Entrevista a Mario Sebastiani: “Si pudieras elegir de qué manera morir ¿qué harías?”

El obstetra tiene 45 años de carrera y de militancia en las libertades individuales y del ejercicio de la autonomía sobre el propio cuerpo. Mientras se postula como senador para América del Sur en Italia por el Partito Democratico, una de las voces más lúcidas y que más se anticiparon a la legalización del aborto, ahora va por otro derecho en la Argentina: el de decidir cómo queremos terminar con nuestra vida

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El obstetra Mario Sebastiani asumió
El obstetra Mario Sebastiani asumió el desafío de postularse como Senador por América Meridional por el Partito Democratico en las próximas elecciones legislativas en Italia el 25 de este mes

Si pudieras elegir de qué manera morir…¿qué harías? La pregunta se la hace el doctor Mario Sebastiani para sentar posición una vez más en lo que ha sido y es una militancia en su carrera de exactos 45 años: defender las libertades individuales y el ejercicio de la autonomía sobre el propio cuerpo. El médico de Ginecología y Obstetricia del Hospital Italiano de Buenos Aires acaba de presentar un libro con ese título por la editorial Ateneo; pero tiene una docena publicados. Es lo que hizo cada vez que creyó que había que sacar del clóset alguno de esos debates morales que suelen quedar en charlas privadas –o en la decisión silenciosa de los que tienen recursos–, darles el peso de lo escrito: “A mí siempre me gusta escribir las cosas que digo. Porque me expongo a que vos me critiques, y porque, además, cuando uno escribe se ordena y mejora su discurso y la forma de transmitir la información, en contra o a favor”, dice en el estudio de Infobae.

Sebastiani es un obstetra que atendió más de 12 mil partos. También luchó durante años para que la interrupción del embarazo fuera legal y segura. Y también entonces militó en la práctica y por escrito por la igualdad de derechos para todas las gestantes y el acceso al aborto en condiciones sanitarias reguladas y fuera del peligro de la clandestinidad. Fue así como se convirtió en una de las principales voces que acompañaron el reclamo masivo del movimiento de mujeres para que fuera ley en la Argentina.

Mario Sebastiani - La Eutanasia

Pero además, es un hijo de italianos que creció en una casa donde se hablaba la lengua del Dante, fue uno de los primeros egresados –y luego docentes– de la Scuola Cristoforo Colombo, una de las más prestigiosas de la comunidad en la Argentina, a la que además está ligado hace décadas por su rol en el Hospital. Por eso ahora también asumió el desafío de postularse como Senador por América Meridional por el Partito Democratico en las próximas elecciones legislativas en la península, el 25 de este mes. Es otro espacio, dice, para abrazar las cuestiones que lo obsesionaron en todo su recorrido profesional y político –”aborto legal, derechos de las mujeres y eutanasia”–, en un momento en que la ultraderecha podría ganar y poner en jaque esas conquistas.

Cuarenta y cinco años de obstetricia, asistiendo mujeres y convirtiéndote en un aliado en los hechos. ¿Cómo nació esa vocación?

– Cuando era practicante, en San Miguel. Fue una escuela tremendamente romántica, que ya no existe. Ahí descubrí –o decidí– que iba a ser obstetra. La vocación por la medicina viene desde muy chico. Mi papá era un industrial exitoso y yo creo que hay erotismos en la vida: yo iba a la oficina y no sentía ningún erotismo. Lo acompañaba a la fábrica y no sentía ningún erotismo, pero yo iba a una farmacia y sentía que me gustaban los medicamentos, el guardapolvo blanco; mi papá se hacía las inyecciones y yo lo acompañaba y me acuerdo que el farmacéutico me enseñó a dar inyecciones. Y entré a un hospital alguna vez y dije “¡Esto esto es lo mío!”; hay gente que dice “No, pero los olores y las…”, ¡yo nada! Yo sentí que esa era mi escenografía y la verdad que hice bien en elegir medicina porque todavía hoy me gusta mucho, no soy ningún renegado, ni estoy deprimido, ni me quejo de que nos pagan mal: a mí me gusta hacer lo que hago.

La portada del nuevo libro
La portada del nuevo libro del médico obstetra, Mario Sebastiani

Bueno para las mujeres, para las feministas en particular, tu nombre…

– Soy querido.

