El asalto al Policlínico Bancario: la primera operación guerrillera de la Argentina y el ridículo del comisario Meneses

El 29 de agosto de 1963, un comando del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara se llevó un botín de cien mil dólares destinados a pagar los sueldos de los empleados del hospital en una operación que debía salir “limpia” pero que terminó en un baño de sangre. La pista de unos billetes en Paris dio vuelta el caso, identificó a los autores del asalto y puso en ridículo al legendario policía

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Sin imaginar que era el operativo de una organización político-militar, el comisario Evaristo Meneses armó la investigación para culpar a dos ladrones famosos, uno de los cuales terminó muerto
Sin imaginar que era el operativo de una organización político-militar, el comisario Evaristo Meneses armó la investigación para culpar a dos ladrones famosos, uno de los cuales terminó muerto

Los cuatro hombres que esperaban en el interior de la ambulancia Rambler estacionada a tres cuadras del Policlínico Bancario, vieron venir la camioneta IKA que avanzaba con su acostumbrada lentitud achanchada por la avenida Gaona. Uno de ellos miró el reloj pulsera que llevaba en su muñeca izquierda y comprobó que el transporte cumplía su horario con puntualidad suiza: eran las 10.28 del jueves 29 de agosto de 1963, día de pago.

El chofer de la ambulancia dejó que la camioneta se adelantara y recién entonces encendió el motor y la sirena, aceleró y lo superó para llegar primero al estacionamiento y entrada de ambulancias del Policlínico, en Gaona al 2100.

En la barrera los detuvo el guardia Juan Carlos Lowry.

-Traemos un enfermo – le dijo el conductor.

Lowry vio a un hombre pálido, dormido en la camilla y se apuró a levantar la barrera. Después anotó la hora (”10.30″) y la marca y el número de Parente de la ambulancia, que ya avanzaba hasta el fondo de la playa de estacionamiento, frente al pabellón de internación.

El guardia dejó de mirarla porque justo en ese momento llegó la camioneta IKA y tuvo que levantar la barrera para que pasara sin detenerse. Sabía que traía la plata para pagar los sueldos de los empleados: 14 millones de pesos moneda nacional (unos 100.000 dólares de la época, aunque Lowry era incapaz de hacer ese cálculo, porque en la Argentina de 1963 casi nadie sabía la cotización del dólar).

La camioneta IKA fue también hasta el fondo de la playa y estacionó a la izquierda. El conductor se bajó y abrió la puerta de atrás, donde estaba el sargento de la Policía Federal Alfredo Martínez, que empezó a bajar la saca de dinero para entregársela a los empleados Victorio Gogo y Alejandro Morel. También se bajaron de la camioneta la cajera Nelly Culliazo y el empleado Vicente Bóvolo, encargados de pagar los sueldos.

Eran las 10.31 cuando un hombre se bajó de la ambulancia y les apuntó a los empleados con una ametralladora; detrás de él, otros tres hombres empuñaban pistolas. El hombre de la ametralladora se culparía toda la vida por lo que sucedió después: por pura torpeza se le escapó una ráfaga de la “tartamuda” y mató a Gogo y Morel e hirió a Culliazo, Bóvolo y el policía Martínez, el único que estaba armado. Otro hombre, que también empuñaba una pistola, le cortó de golpe la carrera al guardia Lowry cuando quiso acercarse al lugar.

Dos de los hombres de la ambulancia cargaron la saca, que pesaba unos 80 kilos porque también había muchas monedas para pagar las cifras exactas de los sueldos.

Todo sucedió en menos de cinco minutos. La ambulancia salió a toda velocidad del estacionamiento y escapó por Gaona, seguida por un Valiant I que esperaba en la esquina. A diez cuadras del Policlínico, los autores del robo se bajaron de la ambulancia; unos se alejaron a pie mientras que otros, con las armas y el dinero, escaparon en el Valiant.

Cuando la policía encontró la ambulancia, 15 minutos después, encontraron narcotizado en la camilla al “enfermo”, después comprobarían que era Mario Voda, el hombre al que le habían alquilado la ambulancia.

