Apenas terminó el secundario, Daniela Bragaggnolo se fue a vivir a Canadá en busca de nuevas aventuras. Allá, en Toronto estaba su papá lo que le dio la chance de sacar la residencia muy rapidamente. La chica soñaba con ser cantante y la tentó estar cerca de Estados Unidos. Pero no todo fue color de rosa para esta migrante. Apenas llego se enamoró de un hombre un par de años mayor, que resultó ser un hacker estafador. “Me robó la identidad y sacó un crédito de 40 mil dólares que tuve que pagar porque se fugó y nunca lo encontraron -relató la chica en diálogo con Infobae-. El banco me dijo o devolvía la plata o me hacían juicio. Eso significaba al menos la cancelación de mi residencia”.
A Daniela le gustaba bailar y lo primero que se le ocurrió para devolver la plata era buscar trabajo en los bares de la noche canadiense. Se presentó en un concurso en uno de los locales más concurridos de Toronto, resultó ganadora y se llevó los primeros 500 dólares de su nuevo trabajo. “A partir de ese momento del bar me invitaron a trabajar en su escenario todas las noches -recordó Bragaggnolo-. Así arranqué y no paré en estos 8 años, hoy ya tengo 26. Pero siempre con el objetivo de ser cantante y este trabajo me ayuda a solventar las producciones que son totalmente independientes”.
Daniela tiene un alto perfil en redes, tanto TikTok como Instagram. Desde allí promociona su música y también su cuenta de OnlyFans en la que obtiene ingresos adicionales a su trabajo en los bares de Toronto. Este año Nanu, así se hace llamar en sus plataformas, metió un hit en spotify. “Pony” llegó al millón de reproducciones en spotify, sin embargo la joven inmigrante mantiene su perfil independiente lejos de los contratos con las disquerías.
Soñando con cantar
Daniela se levanta todos los días a las 11 para arreglar su casa, hacer algunas compras y meterse de lleno en el trabajo musical. “Estoy toda la tarde grabando y componiendo para nuevos temas o haciendo arreglos en los que ya tengo. Mi idea es estar muy preparada para el momento en que una compañía se fije en mi arte”.
El año pasado, la joven se recibió de licenciada de economía y finanzas en la Universidad Metropolitana de Toronto. “La idea es usar ese conocimiento para impulsar mi carrera musical. La facultad me sirvió para pensar estrategias de posicionamiento de redes sociales. También para plantarme frente a las empresas que se quieren quedar con el fruto de mi trabajo artístico”, explicó Daniela.
Pese a que admite que sus canciones son mucho más atractivas para el público latino, no cambiaría la tranquilidad de Canadá por nada del mundo. “Poder sacar a pasear a mi perro de noche sin que me pase nada no tiene precio -argumentó Daniela-. Acá tengo muchas más chances de cumplir mis sueños de cantante, pese a que muchos amigos me dicen que si voy a Buenos Aires armaría mucho revuelo”.
En Argentina siguen viviendo su mamá, sus abuelos y primos. “Nos comunicamos mucho por las redes sociales. Eso me da una sensación de cercanía mayor. Igual en diciembre de este viajo a Buenos a pasar las fiestas allá”, contó la chica.
Sola en los bares
El trabajo de Daniela como bailarina exótica arranca a las 21 horas. Son unas cinco horas, hasta las 2 de la madrugada, en la que en forma alternada la joven argentina sube al escenario y se mueve ante la atenta mirada de decenas de hombres y algunas mujeres. Para usar el caño del local tiene que pagar unos 20 dólares diarios. “No es que me contratan, sino que me permiten usar sus instalaciones. Así funciona acá”, explicó Nanu a Infobae. En una noche buena de trabajo la chica puede ganar hasta 1.000 dólares. Una jornada con poco público se lleva apenas unos 100 dólares. “Me alcanza para vivir bien y para dedicarme el resto del tiempo a mi música, que es el objetivo a futuro. Dejar de bailar y convertirme en cantante de tiempo completo”, se entusiasmó la joven.
Pese a no estar avergonzada de su trabajo, Daniela tampoco lo recomienda para otras chicas que intentan hacer pie en Canadá. “Ser stripper no es un ambiente color de rosa donde solo vas, bailas y te divertís. Yo he llegado al punto de agradecer mi trabajo, cambiarle la perspectiva y agradecer todo lo que me da, pero también para llegar al punto donde estoy hoy pasé muchísimas y a mí me cuidó un ángel de la guarda”, recordó la bailarina.
“Es un ambiente lleno de droga, proxenetas, mafiosos, criminales. Si sos muy jovencita y entras en eso, sin saber quién sos, ese ambiente te come y te destruye la vida”, continuó Daniela. La joven asegura que el novio hacker que la estafó fue al mismo tiempo quien la protegió en ese mundo de la noche canadiense. “Tenía una causa judicial y estaba en el radar de la policía, por eso no se me acercaban ni para preguntarme la hora. Era peligrosa yo para ellos”, recordó la bailarina aliviada.
Otra de las estrategias de Bragaggnolo para esquivar los peligros es no involucrarse en forma personal con los clientes. “Termino mi show a las 2 de la madrugada, me subo a un taxi y me vuelvo a mi casa sola -explicó Daniela-. Es importante separar el trabajo de la vida personal para no meterse en problemas, más allá de que podría ganar mucha más plata de esa manera. Pero no es mi objetivo profesional. Mi foco está en la música”.
Daniela recibe muchos regalos en su camarín de fanáticos que todas las noches se sientan en primera fila para verla bailar y le regalan sus billetes arrugados que luego la chica contará y guardará en su cartera. “Arriba del escenario yo soy un personaje, muy diferente a la Daniela sin maquillaje que pasea su perro -admitió la chica-. Interpreto el show erótico con mi propia música y me encanta que me miren. Después cuando termino solo quiero volver a mi casa a descansar. Cuando se encienden las luces vendo una fantasía que termina apenas suena la última canción”.
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