– Sí, sos querido porque tu lucha y haberle puesto la cara siendo un médico varón a la lucha nuestra para que saliera la ley del aborto fue muy importante. Entiendo que también tuvo que ver con tu carrera, con las cosas que viste.

–Tuvo que ver mi familia. Mi mamá era sobre todo muy libertaria y además en Italia, porque vengo de una familia italiana…

–Ya había aborto.

–Ya había aborto, y ellos no eran anticlericanes, pero se asombraban de que en el país donde está el Vaticano el aborto fuera libre. A mi mamá le parecía que era una cosa muy buena y a papá también. Después, por supuesto fui a San Miguel y vi las cosas que no debemos de ver, la muerte por el aborto ilegal. Y luego empecé: hace 37 o 38 años hice mi primera carta de lectores en La Nación, un diario muy formal o muy conservador, pero que tenía una cosa excelente que eran las cartas de lectores a favor y en contra. Lo mismo que pasa en la revista Time, que a vos te mueve; o sea, se invita a los lectores a expresarse y el redactor en jefe enfrenta dos ideas. Yo escribí entonces, por lo menos, tres o cuatro cartas. Y no sé por qué, pero lo tomé como una lucha propia. Me pareció que era realmente indigna la situación. Empecé con la salud pública, esa era mi zona de confort, la salud pública. Después, empecé con el tema de la libertad de decidir y la libertad del cuerpo, este cuerpo a expensas de un embarazo no deseado era una cosa que no me parecía razonable, y terminé –porque hablé después en Diputados, en Senadores–, terminé claramente hablando sobre la dignidad de las mujeres.

Fuiste blanco de muchos de quienes estaban en contra de que esa dignidad dejara de ser negada.

–Es que el aborto tiene un conflicto que es el conflicto de las dos vidas, totalmente aceptable, pero lo primero que tenemos que decir es que si nosotros estamos acá es porque lo han decidido nuestras madres. O sea, uno adquiere una categoría de persona porque una mujer decide, y si una mujer decide no continuar un embarazo por el motivo que sea, que en términos generales son motivos de peso, entonces me parece que el embarazo no puede ser una condena, ni puede ser una tortura. Siendo yo obstetra, siempre digo que el embarazo es una dicha, ah, sí, sí, sí, sí… pero es una condena también. Es una condena. Y esa condena la paga la mujer, no la paga el hombre. Cuando una mujer tiene hijos, puede ser que responda a un mandato, la mayoría de las veces seguro está feliz, pero, de cualquier manera, en este mundo los dos diamantes que son el trabajo y la educación, se caen para ella. Porque ya le es más difícil competir en esos aspectos. Por eso, otra de las líneas que he trabajado ha sido la de que los hijos sean por responsabilidad, no “por deseo, por amor, porque a mí me sobra el amor y entonces como no tengo a quien dárselo se lo doy a un hijo y traigo hijos a este mundo”. No me parece razonable. Y por eso no fomento la natalidad, sino la natalidad responsable.

Un afiche del la candidatura
Un afiche del la candidatura del Dr. Mario Sebastiani como Senador por América Meridional

Vos decías en ese discurso de Diputados que lo que pasaba en otros países con aborto legal, que es algo que nosotras sabíamos, es que, al revés de lo que se pensaba, no sólo iban a disminuir las muertes de mujeres sino también los abortos. ¿Qué pasó finalmente desde que salió la ley hasta acá?

–Eso: disminución de los abortos, disminución de los abortos. Pensá que yo debo haber ayudado –yo no he hecho jamás abortos, pero he ayudado– a muchas mujeres sobre todo en la época del misoprostol. Porque el misoprostol produjo un cambio, no importa la ley, el misoprostol cambió la historia del aborto en el sentido de la enfermedad y de la muerte. Lo cambió totalmente. Entonces ayudaba a muchas mujeres.

– Claro, porque de cualquier manera hay que hacerlo con un control médico.