Los asaltantes se habían esfumado.

Al día siguiente, todos los diarios llevaron la noticia del sangriento robo en sus tapas. Se hablaba de una súper banda de ladrones.

Nadie podía imaginar que el asalto al Policlínico Bancario pasaría a la historia como la primera gran operación de la guerrilla urbana en la Argentina.

Evaristo Meneses construyó su propio mito como jefe de Robos y Hurtos de la Policía Federal. Recorrió los bajos fondos y en su mesa de cabaret se sentaron prostitutas, soplones y delincuentes
Evaristo Meneses construyó su propio mito como jefe de Robos y Hurtos de la Policía Federal. Recorrió los bajos fondos y en su mesa de cabaret se sentaron prostitutas, soplones y delincuentes

El error fatal de Meneses

La investigación quedó a cargo del comisario Evaristo Meneses, alias “El Pardo”, jefe de la sección robos y Hurtos de la Federal y hombre de métodos duros que aplicaba respetando ciertos códigos: prefería los puños a la picana para “ablandar” a los delincuentes.

Como todo el mundo, “El Pardo” ni siquiera imaginó que el asalto podía ser obra de una organización política armada. Su ortodoxia policial lo llevó a hacer lo de siempre: interrogar a los testigos, pedir la lista de despedidos recientes del Policlínico Bancario para seguir la pista del “empleado infiel” y, claro, interrogar a “los sospechosos de siempre”.

Por la envergadura del robo puso la mira en aquellos que creía capaces de una jugada tan grande: además del “Pibe” Villarino, el delincuente más famoso de la época, se puso entre ceja y ceja a Félix Miloro, alias “El Pibe Ametralladora” o “El Arcángel”, y a Salustiano Franco. Los dos últimos habían empezado su carrera con Villarino, pero hacía un tiempo que se habían cortado solos y armado su propia banda.

No había ningún indicio que los incriminara, pero Meneses tenía recursos para obtenerlos. Entre “los sospechosos de siempre” buscó a delincuentes menores que hubieran trabajado alguna vez con alguno de ellos para que le confirmaran la teoría. Y lo consiguió interrogando a “M”, un delincuente menor cuyo nombre nunca trascendió.

La revista Primera Plana –un medio que renovó el periodismo argentino en los ‘60– pudo reconstruir a través de una fuente policial, el interrogatorio al que fue sometido “M”:

—Mirá. Vos me has mentido. Empezaste mal. Primero me dijiste que no lo conocías a Franco y después que sí.

—Bueno —musita M—, ya le dije qué pasaba...

—¿Qué pasaba? —insiste Rojas (un subcomisario a las órdenes de Meneses).

—Vea, tengo miedo de Franco. Es capaz de hacerme cualquier cosa.

La cara del subcomisario aparece maciza, inexpresiva:

—¿Cuánto ganás?

—Mire —dice M—, con mi mujer apenas si alcanzamos a sacar 3 mil pesos por semana.

—Sin embargo, estás gastando 30 mil por mes -—dispara Rojas—. ¿De dónde sacás la diferencia?

—No, señor, qué esperanza —farfulla M—. Si éste es el único pantalón que tengo...

Rojas lo mira con sorna:

—No sigas. Anoche estuve en tu casa. Hay por lo menos una docena de trajes.

El sospechoso se calla, parece abrumado. Rojas remueve la llaga:

—Y tu hermano, ¿tu hermano no ha visto en estos días a Franco o a Miloro?

—No, señor... De ninguna manera...

—¿Pondrías las manos en el fuego por tu hermano?

—Sí, señor —dice M—, pondría las manos en el fuego.

Otro de los policías saca un encendedor, lo enciende y lo aproxima a la cara de M:

—Dale, poné tu mano.

Convencido con tan buenas maneras, “M” no dudó en señalar a Franco y a Miloro como los cabecillas del asalto.

