Lucas Gilo tenía 20 años cuando quería tener el estilo de Daddy Yankee en su cabeza pero no encontraba barberías que imitaran ese estilo. Con un amigo que también estaba en su onda reggaetonera se compraron una máquina de cortar el pelo y aprendieron entre ellos mirando videos en YouTube. “Seguimos el paso a paso de barberos de Estados Unidos, practicando entre nosotros. Era ver y practicar, porque tampoco entendía el idioma”, explica.
“Al principio los cortes eran un desastre, mal. En el efecto degradé había que marcar la frente y las entradas y, queriendo que se pareciera al músico, hacíamos un línea directa de iba de la frente a la patilla, sin la entrada. Horrible. Pero después nos fuimos dando cuenta cómo se hacía y fuimos mejorando”, recuerda riéndose de sus inicios.
Antes de abrir su primera barbería, cortó en casas de amigos y también por el barrio. Siempre aprendió en base a la experiencia, de manera autodidacta, a prueba y error. El colegio secundario lo había abandonado. Le faltaban dos años para terminar. Así que se dedicó “a trabajar y hacer negocios”. Cuando se sintió seguro, vendió el coche que tenía y se abrió su primera barbería Mandale Flow. Y en el tiempo libre, se dedicaba a componer sus propios temas.
Su padre, camionero de profesión, pensaba que no iba a durar mucho con los cortes de pelo. Al principio su familia no tenía mucha fe en su emprendimiento. Pero él no se dejó desanimar porque siempre supo que era un negocio que iba a funcionar y le dio para adelante. Ahora trabajan en su negocio su mamá y su hermano Tomi, también, que se ocupa de la barbería de San Fernando. Y hasta hace poco, formaba parte del equipo otra hermana. El tiempo le dio la razón. No solo le fue bien con la barbería, abrió sucursales y empezó a cortarte el pelo a músicos famosos.
“Yo soy barbero, no peluquero”, aclara separando bien las aguas, porque no le gusta que le digan peluquero. “La diferencia es que el peluquero se dedica más a las mujeres que a los hombres. Y el barbero se dedica a hacer solo cortes de hombre, hacer diseños, usar la navaja y otras técnicas que el peluquero no hace”. Si alguien quiere hacerse un dibujo en la cabeza, tiene que ir a una barbería.
En el primer local que inauguró en una galería de Munro pronto logró llamar la atención. “Nos distinguíamos por los cortes en degradé y por poner videos de cortes de pelo, con música trap de fondo. La barbería siempre estuvo ligada a la música de ese estilo. No es de estilo rock, sino urbano: reggaetón, trap y hip hop”, subraya.
Apenas abrieron, cuenta el joven de 28 años, fue todo un boom. Empezó a cortar junto a un barbero de su barrio. “Parecía un Pago Fácil de tanta gente que había. Y fuimos creciendo, sumando barberos, y el local nos quedó chico. Eran cinco y no entraban más”, asegura. Motivo por el cual se mudaron a dos cuadras donde llegaron a tener 10 barberos en acción. Después se sumó el local de San Fernando, que maneja su hermano. Y llegó a tener dos franquicias, una por Unicenter y otra en Palermo, que por causa de la pandemia se vio obligado a cerrar. Durante el verano, corta también en Villa Gesell.
El trap y reggaeton que tanto inspiraron al barbero, atrajeron a los cantantes de estos géneros. “Me pasó de poner música de Nico Flow y que después viniera a cortarse el pelo Nico Flow. Usamos mucho las redes sociales. Así empezamos”, cuenta. Su cuenta de IG es @mandaleflowok.
Pero no es todo. Lucas se animó a ir por más, sin tener miedo al rechazo. Con su valija provista de todos los elementos para cortar el pelo, golpeaba las puertas de los hoteles para ofrecer sus servicios. Y muchas veces le dijeron que no. Pero llegó el día que logró su figurita internacional: Justin Quiles, un cantante de reggaetón con base en Miami. Confiesa que mintió para llegar a él: “Me acerqué a la puerta del hotel NH, yo ya sabía que se estaba hospedando ahí y dije que era parte de la productora y si se quería cortar el pelo. Y dijo que sí, bajó, le mostré fotos de cómo cortaba el pelo y le gustó. Y aceptó. Y ahí empezaron a llegar todos los demás”.
El barbero dice que lo hizo en sus inicios, solo dos veces (eso de mentir). Y que una vez que se hizo un nombre, los managers de artistas empezaron a pasarse mi contacto, y me llaman.
Además de cortar el pelo en degradé, Lucas le puso onda a la peluquería con diseño propio. “Yo creé la capa, como una medalla gigante con el logo. Y de ese diseño se copiaron un montón de otras barberías. Se hizo muy viral, y fue una idea que se me ocurrió a mí”, enfatiza.
La tendencia es muy importante en su locales. Siempre está observando cuáles son las novedades. Sobre la bajada de tendencia lo explica todo. “Los artistas empezaron a teñirse el pelo de colores y todos quieren eso. Los futbolistas se copian de los artistas, el estilo y la ropa. Y muchos después se copian de los jugadores. Son las copias de las copias. Pasa lo mismo con la barbería mía, porque mantuvimos el estilo original”, asegura.
Para Lucas, uno de los máximos referentes de la música que marcan estilo son Lucas J Balvin y Daddy Yankee. Ambos usan cortes degradé o fade en inglés. De largo a bien corto. Los colores que se usan: platinados, colores pastel, mucho: rosa, violeta, blanco y gris. A tomar nota.
Sobre su cliente Bizarrap dice: “es de los artistas productores más grandes que hay y es lo más humilde que conocí. Es como tener un diálogo con mi hermano. Es una gran persona posta, por eso se merece todo lo que le está pasando”.
Lucas Gilo cuenta que además tiene una academia de cursos de barbería. Lo dicta uno de sus empleados, a lo largo de tres meses. En manos de un barbero no puede faltar una navaja, una máquina y una tijera. En su espacio, tampoco puede faltar la música, o mejor dicho, el estilo de música que le gusta.
La música caló tan hondo en la barbería que tiene estudio propio de grabación. Se está dedicando a trabajar con artistas. “Vinieron a grabar al estudio Kaleb Di Masi, La Joaqui, Cazzu. Tengo dos estudios detrás de la barbería. La productora de música se llama Mandale Flow Music, como la peluquería. ¿Qué producen? Géneros RKT y reggaetón. Por allí, pasan muchos músicos emergentes, explica. “Como no hay algo así, se me ocurrió hacerlo. Una barbería que también produzca música y esté todo unido. Y además porque me gusta”, expresa.
La productora fue inaugurada hace tres meses, pero el estudio estaba desde antes para el tiempo de ocio. “Canto, compongo y produzco. Es un proyecto que empezamos hace muy poco y nos va muy bien gracias a Dios. Y se vienen muchas cosas nuevas”, anticipa. Una es la nueva ambientación de su barbería principal en Munro, como si fuera una nave espacial, con luces Rgb.
Por el momento, no tiene más ideas. Por ahora.
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