– Por supuesto, como todo. Nosotros tomamos el modelo de Uruguay de disminución del riesgo. ¿Y cómo se hace para disminuir el riesgo? Te ayudo, te ayudo con la palabra, te acompaño, te digo que vayas al hospital, que no te van a denunciar, le hablás al ecografista amigo, le decís cómo conseguir la medicación, que en esa época lamentablemente era por Internet. Yo creo que en algún momento, hace tres o cuatro años, ayudaba entre 10 y 15 mujeres por mes. Era un tipo entre comillas famoso y entonces la gente me venía a buscar. Hoy es anecdótico. También es cierto que disminuyó la natalidad. Nosotros estamos hoy en unos 500, 550 mil nacimientos, cuando estábamos en 750 mil nacimientos. Y esto pasa en todas partes del mundo.

Pensaba en tu nuevo libro, en el libro que publicaste ahora y que tiene un punto en común con la lucha por el derecho al aborto que es esto de la libertad de elegir, la autonomía sobre el propio cuerpo, ahora hablando sobre morir con dignidad.

– El primer libro que me compré sobre muerte fue en 1986, ¿y por qué? Porque siempre me ha preocupado. En el hospital yo escuchaba a los residentes, en los momentos que estábamos de guardia los médicos, decir que había muertes que eran tortuosas, tormentosas. Y eso me preocupó. Y vos decís ¿Te preocupó por vos? ¡Y claro que me preocupo por mí! Pero me preocupo, no podía comprender porque esto tenía que ser de esta manera. Me parecía que la medicina tenía que ayudar a morir de otra manera, más plácidamente; no importa lo digno: más plácidamente. No una tortura del proceso de muerte. Empecé a leer, leer, leer, y una vez que terminó el tema del aborto, me empecé a exponer pero ya con un background de todo lo que me había preparado. Pienso que es un debate necesario, que tiene que ver con la libertad, que tiene que ver con la disposición del cuerpo; que si la vida es mía, bueno, entonces yo voy a decidir también mi muerte o mi proceso de muerte. No puedo dejarle esa decisión a un médico que no conozco, no puedo dejársela un cura que no es el mío, a un pastor que no es el mío, no puedo dejársela a una mayoría parlamentaria que no es la mía, y entonces creo que nosotros tenemos que definir que la vida es nuestra y que vamos a participar. ¿Y qué hacemos? Le pedimos ayuda a la medicina. Porque mientras no haya una píldora que yo me compre en la farmacia y me muera en mi casa sin jorobar a nadie, estoy con mi familia, con mis amigos y me muero, mientras no haya esto, la medicina es importante porque maneja las drogas, porque conoce la enfermedad, porque conoce este proceso y entonces creo que hoy estamos en trabajar la muerte medicamente asistida, o sea, eutanasia y suicidio asistido.

Entrevista a Mario Sebastiani - El Aborto

– Pensaba de nuevo que ahí hay otro punto en común con el aborto que es que hoy depende mucho la manera en que morimos de los recursos que tenemos.

– En cualquiera de estos temas la equidad social es un tema en sí mismo. Un tema que después lo ubicás en cualquier otro tema, el que se te ocurra. La equidad, la justicia –éticamente– es un tema absolutamente complejo. ¿La ley qué hace? Nos iguala a todos. No es que yo tengo mis amiguitos y vos no. No, nos iguala a todos. ¿Nos obliga a morir de alguna manera? ¡De ninguna manera! Lo elige el que quiere. Para que te des una idea, en Holanda y Bélgica, que son los países que empezaron con esto, el 9 o 10% pide un procedimiento de eutanasia, y solamente el 2 lo utiliza. Porque siempre tengo capacidad de decir no. Es algo de lo que hablan muchísimo los enfermos: “Yo quiero saber que esté, y que yo puedo disponer en algún momento; que yo pueda decidir cuál es el dolor que me aguanto, cuál es el sufrimiento que me aguanto, cuál es mi dignidad, no que resuelvas vos sobre la mía”. Son tres cosas que son absolutamente personales e individuales: dolor, sufrimiento y dignidad. No las puede decidir un médico, un cura, no puede decidirlas el Parlamento, ¡por favor!, ni el Estado, ni el presidente; no, yo digo cuál es mi umbral. Tal es así, que, por ejemplo, Stephen Hawking no quiso, a pesar de que él dijo que había que tener una ley de muerte médicamente asistida.

–En este momento hay en el Congreso seis proyectos para regular y legalizar la eutanasia o la muerte asistida. Uno, si no me equivoco, fue una iniciativa de un paciente con ELA.

–Hay cuatro proyectos en Diputados y dos en Senadores, y la buena noticia, a mi juicio, a menos que se reviren todos estos legisladores, es que no hay grieta.

–Es decir que no esperás un debate como el del aborto en este sentido.

–Espero un debate y me parece que es constructivo. Creo que tiene que ser rápido, que hay que prestarse a la ingeniería legislativa, que hay que ir a las comisiones, hay que discutir, hay que buscar opciones distintas, y creo que hay que coincidir en los proyectos en tratar de tener reglamentaciones que no sean en contra del enfermo para para defender una moral determinada en la sociedad o por los médicos. ¡No, hay que defender al enfermo! Entonces, no me dejes a mí 60 días esperando respuestas, no me hagas ver por una comisión de notables, no me mandes al psicólogo.

–De nuevo el paralelismo con el aborto, donde con cada semana que pasa en esas decisiones burocráticas se puede demorar el derecho hasta volverlo inútil.

–¡Totalmente! Acá se dijo que por un aborto había que ir a una comisión que decidiera si vos te lo podías hacer. Estas son las cosas que estoy trabajando actualmente con la diputada Jimena Latorre (UCR, Mendoza), pero la verdad es que estamos haciendo un diálogo para crecer en el discurso y tratar de ser convincentes. Y eso es, que el que no está de acuerdo, o viene con una connotación, o viene presionado, o cree en una religión, pueda entender que no tiene que entorpecer. Porque no vamos a obligar a nadie a morir de esa manera.

–¿De dónde se espera la mayor oposición? ¿Los paliativistas?

–Siempre se dice la religión, ya estoy escuchando el discurso, y no tengo nada que decir, porque si alguien cree que Dios es un llamado y me dio la vida, no hay un problema. El paliativista es una persona que hace un trabajo excelente, muy mal pago, muy poco jerarquizado, y que me da la impresión de que vocacionalmente siempre piensa que hay algo más para hacer. Bueno, me parece que qué bueno que lo piensen, pero que me dejen a mí la posibilidad de saber cuánto quiero de ellos. Entonces, por supuesto que luchamos todos para que haya paliativismo en todo el país –¿vos sabés que solamente el 14 o 15% de los institutos tienen cuidados paliativos?–, hay que favorecer el cuidado paliativo en todas las especialidades, no sólo en los paliativistas: clínicos, oncólogos, ginecólogos, todos tenemos que tener ese concepto filosófico de ayuda al que sufre, al que tiene dolor y se siente indigno.

–Al mismo tiempo, y a la par de los avances en la medicina hay como un culto a la muerte heroica, con sufrimiento: “Y mira qué bien, qué entereza, cómo lucha”. Sin juzgar eso que efectivamente puede ser heroico si la persona lo elige, parece como que la única manera digna de morirse, es enfrentando la adversidad y el dolor hasta el final.

–¿Sabés dónde pienso que viene, con todo respeto? Del catolicismo. El catolicismo gusta de los mártires. Entonces se dice inclusive –lo escucho cuando doy charlas sobre este tema y están los representantes del instituto de Bioética del Vaticano– que “el dolor es un llamado”. Es un llamado a Dios, y si vos pedís morir, no estás pidiendo morir, estás pidiendo que te ayuden. Tienen una cantidad de frases que realmente buscan invitarte a ser un mártir, como si el sufrimiento me acercara a Dios y yo, que no importa si soy creyente o no soy creyente, todos tenemos alguna cosa, así que no hay que catalogar, puedo estar de acuerdo o no. Por eso me parece que los legisladores tienen que comprender la libertad de elección; no la sociedad, los legisladores. Porque vamos a ir a una ley, así que no es un problema de lo que pensamos los demás: ellos tienen que ir lo menos presionados posible, con la menor cantidad de preconceptos posible. Porque tienen que jerarquizar la silla para el bien de sus representados. No para una facción, no para un instituto, no para una religión, es para el bien público. Es el trabajo que hicimos con el derecho al aborto, aunque yo creo que va a ser menos arduo, creo que vamos a tener una ley antes.

–¿En cuánto tiempo? Ya sé, todo es imprevisible hoy, ¿pero cuánto puede tomar el debate?

