compartíamos instrumentos o algunos proyectos míos con Andrés o cosas que no podía hacer y se las derivaba a él. Asi fue que un día caí en la grabación de “Amigos” con el Marciano, le metí un piano como los meto yo, salvaje, con huevos, y cantamos ahí nomás “Amigos”. Una cosa hecha con mucha naturalidad, de personas compatibles emocionalmente, más allá de lo musical que eso es absoluto. Así nomás quedó este himno a la amistad que se canta en toda Latinoamérica, y que ahora más que nunca seguiremos honrando sumidos en esta apática tristeza que nos deja la ida temprana de nuestro querido Marciano Cantero. Recordándolo lo mantendremos vivo...
-Claro.- le respondo a Alejandro Lerner.
Lo mismo se abarrotan los recuerdos de Marciano en mi corazón, hasta nuestra última charla a fin del año pasado. Me contaba lo bien que estaba, lo feliz que lo hacía haber recuperado a su primer amor, la inspiradora de “Tus viejas cartas” de Contrarreloj, quien había sido su primera novia de la que se separó para instalarse en Buenos Aires y a quién reencontró, sin plan previo, 30 años después para retomar lo que habían roto hasta el último de sus días.
Me contaba también lo bien que estaba Felipe Staiti afincado en Mendoza, definitivamente trabajando en sus vinos premiados, de excelente calidad.
De sus ganas de retomar algunos escenarios, de viajar y disfrutar lo conseguido en tantos años de arduo y reconocido trabajo. Planeando un encuentro que no llegamos a tener allá en Mendoza o acá en Buenos Aires, algo que nos quedamos debiendo.
No puedo contener las lágrimas recordando esa sonrisa eterna debajo de sus anteojos redondos, riéndonos de todo en la noche del bajo porteño donde nos cobijábamos en lo oscuro y contenedor del cemento.
Buen viaje Marciano.
Quedás vivo en todos nosotros, sabés de quienes estoy hablando, querido amigo.
Gracias Alejandro Lerner, por estar siempre. El 13/11, en su gran show del año en el Movistar Arena, seguramente tendrá algo de esto.
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