Pocos días después, Miloro fue cercado en una casa en la provincia de Córdoba. Intentó escapar disparando con un subfusil y cayó muerto por las balas policiales. A Franco lo detuvieron en Buenos Aires. En el interrogatorio presentó su coartada: el día del asalto al Policlínico estaba robando un banco. Era comprobable, pero Meneses no le creyó o decidió que no le convenía creerle.

Aunque el dinero no aparecía, “El Pardo” anunció que había resuelto el caso. La verdad lo pondría en ridículo.

El asalto al Policlínico Bancario fue el primer acto del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT) para obtener fondos destinados a la nueva organización de izquierda
El asalto al Policlínico Bancario fue el primer acto del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT) para obtener fondos destinados a la nueva organización de izquierda

“Operativo Rosaura”

La verdad de los hechos era muy diferente al montaje de Meneses. El asalto al Policlínico Bancario había sido planificado y llevado a cabo por miembros del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT), con información brindada por un hombre que no pertenecía a la organización.

El MNRT era un desprendimiento por izquierda del Movimiento Nacionalista Tacuara, una organización de ultraderecha de claro corte antisemita y anticomunista, vinculado a los sectores más derechistas del peronismo e inspirados por las ideas del sacerdote católico Julio Meinvielle y del sociólogo francés Jacques de Mahieu.

A principios de los ‘60, un grupo liderado por Joe Baxter y José Luis Nell, entre otros, se había alejado de esta concepción, influidos por la Resistencia Peronista y por la Revolución Cubana. Para obtener fondos, comenzaron a realizar una serie de asaltos -sin propagandizar su autoría-, pero el asalto al Policlínico Bancario fue una operación mucho más ambiciosa.

Lo denominaron “Operativo Rosaura”, para lo cual se constituyeron tres comandos: uno con Alfredo Zarattini, Rubén Daniel Rodríguez y Jorge Andrés Cataldo, en un auto de apoyo; otro con Tomislav Rivaric, Horacio Rossi y Mario Héctor Duaihy; y el tercero con Jorge Norberto Caffatti, Carlos Alberto Arbelos y José Luis Neill, estos dos últimos armados con ametralladoras. Baxter participó en la planificación, pero hay versiones contradictorias sobre su presencia en el asalto.

Con los datos brindados por el informante, Gustavo Posse, a cambio del 30% del botín que se obtuviera, el día del operativo Luis Alfredo Zarattini, Jorge Cataldo y Rubén Rodríguez asaltaron el garaje de Zavala 2552, robaron un Valiant gris y le cambiaron las chapas patentes. Rubén Rodríguez y Mario Duaihy alquilaron en Ramos Mejía una ambulancia, conducida por su dueño, supuestamente para ir a buscar un enfermo a la Capital Federal. En el camino subieron Tomislav Rivaric, que era estudiante de medicina, y Horacio Rossi que dominaron al conductor y lo narcotizaron. Cafatti, José Luis Nell y Carlos Arbelos esperaron cerca del Policlínico Bancario.

Alfredo Zarattini vigiló desde un auto la salida del dinero y cuando faltaban pocas cuadras para llegar se adelantó a la camioneta para avisar a los de la ambulancia cuando exactamente llegarían al Policlínico. Caffatti entró al establecimiento a pie y permaneció mezclado con el público en la escalinata que conducía a la administración, lugar por donde debían pasar los empleados con el dinero.

Cuando la camioneta IKA estacionó dentro de la playa del Policlínico estaba todo listo para reducir sin disparar un tiro a los empleados y huir con el dinero. El fallo de Nell con la ametralladora transformó lo que debía ser una operación “limpia” en un baño de sangre.

Los panfletos impresos por el ala de Tacuara liderada por Joe Baxter tenían dos consignas: “Guerra al imperialismo” y “En marcha hacia la liberación nacional”
Los panfletos impresos por el ala de Tacuara liderada por Joe Baxter tenían dos consignas: “Guerra al imperialismo” y “En marcha hacia la liberación nacional”

Una pista en Paris

“El Pardo” Meneses había dado por cerrado el caso en beneficio de su propia leyenda, Miloro -presunto autor- había muerto cosido a balazos y su presunto cómplice, Franco, estaba preso. Para la policía, el caso estaba cerrado, sin que siquiera se imaginara la verdadera naturaleza del hecho.

Pero el comando del MNRT había dejado un cabo suelto: el informante. Gustavo Posse no tenía ninguna intención de invertir el 30% del botín que le había tocado en una causa política, a él no le interesaban esas cosas, pero sí la buena vida.

Agarró el dinero e invitó a su hermano Lorenzo a gastarlo en Paris. No sabía que una parte del dinero que tenía en sus manos -los billetes de 5000 pesos, que recién habían sido emitidos- tenían números correlativos y estaban registrados. Al día siguiente del asalto, esos números los tenían los cajeros de todos los bancos argentinos, por si aparecía alguien para cambiarlos o depositarlos, y también Interpol.

A principios de 1964, el propietario de un cabaret de la capital francesa depositó algunos de esos billetes en un banco. El dato llegó a la Sureté y de ahí a Interpol. Cuando lo interrogaron, el hombre dijo que se los habían dado como pago dos hermanos argentinos que desde hacía un tiempo frecuentaban su local. Los pusieron bajo vigilancia.

Cuando los Posse volvieron a Buenos Aires, los estaban esperando en Ezeiza, donde los detuvieron. En el primer interrogatorio, Gustavo le quitó toda responsabilidad a su hermano Lorenzo, pero en cambio delató a Mario Duaihy, Horacio Rossi, Jorge Caffatti y Tomislav Rivaric, en cuya casa se encontró el arma del sargento Martínez y billetes del robo.

José Luis Nell fue detenido en la base aérea de Río Gallegos donde estaba cumpliendo el servicio militar. También se emitieron órdenes de captura respecto de Jorge Cataldo, Eduardo Viera, Rubén Rodríguez, Carlos Arbelos, Alfredo Roca, Amílcar Fidanza y Joe Baxter.

El comisario Meneses, que acababa de retirarse con la satisfacción de ser una leyenda dentro de la policía, se enteró de todo por los diarios.

La verdad lo había puesto en ridículo.

El informante del MNRT y el pago en un cabaret de París sentenció la caída de los integrantes del comando que asaltó el Policlínico Bancario en 1963
El informante del MNRT y el pago en un cabaret de París sentenció la caída de los integrantes del comando que asaltó el Policlínico Bancario en 1963

Diferentes caminos

Con los años, los integrantes del comando que asaltó el Policlínico Bancario siguieron diferentes caminos, muchos de ellos marcados por el devenir político de la Argentina y las luchas guerrilleras de la década de los ‘70.

Joe Baxter escapó del país sin ser capturado, visitó a Perón en Madrid, viajó a Vietnam y a China, y se incorporó a la IV Internacional. Volvió a América latina en 1966 y tomó contacto con Tupamaros en Uruguay, para luego ingresar clandestinamente a la Argentina e incorporarse al PRT-ERP, donde lideró una escisión, la Fracción Roja. Murió en un accidente aéreo en el aeropuerto de Orly, Francia, en 1973.

Ricardo Viera también militó en el PRT-ERP, estuvo preso durante la dictadura militar iniciada en 1976.

Jorge Caffatti fue uno de los líderes de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), fue apresado en 1977 y permanece desaparecido desde entonces.

Carlos Arbelos militó en las FAP y amenazado de muerte por la Triple A se exilió en España en 1974 y falleció allí en 2010.

José Luis Nell, escapó de la cárcel, fue nuevamente detenido y liberado por la amnistía del 25 de mayo de 1973. El 20 de junio de ese año, integró una columna de que fue a espertar a Juan Domingo a Perón en Ezeiza y en el tiroteo que se produjo recibió un balazo que lo dejó cuadripléjico. Al año siguiente se suicidó.

Después de retirarse de la policía, “El Pardo” Meneses se convirtió en detective privado. Murió en Buenos Aires en noviembre de 1992, marcado por el ridículo que lo acompañaba desde su falsa resolución del asalto del Policlínico.

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