Viviana Papa (46 años) era demasiado inquieta para continuar con una vida de ama de casa, aunque esté felizmente casada. Además de ser la mujer de Emiliano, con quien lleva 20 años de matrimonio y la mamá de Agostina (16) y Juan Francisco (12), necesitaba hacer algo más con su vida. Había estudiado muchas cosas, diseño gráfico, también en una escuela de fitness. Y había trabajado muchos años dando clase en gimnasios. “Un día me encontré aburrida, ya después de tener a los dos nenes. Me había volcado a ellos”, confiesa. Hace seis años de esto, en que no estaba haciendo nada y necesitaba “salir de la zona de confort”, cuenta esta mujer de Adrogué.
Años antes se había dedicado a organizar ferias en su casa y en la de sus amigas -iban rotando-, con el trabajo de emprendedoras que vendían bijou, ropa interior. Sin embargo, esta vez necesitaba hacer algo más, algo propio que no fuera reventa. “Quería enfocarme en un mini emprendimiento y como siempre sentí que en orden mi vida era armoniosa y teniendo cada cosa en su lugar optimizaba el tiempo, me di cuenta de que era por ahí. Entonces me capacité con una profesional argentina, Marietta Vitale”, recuerda sobre el día que dio un giro en su vida profesional.
En esos tiempos en que la organización de espacio en hogares empezó a convertirse en un tema serio, y el libro de Marie Kondo La magia del orden en la biblia de los hogares minimalistas y pulcros, Viviana empezó a tomar cursos y hacer suya la temática, descubriendo necesidades e incluso llevando a veces la contra a la gurú oriental por más que esta no se entere. Tiene criterio propio y no solo le fue bien en sus primeros pasos como emprendedora. Hoy forma a otras organizadoras de espacios y además, tiene una línea de productos de limpieza y aromatizantes con fragancia propia.
Desde un inicio se dio cuenta de que no se hablaba que para organizar una casa se podía hacer de manera simple y accesible. Así empezó a mostrar en su IG (@vp.organizadoraprofesional) que podía hacerlo con productos a bajo precio, o usando lo que estaba al alcance, como esos tuppers que ya no tenían tapa. Su mentora, Alex Muraco, le dijo que pusiera toda la fuerza y energía, porque la veía con ganas de seguir adelante. Armó un brief de marca, manual, perfil de cliente, certificación de la marca para dar forma a un proyecto que iba en serio.
¿Cómo dio el primer paso? Con su IG, la misma cuenta que tiene hoy, muy tímidamente, trabajando con sus conocidos como conejillos de india. Aprovechó las mudanzas de sus padres y tíos, probó sus servicios con amigos. “Fue todo un entrenamiento, hasta que un día surgió de la nada una chica que me escribió y pidió que fuera a presupuestar una organización. Y empecé a salir de a poco. Ya en la capacitación nos orientaban cuánto cobrar. Estaban las que cobraban poco, un intermedio y mucho, las más conocidas. Entonces, empecé despacio, cobrando intermedio”, cuenta.
Ser una organizadora de espacios no es una actividad de escritorio. Ese lado B no se ve en las redes sociales cuando está todo ordenado y brillante. “Es un trabajo exigido, no solo físicamente, porque subís, bajás escaleras con valijas, con cajas, bolsas de descarte… También es un trabajo mental porque yo tengo que encontrar un sistema de orden para cada uno de mis clientes que no son iguales. Se arma el sistema de acuerdo a los hábitos que tiene cada uno”, explica Viviana, quien se detiene en este aspecto, ya que en su trabajo nada es color de rosa tal como se muestra.
Su actividad es presencial y también online, ya que existen personas que son muy celosas de sus pertenencias y espacios privados. A ellos les aconseja la asesoría online, con varias videollamadas. Le sucede que cuando las mujeres dependen económicamente de los maridos y quedan en consultarle, Viviana ya sabe que no van a volver a llamarla, excepto que al marido le guste mucho el orden. Se ríe, sobre este aspecto. Conoce muy bien a su clientela. “Las mujeres independientes, todas me contratan”, expresa.
Un día también se dio cuenta de que le gustaba explicar lo que hacía y enseñarlo. Se la pasa investigando sobre el tema y seguir de cerca a otras personas que se dedican a su rubro, como Peter Walsh, el organizador de Oprah Winfrey. Este hombre, que también hace programas de TV, se especializa en la organización de oficinas, y trabaja en la casa de algún que otro famoso.
Una de sus mayores virtudes para este trabajo es su desapego a lo material. “Es algo que me resulta muy fácil. Y es algo que me encanta transmitir a la gente. Tratar de llevarlos por ese camino de librarse de los objetos y que no estos dominen a ellos. Pasa mucho”, cuenta. Acumuladores hay muchos. Le pasa todo el tiempo. Ahora Viviana tiene un equipo que trabaja para ella, y le acaba de pasar un informe sobre el departamento que están viendo abarrotado de cosas. “Las chicas ya habían armado siete bolsas de consorcio para sacar. Y faltaba un montón. Hay mucha gente que me llama por eso, para que los ayude a desprenderse de objetos”, relata.
Es tan desapegada Viviana que después de estar “medio medio con su marido al día siguiente fue y vendió las alianzas. Él le dijo que tenía razón, que eran un objeto. No quisieron sentir que estaban atados por eso. Y entonces, las alianzas se fueron. “Así que las vendí. Con esa plata compré cosas a los chicos, pagué otras cuentas y él estuvo de acuerdo. Nunca más usamos alianzas y estamos mejor que nunca”.
Cuando nacieron sus hijos Viviana no guardó ombligos, pelitos, ni nada de esas cosas. “Todo se fue a la basura. Es lo que enseño, a que cada uno tenga una caja de recuerdos chica, no una baulera. Mi hija, por ejemplo, se quedó con el camisolín de la sala de cinco, algún dibujo y el resto digitalizado. No voy a guardar una carpeta con polenta y arroz que junta bichos en el placard. Después vas, la abrís y está llena de bichos. ¡Te comen la ropa!”, advierte.
Viviana vendió los muebles antiguos de su abuela, porque en su casa quería todo nuevo. “Ella no era la mesa de luz ni las sillas. Mi abuela está conmigo en el recuerdo, no es un objeto”. Y ahí critica a Marie Kondo. “Comparto con ella el estilo de organización, pero si quiero ayudar a la gente a descartar objetos, no puedo venir y decirle agarrá la remera y decile gracias. Es una remera, dale! Está todo tan frívolo, tan comercializado, consumista, que la gente dice amo un par de zapatos de la misma forma que dice que ama al hijo o que ama al marido. Se instaló tanto el decir amo a los objetos, que no son más que objetos. A veces la gente me odia. Después me llaman y me dicen que tenía razón”, asegura.
Para Viviana una casa organizada con la misma fragancia en todas partes es la armonía perfecta. Por eso lanzó su línea de productos de limpieza sustentable con esencia y nombre propio: VP. Todo lo que se propuso desde ese día que ideó su proyecto lo lleva adelante. Por eso, en un página Web vende su jabón líquido para la ropa, suavizante, desodorante de piso, home spray, detergente para lavar los platos, jabón liquido de manos, difusor y velas. Una especialista en fragancias la ayudó a elegir sus notas. Eligió una mezcla llamada verano indio y naranja.
La organizadora anima a otras mujeres a iniciar como ella sus propio proyecto. “Que trabajen mucho y sigan en las redes a otros emprendedores. Se puede salir de la zona de confort y una vez que sucede eso “no te para nadie”, alienta.
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