Desde hace varias semanas, los incendios en las islas del Delta del río Paraná avanzan de manera descontrolada y se hizo necesario ampliar el personal destinado al operativo para combatirlos. A la zona afectada llegaron brigadistas forestales de distintas provincias que iniciaron tareas que no solo resultan arriesgadas sino que necesitan de un mayor esfuerzo físico por las condiciones del lugar. Todos los días deben cargar con 25 kilos sobre sus espaldas y sofocar los focos ígneos sin usar agua como los bomberos, sino con otros métodos.
De manera diaria se registran distintos incendios en el Delta del Río Paraná y su intensidad es tal que las columnas de humo llegan a perjudicar a las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires. Mientras se investiga la intencionalidad y origen de los mismos, tanto bomberos como brigadistas forestales se unieron para trabajar contra el fuego, calor y viento de la zona.
En las primeras semanas de incendios trabajaron bomberos voluntarios junto a personal en aviones hidrantes, helicópteros con helibalde y un avión. Sin embargo, la magnitud del hecho llevó a que se incorporara más personal por parte de las fuerzas armadas. En ese marco, más de cien brigadistas forestales de distintas provincias llegaron a la zona del Delta del Paraná para trabajar para apagar el fuego que ya consumió más de 200 mil hectáreas.
Pese a los años de experiencia que puedan tener, los brigadistas se enfrentan a una realidad dura y agotadora. Para llegar a los focos ígneos, el personal debe caminar varios kilómetros por suelo irregular, vegetación abundante y vistiendo uniformes ignífugos con casco, mochilas y 25 kilos de herramientas sobre sus espaldas.
El brigadista del Plan Provincial de Manejo del Fuego de Entre Ríos, Gustavo Gerfó, destacó que si bien la mayoría es bombero desde temprana edad y están acostumbrados a tareas exigentes, lo cierto es que “no deja de ser un esfuerzo físico muy grande porque estamos desde la mañana hasta la tarde en la isla y después de varios días se vuelve desgastante”.
Al respecto, destacó que los relevos suelen realizarse cada cinco o seis días y la tarea resulta agobiante dado que suelen regresar al campamento con rostros tiznados, alguna rotura o quemadura en el uniforme y con herramientas para reparar y volver al día siguiente a la zona afectada, la cual se caracteriza por tener un difícil acceso, en especial en la bajante del Paraná dado que limita la movilidad y se requiere de helicópteros para entrar o salir, destacó a Télam Gerfó.
A su vez, el especialista explicó que por las características de la zona los incendios en la isla “son complejos” porque debajo de la superficie permanece “una capa de material orgánico por la que el fuego se puede propagar de un punto a otro de manera subterránea”. De hecho, el brigadista de Santa Fe Nerina Luques consideró que uno de los problemas más grandes es el terreno dado que “hay lugares en los que nos enterramos casi hasta las rodillas en el barro para avanzar”.
A diferencia de los bomberos, los brigadistas no apagan los incendios lanzando agua como los bomberos sino que usan “las herramientas para apagar el fuego de manera directa, o para abrir cortafuegos en la maleza y tratar de limitar el avance de las llamas de esa manera”. Ante dicha tarea, aseguró que se necesita de una “exigencia física muy intensa a la que hay que sumarle la cantidad de kilómetros que debemos caminar”.
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