Hace varios meses se venían preparando para ese día. El pronóstico anunciaba lluvia para el sábado, pero el cielo amaneció completamente despejado, con aires de primavera. Nada podía salir mal. Las horas de entrenamiento en el frío, el armado de estrategias, las ventas de comida y rifas para solventar los gastos, el alquiler de los equipos, la reserva de la cancha, todos los esfuerzos previos que realizaron se reducían a ese momento. Los jugadores entraron al campo, el árbitro chequeó que todos tuvieran sus “escobas” listas. Sonó el silbato. La hora de jugar al quidditch había comenzado.
Oliver Wood: ¿Asustado Harry?
Harry Potter: Un poco.
OW: - Tranquilo, yo estaba igual en mi primer partido.
HP: -¿Qué pasó?
OW: -La verdad, no me acuerdo... Una bludger me golpeó la cabeza a los cinco minutos. Me desperté a la semana en el hospital.
***
Ese diálogo, extraído del film Harry Potter y La Piedra Filosofal, solo lo recuerdan los fanáticos de los libros y películas de Harry Potter. La respuesta de Oliver Wood, un estudiante más grande de Hogwarts y capitán del equipo de Gryffindor, se dio en los minutos previos al primer partido oficial de quidditch que disputó el pequeño mago frente a Slytherin. Mientras todos piensan que Severus Snape está controlando la escoba de Harry para hacerlo caer -la película tiene más de 20 años: no hay spoiler-, Hermione lo ayuda y el protagonista vuelve a la carga sobre su objetivo: agarrar la snitch para ganar el encuentro. En un final heroico, el elegido atrapa la bola de oro con la boca y su casa se alza con la victoria.
Podrían pasar horas de debate sobre los límites del fanatismo y los intentos de los espectadores por traer elementos o situaciones de la ficción a la realidad, pero lo cierto es que el quidditch, una especie de fútbol-baloncesto aéreo que juegan magos volando sobre escobas, se desprendió de los libros y actualmente es un deporte reconocido que se practica en la Argentina y en todo el mundo.
Los primeros “muggles” (seres humanos que no tienen ninguna habilidad mágica) en practicarlo fueron unos estudiantes de la Universidad de Middlebury en Middlebury, Vermont, Estados Unidos en 2005. Tuvieron que adaptar casi todas las reglas a la realidad: como volar en una escoba era imposible pero a la vez algo central para mantener vivo el espíritu del deporte, implementaron que cada jugador debe correr con un palo entre las piernas todo el partido. De a poco, el juego dejó de ser practicado exclusivamente en los club de fans de Harry Potter y se extendió por todo el globo hasta llegar a la Argentina a mediados de 2012.
“En 2015 se realizó el primer torneo importante en Parque Avellaneda donde vino un equipo de Chile y varios equipos que actualmente existen hicieron su debut ahí”, cuenta Fiorella Moscata, vicepresidenta de la Asociación de Quidditch Argentina (AQArg), ente que regula la actividad desde 2018. Por el momento, Deadly Dragons de Rosario y Black Birds y Noxus Dragons, ambos de Buenos Aires, son las únicas casas oficiales inscriptas. Aunque en los torneos siempre hay cupos para que jugadores libres que vienen de otras provincias puedan participar.
“Trabajamos día a día para que esto crezca y llegar algún a ser como la liga de Estados Unidos que tiene su selección y unos nueve mil asociados”, explica la directiva. Actualmente hay 57 personas anotadas que pagan una cuota de 500 pesos más una matrícula anual para cubrir con los gastos básicos de los torneos. Además, cada equipo busca su propia forma de solventar los costos. Algunos venden comidas, otros realizan rifas o eventos para recaudar fondos. Suelen entrenar entre dos o tres veces por semana a la noche en las plazas o en las canchas de fútbol que consiguen.
