Corría 2017 cuando el director de cine uruguayo Federico Lemos había empezado a filmar el documental Somos nuestras Montañas, que lo llevó finalmente a viajar cuatro veces a Armenia. Se sorprende de la cantidad de veces que fue en poco tiempo porque no es armenio y tiene amigos que sí lo son y nunca fueron. Lo que Lemos nunca imaginó fue el giro de su historia en medio de la filmación, ante dos situaciones inesperadas: la irrupción del coronavirus y la invasión de Azerbaiyán en el Alto Karabaj. De manera su documental pasó al frente de batalla en el último viaje, de una contienda que duró 44 días, que tuvo como triste final la muerte de 3.825 armenios y la victoria de Azerbaiyán.
La película Somos nuestras Montañas, producida por Medio & Medio Films tuvo su Avant premiere en mayo último en Uruguay, y dentro de una gira por la Argentina, arrancó por Córdoba a sala llena, hoy se estrena en el cine Showcase Rosario y el 7 de septiembre en el Teatro Gran Rex, a las 20 horas, una única función, dentro de una gira mundial que continúa por Santiago de Chile, San Pablo, Ciudad de México, Los Ángeles, Nueva York, París y Lyon. Este documental sobre Armenia, el genocidio y el conflicto armado en la región del Alto Karabaj con Azerbaiyán fue concebido para visibilizar esta temática ante los ojos de todo el mundo y no solo de la colectividad.
“Son pocos los que saben qué ocurrió hace dos años en Armenia, que fue algo muy parecido a lo que pasa con Ucrania, y en la que en que existe un tercer país involucrado que es Turquía, nada menos que el perpetrador del genocidio armenio en 1915, que de una manera oculta pero que es un secreto a voces colaboró con la invasión de Azerbaiyán en septiembre de 2020″, expresa el director de la película, autor de varios documentales reconocidos internacionalmente que pueden verse en las principales plataformas de streaming como 12 horas 2 minutos, Cordera y la fábula del escorpión, DF10 Diego Forlán, entre otros.
Cuenta Lemos que estuvo en el frente de combate que la supremacía de Azerbaiyán fue notoria “ya que contaba con el apoyo de mercenarios y personas fascistas vinculadas a la ultra derecha lo que generó bajas importantísimas” y que el poderío económico entre una nación y otra es abismal, por eso, no tuvo otra opción que rendirse y perder territorio.
El equipo estuvo tres veces grabando “en la primera línea”, en 2017, cuando el conflicto estaba latente, aunque no había acción militar en la frontera. Había casos aislados de enfrentamientos, con algún muerto cada tanto. No tuvieron miedo, pero sí cuando regresaron en pleno conflicto en pandemia, sabiendo que habían miles de soldados en las trincheras, padeciendo Covid en un escenario además de pos guerra, con situaciones muy complejas, con los controles fronterizos del ejército ruso. “Fuimos en un momento muy complicado, fue una situación tensa para nosotros como equipo de filmación tener que estar en ese momento, en ese lugar del mundo. No fuimos conscientes quizás de todo lo que estábamos haciendo, pero era necesario y entendimos que era nuestro deber para ver el escenario que estaba ocurriendo en Artsaj. Fue difícil, desafiante, momentos de extremo nerviosismo y tensión pero pudimos salir adelante con 15 días de trabajo en esa zona de guerra y con muchas dificultades pudimos obtener el material que terminó siendo fundamental para la película”, expresa.
Los protagonistas de este documental son cuatro, un armenio y tres nietos sudamericanos de armenios (un uruguayo, una argentina y un brasileño) que habían regresado a la tierra de sus ancestros y cuyas historias se van entrelazando. Según datos del documentalista, en Uruguay, Argentina y Brasil hay aproximadamente 100 mil armenios y dice que la colectividad más grande está en Los Ángeles, con un millón y medio millón en Nueva York. Y se calculan 7 millones de armenios en total viviendo alrededor del mundo, que ellos llaman a los armenios de la diáspora: los hijos y los nietos que escaparon del genocidio.
Los personajes de la historia
Durante septiembre y octubre de 2020, el director de Somos nuestras Montañas estuvo en el frente, siguiendo los pasos de jóvenes que iban a defender la patria. Y en particular, a un uruguayo, que había viajado a conocer Armenia, la tierra de sus cuatro abuelos. El joven, en un corto lapso se convierte en ciudadano armenio y se enlista en el ejército para pelear en el frente.
La protagonista argentina es Alin Demirjian. Se trata de una chica que se dedica a la música en la Argentina y que no solo se destaca en el colectivo armenio, ya que trabajó en varios proyectos musicales y tiene varios discos editados. El documentalista la conoció cuando estaba por emprender su viaje a Armenia, para continuar con su carrera desde otro lugar. “Ella tenía en ese momento un interés muy fuerte de poder descubrir y conectar con la música armenia. No con la tradicional, sino con las nuevas tendencias musicales.
Empezar a recorrer el país de sus ancestros, conectar con esa carga que la atrajo por mucho tiempo y con el conflicto que ella siente por su identidad armenia argentina. Alin emprende ese viaje de descubrimiento personal y musical”, explica sobre el punto de partida de esta figura, que con su musicalidad une diferentes puntos geográficos de distintas provincias de Armenia a través de la música. Y al descubrir lugares que la cautivan, cuenta que decide un cambio profundo en su vida: que es quedarse allí. Hace un par de años que vive en Armenia.
La pandemia y la guerra de Artsaj significaron un golpe muy fuerte para Alin, al estar lejos de su su familia en un contexto tan complicado. “Le afectó profundamente y desde su lugar, con la música, decidió colaborar de la manera en que ella creía que podía hacerlo con los refugiados, con los niños y desplazados de Arstaj que iban hacia otras regiones de Armenia, para cobijarlos y brindarles apoyo, contención a través de la música. El personaje de Alin es muy dulce, muy maravilloso que le da a la película un vuelo muy particular y una musicalidad que la acompaña durante todo su viaje”, relata el documentalista.
Sobre el dolor histórico de los armenios, Lemos se detiene en la indiferencia internacional. No solamente por parte de los estados sino de mucha gente que “no empatiza ni solidariza con ellos en cuanto a sus luchas”. Y agrega: “El reconocimiento del genocidio armenio se dio recién en 1965, en Uruguay. Tuvieron que pasar más de 70 años para que países como Estados unidos lo terminara de reconocer: razones políticas, económicas, potencias que empujan desde muchos lugares para que no se reconozca el genocidio armenio”.
Además de la falta de reconocimiento, el director pone énfasis en una “reinvindicación del genocidio armenio por parte de Turquía”, recordando un hecho sucedido en Uruguay, cuando el canciller turco Mevlüt Çavuşoğlu desató este año un escándalo internacional, un día 23 de abril previo a la conmemoración del genocidio armenio haciendo la seña de los Lobos grises (una organización paramilitar que niega la existencia del genocidio armenio).”No están dispuestos a reconocer sino que además reivindican lo ocurrido en 1915″, asegura.
En el abordaje de esta temática y del modo que lo hizo el director se sintió durante muchos meses acompañado por los armenios “porque ellos han abrazado que un no armenio y una productora que tampoco está compuesta por personas de ese origen se embarcara en este proyecto. Así que hay una gratitud especial de parte de ellos especialmente por la indiferencia que han padecido a lo largo de la historia y que aun continúan padeciendo”, subraya.
Y el director concluye: “Somos nosotros quienes creemos que estas luchas tienen que ser puestas a consideración y ser contadas, porque es un tema de derechos humanos. Los estados no condenan, no se producen sanciones económicas y en ese lugar sigue muriendo gente y habiendo desplazados”.
Las entradas están a la venta en el Centro Armenio, Armenia 1353; Asociación Cultural Armenia, Armenia 1366; UGAB, Armenia 1318. Venta online en: tienda.fondoarmenia.org
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