–¿Te contesto? Yo creo que podría ser para fin de año, pasa que no sólo es nuestro país, el mundo está tan complicado, que la situación misma de este momento, si te apoyo, si no te apoyo, si es verdad, si es mentira, si el dólar, si el Fondo Monetario. Y entonces siempre se van posponiendo estas cosas, porque por ahí la ley del mate o la ley de no sé qué cosa del trigo o del chamamé, salen en cinco minutos. Pero tenemos en todo el mundo cámaras legislativas que por la pandemia, porque hay guerra, porque hay crisis, están todos yendo con muletas.

–Me dejaste un tema sobre la mesa: te estás postulando al Senado italiano para América del Sur por el Partito Democrático.

–Un grupo numeroso de italianos de distintos lugares me han ofrecido ese lugar, quieren que sea el representante del Partido Democrático Italiano y a mí me representa el partido, porque la sintonía de pensamiento es absoluta. En cambio no me siento para nada cercano a otros partidos en Italia, que puede terminar en manos de la derecha, que significaría, para darte sólo un ejemplo, que van a ir en contra del aborto, van a prohibir los comprimidos, algo que forma parte de su campaña. O bien ir totalmente en contra del ingreso de inmigrantes, que quién no va a comprender el problema que significa en un país como Italia la inmigración, pero hay que pensarlo con humanidad. Con lo cual, yo voy a defender los valores de Italia, y voy a defender a los italianos que trabajan acá, que también se sienten como desconectados a veces.

"lLa tríada dolor, sufrimiento y
"lLa tríada dolor, sufrimiento y dignidad tienen que ser decisiones mías", dijo el doctor Sebastiani

–¿Y en qué consiste la tarea de un senador en el exterior? ¿Te vamos a perder para las luchas locales?

–Mi primer idioma fue el italiano, fui a un colegio italiano, hablo en italiano con mis ex compañeros y el erotismo que tenemos con la pasta al dente es casi problemático, enseguida empieza a protestar todo el mundo. Yo me siento italiano, soy un tipo binacional, mi corazón es italiano y argentino. Pero no me van a perder para nada, porque uno debe trabajar acá representando a los ciudadanos italianos que viven y trabajan acá en empresas italianas, a la actividad docente que tiene que incrementarse en los colegios paritarios, hay que estimular los institutos de Cultura, potenciar el idioma. Esto es lo que proponen todos los candidatos, lo que pasa es que prometieron lo mismo en las otras elecciones y no lo lograron. Yo me comprometo a dedicarme y mucho.

–Nota de color: entre tus competidores está el ex campeón de la F1 Emerson Fittipaldi, partidario de Bolsonaro que se presenta por el partido nacionalista Fratelli d’Italia.

–La política busca famosos. No estoy exento de eso, también al Partito Democratico le ha parecido que mi trayectoria y los temas que he abrazado representan al partido. La diferencia es que yo no me voy a ir a dormir, porque voy a hacer lo que hago siempre que me comprometo con algo: voy a trabajar mucho.

–Voy a cerrar con la pregunta que vos haces en tu libro: si pudieras elegir de qué manera morir, ¿Qué harías?

–Bueno, no me gustaría una muerte repentina, porque me gustaría una muerte saludando y preparando y organizando por ahí los despelotes que tengo en mi vida. Sobre todo para mi familia. Me gustaría despedirme, me gustaría estar acompañado y no me gustaría una muerte que no me de tiempo, con lo cual necesito que me ayuden, solamente que me ayuden, porque, repito la tríada: dolor, sufrimiento y dignidad tienen que ser decisiones mías. Por favor, respétenme, ayúdenme, y, si es necesario, hagan también que pueda tener un pasaje más plácido.

–¿Se puede hoy morir sin dolor?

–La contestación es no, pero debería ser una obligación ética que la medicina no te haga sentir dolor. Es más: hay entidades de calidad médica que trabajan en distintas instituciones a las cuales nosotros adherimos, como por ejemplo en el Hospital Italiano, que te dicen “Hospital sin dolor”, o sea: hay que esforzarse para que la gente no tenga dolor, y para eso se reúne continuamente el Comité de Dolor, nos reunimos continuamente los servicios para tratar de establecer las pautas más estrictas de manera que los pacientes no tengan dolor. Cada vez que yo no te disminuyo el dolor, te estoy torturando. Ese es el concepto filosófico, con lo cual, no sé si se puede morir sin dolor, pero yo diría: es obligación nuestra, de la medicina, que no tengas dolor.

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