Para los que piensen que ser fan de Harry Potter es un requerimiento excluyente, Fiorella aclara: “No es necesario, muchos chicos juegan y no saben nada de las películas o los libros. Se sumaron porque vieron a los equipos practicando en los parques o algún video y eso les llamó la atención porque es un deporte muy divertido y dinámico”.
Al margen de la pasión por el juego, el quidditch se muestra como un lugar ideal para conocer personas y hacerse amigos. Lo practica gente de distintas edades (16 a 35 años, preferentemente) y es un ambiente donde las familias suelen ir a ver los partidos, alentar por los equipos y disfrutar un día al aire libre. Además, es un deporte mixto por reglamento y tiene una regla que permite como máximo hasta cuatro jugadores del mismo género dentro de la cancha.
“Somos una comunidad muy grande, todos nos conocemos con todos. Mi equipo es mi familia, me encanta trabajar en esto para que crezca y me llena de felicidad”, definió la capitana de Deadly Dragons.
La AQArg, como todo organismo local, reporta a la International Quidditch Association (IQA), que sería como la FIFA del quidditch. Ariadna Navone es la representante argentina en la asamblea internacional y participa de los debates sobre políticas de eventos y cambios en el reglamento, opina sobre el desarrollo de los departamentos operativos y responde a las dudas que tenga el Consejo Directivo que está integrado por competidores de Hong Kong, Australia, Estados Unidos y México, entre otros países miembros.
Hace unos meses, el deporte dejó de llamarse quidditch para convertirse en quadball por una decisión de la US Quadball y la Major League Quadball, las dos entidades que rigen en Estados Unidos. De esta forma, se buscaba separar la imagen del juego con los libros de J.K Rowling a fin de evitar cualquier tipo de problemas legales con los dueños de los derechos de la saga de Harry Potter y permitir un mayor crecimiento de la actividad. Tras el cambio de nombre, ESPN transmitió el primer partido oficial. Desde AQArg confirmaron que probablemente se adhieran a esa modificación el año que viene.
¿Cómo se juega al quidditch?
La dinámica del deporte es parecida a la del fútbol: se enfrentan dos equipos con el objetivo de embocar una pelota en un aro y el que sume más puntos gana.
Hay siete jugadores por equipo dentro de la cancha: un buscador, como Harry Potter en la primera película, es el encargado de perseguir la snitch dorada; un guardián, cuyo trabajo consiste en proteger los aros como si fuese un defensor; dos golpeadores que deberán “quemar” a los jugadores contrarios y una vez que eso suceda tendrán que desmontar sus escobas y tocar los aros de su lado de la cancha para volver al juego; y tres cazadores que se encargan de anotar la mayor cantidad de goles.
Los equipos pueden tener hasta 14 integrantes en el banco de suplentes y el quidditch es un deporte mixto y por regla pueden haber hasta un máximo de cuatro personas de un mismo género dentro de la cancha. Por ejemplo: cuatro mujeres, dos varones y una persona no binaria.
En total se utilizan cinco pelotas: tres bludgers que sirven para quemar a los rivales; una quaffle, para anotar puntos; y una snitch, clave para ganar el partido. En la ficción la bola de oro tiene alas y se mueve por su cuenta, acá utilizan a una persona vestida de amarillo con una pelotita colgada de un cinturón que debe escaparse de los buscadores.
Cada gol vale 10 puntos, los partidos duran un mínimo de 20 minutos y comienzan cuando la snitch sale a la cancha y ambos jugadores designados deben perseguirla. El equipo que la atrape recibe 30 puntos. El encuentro no termina hasta que la bola dorada es capturada. Eso hace que la competencia se pueda extender durante horas y en raras ocasiones los capitanes se ponen de acuerdo para finalizar antes.
Todos los jugadores deben montar todo el tiempo sus “escobas” (antes se utilizaban escobas de verdad como tradición pero ahora usan palos de PVC o cualquier material). Al igual que el fútbol la cancha está dividida en zonas y tiene sus límites. Además, se juega con tres aros, cada uno de diferente tamaño pero todos cuentan los mismos puntos.
SEGUIR LEYENDO: