La historia de infidelidad y ghosteo entre un músico y su musa que inspiró un hit del rock nacional en los ‘80

Rafael Bini es, entre otras cosas, músico, periodista y escritor. En 1982 creó Comida China, un seleccionado musical que grabó un solo y recordado disco: Laberinto de Pasiones. Allí está Shiva, una recordada canción que surgió por un amor del autor que nació en una clase de yoga

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Comida China, la banda que creó Rafael Bini y por la que pasaron, entre otros, Andrés Calamaro, Charly Alberti, Willy Crook e Hilda Lizarazu (Wikipedia)
Comida China, la banda que creó Rafael Bini y por la que pasaron, entre otros, Andrés Calamaro, Charly Alberti, Willy Crook e Hilda Lizarazu (Wikipedia)

Me crucé a Rafael Bini en una agencia de publicidad en 1980, una boutique creativa de unos sujetos poco recomendables pero la mar de divertidos. Ideal para que dos chicos veinteañeros como nosotros, que solo queríamos divertirnos mientras ganábamos algo de dinero, iniciaran una amistad trascendente.

Rafael es músico, periodista, escritor, conductor de radio, una referencia de tecnología desde sus columnas en La Nación, un cantante excepcional y un compositor como pocos.

Cuando lo conocí tocaba con Pipo Cipolatti en Los Pipos, de ahí el apodo de Hugo Cipolatti. Bini ya tenía Los Pipos con un artista que se llamaba Fernando Ginaca, tocaban en el Jardín Japonés y en el parque Genovés , hasta que Ginaca es atrapado por una secta y se pierde. Allí se conocieron con Pipo, que a esta altura tenía un puestito de venta de cassettes y discos en el Parque Rivadavia. Entonces Bini rearmó Los Pipos y juntos fueron también Los Hispanoparlantes, sumando a Andrés Calamaro.

Aunque la verdad, lo más importante para mi era que Rafael Bini era el que atendía Paraíso Records en Maipú y Paraguay. Junto con el Agujerito en Maipú y Marcelo T. de Alvear, adentro de la Galería del Este, convertían a esas dos cuadras en una romería para disc jockeys, musicalizadores de radio, músicos y productores, porque eran las únicas disquerías especializadas que trabajaban con discos importados.

Rafael tenía su gran proyecto que era Comida China, una especie de eslabón perdido esencial en el rock argentino. Hicieron uno de los mejores discos de la época. Laberinto de Pasiones. Un compendio del mejor pop, reggae, New Wave y ska porteños. Uno de los primeros discos democráticos, algo que hoy es tildado de supergrupo. Porque como decía Andrés al respecto, cualquiera de esos grupos era un supergrupo porque “éramos 30 que tocábamos en todos lados, los únicos 30″.

Buby, de Rafael Bini y su banda Comida China, incluido en su disco Laberintos de Pasiones

Es que la lista de músicos de Comida China estaba llena de debutantes, que después fueron las páginas más importantes del rock de esa maravillosa era creativa que incluyó parte de los 80´s y algo de los 90´s, años en los que el rock de aca tomó por asalto todas las radios y estadios latinoamericanos.

Comida China eran Rafael Bini, líder indiscutido del proyecto, compositor, guitarrista y cantante; Jorge Minissale, después Suéter y Daniel Casanova, más adelante en Los Casanovas, en guitarras; Andrés Calamaro en teclados y también voz, apoyado por Alfie Martins y Fabián Quintiero, luego integrantes de la banda de Charly García; también tocó el piano Miguel Zavaleta; el saxo estaba a cargo de Willie LePumpernic y más tarde Willy Crook; cantaban también Hilda Lizarazu, Fabiana Cantilo, Claudia Puyó, Maria Rosa Yorio y Leonor Marchesi, que mas tarde armaría Púrpura; los bajistas eran Camilo Iezzi, de Los Twist, también productor del disco y Rinaldo Rafanelli, mientras que la programación rítmica estaba a cargo de Chiche Alberti, más conocido como Charly Alberti.

Ellos serían los corresponsables de un puñado de canciones que más que pintar una época, la elevan. Y una canción sonó en las radios más que cualquier otra: “Shiva”, un prodigio pop de la más pura estirpe. Uno de esos temas que marcó la rítmica que después seguirían muchos con distinta suerte.

Fue en 1985, después de más de un año trabajándolo, que Laberinto de Pasiones vio la luz. Y fue enseguida que se hizo famosa “Shiva”. Una letra dispersa, con brillantes armonías y un sonido único. Además de la propia historia de Shiva.

Shiva, de Rafael Bini y su banda Comida China, incluido en su disco Laberintos de Pasiones

“Soñé anoche con Shiva

Viajábamos en un ascensor.

Ella me distraía

Hablándome de Boris Karloff.

En el túnel del tiempo

Yo la conocí

Como a través de un vidrio

Me parece sentir

Shiva Shiva Shiva Shiva

Un poco más de amor

Para vos

Shiva Shiva Shiva Shiva

Como una polaroid

De los dos

Piénsalo bien, luego me contestás.

Películas baratas

Filmamos en la vida real.

La gente que te aplaude

No sabe de lo que sos capaz.

Yo con mi bicicleta

Choque contra un sillón

Donde estaban sentados

Tu mama y tu doctor.

Dimelo, dimelo, dímelo ya

¿Quién te hizo llorar como yo?

Dimelo, dimelo, dimelo al cordón.

Piénsalo bien, y luego me contestas.”

Demo de Ex-Disidente, de Rafael Bini con la voz de Claudia Puyó

Me cuenta Rafael Bini al respecto de Shiva: “Pasa que en este caso, el personaje Shiva encarna a una persona. De carne y hueso, más específicamente a una mujer. Una chica que conocí y era practicante de Yoga. Yo había ido a una de esas clases, un poco para ver qué onda, si me sentía cómodo, viste. Pero la verdad es que fui a un par de clases y no volví más. Ahí conocí a Shiva, se llama así porque había una invocación a Shiva antes de empezar la práctica de Yoga. Teníamos una relación que se podría decir que era bastante líquida. Si lo tomamos con los conceptos con los que hoy se leen las relaciones interpersonales, no solamente líquida, en esos días yo era un maestro del ghosteo. Ghosteaba a más no poder.

-Supongo que te referís a esa actitud tan en boga que viene de ghost, fantasma, y que se visualiza en terminar una relación sin dar explicaciones, ¿no? -le pregunto para aclararme.

Bini sigue, sin darme mucha bola: “Al mismo tiempo avanzaba el proyecto Comida China, los ensayos, se iba armando el sonido de la banda que era bastante tradicional, dos guitarras, bajo y batería con eventuales vientos, básicamente el saxo de Willy Crook al que a veces se sumaba una trompeta. Eran tiempos donde ensayábamos con Los Twist y con Biorsi, la banda de Tito Losavio, en lo de Micky en el Abasto.

Rafel Bini (Foto: Instagram)
Rafel Bini (Foto: Instagram)

Y vuelve a Shiva: “A esta chica Shiva la conocí porque ella trabajaba en la librería de un museo. Justamente eso es lo que me tiró la idea del túnel del tiempo donde la conocí, porque era un museo. Bueno, nuestra relación líquida fue avanzando mientras yo ya estaba terminando de componer las canciones del disco, año 84 digamos. Incluida Shiva. Todo esto fue después de la experiencia de La Banda de Jardín con unos músicos del carajo, Gustavo Donés, Daniel Colombres, Ernesto Soca. Fue con ellos que llegué a la conclusión que tenía que armar mi banda y organizar los temas para eventualmente grabarlos”.

Después de irse por segunda vez, Bini retoma el hilo central del asunto: “En cuanto a Shiva, la chica, la historia se da en medio del proceso de grabación, donde yo la verdad ghosteaba un poco también por mi propia personalidad y porque estaba totalmente enfocado en que saliera todo lo que grabábamos de la mejor manera. La secuencia de acordes de “Shiva” se me presentó de una forma intuitiva y veloz, la melodía igual. Estaba muy metido en los procesos de composición, de manera que no encontraba obstáculos, salía todo muy fluido. Apareció entonces la historia de esta chica que para ese entonces, en el momento de grabar, estaba tornándose antigua, digamos que se estaba apagando, por situaciones de pequeñas venganzas de uno hacia el otro. Y todo eso concluyó en esa secuencia de acordes que fue cambiando mucho. Cuando la tocábamos en vivo, toda esa cosa tan fresca de los coros, era algo que apareció en la sala de ensayos. Por eso te contaba del estudio de Micky en el Abasto, un lugar mitológico donde se trabajaba en absoluta libertad artística. Donde nos cruzábamos todos a zapar un rato, simplemente porque no habían llegado los compañeros, o porque algunos terminaban pero se quedaban a ver ensayos ajenos y terminaban participando, así se iban armando muchas cosas. Así también se hizo Shiva, ahí apareció la voz de Hilda. Y en vivo se complicaba. Una historia de cuernos a fin de cuentas, porque yo estuve con una amiga de ella y ella me la pagó quedándose con un músico amigo, líder de otra banda. Colorin colorado, Shiva en el tiempo te has quedado.”

Entonces nos abrazamos y nos vamos de donde estábamos.

"La venganza de Killing", el libro de Rafael Bini que ganó el premio de novela de la Fundación Antorchas
"La venganza de Killing", el libro de Rafael Bini que ganó el premio de novela de la Fundación Antorchas

La historia de “Laberinto de Pasiones” tiene también una parte bien oscura, que tiene que ver con que el sello Universal era el dueño del master del disco. Pelo Aprile que lo había editado en una de esas tantas que hacía de vez en cuando, desapareció y ahí quedó el master en un limbo incómodo. Llegó a salir en una copia espantosa años después en CD.

Ahí es que Rafael Bini se desconectó del business de la música y se dedicó a la literatura, ganando el premio en Novela de la Fundación Antorchas con “La venganza de Killing”, una especie de superhéroe bastante freak que hace de las suyas en un país similar a éste presidido por Massera. Hoy está siendo reeditado con gran éxito.

Rafael también tiene su radio Nube 100, y cada tanto escribe grandes artículos en prestigiosos medios. Además es un musicalizador de una exquisitez pocas veces vista.

Más allá de todo esto, encontrarme cada tanto con Rafael Bini es una hermosa experiencia que siempre me deja un par de ventanas desconocidas abiertas.

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